VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Argentina: La lucha contin�a

Saqueo y resistencia - Agroindustria y biodiversidad
III Cumbre de los pueblos - Mar del plata - Noviembre 2005

Vienen por el oro, vienen por todo

Javier Rodr�guez Pardo
Grupo de Reflexi�n Rural *

Resumen del taller sobre la cuesti�n minera, editado por el Grupo de Reflexi�n Rural. Tuvo lugar en el Aula Magna de la facultad de arquitectura el d�a 3 de noviembre de 14 a 20 horas.

Nuevo sistema para el saqueo de los recursos naturales, quinientos a�os despu�s (1)

Hacia el a�o 1500, los galeones cargaban el oro y la plata con la tecnolog�a experimentada del observador humano para detectar las vetas, el ojo. Cinco siglos exprimiendo la Tierra con la exclamaci�n 'vale un Potos�', calificaci�n suprema de cosa o persona de incalculable valor. Toda Am�rica era un Potos�. Durante quinientos a�os de insostenible extracci�n, los minerales del planeta se fueron agotando. En 1900, el primer mundo obten�a cobre con el 5% de Ley mientras que en la actualidad debe conformarse con menos del 0,4% de Ley. Entender y razonar este dato es imprescindible: la diferencia abismal marca la escasez del recurso.

El planeta no resiste la explotaci�n descontrolada de lo que se dio en llamar recursos naturales y est� a la vista que la eclosi�n demogr�fica demanda cada vez m�s insumos, digitados de manera desigual por unos en desmedro de otros pueblos. El agua, la irracional explotaci�n de los suelos, la concentraci�n de la energ�a, la diversidad biol�gica y los minerales cr�ticos y estrat�gicos, conforman el paquete voraz para dominar el mundo, con infaustos resultados de un desarrollo cientificista y tecn�crata que en realidad fabrica calentamiento global, cambio clim�tico y m�s hambre.

Estados Unidos reconoce que cada uno de sus habitantes consume anualmente 19 toneladas de minerales. El Norte consumista no s�lo derrocha, necesita mantener su hegemon�a imperial, de tal modo que el 20% de la poblaci�n mundial concentra el 80% de la energ�a del planeta y usufruct�a las utilidades obtenidas con la explotaci�n del resto de sus semejantes, los que naturalmente comparten y conviven en la misma biosfera.

Ahora bien �c�mo podemos explicar el actual m�todo extractivo de las corporaciones transnacionales que deben atrapar los minerales invisibles al ojo humano, ya que las vetas de alta ley se agotaron? El m�todo, es siniestro, y es nuestro deber denunciar hoy que la historia contin�a peor que hace quinientos a�os. Los yacimientos se detectan por sat�lite, aquellos sitios donde hay m�s concentraci�n de minerales, generalmente diseminados en extensiones kilom�tricas, y poli met�licos. Se pulverizan suelos y monta�as y se vierte un c�ctel de sustancias qu�micas para obtener los minerales deseados, sin importar secar acu�feros, desviar r�os, deshacer glaciares y volar cerros con promiscuidad dinamitera a cielo abierto, a tajo abierto, a rajo abierto.

'El m�todo no se caracteriza por mantener normas industriales de desarrollo sostenible, ni por remediar el da�o producido, tarea por dem�s imposible; para las empresas mineras lo vital consiste en capturar entre el 96 y 99 % del oro contenido en la roca, en invisibles part�culas diseminadas en miles de hect�reas. Ahora, donde no alcanza el ojo humano, llegamos con el compuesto qu�mico y hacemos que el mineral de baja ley sea un buen negocio. En el camino aparecen metales pesados propios de la actividad realizada por esta mal llamada industria, como plomo, mercurio, zinc, cadmio, cobre, entre muchos otros, adem�s de metaloides como el ars�nico, frecuente en la Cordillera de los Andes, movilizados por la acci�n de las soluciones de cianuro y de �cido sulf�rico, parte de las m�ltiples sustancias que disemina este tipo de miner�a en el suelo. La rentabilidad del mineral pasa por extraerlo sin mayores gastos, sin pagar impuestos, con leyes permisivas apropiadas para consumar el saqueo, que incluye degradaci�n y contaminaci�n ambiental. El agua es el principal insumo de este sistema extractivo. Mezclada con la sopa qu�mica les permite a los nuevos mineros lixiviar (regar) apiladas concentraciones de roca que quedar�n eternamente contaminadas, abandonando t�xicos que llegar�n a las aguas superficiales y subterr�neas a veces muchos a�os despu�s de cerrada la mina' (3)

En definitiva, cuanto m�s baja es la ley del mineral m�s agua se requiere, m�s voladuras y m�s degradaci�n de suelos y geograf�a, m�s erosi�n, mayor da�o ambiental. Cuanto m�s baja es la ley del mineral mayor cantidad de escombros, residuos que degradan y modifican el h�bitat. Un anillo de oro de menos de una onza, genera 20 toneladas de escombros. Haga el lector el c�lculo que mejor desee, pero resuelva antes otro enigma: el 85 % de la producci�n anual de oro se destina a la joyer�a; la mayor parte restante, a las b�vedas bancarias como reserva.

Esta miner�a destruye las econom�as regionales, expropia tierras y desplaza, hasta el paulatino exterminio, a los pueblos originarios. Inutiliza las fuentes productivas genuinas, ahoga la actividad agropecuaria y agroindustrial, es incompatible con la actividad tur�stica, produce p�rdida del valor del paisaje y empobrecimiento de los pueblos y de sus econom�as, obligados a un r�gimen temporario de explotaci�n insostenible de la tierra. La miner�a deja desolaci�n y m�s pobreza a su paso. Genera diversas enfermedades con patolog�as terminales por poluci�n y emanaciones t�xicas, drenajes �cidos y contaminaci�n de acu�feros con metales pesados. La flora y la fauna sucumben y la cadena tr�fica multiplica el impacto en ecosistemas que concluyen end�micos y degradados, erosionados y est�riles.

Las transnacionales que se reparten el bot�n mineral, avasallan los derechos humanos, protegidas por un marco jur�dico c�mplice del despojo. No pagan impuestos provinciales o municipales, se les devuelve el impuesto al valor agregado (IVA), no tributan derechos de importaci�n, ni tasa de estad�sticas; se los favorece con deducciones en el impuesto a las ganancias, no abonan impuesto a los combustibles ni al cheque; transfieren libremente el 100% de sus capitales y de sus ganancias, y se las autoriza a liquidar en el extranjero el total del dinero de sus ventas. Por treinta a�os no ser�n modificadas sus cargas impositivas y por cinco a�os se las exime de abonarlas. Mientras tanto, el canon que se les cobra del 3% en boca de mina, merced a la generosidad legislativa, queda largamente compensado con los reembolsos. A decir verdad, se llevan los minerales y les pagamos encima para que lo hagan.

Un tratado binacional entre Chile y Argentina, impulsado por el gobierno de George Bush, padre, les otorga la cima de la Cordillera de los Andes en toda su extensi�n y cien kil�metros de cada lado, fijando protocolos adicionales que les conceden el dominio de un tercer pa�s virtual.

En definitiva, la miner�a extrae, no produce, y en nuestros pa�ses s�lo deja escombreras y un pasivo ambiental secular, en tanto la legislaci�n intenta in�tilmente legitimar la entrega.

Tal saqueo queda legalizado con informes de impacto ambiental inmorales. Sus consultoras dibujan evaluaciones hasta falsificar los proyectos de factibilidad. Es com�n leer en sus informes que la cal y el cianuro de sodio son sus insumos principales (Barrick Gold, proyecto Veladero), cuando en realidad el principal insumo es el agua (que no pagan), y omiten deliberadamente calificar y cuantificar la energ�a. El complejo Veladero, Pen�lope y Pascua Lama, explotaci�n minera de la empresa canadiense Barrick Gold, de G. Bush, requiere utilizar energ�a equivalente a la que produce la central nuclear de Atucha, m�s de 300 MW de potencia instalada. Para que esa energ�a le llegue, contar� con una l�nea de 500 KV que paga cada habitante sanjuanino con la factura del servicio el�ctrico y, por supuesto, completar� su cuadro energ�tico quemando gasoil para movilizar equipos y la planta; las mineras son responsables de un alto porcentaje del efecto invernadero.

Pero el agua es el mayor desprop�sito. Para la explotaci�n de Veladero Barrick declara consumir 110 litros de agua por segundo y para Pascua Lama considera que ser�n 350 litros de agua por segundo, abastecida por el r�o Las Taguas, en sus nacientes.
Falso. El complejo minero Veladero, Pen�lope y Pascua Lama, en el momento que funcionen al un�sono, utilizar�n m�s de tres metros c�bicos (tres mil litros) de agua por segundo, y no pagar�n por ella. Leemos en el Manual de la Oficina de Minas de los Estados Unidos (creado por la Oficina de Minas del Departamento del Interior del Gobierno de los Estados Unidos) que el valor del agua en la miner�a, en 1978, era de 0,10 d�lares el metro c�bico. Si le exigi�ramos pagar por el vital elemento, tal como ocurre en otras latitudes, Barrick al cabo de veinte a�os tendr�a que desembolsar m�s de setecientos cuarenta y seis millones de d�lares. Entonces dir�a con nosotros que el agua vale m�s que el oro. Barrick consumir� en San Juan, en un segundo, la misma cantidad de agua que una familia tipo, de esa provincia, en un d�a.

�C�mo es posible todo esto?

Ante semejante cuadro, cabe preguntarse c�mo es posible que nuestros gobernantes permitan tanta injusticia, da�o ambiental y despojo. Las pol�ticas oficiales no s�lo accedieron a las leyes del saqueo extractivo, sino que alentaron la radicaci�n de transnacionales, encubiertas con la teor�a inversionista. Los bancos mundiales les adelantan cr�ditos avalados por las mismas naciones que vienen a vaciar y los yacimientos se convierten en garant�as reales. Por otra parte,
la mano de obra se halla cautiva, esclava de una desocupaci�n incapaz de negociar dignidad laboral. La respuesta popular no se hizo esperar. Las comunidades afectadas empezaron a levantarse exigiendo el cese de estas pr�cticas mineras, reclamando que se las expulse de sus territorios. Los fuertes rechazos obligan a los municipios a efectuar consultas populares. Los plebiscitos se han convertido en una herramienta de poder en manos del pueblo movilizado, y el poder pol�tico, que defiende los proyectos mineros, se ha visto acosado por las movilizaciones sociales.

El pueblo, en estas circunstancias, suele enfrentar a la abroquelada uni�n de transnacionales y gobernantes sobornados, en una relaci�n de fuerzas desigual. El arribo masivo de las transnacionales mineras, es acompa�ado por mercenarios y trae consigo la firme decisi�n de dominar medios de difusi�n, corromper funcionarios, ejercer chantajes y operar al mejor estilo mafioso. Tan pronto construye burdeles como practica donaciones a escuelas y hospitales o entrega, en comodato, tractores y cosechadoras. El estilo minero de los negocios es el soborno.

Pero tanta adversidad no impide que las asambleas populares se multipliquen y se organicen. De tal manera que vecinos auto convocados de la Patagonia confluyen con los de las regiones de Cuyo y del noroeste. Las asambleas regionales son una firme realidad y lo son tambi�n los congresos, el intercambio de informaci�n y los foros de chilenos y argentinos, coincidiendo en acciones conjuntas.

Todo cuanto sucede, de un lado y del otro de la Cordillera de los Andes es fiel reflejo de lo que ocurre en el resto del continente. Los pueblos de Per�, Ecuador, Bolivia, Chile y Argentina, deben enfrentar el nuevo desembarco del invasor minero, tan mezquino y doloroso como hace quinientos a�os. Para algunos, la interpretaci�n de la historia parece reducirse a po�ticas frases colgadas en los pizarrones escolares, como la escarapela que se prende en los trajes de las fiestas patrias. Solemnes actos de abundantes palabras. En realidad, somos due�os de una carga de pobreza que nos hipoteca a perpetuidad y, para colmo, merced al despojo de las riquezas de nuestros territorio. Debemos el mismo volumen de oro que fue saqueado de nuestro propio suelo.

Nota:
1) S�ntesis de la exposici�n en la Cumbre de los Pueblos, en Mar del Plata, Argentina, el 3 de noviembre de 2005. Documento del taller La falsa Sustentabilididad de las Corporaciones.
2) Javier Rodr�guez Pardo, integrante del Movimiento Antinuclear del Chubut (MACH), Sistemas Ecol�gicos Patag�nicos (SEPA), Red Nacional de Acci�n Ecologista (RENACE)
3) Fragmento de 'Tecnolog�a letal para extraer minerales de baja ley', art�culo del autor de esta nota. 25/4/2005.

* GRR: Grupo de Reflexi�n Rural


������