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Argentina: La lucha continúa

 

Pero no pudieron matar la rebeldía

Mariano Algava

Un numero se sumó a la cifra 176, o 180, mas o menos un número mas.
Resulta que ese número por fuera de las estadísticas del gobierno y de los medios, es Julián. Julián el de la estrella roja tatuada, el hincha de futbol, el de muchisimos amigos llorándolo, el de una madre desecha que un día le enseñó la estrella, el que tiene un hermano y una hermana que no encuentran explicación y lloran con dolor y bronca, el que nos duele a cientos de compañeros.
Para el gobierno números, que con coimas se pueden disimular, ¿cuántos entran? 1000, o 6000, no importa con unos pesos se arregla, números que del lado del pueblo son nombres historias, pibes y pibas, sueños, risas, que se van matando, en las esquinas, en los puentes, en las plazas, en los boliches con la corrupción.
La Masacre de Once, es parte de la estructura de este sistema de muerte, en su imposición para "ordenar y disciplinar" a la sociedad y a la natural rebeldía de los y las jóvenes que amenaza todo lo instituido. Ellos lo tienen claro y gritan: "atención, atención, no los mató el incendio, los mató la corrupción" y esta corrupción es Ibarra, es Macri, y es Kirchner, porque la corrupción y el asesinato sistemático de jóvenes es parte esencial del sistema.
Si sos joven, si vivís en un barrio y zafás de del gatillo fácil, o de estar en cana por estar en la esquina, puede ser que te maten con la corrupción, si zafás de esa también, tal vez tengas un lugar como desocupado en la sociedad, pero ojo! Callate la boca, porque si protestás serás una presa o preso político, y si pasaste todo esto y seguís vivo, o no estás en cana, eres un buen ciudadano adoctrinado y ya podrás pagar tus impuestos.
Tanto dolor, tantos jóvenes enterrados, tantos sueños asesinados, tantas estrellas rojas que ahora brillan mas fuerte.
El desolador paisaje del cementerio, todo revuelto por la cantidad de Tumbas cavadas, solo atravesado por llantos desgarradores, de los familiares, amigos y compañeros de Juli y de tantos otros y otras, es el paisaje de un país donde algo anda mal.
Un familiar dice, "en nuestra generación muchos padres enterraron a sus hijos, ¿qué pasa en este país que esto sigue sucediendo?" Los pibes y las pibas, rolingas, ricoteros, bersuiteros, piojosos, callejeros, llorando sus amigos, derramando su dolor en carteles contra las rejas de la policía, que se hace presente en cada entierro, insultando el desgarro de las familias, ¡¡¡no vaya a ser que alguien desesperado de dolor se salga del orden!!!, estos pibes que se encuentra de golpe con el país heredado, con la injusticia de sufrir por ser joven, y con la lógica del lucro por sobre la vida, llenan las calles de gritos, de frases, de solidaridad y siguen siendo esa rebeldía que no han podido matar.