Argentina: La lucha contin�a
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Sin absoluci�n
Abel Alexis Latendorf
Argenpress
Afeitado, terso, con los rulitos ordenados y trabajosamente distribuidos en su
cabeza, doce horas despu�s de la cat�strofe, habl� An�bal Ibarra. Sus primeras
palabras fueron de agradecimiento a bomberos (horas despu�s renunciar�a su jefe)
polic�a, funcionarios y a la supuesta eficacia de los auxilios oficiales. Habl�
de una responsabilidad social e intent� diluir la propia. De inmediato encontr�
un fusible en el Secretario de Seguridad Juan Carlos L�pez. No me extra�a que
concurriera subrepticiamente a la Chacarita porque la valent�a y la solidaridad
no son sus fuertes. Mientras yo ocupaba mi banca en la Legislatura, una revista
relat� que el diputado Guillermo Oliveri -que por el sistema habitual de
sustituciones es hoy alto funcionario del gobierno- le jug� una broma a Ibarra.
Hizo correr la versi�n que yo asistir�a a un evento a que �l tambi�n
concurrir�a, ante lo cual Ibarra temeroso de un escrache, se excus� de
concurrir.
Debi� estar en el t�trico local del Once, en una zona tambi�n t�trica. No lo
hizo. Su descansada cara no expres� angustia alguna, quiz� s�lo preocupaci�n por
haberse convertido en un virtual cad�ver pol�tico.
Las escenas que emiti� la televisi�n son harto elocuentes. La desorganizaci�n
fue total, la falta de equipos o de equipos incompletos -por ejemplo los tubos
de ox�geno- la carencia de suficientes m�dicos forenses y las peregrinaciones de
los parientes por los hospitales y oficinas indic� lo que ahora todos saben:
Ibarra es uno de los peores gobernantes de la ciudad de Buenos Aires en toda su
historia. Pero agrego un dato escalofriante m�s: no tiene sentimientos ante el
dolor del pueblo. No merece estar al frente de Buenos Aires. Si le quedan restos
de verg�enza debe acompa�ar al Secretario de Justicia, al Jefe de Bomberos y a
toda la lista que seguir�, en la renuncia a su cargo. Y a Kirchner, cuyo �nico
dato en estos d�as fue su fotograf�a paseando frente a su lujosa residencia en
R�o Gallegos antes de continuar su descanso en su tambi�n lujosa casa de El
Calafate, s�lo le cabe preguntarle si Fidel Castro, en una tragedia como la que
vive el pa�s, permanecer�a descansando o alejado del lugar. Pensar� Kirchner en
los derechos humanos que tiene una madre cubana de no poder viajar a la
Argentina aunque si de recibir a su hijo en la Isla y no en los cientos de
madres y padres de los que han muerto asfixiados porque su socio pol�tico
permite la existencia de trampas mortales en todo el per�metro capitalino.
Es tr�gico que los jefes de Estado env�en condolencias a un presidente
veraneante. Qu� pensar� un Hugo Ch�vez que libr� junto a su pueblo peligrosas
batallas de vida o muerte, o Lula, o Tabar� V�zquez. En realidad hay un
presidente latinoamericano que no lo juzgar� mal, me refiero a Batlle, al que
aun le quedan unas semanas en el poder. De todas formas habr�a que explicarle
que R�o Gallegos queda en la Argentina y no en Espa�a.
El presidente toma distancia -y vaya que es lejos Santa Cruz- para no pegarse a
la improvisaci�n, la corruptela y las coimas generalizadas en el Gobierno de la
Ciudad.
La historia no los absolver�.
* Abel Alexis Latendorf es ex legislador de la Ciudad Aut�noma de Buenos Aires.