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Medio Oriente - Asia - Africa

"Yibekal", la radio de la esperanza


IPS

"El que esconde su enfermedad no puede esperar que lo curen". Así reza un proverbio etíope que condensa gran parte de los objetivos de Yibekal, un programa radiofónico que se emite desde Merkato, uno de los barrios marginales de Addis Abeba, en Etiopía. Yibekal no es un programa al uso y sus contenidos tampoco lo son. Según sus conductores, el objetivo de Yibekal es dar a conocer la enfermedad y los métodos de prevención del contagio pero, sobre todo, se centra en promover la comunicación y las relaciones entre personas afectadas por el sida. Es en este ámbito donde el éxito se hace más patente.

La viva prueba del impacto del programa son Mesfin Adane y Tigist, ambos portadores del virus. Esta pareja se conoció a través de Yibekal. Mesfin fue quien dio el primer paso. "Cuando oí de la existencia del programa -afirma mientras toma de la mano a Tigist- y que podía conocer a más personas en mi situación, me sentí muy feliz". Mesfin envió una carta y, esa misma noche, Tigist escuchó su historia.

Todavía hoy, Mesfin recuerda el día en que se vieron por primera vez: "Fue un sueño hecho realidad, encontrar una persona a quien le puedo contar todo y con la que puedo compartir una vida feliz y responsable". Ahora planean casarse lo que supondrá una doble alegría para Mesfin ya que dejó a su anterior prometida a causa de la enfermedad. "Cuando me enteré que tenía el virus faltaba sólo una semana para mi boda y aunque mi novia no estaba infectada, seguía decidida a continuar con el enlace", pero Mesfin no quería poner la vida de su novia en peligro. Al final pudo disuadirla y ahora ve un poco más cercano el final de su particular pesadilla.

Pero Yibekal no se limita a favorecer los contactos entre personas con VIH, también sirve para denunciar las situaciones que se reproducen en la sociedad etíope ante los afectados por el virus. Es el caso de Tewabech Kebede, una joven que fue expulsada de su hogar por su casero cuando éste se enteró que era portadora de VIH y a quien su propia hermana se negó acoger en su casa. Kebede contó su relato en el programa y una oyente, impresionada por el caso, le alquiló una habitación.

Excluidos del sistema

En Pro-Pride, la organización que impulsa en Etiopía el programa para la lucha contra el sida con la colaboración de Ayuda en Acción, son conscientes de que, además de la propia enfermedad, los mayores enemigos de las personas con VIH/Sida son la discriminación y el estigma. Estos dos factores no sólo minan la prevención al hacer que las personas tengan miedo de descubrir si están infectadas, sino que también empeoran la situación socioeconómica de los afectados al excluirlos del mercado laboral e incluso privarlos de un techo bajo el que vivir como demuestra el caso de Kebede. Estas formas de marginación y rechazo se repiten con asiduidad y son fruto del miedo y del desconocimiento de la enfermedad en un país donde el sida todavía es un tabú.

Onusida afirma que el estigma se aprovecha de los perjuicios y las pautas de exclusión ya existentes y margina aún más a las personas que por su condición es posible que ya sean más vulnerables al VIH/Sida. El programa comunitario "Wegen Aden" que apoyan Pro-Pride y Ayuda en Acción conoce bien éstas y otras formas de discriminación. Los sesenta voluntarios de Wegen Aden se enfrentan todos los días a la marginación cuando prestan apoyo psicológico y físico en el populoso Merkato.

La misma marginación que ha sufrido Woineshet Shengota en sus escasos 20 años. Esta joven abandonó su hogar siendo aún adolescente y ante la falta de opciones se inició en la prostitución. Fue entonces cuando enfermó y descubrió que tenía la enfermedad. "Mi vida empeoró, mi casero me echó a la calle cuando se enteró y nadie me daba trabajo". Ahora ha buscado cobijo en casa de sus padres pero sigue sufriendo, en muchos casos, el desprecio de los demás.

Woineshet padece una de las formas más habituales de discriminación ya que se le culpabiliza de su propia enfermedad. En los países menos favorecidos pero también en las sociedades desarrolladas se vincula el sida a comportamientos ilegales, tabúes o conductas ante las que existen prejuicios como las relaciones pre y extramatrimoniales, el trabajo sexual, las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo y el consumo de drogas intravenosas.

En muchos casos, las actitudes más negativas proceden de los familiares más cercanos y la incomprensión familiar se convierte en el peor enemigo. Zewuditu, de 22 años, muestra en su propio rostro las huellas de ese maltrato. Con un hematoma en la nariz y la voz entrecortada relata la reacción de su padrastro cuando se enteró que había contraído el virus. "Me pegó y me echó de casa al saber que era seropositiva". Pero más que los golpes, lo que le duele es el hecho de no haber podido contarle a la policía que tenía sida cuando le preguntaron por qué le golpeó.

Mientras, Yibekal sigue emitiendo sus mensajes y llenando el aire de la capital etíope de tolerancia, respeto y esperanza para los afectados por la enfermedad. El grito de `Ya Basta´ resuena cada vez con más fuerza en el barrio y en las tiendas del mercado al aire libre más grande de África. En el barrio de Merkato, las personas con VIH/Sida empiezan a salir del anonimato, a tomar conciencia de sus derechos pero, sobre todo, a ser conscientes de que la vida no termina cuando el test da positivo.

Quizás, un día, Yibekal deje de emitirse y la voz de los que no tienen voz se apague. Pero sus promotores esperan que si llega ese día sea porque las violaciones de los derechos humanos para las personas con VIH/Sida hayan dejado de existir.