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Medio Oriente - Asia - Africa

28 de abril del 2004

"El militarismo israelí es una enfermedad"

Luis Luque Álvarez
Juventud Rebelde

Tras más de 200 días de prisión por una negativa a reclutarse en el ejército israelí, Jonathan Ben Artzi -sobrino del ex premier derechista Benjamín Netanyahu - conversó con Juventud Rebelde sobre los motivos y las consecuencias de su decisión.

Para los jerarcas militares de Israel, Jonathan Ben Artzi no es un pacifista, calificativo que jamás le han reconocido a quien se haya negado a enrolarse en el ejército sionista. Es, simplemente, un "falto de motivación". Por eso, convencidos de que no lograrían quebrar el ánimo de este muchacho de 21 años, tras más de 18 meses de prisión e intentos de arreglos silenciosos, lo han dejado en libertad desde el pasado 19 de febrero.

El caso de Ben Artzi les irrita particularmente. Yoni -como se le conoce en Israel-, cuyos abuelos combatieron en 1948 durante la primera guerra árabe-israelí, es además sobrino del ex premier y actual ministro de Finanzas Benjamín Netanyahu, uno de los halcones más a la derecha en el gabinete del Likud, que encabeza Ariel Sharon. No se concibe que el joven no "dé la nota" en el concierto de los militaristas.

"En Israel -narraba al diario británico The Guardian- el ejército (llamado Fuerzas de Defensa, FDI) es una especie de Dios, y se supone que yo debía adorarlo desde tan temprano como me alcanzara la memoria. En la escuela teníamos actividades militares. Los estudiantes del instituto asisten a 'exhibiciones de fuego' que se realizan para inducirlos a alistarse, haciendo una apuesta con los niños para reclutarlos en los cuerpos de paracaidistas, de ingenieros o de lo que sea. Los llevan como por un pasillo que conduce a la institución militar, y se ejerce una enorme presión social por parte del director de la escuela, los profesores, los amigos".

Pero Yoni advirtió tempranamente que no marcharía con la corriente. Se le veía venir cuando -en secundaria- se negó a participar en las actividades preparatorias del servicio militar, y hasta en una excursión escolar por los territorios palestinos ocupados, al considerar humillante ir de recorrido por aldeas donde los árabes eran obligados a permanecer recluidos en sus casas al paso de los estudiantes israelíes.

En el año 2000, notificó al oficial de reclutamiento su decisión de no incorporarse al ejército que ejecuta órdenes inmorales en Gaza y Cisjordania. Esto le valió comparecer varias veces ante el Comité de Conciencia, apelar sus veredictos ante la Corte Suprema, ser encarcelado en siete ocasiones en la prisión número 4 -en pésimas condiciones de encierro- y, finalmente, ante su obstinada negativa a reclutarse, aun en las circunstancias sumamente ventajosas que le propuso el mismísimo brigadier general Avi Zamir, jefe de Planificación del Personal del ejército israelí, ser dado como un incorregible.

Desde Jerusalén -donde reside-, en diálogo con JR por vía del correo electrónico, Yoni Ben Artzi relató algunos detalles de su "insurgencia" personal contra el omnipotente militarismo que rige en Israel.

-¿Por qué tu rotundo No al ingreso en las FDI?

-Para mí, como pacifista, es una cuestión obvia. Lo mismo que para alguien que se dice cristiano. Creo en la no violencia desde que era un niño pequeño. Después de estudiar un poco de historia y de haber visitado algunos de los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial, como el de Verdún, en Francia (con más de 700 000 cruces blancas), las guerras como algo estúpido, provocado por jefes y generales, que arrastra a la gente y la incita a caer en la misma estupidez.

"Esto siempre es característico de las derechas en el poder, que tratan de arrastrar a los pueblos a sus intereses, provocan el odio contra otros pueblos o contra supuestos enemigos, y en fin, crean los enfrentamientos. Los gobiernos de derecha presentan las guerras como no deseadas, pero a la vez tratan de obligar a sus ciudadanos a involucrarse en ellas".

-Se dice que en Israel es peligroso disentir de la opinión de los altos oficiales del ejército.

-El militarismo de la sociedad israelí es una enfermedad de la cual han padecido antes muchos países, y muchos otros continúan sufriéndola. Por ejemplo, aunque Europa es menos militarista, Estados Unidos lo es en grado cada vez mayor, y ello afecta negativamente al resto del mundo. Pero en Israel, el fenómeno es mucho más crudo y real. El ejército es un tabú, algo sagrado.

"Hasta hace pocos años, si alguien se manifestaba opuesto a ingresar a sus filas, no podía siquiera transitar por la calle. Pero ahora es más común cuestionar a las FDI, se generaliza más la crítica hacia esa institución y hacia lo que representa, y mucha más gente expresa su rechazo a enrolarse, miles".

-Háblanos de tu experiencia durante la reclusión.

-La vida en prisión resultó muy penosa. Todo era muy estricto: levantarse a las 5:00 am, limpiar y organizar todo, lavar platos todos el día y realizar un rudo trabajo de campo. Y esto, soportando las temperaturas, que en el verano son muy calientes y en el invierno demasiado frías.

"Te digo que la primera vez que entré a la cárcel, llegué con temores, muy lacónico, y así fue durante otras veces. Aunque sí estaba muy orgulloso de mí mismo. Ellos me enviaron allí primeramente por 28 días, pero yo les sonreí.

"En esa ocasión arribé durante la tarde. La primera noche fue la más horrorosa de toda mi vida.

No sabía dentro de qué yo había entrado, y aquello estaba muy caluroso. Era a mediados de agosto. Esa noche creo que dormí sólo dos o tres horas, pero a la mañana siguiente era ya otra persona. Pensé que la causa por la que yo estaba allí, lo merecía, y por eso permanecí calmado durante todo el resto de mi tiempo en aquel lugar, que fueron primero 28 días, luego 28 más, y finalmente resultaron en un total de 18 meses, entre el tiempo de prisión y el de detención.

-¿En algún momento pensaste dar marcha atrás?

-Siempre tuve la certeza de que hacía lo correcto, de que era mejor martirizarme en estos trabajos y condiciones que soportar el deshonor de enrolarme en esa horrible cosa que es el ejército israelí. Y esa convicción me hizo pasar mejor el tiempo en la prisión.

"En realidad, nunca dudé; conocía que la mía era una batalla importante. Muchas personas alrededor del mundo, en Israel y en Palestina, están oprimidas y carecen de derechos. Entonces, ¿cómo podría yo sentarme y no hacer nada ante eso? Yo preciso decir lo que pienso.

-¿Conversaste sobre tu decisión con tu tío?

-Con Netanyahu pude hablar un poco sobre todos estos temas. Pero él, por supuesto, se opuso a mi determinación. En Israel, esta es una cuestión muy delicada, y él no quiere verse implicado en ella.

-¿Te parece que tu acción pueda tener repercusiones?

-Pienso que sí, que tiene influencia. La gente me escucha. Hoy, además, le ponen atención a la causa de otros cinco objetores (Shimri Tzameret, Noam Bahat, Matan Kaminer, Haggai Matar y Adam Maor), encarcelados por negarse a prestar servicio militar. Las personas están oyendo sobre el gran movimiento a su favor. Algunos están cambiando su forma de pensar, y, si no hacen nada, al menos se cuestionan qué podrían hacer.

"Otro punto importante es que todo el mundo -y especialmente los palestinos- ve que no todos los israelíes son fríos y asesinos, sino que algunos realmente necesitamos y amamos la paz, y no estamos de acuerdo con las brutales prácticas del régimen que gobierna a Israel".

-No has estado en prisión inútilmente, entonces.

-Al contrario, pienso que más y más israelíes están cada vez más de acuerdo con mi posición, y que el ejército está dejando ahora de ser un tabú. La gente común ha comenzado a labrar vías para encontrar la paz y culminar con éxito nuestra lucha por ella, pues por los métodos que ha empleado el régimen hasta ahora, jamás podremos alcanzarla.

(Traducción: Miguel Maury)




TODOS A LA GUERRA, MENOS…

Según la Ley del Servicio de Defensa, de 1986, todos los jóvenes residentes en Israel -tanto mujeres como hombres- son llamados a integrarse obligatoriamente a las FDI desde los 18 años. Para los varones, la conscripción se extiende por tres años, mientras que para las muchachas es de entre 20 y 21 meses. Una vez desmovilizados, ellos volverán a las unidades militares un mes al año, hasta cumplir 51 años, y ellas, hasta los 24.

La legislación tiene sus dobleces. Por ejemplo, se desestima el reclutamiento de los ciudadanos israelíes de origen palestino. Además, se puede otorgar la exención o el aplazamiento del servicio a quien alegue comprobados motivos religiosos para ello. Desde luego -y esto lo dicta la práctica- siempre que se trate de la religión judía.

No obstante, los que se han negado a movilizarse por su rechazo a la ocupación militar israelí de los Territorios Palestinos, de las Alturas del Golán sirio o de zonas del sur libanés, han ido a parar a la cárcel. En este mismo momento, dos nombres -Laura Milo y Verónica Karbachov- ilustran cuán severa puede ser la ley.

De acuerdo con yesh-gvul.org -uno de los sitios web con que cuentan los objetores de conciencia en Israel-, el número de los que se resisten actualmente a tomar las armas, por primera vez o como reservistas, es de 1 327 ciudadanos, jóvenes en su gran mayoría.




ARBITRARIEDAD DE ÚLTIMA HORA

A punto de publicarse esta entrevista, un mensaje electrónico de Matania y Ofra Ben Artzi, padres de Jonathan, informaba que el pasado 21 de abril una Corte Militar lo condenó a otros dos meses de prisión y a una multa de 2 000 shekels (500 dólares). De no pagarlos, el joven podría pasar dos meses más tras las rejas. Al conocer la sentencia, Yoni aseguró: "No compraré mi libertad al ejército", así que estará recluido durante cuatro meses.

En su misiva, Matania y Ofra recuerdan que Yoni fue declarado "exento" del servicio militar en febrero pasado, por lo que se convertirá ilegalmente en el primer civil israelí encerrado en una cárcel militar de su país. Como la reclusión no es inmediata, Ben Artzi ha elevado una apelación al tribunal que lo acaba de condenar, y prevé llevar el caso ante la Corte Suprema de Israel.