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Medio Oriente - Asia - Africa

19 de april del 2004

Editorial de The Guardian
Israel: Enlaces peligrosos

El Observatorio de Palestina

Es difícil saber que es lo qué era más asombroso: el apoyo de la Casa Blanca al plan de paz de Ariel Sharon de enferma concepción, o la decisión de Downing Street de respaldarlo sin atreverse a pestañear siquiera un ojo. De cualquier modo, los planes del gobierno israelí de quedarse para sí los asentamientos de Cisjordania y negar por completo a los palestinos el derecho de retorno debe rechazarse como una peligrosa abrogación de las bases hacia donde las negociaciones para un acuerdo de paz han apuntado durante tantos años.

El presidente Bush describió el plan Sharon de histórico y valeroso; pero en verdad no es ni lo uno ni lo otro y ni, probablemente, será aceptado por cualquiera de las otras partes implicadas. Si nos basamos en la reacción de ayer de Yasser Arafat, este plan será sólo una receta para extender el conflicto.

Incluso los bien informados de Washington se están rascando las cabezas acerca de cómo la propuesta del Sr. Sharon se puso sobre la mesa cuando el primer ministro israelí volaba a Washington. Una explicación es que la administración del Sr. Bush está tan preocupada con otros asuntos, sobre todo Irak, que no comprendió las implicaciones de la propuesta del Sr. Sharon. Si es el caso, ésa no es ninguna excusa.

Durante 37 años la posición inicial para las negociaciones estadounidenses entre Israel y los palestinos ha sido la frontera de 1967, previa a la Guerra de los Seis Días.

Esa posición permaneció lo largo de las presidencias de Nixon, Reagan y del propio padre del Sr. Bush, así como las administraciones de Carter y Clinton. Ahora el Sr. Bush declara que ellos estaban equivocados al hacerlo, porque es "poco realista" para Israel retirarse de la tierra que resulta ocupar.

Ambos líderes tienen algo en común, además de su alianza de intereses en "la guerra contra el terror." El Sr. Sharon está bajo investigación por un escándalo de corrupción política en su país, mientras que el Sr. Bush está sufriendo una exigente investigación de los hechos del 11 de septiembre que tiene en lance a su administración bajo una pobre luz y se han vuelto a abrir cuestiones sobre su competencia. La pareja tiene, por consiguiente, mucho que ganar en términos de sus respectivas posiciones políticas domésticas de un acuerdo. Para el Sr. Sharon esto le permite, sin embargo, brevemente, llegar a casa triunfante y ofrecer a un público cansado de guerra la posibilidad de salir de Gaza. Para el Sr. Bush, le permite reclamar alguna tajada de tangible resultado, uno que atraiga a su base política conservadora en las venideras elecciones presidenciales.

El resultado convierte la "Hoja de Ruta" para el establecimiento de una paz en Oriente Medio en jirones, dejando poco para la ONU, la Unión Europea y Rusia - las otras tres esquinas del llamado "cuarteto" mediador - y no da nada a los líderes palestinos o a las naciones árabes moderadas que quieran aceptar.

Esto tiene los componentes de una turbación para Tony Blair que ha puesto tanto peso en sus esfuerzos por alcanzar un acuerdo de paz a través de la construcción de la Hoja de Ruta, como una justificación para la implicación británica en el ataque a Irak, y para los frutos de la influencia británica en la Casa Blanca. Las oportunidades de la Hoja de Ruta de tener un papel duradero ya han sido puestas en peligro por la continúa violencia palestina y por el asesinato israelí del líder de Hamas, Jeque Yassin, pero este último anuncio las ha finiquitado.

Queda un misterio, por qué el Sr. Blair fue tan rápido a firmar la propuesta de Sharon, dado que va contra la permanente política británica de respetar las fronteras de 1967 y el derecho de retorno para los Refugiados Palestinos. Si Gran Bretaña tiene cualquier influencia significante en la Casa Blanca como resultado de su implicación en Irak, entonces este era ciertamente el tiempo de usarla. Una conclusión obvia es que no tiene ninguna.

El resultado final del anuncio del miércoles es que el Sr. Sharon está encantado, el Sr. Bush se ha comprometido como un honrado mediador en el Oriente Medio, y el Sr. Blair parece simplemente débil. Entretanto, muchos israelíes palestinos están enfadados, porque el futuro de sus dos países no debe labrarse en las habitaciones, repletas de presunción, de Washington.

16 de abril de 2004
Traducción: Carlos Sanchis