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Medio Oriente - Asia - Africa

14 de abril de 2004

En menos de 50 años India será la tercera potencia mundial por detrás de China y Estados Unidos
India 2050

Óscar Gutiérrez
AIS

Año 2050. India se sitúa en el trío de cabeza de las potencias mundiales por detrás de Estados Unidos, segunda en el ranking, y China, líder económico mundial. India, el país más poblado del mundo, muy por encima ya de su gran aliado comercial chino, ha multiplicado por 35 su ingreso per cápita durante la primera mitad del siglo XXI. En este mismo periodo, ha mantenido un crecimiento continuado de entre el 5 y 6 por ciento anual, cifras que ni siquiera han logrado conservar los otros grandes emergentes, Brasil, Rusia y China. La gran promesa de los años 80 del siglo anterior, Japón, fue rebasada hace veinte años por India. En 2050 éste es además el país que cuenta con el mayor número de gente en torno a los 25 años de edad, en muchos casos académicamente bien formados. Este escenario es el que ha dibujado un estudio publicado recientemente por el banco de inversiones Goldman Sachs bajo el título "Soñando con BRIC: el camino a 2050". BRIC es el término utilizado por cada vez más economistas para referirse a Brasil, Rusia, India y China, grandes potencias tanto a nivel regional, como demográfico que prometen rodear muy pronto el liderazgo económico estadounidense.

India ha sido la gran sorpresa para los economistas de Goldman Sachs. Y ha sido así porque, a pesar del crecimiento continuado de las cuatro economías los próximos 25-30 años, siempre por encima del 5 por ciento, sólo India superará esta barrera temporal hasta por lo menos el año 2050. Sin embargo, India crece ya hoy en torno al 7 por ciento. Además y junto con China, ha sido uno de los países responsables de la recuperación económica mundial con un crecimiento el pasado año dos y casi tres veces superior al de 2002, como ha reconocido Naciones Unidas. Hoy, la cantidad de reservas de divisas extranjera que reúne India (una señal de bonanza económica) es de más de 100 mil millones de dólares, una cifra similar a la de Japón y China, países a la cabeza en divisa extranjera.

En este panorama es en el que el Gobierno de India, liderado por el primer ministro Atal Behari Vajpayee, ha puesto en marcha la segunda generación de medidas de liberalización. La primera fue dirigida por el Partido del Congreso, hoy en la oposición, en 1991 debido a un plan de ajuste estructural impuesto por el FMI (Fondo Monetario Internacional) para la devolución de un préstamo. Con este nuevo empujón del liberalismo en India, centrado básicamente en la privatización de empresas estatales, el Gobierno podría ganar 10 mil millones de dólares sólo en 2004. El proceso comenzó el pasado año con la venta del 25 por ciento del fabricante de automóviles y camiones ligeros Maruti Udyong; sigue con el 10 por ciento de la Gas Authority of India Limited, y las próximas ofertas por la petroquímica IBP y la más codiciada, la energética Oil and Natural Gas Commision. No son estas precisamente las empresas estatales no rentables que debiera haber privatizado el Gobierno. Y aquí está una de las primeras críticas al proceso de reformas.

La segunda es que se haya aprovechado este proceso, y la buena pujanza económica, para disolver el parlamento y convocar elecciones generales. Serán entre el 20 de abril y el 10 de mayo. A Vajpayee le intentará plantar cara un nuevo líder de la dinastía Gandhi, Rajul Gandhi. Una tarea harta difícil teniendo en cuenta además el carisma de Vajpayee en pleno proceso de conversaciones con Pakistán en las que la distensión nuclear y Cachemira son los ejes; y teniendo en cuenta también las simpatías internacionales hacia India después de participar activamente en el fracaso de la Organización Mundial del Comercio en Cancún y de acoger el último Foro Social Mundial en la ciudad de Mumbay.

A estas simpatías en la esfera política se une el gran afecto que las transnacionales tienen al territorio indio para localizar alguna de sus cadenas de montaje, si no todas. Las palabras, recogidas por Asia Times, de Akira Okabe, manager de operaciones de Toyota Motor Corp. son fiel reflejo de este aprecio: "Una de mis misiones es utilizar el know- how y la cultura de reducir costes de Toyota para hacer de India nuestro centro mundial de producción a bajo coste". Toyota, con participación de Estados Unidos y Japón, es sólo un ejemplo al que siguen la estadounidense General Motors, la inglesa MG Rover o la coreana Hyundai. Según la Technology Marketing Corporation, en los últimos años, Estados Unidos y otros países occidentales han contratado 170 mil trabajadores en India, principalmente en servicios telefónicos, telemarketing, gestión de salarios y servicios posventa.

Con este escenario pintado parece fácil dejarnos llevar por el mundo anticipado por el banco de inversiones Goldman Sachs para 2050. Pero quedan otras variables: India sigue siendo una potencia nuclear en conflicto con el país vecino, además de ser no firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear; India ronda hoy los 1.050 millones de habitantes y va a seguir creciendo para superar a China muy pronto, una dato para preocuparse; el país cuenta todavía con la mayor cantidad de pobres del mundo (430 millones con menos de un dólar diario según el BM); ocupa el puesto 127 en el Índice de Desarrollo Humano elaborado por Naciones Unidas (sobre 175); el ingreso per cápita (ese que va a multiplicarse por 35 en 50 años) es dos o tres veces superior en la India del oeste y sudeste que en la de la mitad nordeste, una desigualdad de momento imparable. Cincuenta años no parecen muchos para salvar la insostenibilidad aparente del crecimiento indio actual. Y ese puede ser el escenario para 2050: India como tercera potencia económica del mundo, primera potencia en desigualdad y primera también en número de personas bajo el umbral de la pobreza.