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Medio Oriente - Asia - Africa


8 de enero del 2004
Los niños invisibles
SIDA, África y la visión selectiva

Zeynep Toufe
Znet en Español

En un artículo del 11 de julio, el semanal británico The Economist relata las últimas y descorazonadoras estadísticas sobre el SIDA, haciendo hincapié en los 9.000 muertos diarios de SIDA, que triplican el número de víctimas de los ataques del World Trade Center. "Si todos los hombres son creados iguales, todas las muertes evitables deberían considerarse igualmente tristes", dice el editorial, añadiendo que "la conciencia nos sugiere que el mundo rico debería hacer cuanto estuviese en sus manos para ayudar". El artículo concluye de forma inquietante: "Los cínicos occidentales pueden dar a África por perdida. ¿Se puede dar también por perdidas a China, India, Indonesia y Rusia?"

¿Qué significa esto?

Los africanos son pobres y negros. Por ello nosotros ( The Economist) nos damos cuenta de que la codicia del estimado lector no va a ser estimulada viéndolos como consumidores. Ni tampoco su conciencia se verá conmovida lo suficiente por verlos como seres humanos. Sin embargo, no olvide el lector que el fuego que ha abrasado ese continente se está propagando y ahora amenaza a lugares poblados por personas que son lo suficientemente prósperas (no mucho, pero lo justo) como para contarlos como consumidores potenciales, y de tez lo suficientemente blanca (no mucho, pero lo justo) como para despertar su caridad.

Dos osados movimientos en un mundo de frío corazón: la audaz afirmación de que deberían valorarse todas las vidas por igual y el reconocimiento implícito de que no ocurre así.

The Economist respondía así a la Conferencia sobre el SIDA celebrada en Barcelona en julio de 2002, que fue escenario de protestas dirigidas tanto al gobierno de los EEUU como a las grandes empresas farmacéuticas. La importante influencia que ejerce la avidez de la industria farmacéutica, el miedo a sentar el precedente de que los derechos humanos podrían triunfar sobre los derechos de propiedad intelectual y la absoluta falta de sensibilidad hacia la pobreza, en especial la africana, se han conjugado y han llevado a las administraciones de Clinton y Bush al intento de bloquear todo esfuerzo razonable de los países pobres por obtener medicamentos genéricos.

El desprecio internacional a la política estadounidense ha crecido tanto que el Secretario de Salud Thompson no sólo fue abucheado, sino que el público se puso en pie para aplaudir a los manifestantes, un hecho notable si se tiene en cuenta que los asistentes a la sesión no provenían de los barrios bajos de Soweto ni eran brasileños sin tierra, sino que incluían, en gran parte, a funcionarios y representantes de las elites. Mientras miles de funcionarios, miembros de ONG's, científicos y activistas acudían a Barcelona en tropel, la CNN cumplía con su obligación informando sobre una ausencia notable: "Zachie Achmat, de la Campaña de Acción por el Tratamiento de Sudáfrica, estaba muy enfermo y no acudiría a la conferencia, pero en un discurso por vídeo dijo que a pesar de que los recortes de precios en medicamentos habían reducido drásticamente las muertes por SIDA en los países ricos, aún eran demasiado caros para la gente de los países en vías de desarrollo".

La CNN olvidó mencionar que si Achmat, seropositivo, está demasiado enfermo para viajar es porque está jugándose su salud por defender sus ideas: se niega a tomar medicamentos antirretrovirales mientras no estén disponibles para todos los pacientes de SIDA / VIH sudafricanos a través del sistema de sanidad pública.

No es difícil contactar con Achmat; conseguí su teléfono particular en unos 10 minutos. Sabía que no merecía la pena preguntarle sobre su sacrificio o su delicada salud, pues él se limitaría a indicar que está reproduciendo la experiencia de millones de pobres de su continente, en su mayoría personas de color. Pero de todos modos lo pregunté, y su contestación fue ésa. Lo más personal que conseguí que dijera fue que era una cuestión de conciencia y que seguía sintiéndose cómodo con su decisión.

En la versión cinematográfica de la novela de John Grisham "Tiempo de matar", un joven abogado blanco del "Sur profundo", Jake Brigance, defiende a un hombre negro, Carl Lee, que ha matado a los dos hombres blancos que habían violado, y abandonado a la muerte, a su hija. Carl Lee rechaza a un célebre abogado de la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color) y decide en su lugar seguir con Jake. Explica que necesita un abogado blanco si quiere tener alguna oportunidad de conectar con el jurado: "Mira, Jake, piensas como ellos. Por eso te elegí. ...Cuando me miras, no ves a un hombre, ves a un hombre negro". En su exposición final, un inspirado Jake pide al jurado que cierren los ojos e imaginen a una niña violada, golpeada, mutilada y abandonada a la muerte. El jurado está visiblemente conmovido, algunos lloran. Entonces, pausadamente, Jake les pide que imaginen que ella es blanca.

Los miembros del jurado abren los ojos con estupor al tomar conciencia de que, incluso cuando creían haber alcanzado el límite del horror que eran capaces de sentir, en realidad lo habían reprimido. Las personas del jurado y todos quienes estaban en la sala tuvieron que admitir con dolor que todavía les quedaba una reserva extra de horror para una niña blanca.

Sí, es ficción. Pero Jahi Turner y Alexis Patterson no lo son. Alexis, de 7 años, desapareció el 3 de mayo y Jahi, de 2 años, el 25 de marzo de este año. Hasta la fecha, se ha mencionado a Alexis sólo seis veces a parte del Milwaukee Journal Sentinel y las menciones fueron todas después del 19 de junio, cuando el secuestro de Elizabeth Smart en Utah ocupaba los titulares nacionales. Una de las menciones se realizó en un periódico de Singapur y las otras cinco tratan más sobre las diferencias en la cobertura mediática entre Elizabeth y Alexis - todavía se nos muestra principalmente como una niña negra y no como una niña desaparecida. (Ah, ¿olvidé mencionar que tanto Alexis como Jahi son negros? Y a menos que el lector no viera nunca la televisión o no leyese nunca los periódicos, ya sabrá qué aspecto tiene Elizabeth). De igual manera, Jahi, que desapareció en un parque de San Diego, apenas sale en las noticias nacionales; prácticamente no se la menciona fuera de los diarios de California.

La disparidad de recursos es muy clara incluso echando un vistazo rápido a las páginas web dedicadas a estos dos casos, tan trágicos y angustiosos como los de Elizabeth. En la página de Elizabeth aparecen dos números de teléfono de emergencia, uno de información, uno de fax, uno del centro de búsqueda y otro para las denuncias, todos ellos gratuitos. La página de Alexis, ubicada en un servidor gratuito con publicidad pop-up, insta a llamar al Departamento de policía de Milwaukee mientras que la de Jahi te redirecciona al Departamento de policía de San Diego. Sólo la familia de Elizabeth ha conseguido reunir los recursos para ofrecer una recompensa de 250.000 dólares. La web de Alexis no menciona ninguna recompensa, y la única que se ofrece en la página de Jahi es un gesto por su común tragedia con un prominente enlace a la página de Elizabeth.

En su declaración en la Conferencia de Barcelona, Zackie Achmat lo expresó en términos muy tajantes: "Sólo porque somos pobres, porque somos negros, porque vivimos lejos de vosotros, no por eso han de valer menos nuestras vidas". Apeló una vez más, como los activistas vienen haciendo durante años, a las empresas farmacéuticas y los gobiernos ricos para que terminen con el bloqueo que impide producir fármacos baratos en los países pobres. El mundo rico no ha sido sólo tacaño e insensible ante la tragedia que se está desarrollando; hemos estado, además, bloqueando los esfuerzos de los gobiernos de los países pobres y de los movimientos populares por aliviar tal situación. El editorial de The Economist exhorta a los países pobres a emular a Brasil, "que ha aprovechado muy bien el hecho de que los medicamentos contra el SIDA pueden comprarse bastante baratos fuera del mundo rico, gracias a una interpretación liberal de los tratados internacionales sobre la ley de patentes (y también al comportamiento ético por parte de muchas empresas farmacéuticas)".

Ese "comportamiento ético", o, para ser más exactos, ese comportamiento ligeramente menos atroz de lo normal para la gran industria farmacéutica, llegó sólo tras una campaña sostenida y con frecuencia militante de los activistas de todo el mundo - y no fue sino el año pasado cuando los EE.UU. retiraron su queja a la OMC contra la insistencia de Brasil por producir medicamentos baratos para combatir el SIDA, y cuando la industria farmacéutica abandonó su pleito contra la importación de genéricos en Sudáfrica. Estos pleitos y amenazas contribuyeron de forma significativa a retrasar la disponibilidad de medicinas contra el SIDA - lo que significa más muertes, más orfanatos, e, incidentalmente, acercar a la muerte a Zackie.

En un claro ejemplo de atención selectiva de los medios, el servicio de archivo del Dow Jones, que incluye los 50 periódicos más importantes de EE.UU., muchas de las principales publicaciones de noticias así como también los telegramas, devuelve 84 ocurrencias para el mes de julio con la palabra "Toumai" - el nombre que se le dio al cráneo humanoide fósil de siete millones de años de antigüedad encontrado recientemente en el este del Valle del Rift, en el Chad. Teclee "Angola" y "hambre", las palabras clave de otra historia que también apareció en julio: 57 ocurrencias. Había 27 artículos más en los diarios sobre un cráneo que sobre la malnutrición y muerte por inanición generalizadas, tan graves que Médicos sin Fronteras se refirieron a ella como la peor crisis africana en la última década.

Toumai significa "esperanza de vivir" en el idioma local Goran, una esperanza que se está desvaneciendo para millones de niños en muchos lugares del mundo, niños que a duras penas se aferran a una existencia precaria mientras el mundo rico parece aferrarse tenazmente a la ceguera y la compasión selectivas.

Zeynep Toufe es estudiante de doctorado en Austin, Texas. Puede contactar con ella en zeynep@tao.ca