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Paramilitarismo, parlamentarismo y fumigaciones
A proposito de la visita de las AUC al congreso
César Jerez 
Agencia Prensa Rural 
Aparentemente una estrategia de guerra sucia estatal, el clientelismo 
electoral parlamentario y el veneno son tres elementos que no tendrían que ver 
el uno con el otro. Pero resulta que sí. 
El 28 de Julio por primera vez en la historia del país una estrategia de guerra 
sucia encubierta estatal participa de manera abierta en el congreso colombiano, 
se trata de un reencuentro de viejos conocidos y de un intento de garantizar la 
impunidad total para los crímenes de lesa humanidad. 
Al no judicializarse a los sicarios bajo esta misma fórmula se garantiza que no 
se castigue a los promotores y beneficiarios del paramilitarismo, a sus autores 
intelectuales, representados en un 35% de los escaños del congreso, según los 
mismos paramilitares lo han reconocido públicamente. 
Se trata de una visita ilegal de los voceros paramilitares, pues nunca fue 
votada en el congreso una proposición que aprobara tal iniciativa, que busca dar 
un respaldo político desde los sectores más reaccionarios al oscuro "proceso de 
paz" de Santa Fe de Ralito, el cual se asemeja más a un aquelarre de matones y 
narcotraficantes al servicio de la guerra sucia que a un real proceso de verdad, 
justicia y reparación. 
Con Santa Fe de Ralito se pretende lavar y reciclar al paramilitarismo y al 
narcotráfico de un solo tiro, dos actividades que han hecho parte de la violenta 
historia del Estado colombiano durante las últimas décadas, situación que 
aparentemente ya no es sostenible ante los ojos de la comunidad internacional, 
como lo ha demostrado las últimas sentencias de la Corte Interamericana de 
Derechos humanos al condenar al Estado colombiano por promover el 
paramilitarismo para asesinar a 19 comerciantes en el Magdalena Medio, la carta 
de numerosos congresistas gringos firmada también por el futuro presidente 
Kerry, denunciado los nexos Estado - paramilitarismo y las órdenes de 
extradición vigentes por narcotráfico contra los voceros paramilitares. 
Al mismo tiempo que AUV hace acuerdos con los narcotraficantes al servicio del 
Estado, sigue empecinado, bajo la fuerte presión imperial, en envenenar con 
glifosato a todo el país, al fin y al cabo un crimen más no cuenta mucho en el 
profuso conteo de la infamia. Es lo que se ha denominado con el eufemismo de "la 
lucha contra el narcotráfico". 
El día de ayer se reanudaron por cuarta vez en tres años las fumigaciones en el 
Valle del Río Cimitarra, esta vez acompañadas del operativo militar "Sol de 
Oriente 3", el cual según lo denuncia el campesinado "ha quemado cuatro casas y 
se ha dedicado a saquear la economía campesina". Las operaciones militares 
violatorias del DIH y las "bondades" del glifosato podrán ser evidenciadas por 
los visitantes nacionales e internacionales que participarán en el encuentro " 
Coca, derechos humanos y conflicto en la Zona de Reserva Campesina Valle del Río 
Cimitarra", el cual se realiza durante estos días. 
Mientras los voceros paramilitares levantaban sus voces manchadas de sangre, en 
un macabro entrenamiento parlamentario, ante sus conniventes congéneres del 
congreso, en la Plaza de Bolívar los familiares de las víctimas del terrorismo 
de Estado levantaban ataúdes saturados de nombres de hombres y mujeres, para la 
mayoría de nosotros inocentes desconocidos, pero que ya son tantos miles, que es 
imposible soslayarlos, dejándolos en el olvido.