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Latinoamérica

La ofensiva parainstitucional en el Suroccidente

¿Estamos ganando la guerra?

Lautaro Sucre
Rebelión

La vida en San Pedro, Río Negro, Quebraditas, las Guacas, la Cominera, el Descanso, el Jagual y otros territorios que se ubican entre Miranda y Corinto ha cambiado mucho desde que el presidente Uribe le dio por creer que en el Cauca todos los que viven en las montañas son guerrilleros y todos los que viven en el plan son sus colaboradores, comenta detrás de una sincera sonrisa don Romelio Quilindo, un habitante de estas regiones, de color canela y de penetrante mirada negra, como el color de su cabello y de gran vitalidad pese a sus casi 60 años de edad, habitante de estos perdidos rincones de nuestra hermosa geografía nacional. Desde la agresión inicial del Plan Colombia -y muchas otras anteriores- el Cauca y todo el Suroccidente ha sido blanco de una ofensiva total de parte de las Fuerzas Militares, en respuesta a las exigencias imperialistas de incrementar la guerra total contra los pueblos y sus respectivas comunidades, que son partes de las -supuestas- zonas de influencia de las guerrillas, que son sus bases sociales, esto como vil pretexto para arrasar los terrenos y animales, expropiar a sus dueños, propiciando la acumulación de tierras para el inmenso latifundio paraestatal.

El esfuerzo del estado por acabar con el hambre, la miseria y las desigualdades sociales ha sido extremo, quiere acabar con estos males, comenzado por eliminar a quienes los padecen. Si esa es la guerra a la que se refiere el presidente y el comandante del ejercito, en los programas de televisión y en las entrevistas a los periódicos reaccionarios, la están ganando por un amplio margen, recalcando lo que dijo el otro general, el de los paras en el congreso, que gracias al <heroico> sacrificio de las AUC, que han evitado que las luchas sociales se impongan, exterminando vil e impunemente a lideres opositores y críticos, logrado una excelente limpieza ideológica en los campos y cosechando más éxitos (contra la guerrilla) que los del ejercito nacional, entonces, como van a ceder parte de sus cuatro mil millones de dólares, ni nuestras millones de reses o de hectáreas, o ir a la cárcel, no, al contrario, deberían dejarnos ejercer proselitismo político como hombres que somos amant es de la democracia y respetuosos de las instituciones del estado.

En el Cauca el panorama es realmente difícil, campesinos, cultivos y animales son regados con balas y bombas, al tiempo que se destruye la montaña con venenos, dice Romelio: como que el decir de ellos es que tienen que adelantar una campaña de extermino contra nosotros, no sabemos bajo que pensamiento ellos no entienden y no diferencian entre guerrillero ó campesino, pero a los dos los tratan de la misma manera, el problema es vivir en una supuesta zona roja. Una de las directrices del Plan Colombia fue la militarización (hacer presencia) en todos los municipios del país, copando las vías de acceso, y el casco urbano, y el posterior bloqueo de las zonas de acceso a las regiones de ladera de todas las entradas al naciente macizo colombiano. Donde nosotros vivimos como para subir a todas las veredas vecinas la subida esta bloqueada con un reten militar que impide el libre paso de las personas, cosa que es muy desagradable pues los soldados piensan que todos por aquí somos sospechosos y cualquiera puede ser detenido, molestado o agredido de la manera más arbitraria, sin que la gente pueda hacer nada, como lo que pasó en el pueblo (Corinto), con las detenciones masivas que se llevaron a todos, sin un porque, ni donde, ni nada.

Las guerrillas de aquí son tan viejas como el Cauca mismo, desde siempre hubo presencia insurgente, la rebeldía del pueblo caucano se ha caracterizado por una larga tradición de lucha, de persistencia, de solidaridad. Romelio recuerda que siempre han existido -desde que tengo memoria- grupos rebeldes, y recuerda también -cerrando los ojos-, que su padre le contaba de un tío que andaba con don Quintín Lame, hace ya muchísimos años, siempre han estado pero eso no ha sido problema para vivir tranquilos aquí, pues los muchachos, ya hacen parte del paisaje, de la montaña: como los árboles, las mariposas ó las flores, dice el viejo con una cómplice sonrisa paterna.

Corinto, Miranda y sus alrededores han tenido especial fama a nivel gubernamental como comunidades con abierta simpatía hacia las guerrillas, y de producción de cultivos <ilícitos>. Pero para cualquiera que visita la zona se da cuenta que los campesinos de por aquí son personas humildes y trabajadoras, que sus vidas son difíciles y que son ejemplo de dignidad y resistencia, y no se les puede culpar a algunos por tener los pocos palitos en las fincas como maneras ó estrategias extremas de subsistencia, pues con la economía agrícola tan devastada y la dificultad de sacar sus productos hacia los centros urbanos, el campesino obtiene en los 10 o 20 palitos de coca la forma de burlar el hambre y la miseria a las que el gobierno nacional los ha sentenciado, las 5 ó 6 flores de amapola que han adornado desde antaño los jardines de las casas colombianas, brillan lindas al lado de los cafetalitos, la platanera y el fríjol. En el geto que se hayan sumidos, bloqueados por retenes militares, su difícil acceso. Por aquí hay que aprender a vivir, o sino se muere la gente de hambre.

Los chulos -nos cuenta Romelio- siempre han querido venir aquí y hacer lo que les diera la gana, como en muchas partes del país y las luchas han sido tenaces, por todas estas montañas, las que bajan pa´ Tolima, Huila,., el tropel por aquí no tiene descanso, mire, a finales del año pasado, la línea que tiro el ejercito desde el departamento del Valle hasta allá abajo en Corinto, la agresión fue encabezada por los <Paracos> que no se sabe ni como ni donde llegaron al pie de monte, las gentes de por aquí se asustaron, muchos porque decían que venían como 400 a cortar cabezas, algunos que se quedaron y otros que estaban en la parte de abajo, que decían -sinceramente- que nada debían y que no se iban de su casa porque con nadie se metían y no sabían nada de las guerrillas, fueron sus primeras victimas, los demás vecinos presos del pánico comenzaron a echar p´arriba, ahí fue cuando las guerrillas bajaron de todas partes, salían por todos los caminos, por todas las chorreras de agua, detrás de cada árbol, cada piedra y en todos lados estaban pa´ frentiarles el corte, bajaron los guerrilleros y los campesinos subieron, nosotros como vivimos p´acá arriba, solo veíamos y oíamos el tastaceo, vea, era curioso ver lo que nunca se había visto: las gentes cocinando arriba en la montaña y los guerrilleros más p´abajito combatiendo, estrechando vínculos, por esos días vinieron Caracol, RCN y El País (el periódico), que a ver la cosa, pero fue como si nada pasara y los intentos criminales de los tales paracos en complicidad con el ejercito, ni el atentado a nuestras comunidades fue puesto en conocimiento al pueblo colombiano, en ninguno de esos medios que visitaron la zona. Después de una ofensiva realmente dura, echaron hasta las afueras de Miranda a los paracos, pero no el ejército que defiende los intereses y acrecienta las propiedades de ricos y hacendados, no, el de los hijos de los pobres, el bolivariano.

En el Suroccidente la violenta ofensiva de guerra adelantada por el gobierno la denominan Plan Patriota, parte de una infame estratagema de guerra que tiene todos los componentes menos el patriota, intentando limpiar las veredas y zonas rurales, de cualquier tipo de oposición, no sólo la armada que realiza la subversión, sino la de las cooperativas campesinas e indígenas, desintegrando grupos y comunidades, abonando el terreno para la aplicación del perverso ALCA/TLC, garantizando la impunidad de los designios imperiales, que los gringos tienen para la región. La intervención del señor Quilindo, se presenta a manera de testimonio como una denuncia punzante contra las estrategias parainstitucionales adelantadas por el Plan anti-Patriota en todo el Suroccidente. Anunciando que lo que AUV/AUC pretende hacia el futuro a nivel regional es una guerra (sucia) total.