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Latinoamérica

Devastación Neoliberal de la Economía Colombiana

Alejandro Martínez
Visur

En Colombia los políticos neoliberales, como en la mayoría de los países dependientes, han generado una verdadera catástrofe social y económica. En nuestro país las recetas neoliberales recibieron un gran impulso a partir de la década de los años 90, en especial con la aprobación de la constitución de 1991 y tras las graves crisis de la deuda Latinoamericana de la década de los años 80.

El militarista presidente César Gaviria 1990-1994, como los demás mandatarios subdesarrollados de la región acogieron con alborozo el llamado gringo a la "Iniciativa- de las Américas" para crear una zona de libre comercio continental, parte del "otrora" llamado "nuevo orden mundial" lo que traería un milagroso despertar económico a toda la región, sacaría a nuestros países del atraso y los elevaría al rango de potencias mundiales, como en un ¡cuento de hadas! Al contrario, debilitó la economía y la sumió en una crisis crónica, que profundiza el subdesarrollo económico, la guerra y la dependencia del imperialismo.

Las cifras de la hemorragia neoliberal actual son alarmantes y dan una idea de la magnitud de la irracionalidad económica neoliberal en que vivimos y ayudan a comprender algo las raíces del presente gran marasmo económico en que vive Colombia y la envergadura de la catástrofe que se avecina. Según cálculos aún incompletos de la hacienda pública, se "revela" que la "deuda" pensional oficial, nacional, regional y local alcanza los 204 billones de pesos o sea 15% mayor que el PIB y más de 3 veces del presupuesto nacional al 2004. En este guarismo se incluyen las principales entidades como las Universidades, clínicas, hospitales, magisterio, así como lo que queda del sector agrario oficial, entre otros.

Es absolutamente injusto que les regalen a los monopolios privados 204 billones de pesos- unas 5 veces la deuda externa nacional- para que especulen y estrangulen más la economía, la producción y el empleo, en un país con una aterradora depresión de la industria y el agro, con concordatos y quiebras a diestra y siniestra; a los que se suman las cifras de desempleo y subempleo que rondan el 60% según cálculos no oficiales; además con los sistemas de salud y educación en ruinas por que supuestamente "no hay dinero"; mientras para el proyecto de estado paramilitar no se escatima un solo centavo.

A este tratamiento neoliberal a la economía y a los bolsillos de los trabajadores, se le suma los obsequios a precio de quema, de algunas de las empresas estratégicas y los bancos que quedan, a los monopolios nativos e imperialistas.

Los millones de dólares que se están entregando a las sanguijuelas privadas y al Paramilitarismo, contrastan con las magras e irrisorias sumas que se invierten en los sistemas colectivos de seguridad social, servicios públicos y empresas estratégicas del estado.

En suma, la hechicería neoliberal y su guerra contra el pueblo están desvertebrando el capital social de los trabajadores y financiando voraz y parásitariamente a la burguesía y al imperialismo. Adicionalmente con estas demenciales medidas se crean las condiciones para acelerar más la privatización del patrimonio económico y social nacional para la entrega definitiva a las transnacionales de los sectores estratégicos del país como el petróleo, la energía, las telecomunicaciones, la banca, el agro y la seguridad social. Este patrimonio es la base económica de la nacionalidad, la soberanía y garantía de la existencia como pueblos libres. Con ello se estrangulan los derechos colectivos, económicos, sociales, culturales y políticos de las grandes masas, se sume al país en una mayor crisis económica y se azuza la vorágine de la violencia.

Sumado a la semidestrucción y desmembramiento de los sistemas integrados de bienestar social, en Colombia avanza hoy una demoledora campaña de privatización de las empresas propiedad del pueblo Colombiano, así como una persecución y guerra contra los trabajadores que las defienden. Se destruyó y privatizó, casi totalmente la red ferroviaria, el transporte del futuro; se vendió al capital extranjero la flota marítima; se ha desmantelado casi totalmente la red de infraestructura estatal para el agro, la caficultura pilar de la economía del país; perdió la mitad de su producción, sobre todo de los pequeños y medianos; el capital bancario pasó del 70% en manos del estado, al 65% controlado por tres monopolios privados; las telecomunicaciones, el petróleo, el gas, el níquel, el oro, el carbón, junto con los servicios públicos están severamente mutilados por las incursiones del capital imperialista y a punto de pasar definitivamente a manos de las multinacionales.

Este espectro económico Neoliberal demuestra la abrupta y enorme expropiación del capital social, para estimular la superconcentración y monopolización del capital y del ingreso social; así como el grado de senilidad, ineptitud e irracionalidad a la que ha llegado la Paramilitarista oligarquía Colombiana.
Estamos frente a una monumental estafa Neoliberal que requiere para poder ser detenida o reversada una lucha frontal y unitaria contra la reelección, el TLC, el Paramilitarismo, la oligarquía, el neoliberalismo, los monopolios privados y el imperialismo.