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Latinoamérica

28 de abril del 2004

Ecuador: ¿Por qué se sostiene Lucio Gutiérrez?

Dax Toscano Segovia
Rebelión

A lo largo de la historia republicana ecuatoriana, los gobiernos de turno se han caracterizado por su entreguismo a los intereses del imperialismo y de las oligarquías nacionales. Solamente con la revolución liberal comandada por el General Eloy Alfaro, se dieron cambios positivos significativos tanto en la estructura económica como en la superestructura ideológica que vivía el país hasta ese momento, el mismo que estaba dominado por los sectores conservadores, por los latifundistas, terratenientes de la sierra y por la Iglesia Católica. Lamentablemente, como señala Agustín Cueva, "la etapa heroica y popular del liberalismo "machetero", que tantas esperanzas despertara, incluso entre los campesinos, terminó definitivamente en 1912, con la masacre de Eloy Alfaro y sus tenientes en la "hoguera bárbara" encendida en Quito por las fuerzas derechistas." (CUEVA, Agustín El Proceso de Dominación Política en el Ecuador, Planeta Letraviva, p. 20)

Esas mismas fuerzas son las que hoy han traicionado y frustrado las esperanzas de la gran mayoría de la población, que vio en el proyecto político que respaldó al Coronel Lucio Gutiérrez una alternativa a las propuestas que desde los sectores de la derecha planteaban el fortalecimiento del modelo neoliberal.

No obstante, la responsabilidad de lo que hoy vivimos también recae en los movimientos sociales y en la partidocracia de la llamada izquierda ecuatoriana (Pachakutik y el Movimiento Popular Democrático), que pese a que Lucio Gutiérrez se quitó su disfraz progresista para la segunda vuelta mostrándose plenamente como un representante de la oligarquía y un subordinado de Washington con sus primeras acciones y declaraciones una vez elegido y posesionado como presidente del Ecuador, continuaron brindándole su respaldo y participando activamente en el gabinete de gobierno.

Recordemos por ejemplo la actitud de la Cancillera Nina Pacari en el Ministerio de Relaciones Exteriores, la misma que pretendió eludir su responsabilidad frente a la política económica del gobierno; o la actitud del asesor del Ministerio de Economía, Fernando Buendía, cuota política de Pachakutik que habló de que el Fondo Monetario Internacional tenía una actitud sensible y humana frente a los problemas del Ecuador; o la colaboración de los máximos dirigentes del MPD-PCMLE, como el señor Ciro Guzmán o el diputado Luis Villacís que en la manifestación por el 1 de mayo de 2.003 daban su respaldo al gobierno de Gutiérrez, del cual eran parte. Estos no son casos individuales o de ingenuidad política; por el contrario demuestran las posiciones electoreras, clientelares de estos grupos políticos que, además, se han desvinculado en la práctica social del movimiento obrero, campesino y popular creyendo que la situación del país va a mejorar bajo el esquema de una sociedad capitalista, que pone como baluarte a una democracia vaciada de contenido. Por otro lado las posiciones ideológicas de estos partidos demuestran su acercamiento a la socialdemocracia y el sostenimiento de posiciones dogmáticas, sectarias, oportunistas de corte stalinista, como el caso del MPD, con las cuales pretenden convertirse en vanguardias revolucionarias por medio de la utilización de un discurso aparentemente progresista.

El resultado es que estos grupos se han fortalecido como estructuras partidistas burocráticas, verticales preocupadas de ganar posiciones electorales dentro del marco de la democracia formal burguesa pero distanciados del trabajo político con las bases sociales.

Pese a que Pachakutik es un movimiento político con amplias bases campesinas e indígenas, los mismos que constituyen los sectores más explotados de la nación, no ha sabido canalizar adecuadamente esto debido a su posición inconsecuente a nivel teórico y organizativa, lo que ha provocado que las dirigencias indígenas se corrompan, pacten y busquen canonjías como fue el caso del diputado Salvador Quishpe o de Miguel Lluco. Al interior del movimiento indígena también se ha buscado la satisfacción de intereses y necesidades particulares, deslindándose muchas veces de la lucha de otros sectores como fue la posición que adoptaron los indígenas evangélicos, con su máximo dirigente el señor Murillo. Esta situación se ve reforzada por las posiciones de ciertos intelectuales que no comprenden que el patrón de interacción social étnico está subordinado al clasista; siendo precisamente la lucha de clases, la explotación social los problemas principales que debería enfrentar el movimiento indígena, incluso dentro de este mismo sector.

El MPD-PCMLE tiene presencia en el movimiento estudiantil secundario fiscal, en la Universidad Pública, así como en el magisterio; sin embargo hay que señalar que este partido, que en muchas ocasiones actúa como una secta debido a sus posiciones dogmáticas, no tiene una militancia con una formación política crítica sino que se caracteriza por su adoctrinamiento, su obediencia ciega a la disciplina partidista y a sus dirigentes. Asimismo el MPD no ha dejado de lado las prácticas fascistas del garroterismo contra todas y todos quienes desde la izquierda representen una alternativa diferente a sus posiciones; así como la utilización de los jóvenes de los colegios regentados por ellos en las manifestaciones callejeras. Por otro lado el MPD se ha caracterizado por ser un partido que ha sabido pactar con la derecha en busca de réditos políticos tanto a nivel de país, como a nivel de las instituciones donde tiene presencia. En la Universidad Central por ejemplo, los dirigentes gremiales que militan en ese partido no han escatimado esfuerzos para pactar con los sectores más recalcitrantes del Alma Mater para ganar las elecciones a las principales dignidades de la Casona Universitaria y de cada facultad. Hay que recordar que la FEUE y las autoridades de la Central entregaron una medalla a Lucio Gutiérrez en los primeros días de su mandato, sin ni siquiera haber hecho nada ni por la Institución, peor por el país. De igual manera no hay que olvidar la actitud interesada de los dirigentes de la UNE, que han utilizado la lucha al interior de este gremio para luego alcanzar diputaciones. El MPD además ha dejado de lado el trabajo político en el sector obrero. Esta situación se ha visto reforzada por la aplicación de las políticas neoliberales de flexibilización laboral; así como de la existencia de un marco jurídico represivo que ha instaurado la cultura del miedo en ese sector de trabajadores, que temen perder sus empleos.

Ahora bien, en el país hay un fuerte movimiento social que ha impedido que se de pasó a un sinnúmero de medidas económicas que significarían una pauperización mayor de la economía de más de ocho millones de ecuatorianos; sin embargo, este movimiento social es esporádico, coyuntural y no se ha llegado a convertir en una fuerza de oposición organizada frente a la oligarquía.

Esta debilidad de la izquierda constituye la fuerza de la derecha, que es la que decidirá nuevamente si hay o no un cambio de régimen en el Ecuador, tal como lo hizo con Bucaram y con Mahuad. Si bien es cierto que en aquellas dos ocasiones el pueblo ecuatoriano se levantó frente a dos gobernantes corruptos e ineptos, al servicio de la bancocracia, fueron los sectores conservadores los que decidieron el rumbo de los acontecimientos. Con la caída de Bucaram subiría al gobierno un títere de la Democracia Cristiana y del Partido Social Cristiano: Fabián Alarcón; con la salida de Mahuad, le sucedería en el mando Gustavo Noboa que, en nombre de la defensa del orden constitucional, recibió el respaldo de los legisladores de los partidos de derecha. La embajada estadounidense ha sido la encargada de dar el visto bueno para el cambio de régimen, mientras que las cúpulas militares se han vendido al mejor postor.

Son estos sectores los que precisamente sostienen a Lucio Gutiérrez.

Por un lado la embajadora de EE.UU., Kristie Kenney ha manifestado su respaldo al gobierno, el mismo que se ha constituido en uno de los mejores aliados de la potencia imperialista en la región debido a su posición respecto al Plan Colombia, el mantenimiento de la base militar en Manta y los acuerdos para la firma de un tratado de libre comercio con EE.UU. Por otro lado el Partido Social Cristiano ha manifestado que no hay causales constitucionales para la salida de Gutiérrez y solo le han exigido rectificaciones en lo que se refiere al manejo de Pacifictel y en materia petrolera donde ellos tienen intereses, dando su respaldo a la continuidad del régimen.

León Febres Cordero, el máximo dirigente del PSC, es quien realmente está manejando los hilos del gobierno tal como se demostró con la salida de Wilma Salgado de la Agencia de Garantías de Depósito con el propósito de evitar el cobro de deudas a los empresarios corruptos, entre ellos el hermano del "dueño del país". El Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) de Bucaram y el PRIAN del millonario Álvaro Noboa, igualmente se oponen a la salida de Gutiérrez.

Los militares y policías, principalmente la oficialidad, y dentro de ella los coroneles y generales, están preocupados únicamente de un aumento salarial, el mismo que ha sido inmediatamente complacido por Lucio Gutiérrez, temeroso de que le quiten el respaldo. De igual manera Gutiérrez tienen como propósito el fortalecimiento de las funciones represivas de estas instituciones frente a una reacción popular, producto de la grave crisis económica que vive el país. El gobierno no está dispuesto a perder el respaldo de los militares a quienes entregó el manejo de varias instituciones del Estado desde el inicio de su gobierno, en donde demostraron una total ineficiencia y un alto grado de corrupción. Mientras tanto los sectores de la educación, de la salud no reciben los dineros que les corresponden porque los mismos se destinan para el pago de la deuda externa.

La cúpula de la Iglesia, al servicio de la oligarquía, pide paz y tranquilidad a un pueblo que se muere de hambre; entretanto reprime a los sacerdotes comprometidos con la causa de los pobres como lo hizo contra el padre Eduardo Delgado.

Los empresarios deshonestos, las cámaras de la producción y de industriales, los banqueros corruptos defienden a un gobierno que a toda costa quiere sostener un modelo insostenible, como es la dolarización, la misma que goza del respaldo de los organismos usureros internacionales como el FMI y el Banco Mundial. El Ministro de Economía, Mauricio Pozo, Carlos Polit y Xavier Ledesma preparan su viaje a Washington para recibir nuevas disposiciones de estas instituciones dominadas por los EE.UU., las mismas que se traducirán en medidas contra la población ecuatoriana.

Los mass media al servicio de los grupos de poder económico y político, los politiqueros de siempre hablan de que hay que darle una tregua de tres meses al gobierno poniendo como pretexto el concurso de "Miss Universo" que tendrá lugar el 1 de junio del presente año, así como la reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA); hechos intrascendentes que, en el caso del primer evento, refuerza las concepciones machistas, sexistas en una sociedad patriarcal, falocéntrica, consumista que genera determinados estereotipos de belleza; espectáculo del cual se beneficiarán los mismos sectores explotadores que invertirán sus capitales para la realización de este acto que no es del pueblo ecuatoriano, sino de las elites que tendrán la posibilidad de pagar de $90 a $250 por ver a las miss. Por otro lado la reunión de la OEA no aportará nada nuevo, puesto que se trata de una organización al servicio del imperialismo estadounidense, la misma que históricamente no ha gozado de credibilidad alguna y que se ha convertido en punta de lanza de los EE.UU. para lanzar sus ataques contra Cuba y el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.

Este gobierno corrupto comandado por Lucio Gutiérrez, quien según la Comisión de Control Cívico de la Corrupción hay indicios de que ha cometido delito aduanero, que goza de un 6% de credibilidad, solo se sostendrá mientras goce del apoyo de la oligarquía y mientras la izquierda no se organice políticamente y elabore un proyecto revolucionario para la construcción de un gobierno democrático, popular y antiimperialista.