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Latinoamérica


15 de abril de 2004

Chile. José Bengoa y el pueblo mapuche
En busca de la verdad histórica

Ana Muga
El Siglo

Una de la voces más autorizadas sobre el mundo mapuche es sin duda el investigador José Bengoa, asesor frecuente de organismos internacionales y gubernamentales en esta materia. Su libro "Historia del Pueblo Mapuche" (LOM, 1995), ha sido reeditado seis veces y se ha constituido en una pieza fundamental para acercarse a la verdad histórica que ha vivido y sufrido el pueblo mapuche desde que se estableciera el Estado chileno en lo que era su territorio.

Con "Historia de los Antiguos Mapuches del Sur" (Catalonia, 2004), el autor vuelve a entregarnos un valioso volumen que rompe mitos y estereotipos sobre la vida de los antiguos mapuches, siempre calificada como atrasada y poco valiosa culturalmente. Bengoa releyó los antiguos escritos de la época "sin las anteojeras racistas" que ha usado la historia oficial y nos muestra la existencia previa a la llegada de los españoles de una sociedad muy activa, cultural y económicamente, y que basaba su estabilidad en una activa vida social.

- ¿Cómo caracterizaría el trato dado a los mapuches hoy por el Estado chilenos, y las características y diferencias que este trato ha tenido hacia atrás?

"Yo creo que la relación entre el Estado chileno y el pueblo mapuche es extremadamente traumática. Una relación de permanente ambigüedad, de doble discurso, de 'garrote y zanahoria'; de decir: nosotros no somos racistas, pero actuar con un racismo muy fuerte. Hay una relación muy contradictoria entre la sociedad chilena y la sociedad mapuche. No existe, como hay en otros países, una relación puramente represiva. Aquí normalmente las autoridades siempre tienen el discurso de la 'importancia de la raza araucana' de 'nuestros ancestros'. Nadie de atreve a decir públicamente que está en contra de sus reivindicaciones. En las encuestas en Santiago, un 80% de la población dice estar de acuerdo con las demandas mapuches, pero cuando se va a cosas más concretas aparecen el grito de 'indio', el desprecio o la discriminación. Ningún senador va a decir que está en contra de la existencia del pueblo mapuche, sin embargo ya van dos veces que se envía un estatuto para dar el reconocimiento constitucional a los pueblos indígenas y las dos veces es rechazado. Es una relación muy hipócrita, llena de contradicciones".

-¿Ha habido un avance en cuanto al conocimiento por parte de la sociedad chilena del pueblo mapuche?

"Hay un conocimiento, pero a la vez hay un desconocimiento, porque la cuestión mapuche ha existido siempre en la historia de Chile. Ha sido una constante durante toda la historia, y durante todo el tiempo ha habido el mismo fenómeno: el de reconocer y negar. Por ejemplo, el año 1907 se presentó una queja de miles y miles de mapuches ante el parlamento. Viajaron comisiones parlamentarias al sur, escucharon horas y horas las quejas. Y entonces, dijeron todos: 'ah, pero esto es nuevo'. El año 20 ocurrió lo mismo y también se dijo que era nuevo. Siempre es nuevo… Entonces, hay un efecto sicológico en la sociedad chilena de Santiago, de Concepción, de Valparaíso que es negar, el no escuchar. Solamente se escucha cuando aparece una toma o una acción de los mapuches.

Yo creo que muchos de los problemas actuales se esconden en la historia, y vienen como una especie de inconciente colectivo desde lo más profundo de la historia chilena: la guerra, las interpretaciones de la guerra. Cómo era la vida de los antiguos mapuches del sur, que es el tema de mi último libro. Cómo fue la invasión de la Araucanía, que es el tema de mi libro sobre la historia del pueblo mapuche. Historias que obviamente tienen que ser conocidas por los historiadores, sin embargo no están escritas en ninguna parte. Francisco Antonio Encina le dedica una pocas líneas a la ocupación de la Araucanía. Otros dijeron que la ocupación de la Araucanía no fue ningún hecho violento, ya que los indígenas estaban entregados y aculturados. Cuando lo que uno ve en todos los diarios de la época es que los indígenas incendiaban ciudades, incendiaron Traiguén, fueron a Angol, y lo incendiaron, rodearon Temuco, pero eso no se ve.

Hay una ida y vuelta permanente en este tema y eso se repite en la actualidad. Hoy día hay políticas, que son de buena fe, que quieren lograr el desarrollo de los indígenas, y se consiguen muchos recursos para ello, y hay también presos políticos mapuches".

- En su libro señala que existiría una especie de estrategia mapuche: utilizar los acuerdos y la guerra…

"En este ultimo libro yo le dedico una parrafada a uno de los grandes diplomáticos mapuches, porque además es tan racista la historia que nadie piensa que hubo personas dentro del mundo mapuche que con su inteligencia y brillantez, con su capacidad de reflexión, de oratoria, de convocar a su gente, son los que hicieron posible que existieran los mapuches hoy día. Yo en los libros he tratado siempre, no sólo de poner los hechos generales sino que poner a las personas, a líderes, dirigentes, sabios, que fueron claves y que en su momento se dieron cuenta, como Lincopichón lo hizo, de que era el momento adecuado de hacer un trato con los españoles. El sólo hecho que logró hacerlo, permite que hoy día exista población mapuche en toda la zona de Temuco. En cambio los de Valdivia, los de Osorno, no tuvieron esa flexibilidad y esa capacidad y los arrasaron. Eran la mayoría de la población en ese tiempo, estoy hablando de la mitad de siglo XVII. Los mataron. En cambio, estos otros más sabios, jugaron a la política y a la defensa… Y creo que los mapuches han tenido esa habilidad en la historia. En el caso del siglo XIX, está José Santos Quilapán –que está en la portada de mi libro (Historia del Pueblo Mapuche)–, que tuvo esa capacidad permanentemente de defensa, fuerza y negociación".

Sin anteojeras racistas

- En "Historia de los Antiguos Mapuches del Sur" echa por tierra varios supuestos que a nivel oficial se han asentando, como que la cultura mapuche era pobre y atrasada en comparación con otras culturas originarias como la inca.

"Yo me hice la pregunta: ¿cómo vieron y qué contaron lo que dejaron escrito los primeros testimonios, y leyendo sin anteojeras racistas los libros, crónicas y documentos antiguos, un día empezó a aparecerme un mundo distinto: viene un español que escribe y dice que se subió a un cerro, y vio todo el valle –que es donde está hoy Temuco, Imperial, etc.– lleno de casas, de chacras, de cultivos, lleno de canales, una especie de vergel… y uno se pregunta: ¿y esto nadie lo leyó? Y lo más probable es que muchas gente leyó ese mismo libro, todos los que estudiaron historia, pero dijeron: esto es una fantasía del autor, se imaginó esto, y ese testimonio no fue tomado en cuenta. Así como hay otro testimonio que dice que van a caminando hacia Valdivia por los llanos de Osorno y estaba todo despejado, con campos enormes llenos de gente, con unas casas enormes con gente que vivía ahí, lleno de ganado, las famosas llamas o chilihueques. Si alguien lee eso desde una mirada racista, dice 'esto es imposible, se lo imaginaron', porque el presupuesto que tiene es que los indios del sur eran primitivos. Lo que yo estoy haciendo no es muy difícil de hacer: es mirar la historia sin esa mirada racista.

Por otro lado encontré documentación e investigaciones de carácter científico que corroboran lo que dijeron esas primeras miradas. Concretamente, en el libro yo tomo todo lo que es la historia geográfica, que muestra que efectivamente los bosques del sur son nuevos, provienen de cuando la población indígena fue esquilmada y ya no pudieron controlar los bosques que salían. Estoy hablando del llano, no de la cordillera. Hay una cantidad de sabios, geógrafos, etc., que fueron mostrando que debajo de esos árboles había existido durante muchísimos años, quizás cientos de años, vida humana, cultivos, vivienda, y cuando llegaron a conquistar el sur el siglo XIX ahí había bosques, porque desde el siglo XVI la población había sido diezmada y por lo tanto no se había podido controlar el crecimiento de la vegetación. Entonces, ésa es una prueba científica de que efectivamente el mundo que existía antes de la llegada de los españoles era un mundo muy diverso al que nos han contado, donde existía mucha comida, mucho tiempo libre.

Las dos cosas que perciben los españoles es que había mucha comida, lo que les permite a ellos sacar esa comida y sobrevivir; y lo segundo que más les llama la atención es que viven en fiestas, lo que significa que tienen mucho tiempo libre, y eso significa que tienen mucho alimento, que habían desarrollado una sociedad agrícola".

- También explica que era una sociedad que había reemplazado el Estado centralizado por una sociedad de la "cortesía", como usted le llama, en donde estas fiestas o reuniones sociales cumplían un rol regulador. ¿En qué nivel de desarrollo está este tipo de organización, como con otras sociedades con un estado central?

"Son distintos caminos de organización social. No es mejor ni peor. Uno podría pensar en términos modernos ¿qué es mejor: tener una sociedad que se auto regula o una sociedad que la regula el Estado? Hay sociedades como la de los suizos muy auto reguladas, en que efectivamente lo que domina son las relaciones, el intercambio, los acuerdos, la cortesía en ese sentido. Y hay sociedades en que el que domina la sociedad es un externo: el Estado. Yo no me atrevo a decir que es mejor ni peor".

- ¿Y en qué estadio evolutivo están…?

"Puede haber una sociedad extremadamente desarrollada en que los niveles de autorregulación sean muy grandes, y puede haber una sociedad muy poco desarrollada en que tienen una tiranía, en que el Estado es muy fuerte y todo el pueblo vive pésimo, como lo sabemos muy bien los chilenos… No estoy muy seguro que sea una evolución del no Estado al Estado. Por supuesto que el Estado en la historia humana ha terminado siendo necesario, ninguna sociedad ha podido regularse el cien por ciento. Los mapuches durante ese tiempo yo creo que estaban en una situación de transición y estaban estableciendo sistemas protoestatales, sistemas de organización de grandes territorios, los wixan mapu. Es decir, estaban estableciendo un territorio donde había ciertos elementos de control estatal, o de organización pre estatal, porque cuando ya hay mucha gente el control interno comienza a ser complicado, empiezan a haber roces, más necesidades, organización a nivel supra familiar. Eso ha sido lo que ha llevado a las sociedades a establecer estados".

- La información sobre la cantidad de personas que vivían en la zona también es novedosa. Su afirmación de que al sur del Bío Bío vivían y se alimentaban alrededor del millón de persona, demuestra también la existencia de una gran sociedad organizada.

"La cifra, cada vez que uno la analiza, crece en términos de demografía indígena. Yo en el libro hablo de un millón, un millón y medio, y no soy capaz de establecerla en detalle. Ya habrá otros que lo hagan, pero claramente se trataba de una población muy grande".

Los españoles venían a liquidar…

- Otro supuesto que derriba en su libro es este mito de la raza guerrera…

" Yo creo que las guerras no existen porque haya razas guerreras o razas pacíficas, creo que eso es una invención absolutamente equivocada. Los grupos humanos se van organizando de acuerdo a lo que se van encontrando en su historia y lo que se les opone, que significa un obstáculo pero también es un espejo. Se empiezan a mirar en el opuesto, y empiezan a establecer relaciones, fronteras, y se van de esa manera desarrollando características humanas en cada grupo. A mí lo que más me llama la atención en el mundo indígena más antiguo es que no se ve necesariamente una sociedad guerrera, y yo pongo la hipótesis ahí, que puede ser polémica, que se fue constituyendo el sistema de guerra a partir de la aparición de los incas, y que era un sistema de guerra americano, muy distinto al sistema de guerra europeo. Una de las cosas importantes de comprender cuando uno hace historia es que las ideas que uno tiene en el siglo XXI no necesariamente son las mismas ideas que se tuvieron en el siglo XV, XIV, X, etc. Hay que hacer un esfuerzo para ponerse en la cabeza de las personas que vivían en ese tiempo, y a lo mejor las mismas palabras que se usan hoy día tenían un significado muy distinto en ese momento. Pero lo que no creo yo es que se trate de una raza militar belicosa, bárbara, todo lo que muestran como parte del estereotipo nacional".

- ¿Cómo se entiende que cuando llegaron los españoles se enfrentaran a una resistencia que no encontraron en otros lados?

"Lo que yo puedo entender de todo lo que he mirado de la época es que los mapuches fueron muy rápidamente aprendiendo de sus enemigos el arte de guerrear y, sobre todo, fueron aprendiendo algo que para mí fue central: que los españoles venían a exterminar. Aprendieron rápidamente la lógica de la guerra. Porque la lógica de la guerra indígena y americana era dominar, y no exterminar. Se trataba justamente de establecer el dominio sobre el enemigo para que le sirviera. Los españoles venían de una experiencia de las guerras más modernas de la época, de Italia, de los Borgia, de Maquiavelo, que es justamente la guerra de exterminio. Maquiavelo es el primer teórico de la guerra y de la política que señala: extermina a tu enemigo, si no se rearmará y volverá contra ti con más fuerza. Ahí se inaugura un tipo de guerra que va a conducir a las mayores brutalidades en los siglos posteriores.

Ahí empieza un proceso, que yo le llamo de secularización de la guerra, que es por el cual los indígenas comprenden la lógica del enemigo, adaptan sus armas, adaptan sus herramientas y características y en un plazo muy rápido ponen un cierto equilibrio bélico a la situación en el sur. Ese es un ejemplo muy interesante de apropiación tecnológica y de la lógica. Es una suerte de ruptura epistemológica la que hacen los indígenas chilenos, y eso es brillante. En términos de lo que ha ocurrido en las civilizaciones mundiales, es un hecho brillante que debería parecer interesante: la capacidad de aprender tan rápidamente y de transformarse en una cultura extremadamente dinámica, porque no deja de ser mapuche por lo que incorpora de su enemigo".

- La riqueza de la lengua, del mapudungun, es otro aspecto que resalta en su libro…

"Siempre se ha visto la lengua mapuche con una suerte de prejuicio, como si fuese una cosa menor. Durante muchos años se dijo que era un dialecto. Todos los que la fueron estudiando y conociendo, hemos visto que es una lengua de una enorme riqueza, y es una lengua social. No soy yo el primero que plantea esto: está el Abate Molina, que ha planteado que es una lengua que tiene una gran variedad de vocabulario y de formas gramaticales para denominar la convivencia humana, y es por ahí que yo saco la teoría de la cultura de la cortesía, porque cuando no hay un Estado externo que regule, tienes que regular mediante la conversación, el diálogo, el intercambio, y para eso esta lengua fue creando un conjunto muy rico de expresiones y por lo tanto es un lenguaje muy rico y vivo".

-¿Cómo ve el futuro del pueblo mapuche, que sigue peleando?

"Yo creo que los mapuches tienen una larga vida. Yo he estado en el último tiempo yendo mucho a Puerto Saavedra, al Budi, y hay una sociedad mapuche vibrante, absolutamente viva, llena de propuestas, llena de ideas. Lo que ocurren es que todas esas ideas no se canalizan, no se les abre espacios. Se tiene temores por parte de los organismos estatales, pero yo veo sociedades mapuches, fundamentalmente en el sur, llenas de vida, recuperando su cultura, y por lo tanto no veo para nada en peligro la cultura mapuche. A pesar de las contradicciones que hay, que son muy dolorosas. La sociedad y la cultura mapuche, así como se adaptó y logró meterse y dialogar con la sociedad española colonial, estoy convencido que tiene una capacidad enorme de filtrarse en la globalidad, en la modernidad, y apropiarse de muchos de estos elementos y seguir siendo muy mapuches en la modernidad. Y eso yo lo veo en las páginas web, cuando veo a los muchachos de Puerto Saavedra con un canal de televisión y que no dejan de ser mapuches en nada y ocupan estos elementos para transmitir su cultura. Yo encuentro que cuando los pueblos y las culturas son capaces de eso, están haciéndolo bien. Es como cuando Lautaro de apropió del caballo de los españoles: no dejó de ser mapuche, fue mucho más mapuche arriba de su caballo".