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Latinoamérica

La crisis del régimen político neoliberal mexicano y la partidocracia

Adrián Sotelo Valencia
La Fogata

Introducción
Este artículo relaciona el encuentro de dos crisis: la estructural y económica del patrón capitalista neoliberal dependiente y la que corresponde al régimen político y de su partidocracia en México articulada en partidos políticos substancialmente idénticos como son el PRI, el PAN y el PRD. Ello encuadrado en el actual escándalo de corrupción en que se encuentra envuelto, particularmente, el gobierno perredista del Distrito Federal y su partido político.

La crisis del patrón de reproducción neoliberal

Como una convergencia histórica, que puede marcar un punto de inflexión en el México contemporáneo se articularon dos procesos que parecían marchar de manera paralela. Por un lado, la ya cónica crisis estructural del régimen capitalista dependiente mexicano y, ahora de manera visible, el de sus partidos políticos oficiales registrados que están completamente disociados de las necesidades e intereses del pueblo y de la sociedad.
El primer problema se expresa de manera visible en variables como el creciente y extendido desempleo en el país que según fuentes independientes supera en la actualidad 20 % de la población económicamente activa constituida actualmente por 41.5 millones de personas, de las que 25.6 (61%) labora sin prestaciones y 11. 3 millones (27%) sin contrato de trabajo. La contracción de la inversión global y productiva se expresa nítidamente en el hecho de que durante los primeros tres años del gobierno de Vicente Fox la economía mexicana sólo haya crecido, en promedio anual, 0.63% en tanto que durante 2003 el crecimiento total fue de 1.3%, según la Secretaria de Hacienda y Crédito Público (véase La Jornada, Martes 17 de febrero de 2004).
La mayoría de los sectores y ramas económicos se encuentra resentida por la recesión y la crisis e industrias como la maquiladora de exportación (la "locomotora" del desarrollo según los tecnócratas) ha arrojado a la calle en los últimos tres años a más de 300 mil trabajadores y empleados, además de que empresas transnacionales como Delphi Automotive filial de la transnacional norteamericana General Motor, han amenazado recientemente con abandonar el país dejando en la calle sin sustento ni prestaciones a miles de trabajadoras y trabajadores que necesariamente tendrán que emigrar al exterior, o sea a Estados Unidos.
Ante el declive histórico de la industrialización que operó entre 1930 y 1982, la industria maquiladora de exportación, IME, (1965-2000) se había convertido en "panacea" del crecimiento económico del país y fue ponderada por ideólogos estatales, privados y de organismos internacionales (OCDE, FMI, BM) como la "senda segura" del desarrollo (capitalista) que habría de sacar de la crisis al país. Sin embargo, a partir de 2001 hasta la fecha, ese velo ideológico se cayó para dejar al descubierto la profunda crisis estructural, financiera, comercial y productiva de un país dependiente que durante 20 años de neoliberalismo rampante no ha hecho otra cosa más que "desdoblarse" al exterior, es decir, pasar a depender de Estados Unidos en materia comercial, financiera, tecnológica y, de manera masiva, en envíos de fuerza de trabajo a ese país para garantizar masas crecientes de remesas derivadas de la explotación que patrones norteamericanos realizan de miles y miles de trabajadores mexicanos que se ven obligados a cruzar la frontera en busca de trabajo y de sobrevivencia. Al respecto, basta con señalar que al cierre de 2003 el valor de las remesas enviadas desde Estados Unidos por trabajadores mexicanos a sus familias en México alcanzó la fabulosa suma de 13 mil 266 millones de dólares (El universal, 29 de enero de 2004), o 2 % del PIB, superando el monto alcanzado por la entrada de inversión extranjera directa que en ese año sumó 10 mil 731 millones de dólares, 25,7 % menos que la registrada en 2002. Por lo tanto, la conclusión que de aquí se puede extraer es que frente al profundo proceso de desindustrialización afianzado por la políticas neoliberales aplicadas por los sucesivos gobiernos desde 1982 (priístas y panistas), la crisis del proyecto desnacionalizador maquilador y el crecimiento de las remesas que desde Estados Unidos envían millones de mexicanos a sus familias en México, colocó a éste en una verdadera plataforma exportadora de fuerza de trabajo barata, superexplotada y supernumeraria que se ha constituido en un bastión de acumulación de capital y de extracción de plusvalor para los capitalistas norteamericanos que, de esta manera, aseguran altas cuotas de ganancia que logran contrarrestar, con creces, las crecientes dificultades derivadas de graves problemas de superproducción y de realización de la economía imperialista en el contexto nacional, regional e internacional (para este tema véase mi libro: Desindustrialización y crisis del neoliberalismo: maquiladoras y telecomunicaciones, Plaza y Valdés, México, 2004).

Partidocracia y régimen político

En cuanto al segundo punto, la crisis de la partidocracia mexicana ―es decir, del conjunto de partidos polν
ticos enclavados en el mal llamado "sistema político mexicano" profundamente autoritario y antidemocrático, cuya arquitectura data de la época colonial y del imperio de Maximiliano― que existe en sí y para sí misma muy alejada del pueblo y de la sociedad, constituye el correlato de la crisis estructural del patrón capitalista neoliberal dependiente que dichos partidos ―sus burocracias y tecnocracias y las elites gobernantes― no han hecho mαs que pronunciar.
En esta perspectiva, se inscribe el profundo descrédito y la total falta de legitimidad política de esta partidocracia representada en los principales partidos políticos (PRI, PAN y PRD); este último, envuelto actualmente en graves procesos de corrupción, fraudes y componendas con "prominentes" "hombres de negocios" como Carlos Ahumada, oscuro empresario de origen argentino que, con el beneplácito y contubernio del Partido de la "Revolución" "Democrática" (que más bien debería de denominarse: Partido de la Corrupción Democrática) ha desfalcado los recursos públicos del Gobierno de la Ciudad de México y de otras entidades del país. O Carlos Slim que desde el salinato se ha convertido en uno de los sujetos más ricos del planeta, actualmente dueño del mayor monopolio telefónico de México y de un sinnúmero de empresas; actualmente propietario de un sinnúmero de edificios del Centro Histórico de la Ciudad de México, el cual está sometido a un profundo proceso de privatización al amparo del gobierno perrredista.
El descrédito y la crisis de legitimidad de ese régimen político, se demuestra no muy lejos: simplemente recordando que en las "elecciones intermedias" para diputados en julio de 2003 el abstencionismo alcanzó 60% del padrón electoral sistematizando una curva histórica del abstencionismo en ascenso en esa dirección.
Al respecto, en esa oportunidad escribí que: "En el México oficial, donde sólo existe lo que se mueve en su interior, el espectro político es uno ladeado hacia la derecha: de aquí se mueven y se estiran, como en un péndulo, las 'distintas fuerzas políticas', sin cambiar el rumbo: sólo así se vislumbra un centro, una ala izquierda y otra ala derecha. En el centro del espectro aparece el PRI, a la derecha el PAN y en el polo opuesto el PRD. Los demás partidos y agrupaciones luchan encarnizadamente entre sí por colocarse en cualquiera de estos puntos. La correa de transmisión son las elecciones y las componendas. Esta tesis del espectro político del México oficial actual configurado en la derecha, se confirma cuando constatamos la actividad postelectoral de los partidos que se mueven en dos direcciones. Por un lado, de manera completamente absurda, sólo están preocupados por las elecciones presidenciales del año 2006, para ver como se "reparten el pastel". Por otro lado, lo que es más preocupante, buscan reacomodos, alianzas y componendas ("concertacesiones") dentro de la nueva composición de la LIX Legislatura monopolizada por la segura alianza entre el PRI y el PAN con el papel de comparsas del PRD y de los otros partidos que tuvieron la fortuna de mantener su registro y acudir al reparto de curules y prebendas" (Adrián Sotelo, "6 de Julio de 2003: las elecciones en México de cara al abstencionismo II", revista ww.rebelion.org/, 24 de julio de 2003).
En medio del "cochinero" puesto en evidencia pública a raíz de los escándalos de corrupción en que se encuentra envuelto el PRD y muchos de sus personeros, se ha ocultado una diferencia fundamental, respecto a los otros partidos, que es preciso subrayar. Se trata de que a diferencia de los partidos francamente y abiertamente de derecha y ultraderecha (PRI y PAN), el único partido que se ha adjudicado-usurpado la membresía de "ser" y "representar" a la "izquierda mexicana" es precisamente el PRD que, en la definición anterior, se coloca en el mismo rango de derecha como sus homólogos PAN y PRI.
El origen de la simbiosis de este partido radica en una peculiar mezcla de priísmo (que es hegemónico en el partido que lideran "ex-priístas" como Cuauthémoc Cárdenas y López Obrador) y de variadas formas de reformismo histórico: desde el partido comunista de corte estalinista, de "nacionalismo revolucionario" del cardenismo hasta desprendimientos de maoísmo que actualmente prácticamente está erradicado en el país. Por eso dicho partido representa un neo-priísmo tanto por su orientación ideológica como por representar el regreso a formas populistas y neo-populistas de "hacer política" enmarcadas en la defensa del sistema capitalista y del régimen de superexplotación del trabajo vigente en México.
Un partido de esta naturaleza cuya razón de ser es el propio Estado burgués dependiente y su sistema electoral financiado por él ―
con el Instituto Federal Electoral (IFE) a la cabeza― no puede representar mαs que los intereses personales de dirigentes y corrientes internas, verdaderas mafias que se disputan el poder e intereses empresariales y oligárquicos que en el fondo coinciden con los de las fracciones tecnocrático-neoliberales que actualmente están en el poder del Estrado gestionado por el gobierno conservador y pro-yanqui del PAN y, finalmente, a individuos sin escrúpulos que ven en el "partido" una fuente de formación de riqueza individual o de la mafia a través del engaño, la estafa, el fraude y la componenda, elementos jurídico políticos que actualmente configuran delitos que han desatado el cochinero de la corrupción.
Respecto al escandalo en que se está envuelto el PRD el siguiente diagnóstico muestra lo que estoy diciendo: "Es muy cierto que en todo ese escándalo y crisis de la corrupción política, los que intervinieron, directa o indirectamente, lo hicieron por cobrarse venganzas, ajuste de cuentas y por embolsarse los sobornos. Las mafias políticas del PAN, del PRD, del PRI y del PVEM, desprestigiaron a sus partidos. Pero, sobre todo, la nación comprobó que foxistas, priístas, panistas, ecologistas y perredistas son indignos de gobernar. Unos más ladrones que otros; más o menos incompetentes. Pero todos igual de bribones, abusando del poder del Estado, mientras la sociedad, que parecía estar curada de espanto y que ya nada podría asombrarla se ha quedado, por el momento, sin respuesta ante tanta barbarie desde arriba en perjuicio de la nación. Ingenuos, corruptores, cómplices, sobornados y demás fauna constituyen las mafias políticas del PRD, del PAN, del PRI y del PVEM" (Álvaro Cepeda Neri, "Ahumada, el corruptor, Robles, cómplice; López ingenuo o tonto)", en revista La crisis, 17 de Marzo de 2004.
Para tratar de evadir los graves problemas de corrupción del PRD, el gobierno de la Ciudad de México ha inventado el fantasma del "boicot": dice López Obrador (Jefe del gobierno local y lo repiten sus subordinados): "todo es una trama que viene del gobierno federal, del CISEN, de la DEA y del gobierno de Estados Unidos) evadiendo así, y tratando de enterrar, los delitos en que incurrieron sus subordinados perredistas y que son objeto de investigación tanto en el ámbito de delitos electorales, como administrativos y penales. La crisis del PRD está, por tanto, en sus propias entrañas y no en "fuerzas externas" que, por supuesto eso hasta un niño lo sabe, han sabido aprovechar dicha crisis y corruptelas para "echárselas en cara".
Pero el cinismo sale a relucir y para dilatar o francamente tapar la cloaca de la corrupción, se encuentra el procurador de la ciudad de México y su contraloría que hasta la fecha se han dedicado a todo, menos a consignar a los delincuentes miembros de su partido.
A esto se ha reducido un partido que ha usufructuado el mote de "izquierda" para en su nombre "gobernar" y enriquecer a los personeros de sus mafias.
Pero otra es la realidad.
Basta recordar, por ejemplo, cómo Rosario Robles (ex-maoísta, ex-diputada y ex-jefa de gobierno por designación y ex-presidenta del partido) le abrió el camino a la corrupción en el seno mismo de su partido (dicho por sus propios co
rreligionarios) y un Carlos Imaz ―ex-dirigente local del partido y ex-delegado de Tlalpan actualmente envuelto en los mismos problemas de corrupciσn) que junto con otros personeros del cardenismo traicionaron la huelga estudiantil de 1986 y 1987 bajo la conducción del otrora Consejo Estudiantil Universitario (CEU) y boicotearon, junto con Robles y todo el aparato del gobierno local, la huelga estudiantil de 1999-2000 en la UNAM al tratar de boicotearla para finalmente, al no poder montarse en la dirección del movimiento, entregar, al margen de las asambleas estudiantiles, los primeros planteles a la Policía Federal Preventiva (PFP) y de esa manera, como es del dominio público, romper la huelga y propiciar la detención y el encarcelamiento de decenas de estudiantes, de trabajadores y profesores (Para un análisis de este movimiento encabezado por el Consejo General de Huelgas, véase mi libro: Neoliberalismo y educación, la huelga en la UNAM a finales de siglo, Ediciones El Caballito, México, 2000).
¿Es esto un "partido de izquierda? Evidentemente, ¡no!; o, si se quiere, si bien es funcional al régimen partidocrático neoliberal, para la izquierda y las grandes transformaciones sociales, es solamente un desecho del malhumor.
Por ello el mejor favor que el PRD le puede hacer al pueblo mexicano y a la sociedad es simplemente desaparecer para despejar el camino a las verdaderas fuerzas de izquierda que luchan por la construcción de una nueva sociedad y que, por supuesto, están fuera de la partidocracia y de su régimen burgués de partidos políticos del mal llamado "sistema político mexicano".