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Latinoamérica

15 de febrero del 2004

Uruguay: Los dirigentes sindicales del MPP, los dirigentes del 26M y de la CI, ¿se harán los distraídos?
La «izquierda» sindical y política en una encrucijada

Rafael Fernández
Tribuna de los Trabajadores


El IV° Congreso del FA anunció, con bombos y platillos, que un gobierno de Vázquez pagará peso a peso la deuda externa, no aumentará el salario (incluido el Salario Mínimo Nacional de 43 dólares (uno de los más bajos de Latinoamérica y del mundo), va a mantener la impunidad de torturadores y asesinos. En otras palabras: que será un gobierno capitalista y sometido al Fondo Monetario Internacional. Es por eso que distintos dirigentes burgueses se integraron o están integrando a la coalición centroizquierdista: Nin Novoa, Michelini, Alcorta, Cerdeña, Gaggero...

Cuando los indígenas ecuatorianos apoyaron a Lucio Gutiérrez, y este se convirtió en un aliado fundamental de Bush, los dirigentes del movimiento popular del Ecuador se declararon 'traicionados'. Cuando los militantes de base del PT y cientos de miles de trabajadores estatales, vieron que Lula nombraba a un banquero (Meirelles, del BankBoston) en el Banco Central, a un terrateniente en el Ministerio de Agricultura, a un capitalista en Industrias, y adoptaba un programa económica más fondomonetarista que el que reclamaba el FMI, también salieron a las calles con carteles que decían «Lula traidor». Es más: el PT echó a varios parlamentarios de su «ala izquierda», por negarse a votar una reforma de la seguridad social que liquidaba derechos jubilatorios y rebajaba el sueldo a los jubilados.

Con estos antecedentes cercanos, y con lo que ha declarado el IV° Congreso del Frente Amplio, en Uruguay nadie podrá decirse «sorprendido» por el programa fondomonetarista que aplicará Tabaré Vázquez.

El 'ala izquierda' del Frente Amplio, el 26 de Marzo, la Corriente de Izquierda, los dirigentes sindicales del MPP, están ante un cruce de caminos. Si siguen apoyando al EP-FA e integran su futuro gobierno proimperialista, van a una crisis y a su completa liquidación política. Por más que puedan obtener alguna banca parlamentaria (algo que está más bien cuestionado), serán responsables de lo que haga ese gobierno. La otra alternativa es construir un verdadero frente de izquierda, rompiendo con el EP-FA, y preparándose para orientar y organizar a los trabajadores que seguirán luchando por sus reivindicaciones a partir del 1° de marzo de 2005.

Los dirigentes y militantes sindicales del MPP, que en el Congreso del PIT-CNT impulsaron la «anulación de la ley de impunidad», ¿cómo explicarán que Fernández Huidobro haya sido el principal abogado de la impunidad para el aparato represivo genocida, con el conocido 'argumento' de que «podemos renunciar a todo, menos a la victoria»? Esos dirigentes emepepistas que en el Congreso sindical impulsaban un aumento del salario mínimo, ¿qué dirán ante la decisión del congreso frenteamplista de no aumentarlo? ¿Qué dicen ante la pretensión de Mujica de construir 'un capitalismo como la gente'?

¿Qué dirán los dirigentes del 26M, que por la radio hablan contra el FMI y el pago de la deuda externa, contra el secreto bancario y sobre la nacionalización de la banca, y que sin embargo apoyarán a un gobierno entregado al FMI, y en el cual confía el Citigroup, porque piensa que «un eventual gobierno del Frente Amplio (FA) a partir de 2005 podría 'liberalizar sectores clave en los que el gobierno tiene monopolio y expandir el rol del sector privado en la economía'» (Búsqueda, 6/11)? ¿Continuarán con la política de seguidismo a Vázquez, que ya condujo al voto de Raúl Sendic a la ley de creación del «Nuevo Banco Comercial», y que en el futuro conducirá a capitulaciones cada vez mayores?

¿Cómo harán Sarthou y los dirigentes de la CI, organización cada vez más reducida y desintegrada, para justificar seguir oficiando de «rastrillo de izquierda» de votos que terminan apoyando a un frente que de izquierda ya no le queda ni el nombre?

Si los militantes de base del PT de Brasil confiaban en que el gobierno de Lula daría satisfacción a las reivindicaciones populares, o al menos lo consideraban un «gobierno en disputa», que podría inclinarse a derecha o izquierda de acuerdo a la «presión popular»... ¿pueden decir lo mismo los 'izquierdistas' del Uruguay?

La verdad es que ya ninguno de estos dirigentes cree en la posibilidad de 'izquierdizar' al Frente Amplio: por eso el «ala izquierda» está -cada vez más- girando en el vacío.

Hace poco, un oyente de CX 36, de evidente militancia (pasada o presente) en el PCU, decía: «yo creo que dentro del Frente Amplio no hay cabida para gente revolucionaria, que todos los que piensan diferente a la actual situación del FA tienen que pensar en otra cosa diferente tal cual lo resolvió el Partido Comunista Chileno encabezado por Marín cuando dijo en el gobierno de Lagos, con este programa nosotros no vamos. Hoy la situación está planteada en estas condiciones y me cuesta enormemente pensar que la salida vaya a pasar por el FA» (ver Tribuna 224). Si así piensa hoy un compañero formado en el mito arismendista de la «unidad» y la «acumulación de fuerzas», es evidente que no puede existir un crecimiento de un 'polo radical' dentro del EP-FA. No es menor el razonamiento de este compañero: si no hay motivos para apoyar a Ricardo Lagos en Chile, tampoco los hay para apoyar a Vázquez en Uruguay (salvo la rutina de los cerebros de nuestros 'izquierdistas').

Esto lo saben, por lo menos desde el último Congreso, los dirigentes sindicales del MPP, y las direcciones de la CI y el 26M.

La salida que plantea el Partido de los Trabajadores es la construcción de un auténtico frente de izquierda y de trabajadores, como medida preparatoria de las grandes luchas sociales y políticas que esperan a la clase obrera ante 'la centroizquierda del FMI', y el inevitable hundimiento de su futuro gobierno, en una América Latina que transita cada vez más el camino de las puebladas y las rebeliones obreras y campesinas. Tener el coraje hoy de romper con la pequeña burguesía que dirige el EP-FA, es prepararse para orientar, organizar y dirigir esas luchas, postularse como única alternativa obrera, clasista y revolucionaria. Es preparar el triunfo de la revolución en Uruguay.