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Latinoamérica

La izquierda discute su identidad (Segunda parte)*

Los límites de la utopía

Todos coinciden en acotar el período que se abriría en 2005 a la profundización de la democracia, pero algunos sectores agregan un plus de medidas anticapitalistas que no aparece consensuado. Y no lo está tanto por las lecturas de la realidad uruguaya como por la idea de que en el actual escenario mundial los márgenes no habilitan otra cosa que mejorar lo que existe.

Mario H Peralta
BRECHA

En la edición anterior BRECHA recogió algunas opiniones de distintos actores de la izquierda orgánica y de alguno que no participa de ella para intentar ubicar el escenario y contenidos de una polémica que subyace (o sobrevuela) a los componentes programáticos de un muy factible gobierno del EP-FA y su aliado el Nuevo Espacio.
Ciertas expresiones públicas de dirigentes de los sectores mayoritarios del FA (véase BRECHA, 16-01-04), referidas a las tareas de un gobierno progresista y a la necesidad de desarrollar un "capitalismo en serio", motivaron distintas respuestas, pero sobre todo interrogaron sobre la vigencia o no de antiguas definiciones favorables a una sociedad poscapitalista, tal como en los momentos fundacionales sostenía la abrumadora mayoría de los grupos frenteamplistas. También, y de paso, la de las actuales identidades de los componentes de la coalición de izquierda.
El diputado de la Alianza Progresista (AP) Víctor Rossi dijo a BRECHA que, con independencia de que no es parte de la discusión hacia las elecciones de octubre de este año, el debate sobre el horizonte al que aspira la izquierda debe realizarse en un futuro cercano, pues es necesario para una fuerza que aspira a delinear otro modelo de país. Rossi reconoció que en la izquierda frenteamplista conviven distintas visiones, que trascienden el denominador común de "profundizar la democracia", aspirando a modos de producción socialista e incluso comunista.
El dirigente de AP incorporó, además, una visión crítica sobre las teorizaciones de 1971, diciendo que las mismas "entreveraban elementos estratégicos, tácticos e iniciativas del movimiento popular". Hoy se deben dar, afirmó, respuestas políticas a la realidad y mejorar la calidad de vida de los uruguayos. Por tanto, las "tareas inmediatas de un gobierno progresista son asegurar el desarrollo económico e implementar políticas distributivas, porque hubo períodos donde la economía creció y la pobreza también. Además, es mentira que todos se empobrecieron durante la crisis". Para Rossi, esas medidas no superan el marco capitalista y la novedad de un gobierno de izquierda debe ser "incorporar la democracia participativa a la representativa".
Precisamente, el "profundizar la democracia" aparece como la tarea más compartida de un futuro gobierno progresista, aunque para parte del conglomerado encuentrista ése es el techo.
En filas frenteamplistas muchos no abandonaron su aspiración socialista pero sí la ubicaron más lejana en el tiempo, con el agregado de que, a diferencia de en los años sesenta, el socialismo no es "concebible" en un solo país, sino que deberá ser parte de un fenómeno mundial.
Según el senador de la Vertiente Artiguista (va) Enrique Rubio, "el FA ha reformulado, 'aggiornado', profundizado su planteo programático, pero no lo ha modificado en función del eje socialismo-capitalismo, que por otra parte nunca fue el determinante de su accionar". Rubio recordó que con anterioridad la izquierda tenía definida una serie de etapas que llevarían ineluctablemente a la instalación de un régimen socialista en Uruguay. "El esquema de las etapas era muy afín, con cierta sincronía y armonía, con los estados nacionales y la idea del cambio como cambio de la nación. Luego de eso el mundo deja de ser bipolar y se da el fenómeno impactante de la globalización, del desarrollo de los estados regionales o con proyección regional. Comienza así el período de las luchas, las agendas y las temáticas globales, los espacios supranacionales y los desarrollos regionales. Al mismo tiempo y en la otra punta empieza un desarrollo importante del pensamiento hacia lo local y la descentralización. Éste es el cambio en el mundo, sustentado por la revolución tecnológica y otras modificaciones", afirmó Rubio.
De ahí, enfatizó, que las modificaciones del presente no están en el eje capitalismo-socialismo, ya que "en el sentido marxista clásico, el planteo de 1971 no implicaba la supresión del capitalismo, aunque sí un gran reforzamiento de la participación del Estado y la sociedad, y un acotamiento de la empresa privada y el mercado. En el planteo de 2004 hay un reforzamiento del Estado, un énfasis quizás más fuerte que antes en la sociedad, aunque con otros actores, y hay un acotamiento del mercado, una regulación. Pero estas tres cosas tienen una característica distinta que antes. No se habla en términos de nacionalizaciones en tal o cual sector, sino que se habla de sectores estratégicos y de otras formas de incidencia en lo social. Creo que el debate en esos términos es un poco anacrónico". Rubio dijo que él piensa en la necesidad de sociedades poscapitalistas, que en algún momento van a ser parte de la agenda actual, "pero es claro que el socialismo en los términos planteados en los sesenta no está en la agenda de hoy".
NI TANTO NI DEMASIADO. No obstante, y en relación a las afirmaciones de que un gobierno del FA debe promover un "capitalismo en serio", el dirigente de la va señaló que una cosa es decir que haya empresas públicas y privadas en serio que inviertan, apuesten a largo plazo, y a la innovación tecnológica y otra impulsar lisa y llanamente este capitalismo. Nosotros"seguimos sosteniendo que crecimiento y distribución van juntos. No veo que en esa polémica se reflejen nuestros planteos programáticos. No va por ahí. Un planteo de ese tipo se puede prestar a la idea de que somos partidarios de la acumulación originaria, de un capitalismo primitivo, presocial, en el sentido de los derechos sociales. No somos partidarios de las políticas de explotación, del ejército de reserva, que compiten en el mundo sobre la base del atraso y la penuria, sino de las que compiten sobre la base de la diferenciación, la calidad y la inversión científico tecnológica".
Por su lado, el Partido Comunista (PCU) sostiene que, a la luz de las modificaciones ocurridas en la formación social, "las tareas prioritarias de la revolución democrática avanzada uruguaya en camino al socialismo son, por un lado, de defensa y desarrollo de una producción nacional con justicia social y, por otro, de liberación nacional, antimperialistas, desatando la coyunda de la dependencia interna y externa, sin por ello aplazar las múltiples tareas de reforma agraria, muchas de las cuales se relacionan a la vez con la lucha por la ruptura de la dependencia y parasitismo oligárquico-financiero-especulativo", según afirma el documento aprobado en su último Congreso sobre las "fuerzas sociales y tareas de la revolución".
El PCU señala que ésta es una etapa de profundización de la democracia hacia medidas antioligárquicas y antimperialistas cada vez más vigorosas, "hasta llegar a las fronteras marcadas por las reivindicaciones democrático-radicales (que incluye tareas anticapitalistas)". De lo expuesto se desprende que las aspiraciones de los comunistas van mucho más allá de favorecer el desarrollo capitalista en el país e inscriben el programa del gobierno de la izquierda en una lógica que llevaría a una sociedad poscapitalista.
Empero, la lectura de la etapa que se abriría a partir del 1 de marzo de 2005 acentúa los matices entre los sectores de la izquierda. Así para el diputado de Asamblea Uruguay (au) José Mahía el gobierno progresista tendrá escasos márgenes de maniobra y lo revolucionario será "profundizar la democracia, asegurando la transparencia de la gestión y el control civil de la misma", con el agregado de "reconstruir el país productivo, mejorar el empleo, un Estado que ahorre al máximo, establecer reglas claras y seguras para los inversores y aumentar la inversión pública". El legislador de au añadió que debe pensarse a Uruguay en clave de Mercosur, y en cuanto a los derechos de los trabajadores otorgar otra dimensión al Ministerio de Trabajo. Mahía no se apeó de un horizonte poscapitalista, pero recordó que esos nuevos modelos deben recrearse, "vista la caída estrepitosa de los ensayados en Europa conocidos como socialismo real".
Las distintas percepciones sobre las tareas de un gobierno progresista tienen en el 26 de Marzo (26M)y el Partido por la Victoria del Pueblo (PVP) dos variantes distintas e igualmente críticas sobre los planteos en danza. El 26M ha cuestionado duramente las afirmaciones del senador del MPP José Mujica, señalando que no se trata de recrear el capitalismo en Uruguay, ni de generar clase obrera para un futuro enfrentamiento con el capital, sino de comenzar ya con tareas anticapitalistas. "Ahora está llegando el momento histórico donde el pueblo uruguayo defenderá su soberanía y participará en el desarrollo de la construcción de una nueva economía, pero teniendo como objetivo reemplazar la actual estructura económica. Para terminar con el poder del capitalismo monopolista nacional, de las grandes trasnacionales y del latifundio de los terratenientes", afirmó el 26M en su diario La Juventud, el miércoles 21.
En tanto, Carlos Coitiño, dirigente del PVP, dijo a BRECHA que los problemas presentados en el FA, en cuanto a sus definiciones programáticas, no dependen tanto de lo escrito (que considera parte de un programa de cambios), sino del accionar político de la coalición de izquierda. "El tema está en la acción política. Es ahí donde se produjo el vaciamiento de contenido. El problema de fondo es organizar a la sociedad detrás de la propuesta de gobierno. Ahora, no se puede organizar a la sociedad si no se establece con precisión la propuesta de gobierno. El cambio de la correlación de fuerzas implica alianzas políticas, que son las que permiten un mayor vigor en la convocatoria a la ciudadanía, pero alianzas sociales también", aseguró. Sin ese cambio en la correlación de fuerzas, según Coitiño, es muy difícil que la resistencia (así define el período) al modelo neoliberal tenga éxito, y menos que pueda construir una alternativa.
Primera parte:
Pasado conocido, futuro incierto