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Latinoamérica

17 de febrero del 2004

Documental "Maquiladoras": Durante ocho años, Miriam V. trabajó los siete días de la semana, catorce horas diarias, en varias maquilas de Nicaragua
La vida en la maquila

Silvia Torralba
Mujeres Hoy

Por sólo 60 dólares al mes, la joven nicaragüense Miriam V. trabajó durante ocho años hasta 90 horas a la semana en una maquila, industrias manufactureras ubicadas en zonas francas de México y Centroamérica, principalmente. La explotación que sufren estas trabajadoras se retrata en el documental "Maquiladoras", que actualmente se difunde en España.

Durante ocho años, Miriam V. trabajó los siete días de la semana, catorce horas diarias, en varias maquilas de Nicaragua. La necesidad de alimentar y vestir a sus tres hijos llevó a esta joven de 26 años a trabajar en condiciones de explotación, "como una máquina" como ella misma dice, y por unos quince dólares a la semana. Un día, sin embargo, se presentó en la "pequeña" maquila textil en la que trabajaba y que tiene empleadas a 600 personas y anunció a su superior que era más importante su salud que trabajar de sol a sol.

La historia de Miriam y de muchas otras mujeres nicaragüenses que trabajan en las maquilas se narra en el documental Maquiladoras, realizado por el Fons Català de Cooperació al Desenvolupament y que estos días se presenta en Barcelona.

Para explicar de primera mano las condiciones en las que trabajan las maquiladoras, Miriam viajó hasta España. "Espero que el documental sea un granito de arena y ayude a mejorar las condiciones en las maquilas", explica esperanzada.

-¿Cómo es un día de trabajo en una maquila?

-Mi jornada comenzaba a las seis de la mañana y acababa a las siete o las ocho de la tarde, sábados y domingos incluidos, era una casualidad que nos dieran un domingo libre. La jornada era bien dura porque trabajaba numerando un montón de piezas de tela, para después poder armar los pantalones, y el trabajo venía y venía sin cesar. En un sólo día podía contar miles de piezas y pantalones, siempre de pie, en un área con mucho polvo y sin descanso en todo el día, sólo con 45 minutos para almorzar.

-¿Qué derechos tenías como trabajadora?

-Tenemos el derecho al pago de nuestras horas extras, pero no a un salario digno. También tenemos derecho a ir a la clínica, pero siempre y cuando en tu tarjeta del seguro especifique la fecha en la que vas, así que si tienes dolor de cabeza o te sientes mal no puedes ausentarte. En toda nuestra jornada laboral, además, sólo podemos ir dos veces al baño y si tardas más del tiempo establecido te toman por una persona indisciplinada y te quitan parte de la paga.

-¿Cuánto se cobra por realizar este trabajo?

-En una de las cuatro fábricas en las que trabajé tenía un salario básico de 15 dólares a la semana, trabajando las 48 horas legales más un mínimo de 24 horas extra. En alguna ocasión he llegado a trabajar hasta 60 hora extras en una quincena, y no he llegado a sacar más de 20 dólares.

-En comparación con otros empleos, ¿es un trabajo bien pagado?

-Está mal pagado. Mucha gente me pregunta cómo entré a trabajar en una maquila. La verdad es que me casé a los 16 años, ahora tengo 26 y tres niñas, una de 9 años y un par de gemelas de 8 años. Me siento orgullosa de ver a mis hijas y sé que algún día tendrán una oportunidad gracias al esfuerzo que hago. Empecé a trabajar en una maquila para verlas alimentadas, vestidas y con su salud pagada porque al cotizar, mi seguro de asistencia médica también las cubría a ellas.

¿Crees que en las maquilas se trata a las y los trabajadores como a esclavos?

-En cierta manera, sí. Llega un momento en el que sientes que tienes derecho a caminar, a hablar, a ir al servicio tantas veces como necesites, a relacionarte y a conversar con los compañeros... pero en la maquila el tiempo que perdiste para cruzar dos palabras con el de al lado lo podrías haber aprovechado para montar millones de piezas. De pronto ves que te gritan, que te dicen palabras que jamás te habían dicho, que quieren que trabajemos como máquinas.

-¿Todas las prendas de ropa que confeccionan se exportan o algunas se comercializan en Nicaragua?

-Todo lo que producen las maquilas sale al exterior, sólo se instalan en Nicaragua para explotar la mano de obra. Si alguna prenda se queda en el país es porque antes se exportó y regresó con otra marca en la etiqueta. La verdad es que me he quedado muy sorprendida de ver prendas confeccionadas por nosotros y que en las etiquetas ponen 'made in USA'.

Es algo impresionante, porque por poner un ejemplo, una camiseta sencilla para una niña pequeña la pueden vender por 18 dólares, ¡más de uno de mis sueldos semanales! ¿Puedes imaginar un encargo de 100000 camisas a la maquila, que con cada prenda gana 18 dólares y produce en un país donde no paga impuestos? Sólo deben pagar los gastos de la mano de obra y el resto es ganancia.

La actitud del gobierno

-A pesar de las malas condiciones laborales en las maquilas, ¿favorece el gobierno la entrada de estas fábricas en Nicaragua?

-Sí, porque al Estado no le conviene tener a tanta gente desempleada, habría una crisis increíble en el país. El trabajo que ofrecen las maquilas no respeta las leyes laborales, pero eso el Estado no lo tiene en cuenta, no piensa en crear una ley que obligue a estas fábricas a respetar a los ciudadanos, sino que prioriza que el hecho de que la población tenga trabajo. El sueldo y el trato que reciban los trabajadores no les importa.

Por ley, en Nicaragua se trabaja 48 horas a la semana, pero en las maquilas he trabajado muchísimo más. Cuando entras a trabajar en una maquila te programan tu horario en una plantilla, te ponen las 48 horas y el tiempo restante, como horas extras o como bonificaciones de la empresa, así que finalmente no todas las horas de trabajo real quedan reflejadas y el Estado y el Ministerio de Trabajo no se dan cuenta de ello.

-Durante ocho años trabajaste en varias maquilas pero finalmente abandonaste este trabajo, ¿ cómo te decidiste?

-Llevaba nueve meses trabajando en una maquila y, a causa de las condiciones en las que tenemos que trabajar, tuve problemas de salud. Pero no me querían dar permiso para ir al médico porque había mucho trabajo y tenían que hacer una entrega. Me dio neumonía, padecí de asma, tuve fiebre muy alta... lleve un documento en el que constaba que debía hacer 15 días de reposo, de tan grave que estaba, y estuve dos días internada en una clínica.

Hasta que el jefe me dijo que era demasiado tiempo de permiso, que tenía que trabajar. Yo todavía andaba mal y al final me planté en su despacho y le dije que no trabajaba, que priorizaba mi salud, y salí de la maquila.

El documental, un 'granito de arena'

-Tu historia es una de las protagonistas en el documental Maquiladoras, ¿ha tenido alguna repercusión para ti el hecho de participar en este trabajo?

-En mis primeras jornadas en una maquila nunca había tenido valentía, ¡pero una va conociendo sus derechos y viendo tantas injusticias! Cuando hice el documental jamás se me ocurrió la idea de venir a España ni pensé que la gente de fuera se pudiera interesar tanto por lo que nos ocurre.

Espero que este documental ayude a mejorar las condiciones laborales en las maquilas, aunque sea un granito de arena. De hecho, con el interés que veo aquí y la tarea de tantas organizaciones que reclaman que se respeten nuestros derechos creo que tal vez, con el tiempo, las cosas podrían cambiar para mejor.

-Ahora que has dejado de trabajar en las maquilas, que has pasado unas semanas en España y que regresas a tu país con tu marido y tus hijas, ¿cómo ves tu futuro?

-En ocho años no he tenido la oportunidad de estudiar. Mi sueño es estudiar Derecho. Hubo un momento en que trunqué mi vida y dejé mi cuarto año de secundaria para entrar a trabajar, pero desde años atrás pienso que también tengo derecho a estudiar y que me gustaría darle otra imagen a mi vida, no tanto por mí como por mis hijas, para que valoren el estudio y no tengan que trabajar en una maquila.

Fuente: Canal Solidario