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Latinoamérica

Caricom, señal prometedora

Gerard Pierre-Charles
La Jornada

Los sectores democráticos de Haití saludamos, como una señal prometedora, el hecho de que la Comunidad de Naciones del Caribe (Caricom) empiece a asumir una actitud distinta a la que inicialmente había tomado frente a la crisis haitiana, y que dé muestras de estar dispuesta a tomar distancia del presidente Jean Bertrand Aristide, al hacer explícito su apoyo al derecho que tiene el pueblo haitiano de defender sus libertades.
Haití es miembro pleno de la Comunidad de Naciones del Caribe, íntimamente ligado por su historia, sus raíces étnicas y culturales con las naciones de esta región que siempre vio en nuestro país a un pionero valeroso, precursor en muchos sentidos, por lo cual ha tenido que pagar un precio muy alto.
Debido a estos antecedentes, la Caricom desarrolló por un tiempo una actitud complaciente frente a un personaje que se presentó como un demócrata, pero que utilizó de manera maquiavélica los instrumentos de la democracia para instituir un poder político personal y autoritario.
Finalmente los hechos se han impuesto y la Caricom tiene hoy una percepción mucho más clara de la lucha que los haitianos están librando contra la mentira; de la lucha perseverante de la Convergencia Democrática por explicar en los medios de prensa y en los órganos diplomáticos, en particular en la Organización de Estados Americanos, el sentido que tiene la evolución de las movilizaciones masivas de la población, acompañadas por la voluntad unitaria de la Plataforma Democrática, a la cabeza de este gran movimiento ciudadano. Hemos logrado romper el inmovilismo que se había impuesto por la fuerza de la violencia y el miedo. En este contexto se ha revelado el verdadero rostro de Aristide y la naturaleza antidemocrática de su gobierno.
Esta visión ha permitido iniciar una nueva faceta en las relaciones entre Caricom y nuestro país. La plataforma democrática se felicita por ello. A este cambio le concedemos gran importancia, no sólo de cara a la actual etapa de la lucha por un estado de derecho, sino también de cara a la construcción democrática y al desarrollo económico y social en un contexto regional.
Haití, como miembro de pleno derecho de esta institución, debe respetar la Carta de Caricom. De este principio parte el documento base sobre la crisis haitiana suscrito por los jefes de Estado del Caribe después del encuentro con la delegación de la Convergencia y el grupo de los 184, en Nassau. A partir de ese principio, la presencia de Caricom en la escena de Haití puede contribuir a la solución de la crisis, basada en responsabilidades: hacia un hermano mayor al que están unidos por lazos visibles e intangibles; hacia un país que debe poder asumir sus derechos, deberes y prerrogativas, mismos que no ha podido asumir debido a las graves implicaciones de la crisis, que afectan en el terreno de la cooperación económica, tecnológica, política y cultural. Responsabilidad, en fin, de cara a un país vecino desde donde se originan grandes flujos de emigrantes y boat people. Estos migrantes no sólo son portadores de problemas, sino que aportan una mano de obra creativa, generadora de riquezas y, con frecuencia, capacitada y dotada de habilidades.
Estas responsabilidades deben ser plenamente asumidas por todos. Confieren al interés manifestado por la Caricom al dossier haitiano un significado que, en general, los haitianos perciben con cierta prudencia, incluso suspicacia, pero que es de gran importancia -hay que subrayarlo- para los sectores democráticos de Haití.
Hoy en día, la Caricom podría estar llamada a ejercer un papel similar al que en su día desempeñó el Grupo Contadora (Costa Rica, México, Panamá y Colombia) para la solución de los conflictos armados de El Salvador, Nicaragua y Guatemala a finales de los años 80; una iniciativa regional que alentó a otros países (como las naciones escandinavas, Canadá y otras) a involucrarse en la gran empresa de pacificación para América Central y para el desarrollo económico y social de la zona. Si esta institución llega a comprender la profundidad de la crisis haitiana y el significado histórico del momento, en términos de nuestra voluntad de renovación del sistema político y social, Caricom podrá desempeñar un papel de gran importancia para el advenimiento de la paz, la democracia, la civilidad, el estado de derecho y la lucha contra el retraso político, la pobreza y por el desarrollo de Haití.
En todas nuestras conversaciones y acuerdos con los amigos de Caricom, nos hemos esforzado y nos seguiremos aplicando para que se comprenda -reconociendo el verdadero rostro del régimen- que una misión histórica como ésta sólo será posible sin la presencia en el poder de Haití de Jean Bertrand Aristide, quien, hoy por hoy, representa un obstáculo para el progreso.
* Gerard Pierre-Charles es Dirigente del Partido Organización del Pueblo en Lucha y miembro de la Plataforma Democrática.
fuente: La Jornada