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Latinoamérica

César Gaviria y Álvaro Uribe:
El diablo los cría y ellos se juntan

Lázaro Fuentes Girardot
lazarofuentesgirardot@yahoo.es

¡Qué componenda han armado al amparo de la noche y a espaldas del mundo ese par de siniestros personajes que, sin duda, pasarán a la historia de Colombia como dos de los más serviles ejecutores de las políticas del Imperio (neoliberalismo y guerra represiva contra la población)! Me refiero al actual Presidente Álvaro Uribe Vélez (AUV) y al ex-Presidente colombiano y actual Secretario General de la OEA, César Gaviria Trujillo (recuérdese cómo éste fue impuesto en ese cargo por los gringos, como pago por la entrega descarada que del país les hizo durante su mandato presidencial). Con la firma de un acuerdo entre la OEA y el Estado colombiano para "verificar" el "proceso de paz" con los escuadrones narcoparamilitares, Gaviria ha prestado a Uribe un gordo favor a nombre de la comunidad internacional, si es que así se puede llamar a ese organismo que con justa razón Fidel castro calificó de "ministerio de colonias yanquis".
Se justifican plenamente las protestas que en el ámbito nacional e internacional se han presentado por el acuerdo entre el gobierno nacional y los escuadrones de paramilitares, que pretende en lo fundamental legalizar estas bandas, convirtiendo a sus combatientes en "soldados campesinos" de las llamadas "milicias rurales", mientras sus jefes, responsables de crímenes horrendos, masacres y desplazamiento de millones de campesinos, podrían obrar como dirigentes políticos: estamos frente a una política de perdón y olvido que definitivamente institucionalizará la impunidad y eximirá al Estado, sus dueños y sus agentes de la responsabilidad que les asiste en la muerte de miles de colombianos. Este acuerdo conlleva igualmente la legalización de los dineros que el paramilitarismo ha acumulado a través del tráfico de drogas y la expropiación violenta de tierras a campesinos desplazados por la fuerza.
La pregunta que surge ante el acuerdo de "verificación" con la OEA es: ¿Qué se va a verificar en un acuerdo, que como bien lo dijo alguien, es más un monólogo que un diálogo, pues se trata de un acuerdo entre los mismos, absolutamente gratuito para los paramilitares? Ni siquiera un posible cese de hostilidades será necesario verificar, puesto que los paramilitares jamás se han enfrentado al régimen, que para aplicar el terrorismo de Estado ya cuenta con otras estructuras en el seno mismo de los cuerpos de seguridad o simplemente contrata los crímenes en el mercado sicarial que él mismo ha creado.
El propio Gaviria no pudo responder a la pregunta formulada por el diario El Tiempo, sobre lo que la OEA iba a verificar y, en cuanto a la verificación de un cese el fuego, se limitó a responder que eso era muy difícil. Se trata entonces de un respaldo que el secretario general de la OEA le da a Uribe, para tratar de dar visos de legitimidad a un proceso que ha recibido un rechazo general. El argumento esgrimido por Gaviria es que la famosa "Carta Democrática" de la OEA (aprobada el 11-09-2001, con el polvo de las torres gemelas aún flotando en el aire) no sólo permite sino sugiere una acción de ese tipo. Y no es para menos, cuando se sabe que la famosa Carta es un esperpento que facilita la injerencia del organismo y por tanto de los EEUU en los asuntos internos de los demás países.
Pero en el fondo tal gesto se explica por la identidad ideológica de los dos personajes y por sus compromisos con el paramilitarismo. Baste recordar que Gaviria, siendo Ministro de Gobierno, reconoció la existencia de más de 125 bandas paramilitares, así como sus vínculos con las Fuerzas Armadas; sin embargo, luego, como Presidente, nada hizo para combatirlas: al contrario, el suyo fue un periodo en el que se fortalecieron y le sirvieron como auxiliares en su política de guerra integral, desarrollada para destruir las oposiciones a su plan de apertura económica, léase neoliberalismo. Es decir que utilizó el mismo método que Uribe, a saber, la imposición de un plan económico mediante el garrote y la represión.
El otro elemento importante de la mencionada componenda está relacionado con la finalización dentro de seis meses del periodo de Gaviria como Secretario General de la OEA. Seguramente regresará al país a ponerse al frente de esa suma de añicos llamada Partido Liberal. Hoy Gaviria forma parte del Uribismo o Uribe es parte del Gavirismo, eso no está claro pero tampoco interesa: lo cierto es que ambos buscan hoy la continuidad de un modelo político autoritario y funcional para los intereses norteamericanos en la región, y nada de raro tiene que la famosa reelección presidencial que se pretende aprobar en el Congreso tenga como objetivo la reelección de Gaviria más que la del desgastado Uribe.
Éste ha puesto afanosamente a sus FFAA a mostrar supuestos resultados en el combate al paramilitarismo, inventando enfrentamientos y retenciones o efectivamente dando de baja algunos paramilitares que les son incómodos, o a la postre matando campesinos y haciéndolos pasar por paras, deteniendo algunos militares de bajo rango por vinculaciones con el paramilitarismo, etc. Es una vieja costumbre de los gobernantes colombianos, mostrar resultados donde no los hay y cuando los necesitan, pero la comunidad internacional no se dejará engañar, pues los informes sobre violaciones de derechos humanos, desplazamiento forzado e impunidad son muy claros en cuanto a sus responsables y, en las recientes visitas a Colombia, diversos funcionarios internacionales lo han podido constatar.
De tal manera, señor AUV, que el anzuelo que le tiró su amigo Gaviria no le servirá de mucho, porque así como no se puede tapar el sol con la mano, tampoco se puede esconder la verdadera naturaleza de sus protegidos de las AUC: escuadrones de la muerte, financiados con el narcotráfico y al servicio del terrorismo de Estado.
Por esta política de contubernio con los paramilitares y por la criminal insensibilidad frente a un acuerdo humanitario que ponga fin al sufrimiento de un buen número de colombianos, algún día Uribe tendrá que responder ante su pueblo. Por ahora tendrá que hacerlo ante la comunidad internacional en su próximo viaje a Europa, donde su presencia ha generado el rechazo de un buen número de parlamentarios europeos que consideran no grata la presencia de un personaje de su calaña.