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Latinoamérica

LA COB SE ENFRENTA AL PARLAMENTO

Grover Cardozo Alcalá

El clima de civilizada convivencia que está viviendo el país nuevamente está a punto de ser interrumpido por las irreflexivas declaraciones del pendenciero comandante Jaime Solares y la metida de pata de un grupo de parlamentarios liderizados por Hormando Vaca Diez.

Que los parlamentarios trabajan poco y con escasa eficiencia es cierto. Todos lo sabemos y lo comprobamos en el día a día, pero frente a eso cualquier generalización sea de derecha o izquierda no es más que una pose totalitaria y autoritaria que no cabe en un estado democrático.
En el Parlamento boliviano desde luego que entre los 157 honorables cuando menos 100 son unos vagos y están ahí o por megalomanos de la gran siete o porque necesitan cuidar negocios de determinados grupos de interés. Pero echar a todos al tiesto, es una bravuconada absolutista de alguien que no se puede reclamar ni marxista ni revolucionario.
Es necesario examinar y medir el rendimiento de los parlamentarios. Quienes no aportan con desprendimiento y sacrificio al estado democrático no tienen porque seguir ocupando ni medio curul. Sean de terno o poncho, deben dejar el mandato a otros para cualificar y enaltecer al primer poder del Estado. Por eso se hace necesario aprobar en las próximas reformas constitucionales la revocatoria del mandato de parlamentarios que no trabajen bien en el primer año de gestión.
Cuando Solares propone altanero y alevoso cerrar el Parlamento está planteando curar al enfermo matándolo, haciéndose eco de remedios absurdos como aquel que indica que 'lo mejor para cuidar la vista es no leer'.
El estado democrático que hoy tenemos los bolivianos tiene que mejorar, evidentemente, pero no tenemos que cerrar la democracia para lograr ese objetivo. Al Estado democrático imperfecto hay que reformarlo y componerlo hasta que alcance un perfil aceptable desde el punto de vista de las necesidades de la mayoría de bolivianos.
La COB durante los últimos quince años fue terriblemente inútil como organización representativa de los intereses de los trabajadores. Fue así porque en lo años 80 también habían dirigentes radicales que perdiendo la perspectiva creyeron que el enemigo era Silez y no la derecha que acechaba a Silez. Después de esa crisis la derecha tomó el poder y arrinconado el movimiento sindical no faltaron liberales y fascistas que plantearon su desaparición, indicando que sólo servía para promover el caos.
Esas poses fascistas nunca fueron compartidas por el grueso de los bolivianos porque la COB es necesaria para la democracia. Necesaria porque alguien tiene que levantar la voz para hacer respetar los derechos de los trabajadores. La COB mejoró en estos últimos años y ya está sirviendo a los propósitos para los cuales fue creada. Entonces parecido método necesita la democracia y cualquier dislate expresado por algún ciudadano -así sea trabajador- debe ser respondido con la sensatez que el caso aconseja.
En este orden de cosas la decisión congresal de irse de La Paz a otro distrito también es una torpeza de la mayoría parlamentaria. Ahora resulta que los parlamentarios no son sólo corruptos y flojos, sino también cobardes. Cobardes porque nunca debieran dar lugar a una amenaza como la de Solares y si alguna respuesta tienen que dar a ese tipo de paradas es asumir la autocrítica para corregir con sentido de urgencia los errores cometidos.
Cuando los diputados elige el camino del repliegue lo hacen con un cálculo que es enfrentar a los paceños con la COB. De manera coyuntural se consigue ese objetivo, pero ellos como parlamentarios se deslegitiman aún más así mismos. Mal o bien representan la soberanía popular y como todo ente revestido de soberanía debieran tener la decisión de defender el sitial que les asignó la sociedad, con la misma entereza y diligencia con la cual buscan el voto en cada elección.
Los signos de intolerancia y radicalidad fascistoide que a veces pretenden justificar la práctica revolucionaria, sencillamente no son actitudes revolucionarias.
Que el Parlamento esté funcionando mal y que dentro de él Filemón Escobar siga con altanerías de sesentón que todavía puede puñetear, no justifica que la democracia deba ser aniquilada.
Ni la COB puede ser una entidad que incuba la intolerancia, ni el Congreso la otra entidad que es tolerante como casa de tolerancia que permite pluses, gastos reservados y coimas. Ni o uno ni lo otro. Con responsabilidad histórica se deben buscar los caminos que de verdad permitirán avanzar hacia una sociedad con equidad y respeto.
El Parlamento puede funcionar en La Paz, Sucre o Achacachi y no importa en realidad el lugar donde esté, sino las cualidades y la legitimidad que a esa entidad le asignan sus componentes.