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Latinoamérica

En memoria de Pedro Jaime Mosquera

Diez minutos de plática con el dirigente campesino, vicepresidente de ACA, asesinado por el régimen colombiano. En su memoria, escribe Olafo Montalbán esta crónica de su encuentro con Pedro en Europa hace dos años.

Olafo Montalbán
ANNCOL

Lo conocí en el primer Foro Social Europeo que se realizó en Florencia, Italia. Fue en el otoño del 2.002, y la histórica ciudad renacentista anonadada por la masiva asistencia de gentes de todo el mundo para deliberar y discutir sobre las alternativas a la globalización capitalista que recorre el globo como un fantasma, coquetamente nos enrostraba su alborotado y singular pasado, su belleza y tesoros, balcones medievales y plazas inolvidables, cuna de grandes maestros del Renacimiento.
La febril e intensa actividad de aquel Foro, discusiones, conferencias sobre el cómo y el por qué construir otro mundo posible, alternativo a la globalización excluyente del capitalismo, a penas nos daba tiempo para encontrar gentes de todos lados, mentes, voces y energías nuevas comprometidas con la búsqueda de nuevas alternativas, de nuevas utopías.
Entre esas voces que asistieron al Foro estaba la de Pedro Jaime Mosquera, dirigente campesino y vicepresidente de la Asociación Campesina de Arauca, filial de FENSUAGRO. Pedro trajo al Foro la voz de los campesinos del Arauca, su propia odisea, persecución y represión policial a la que estaba sometido: detenido 17 veces por el ejército y el DAS durante los meses de Septiembre octubre. Nos habló de las experiencias de resistencia y lucha del pueblo araucano por el derecho a la tierra, al pan, al trabajo, la dignidad y por la libertad.
Después de su intervención en el Foro en aquella atestada sala donde había estado sentado al lado de Pascual Serrano y Lucho Garzón y donde confluían viejas y nuevas generaciones de activistas antiglobalización, antiimperialistas, militantes, y no, de todas las tendencias políticas, me acerqué a Pedro. Le hice un par de preguntas e iniciamos una conversación que duró diez fugaces minutos.
Solo diez preciosas minutos de su comprometida vida. Seguidamente le entregué un documento que había escrito. Era sobre el gobierno de Álvaro Uribe y su llamada "seguridad democrática". Aquel encuentro con Pedro tardó solo diez minutos, vitales, fugaces de su inquebrantable voluntad y compromiso militante por los Derechos Humanos, la justicia, la libertad y dignidad de la lucha campesina.
"Eso de la 'seguridad democrática', empezó diciéndome en su lenguaje directo y fraternal, lo vivimos nosotros en carne propia. Salimos de Arauca para participar en este Foro, evadiendo la represión, los controles y retenes del ejército y los paramilitares que patrullan y actúan juntos. Arriesgamos la vida para salir de allí. He sido arrestado 17 veces entre Septiembre y Octubre. Y ahora no sabemos cómo vamos a entrar a nuestras comunidades campesinas y pueblos, no sabemos lo que vaya a pasar con nosotros los que salimos de las llamadas zonas de 'consolidación y rehabilitación', como las llama Álvaro Uribe", contaba Pedro.
Frunció la frente y movió pausadamente las manos mientras hablaba. No le noté ninguna prisa en aquellos escasos diez minutos que hablamos. Luego le pregunté sobre su experiencia como dirigente campesino.
Después me narró casos de persecución y represión a la que esta sometida a diario la comunidad campesina del Arauca, los miembros de ACA, los dirigentes asesinados, las masacres, etc. Terminó recordándome, y también agradeciéndonos, la importancia de continuar la solidaridad y la denuncia.
Antes de marcharse, me prometió leer el documento que le di donde hablaba de lo que el vivía en carne propia.
El paisaje verde intenso roto por los esporádicos amarillos pálidos y marrones otoñales de los árboles que se asoman entre la bella monotonía verde que comprende el recorrido entre Bilbao y Vitoria, en Euskadi, me sirvieron de trasfondo para escribir sobre ti, compañero Pedro Jaime Mosquera.
Ese paisaje de valles profundos, pequeños bosques y grandes cadenas montañosas al fondo, las inmensas bolsas de pasto segado envueltas en plásticos negros me trajo el recuerdo de aquel encuentro contigo en Florencia. Me recordó la escena de nuestra conversación de tan solo diez intensos, fugaces minutos de tu joven vida segada por las balas de un régimen que ni verde ni marrón: solo negro como el túnel de la muerte al que te ha lanzado hoy a ti.
Después del Foro de Florencia, nos confirmaste que habías podido entrar a Colombia, que habías podido saltar los obstáculos de los retenes, de las patrullas de asesinos que deambulan por todos lados y que habías podido regresar a la comunidad campesina donde pertenecías.
Pero las dificultades continuaron. Hace solo unos meses te detuvieron, encarcelaron y te acusaron de "concierto para delinquir, rebelión y terrorismo", de lo que se acusa a todo disidente y luchador social, sindical y campesino en Colombia. Pero de ese "obstáculo" también saliste, te tuvieron que dejar libre. Partiste como refugiado a Venezuela.
El pasado 6 de Octubre, tu cuerpo inerme y torturado yacía tirado al lado de un camino, el mismo que tantas veces recorriste. Era, Pedro, como si el Terrorismo de Estado en su versión de política de "seguridad democrática" del que me hablaste un día otoñal en Florencia, lo hubieras vivido esta vez en carne propia pero para siempre.
Como si se te hubiera quedado pegado a tu vida y la hubiera arrebatado, arrojándola al túnel oscuro de la muerte. Del túnel de la muerte nadie se salvará Pedro, lo sabemos. Pero a ese túnel de la muerte en que quieren convertir a Colombia este régimen oscuro, no llegaste tu por tu propia voluntad. A ese túnel de la muerte te lanzaron brutalmente una política de estado que sigue segando vidas jóvenes y comprometidas con otro mundo posible y diferente como la tuya.
A ese túnel de la muerte vienen lanzando vidas por miles desde tiempos históricos en nuestro país, el continente, las balas de un régimen, una clase y un estado que aun no le tiemblan sus ensangrentadas manos.