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Internacional


BUSH, EL BUEN AMIGO DE LAS CORPORACIONES (IV)

Por: Iván Salgado*

Por ejemplo, Philip Morris, la empresa líder mundial, en el 2000, subió sus utilidades ¡91%!, y fue la más cotizada en Wall Street. Así mismo, R.J. Reynolds y British Tobacco, fueron las otras dos compañías líderes que también vieron ascender sus ganancias.

En general, las tabacaleras obtuvieron en ese año $10600 millones de dólares en utilidades. Los precios de sus cigarros no sólo no han bajado, sino que han subido bastante y por eso tienen grandes ganancias. Por ejemplo, un paquete de Marlboros cuesta en EU $3.15, de los cuales $1.40 dólares es la utilidad neta para el fabricante Philip Morris, es decir, un 44% de ganancia, muy por encima del 10% en promedio que obtienen el resto de las industrias (la industria automotriz obtiene en promedio cinco por ciento, por citar un caso). Es decir, el mercado de fumadores ha aumentado muy gratamente para esas empresas. Así, esa 'jugosa' situación ha ocasionado que, también, las firmas dedicadas a la producción de cigarros (y con éstos, sus letales consecuencias) hayan aumentado, de 10 que había hace unos años, a 90 en la actualidad. Sobre todo, estas nuevas compañías se especializan en la fabricación de cigarros baratos, aprovechando que no todos los fumadores pueden acceder a los caros. Pero, independientemente de cigarros caros o baratos, llama la atención cómo las tabacaleras han arreglado las cosas a su favor, a pesar de la decisión judicial del 2000 y, además, están a punto de disminuir las multas que en su contra se impusieron. Incluso, ni el incremento de precios, en ese entonces, de alrededor del 60%, las afectó, pues los cigarros siguen siendo un excelente negocio: en todo el mundo, los fumadores han aumentado y ahora montan alrededor de ¡1200 millones de personas!, o sea, ¡una cuarta parte de la humanidad fuma! (aparte de los cuatro millones que mueren cada año, consideremos toda la contaminación que esos 1200 millones de fumadores producen por los cigarros que cada uno fuma diariamente). Claro, ese hábito se ha favorecido por la publicidad que esas empresas manejan, en el sentido de que el fumar se presenta como un símbolo de status social, de prestigio, de occidentalización, de una exclusiva forma de ser ('Bienvenidos al exclusivo mundo Marlboro'), y por eso, desde la adolescencia, muchos comienzan a fumar, para pertenecer a esa 'exclusiva clase' que brinda el fumar. Así, a pesar de los supuestos obstáculos que el gobierno les puso a las tabacaleras, hoy día están más fuertes que nunca y siguen fortaleciéndose. Eso fue cuando el gobierno era, en apariencia, su enemigo, pero ahora, con Bush, todo cambió. El actual procurador general, el señor John Ashcroft (el que se ha opuesto a nominaciones de negros para jueces o de homosexuales para cargos públicos), en su momento, siendo entonces senador, se opuso a la resolución de Clinton y, actualmente, busca favorecer y disminuir las penas contra las tabacaleras, es decir, se ve claramente la estrecha asociación entre corporaciones y gobierno para defender los intereses de aquéllas, sobre todo, en estos tiempos tan difíciles de crisis, pues de lo que menos se trata, es de afectarles sus ganancias.

Además, también se echaron atrás los intentos de la anterior administración de aumentar considerablemente los impuestos a los cigarros para que fueran muy caros y se desalentara su consumo. Por si esto fuera poco, para evitar regulaciones más severas contra el tabaco, así como futuras demandas, Philip Morris está buscando que el cigarro ya no sea un artículo tan controlado por parte de la FDA (La Food and Drugs Administration, es decir, la agencia gubernamental que controla todo lo relacionado con los alimentos y la salud y que ha considerado hasta ahora el cigarro como una droga), con lo que sus responsabilidades se limitarían muchísimo, sobre todo, las relacionadas con la salud. Así, si esto se logra, el gobierno y los demandantes serán despojados de argumentos fuertes en el futuro para acusar a las tabacaleras de daños a la salud. Pero, por otro lado, los estados que las demandaron por daños a la salud, aunque esto parezca broma, están tratando de mantener saludables a las tabacaleras para que éstas les paguen el dinero prometido (o menos, si las tabacaleras logran disminuir las sanciones) en 1998, así de absurdo. Es decir, esos estados esperan que las tabacaleras tengan buenas ganancias, aunque ello implique que haya más fumadores, más enfermos, más muertes, que a la larga les salga más caro que lo que van a obtener por las demandas.

Es evidente, pues, la falta de ética, de comportamiento moral, del propio gobierno, con tal de que las jugosas ganancias de las tabacaleras lleguen a los bolsillos de los funcionarios encargados, supuestamente, de proteger el interés público por encima del empresarial. Es como si demandáramos al dueño de una tlapalería por vender solvente a menores y que lo obligáramos a pagar una multa para curar a los inhaladores de ese solvente, pero, para que pudiera pagarnos, le permitiéramos seguir vendiendo solvente, incluso, a más menores, en mayores cantidades que antes, para que nos pagara más rápido. Para cuando nos liquidara la multa, habría más enfermos y nos saldría mucho más caro curarlos que el dinero que obtuvimos por la demanda. Así, más o menos, es lo que está haciendo el gobierno en EU. Pero, además, se están obstaculizando las demandas pendientes. Todavía hay 1500 en los juzgados en ese país y las que se han ganado, se están apelando, como en California, en donde Philip Morris busca cambiar el veredicto de tres juicios que se ganaron en su contra. Sin embargo, aunque los afectados hayan triunfado, aún falta que realmente se les pague. Por ejemplo, hay un caso de un demandante que, después de ¡40 años ganó un juicio, pero es el día en que no se le ha dado un solo centavo! Incluso, para que se vea el gran poder del Big Tobacco, acciones judiciales a nivel de países, como una de Ecuador, y otras de Nicaragua, de Guatemala y de Ucrania, demandando a las tabacaleras por daños a la salud, han sido descalificadas por jueces estadounidenses.

También, la demanda de una ex sobrecargo, por daños a la salud, debido al efecto del llamado second hand smoker (es decir, el fumador de segunda mano, aquél que no tiene el hábito, pero que es obligado por las circunstancias a aspirar el cigarrillo de los fumadores), fue rechazada por otro juez, lo que sienta un precedente negativo para otras 3200 aeromozas, quienes están demandando por lo mismo, de acuerdo con un arreglo por $320 millones de dólares al que se había llegado. En el estado de Florida, se había llegado a una sanción de $145,000 millones de dólares en daños punitivos contra las tabacaleras, pero los analistas predicen que la resolución se revisará y se revocará. Ese estado es de los que ya están tratando muy bien al Big Tobacco, pues espera que éste le pague los $11000 millones de dólares prometidos en el 2000, así que está procurando afectarlo lo menos posible con molestas demandas de quejosos incomprensibles, de que si no dejan hacer sus buenos negocios a las tabacaleras, éstas no podrán pagar el dinero que prometieron. Tanta confianza ha puesto el estado en los fabricantes de cigarros que, incluso, ya les compró acciones con el dinero de los fondos mutualistas para que aquellos les den buenas ganancias como pago de intereses.


* Iván Salgado es catedrático de la UNAM (Universidad Autónoma de México).