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Internacional

26 de febrero del 2004

Bush y EE.UU. gay
La política de la duplicidad

Mike Whitney
CounterPunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

El cinismo llegó hasta las rodillas ayer en la Casa Blanca cuando el presidente sacó otra diversión conveniente de su bolsa de trucos políticos. El maltrato de gays ha sido siempre un tema familiar de los conservadores y Bush no es excepción. Simulando rectitud moral, la emprendió contra los "jueces activistas" del tribunal de Massachusetts que confirmó la cláusula de igualdad de protección en cuanto al matrimonio gay. Sorprendentemente, no hubo mención alguna de los "jueces activistas" que suspendieron el recuento de votos en Florida durante la elección de 2000 y "nombraron" a George W. a la presidencia.

También dirigió su crítica a los matrimonios "ilegales" de parejas del mismo sexo en San Francisco. Sin embargo, no perdió ni una palabra sobre la "ilegal" invasión de una nación indefensa o sobre las 10.000 vidas inocentes que costó el conflicto.

El compromiso de Mr. Bush con el "estado de derecho" debe ser algo bastante reciente. Podemos estar seguros de que los 650 ocupantes del campo de prisión en Guantánamo se pondrán eufóricos cuando sepan de su repentina conversión. Podría significar que recibirán los más elementales derechos procesales que asociamos con la justicia estadounidense. Tal vez incluso pueda significar que podamos abrir los casos de los 1.100 musulmanes ilegalmente detenidos después del 11-S y decidir una compensación adecuada por su persecución.

La realidad es, por cierto, que es probable que nada de esto ocurra. Bush y su adlátere, Karl Rove, han estado viendo como se hunden sus índices de popularidad y han decidido lanzarse a las "guerras culturales". Los sondeos hacen que los matrimonios del mismo sexo sean una empresa segura, ya que dos tercios del público de EE.UU. se oponen enérgicamente. Bush sabe que puede poner a la defensiva a los demócratas tomando el púlpito del matón y alejando al país del camino a la perdición.

Tenemos que preservar "la más duradera institución humana", aboga el presidente, sabiendo que el tema sólo llevará a dividir aún más el país.

"Nuestra nación debe promulgar una enmienda constitucional para proteger el matrimonio en EE.UU." desviando así la atención en el interior de dos aventuras fracasadas y de una economía que navega hacia el arrecife.

Es el tipo de situación en la que Bush brilla verdaderamente: una parte de vaquero campechano, otra de profeta iracundo. La gente que lo llevó al poder adora esta actuación: el moralismo, la ira, el número de "Dios viene y, ¡vaya! que está furioso". Los demás nos quedamos sentados sobre nuestras manos, maravillándonos ante este fraude sin igual.

¿Y la enmienda? ¿Por qué no? Es algo refrescante que se codifique francamente la discriminación en lugar de sólo practicarla.

25 de febrero de 2004
El correo de Mike Whitney es: fergiewhitney@msn.com