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Internacional

3 de febrero del 2004

La Revolución Neoconservadora
La estrategia de la guerra permanente o la cruzada imperial de Israel y Estados Unidos

William R. Polk
Los ideólogos y dirigentes neocon

Paul Wolfowitz. Nacido en Nueva York en 1943 de padres judíos polacos en 1972 para una primera temporada en el Pentágono Administración de Reagan Con la llegada de Bill Clinton a la presidencia, Wolfowitz se unió al éxodo republicano. puesto de decano de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS) adjunto del menos radical y más integrado en el "establishment", Donald Rumsfeld, sobre quien se esperaba que su influencia fuera grande. Mientras en el Gobierno de Bush todos los demás se centraban en la supuesta búsqueda de armas de destrucción masiva, tiranía de Saddam o la acusación -que ya se sabía que era falsa- de que Saddam apoyaba el terrorismo. Por el contrario, se centró en la cuestión estratégica clave, el petróleo.

Su amigo y colega Richard Perle fue nombrado presidente de la influyente Junta de Política de Defensa del Pentágono. Perle se mantuvo con un pie en el mundo de los negocios. Perle había actuado como "lobbista" en favor de los fabricantes de armas israelíes y sigue actuando como asesor para empresas privadas que tienen tratos con el gobierno federal; también pertenece al consejo de redacción del periódico israelí "The Jerusalem Post". Sionista ferviente y amigo personal del primer ministro israelí, Ariel Sharon, Perle es también miembro del consejo de redacción de "The Jerusalem Post", "investigador residente" del Instituto Empresarial Americano. Como Wolfowitz, Perle fue un protegido de Albert Wohlstetter, con quien trabajó durante la década de 1960 en la RAND Corporation, un organismo financiado por el Pentágono. Durante el gobierno de Reagan, Perle se trasladó desde el Capitolio hasta el Pentágono. En seguida se formó ahí una reputación de beligerante "halcón": en las últimas etapas de la guerra fría fue apodado "el Príncipe de las Tinieblas". Entonces se vio envuelto en su primer conflicto de intereses, una pauta que marcaría su carrera. En ese primer roce con la ley en 1983, supuestamente concertó un contrato de armas por el cual recibió una comisión de un fabricante de armas israelí. Además, fue sospechoso (aunque nunca se vio acusado de modo formal) de pasar documentos clasificados a agentes israelíes. Un colaborador, cuyo nombramiento había él dispuesto, fue acusado por un gran jurado de espionaje.

Tradicionalmente, en el sistema político estadounidense el vicepresidente casi no desempeñaba papel alguno. Sin embargo, en el Gobierno de Bush, el vicepresidente Cheney es en la práctica el copresidente. Durante el periodo de transición desde la presidencia anterior se encargó de nombrar a casi todos los neoconservadores; luego, una vez en sus cargos, se dedicó a promover activamente sus programas.

Douglas Feith, subsecretario adjunto, es el tercer funcionario en importancia del Departamento de Defensa. Como otros miembros de la camarilla, se le conocen estrechas relaciones con la "derecha dura" israelí y, antes de su nombramiento, trabajó como asesor del entonces primer ministro Binyamin Netanyahu.

A sus órdenes se encuentra Stephen Cambone, subsecretario de Defensa para Asuntos de Inteligencia, quien se destacó en la campaña para atacar Iraq.

A las órdenes de Cambone se encuentra uno de los neoconservadores más importantes pero menos conocidos, Abram Shulsky. Ante las dudas acerca del éxito de la presión ejercida por el vicepresidente Cheney sobre la CIA, Shulsky recibió el encargo de crear un nuevo organismo, la Oficina de Planes Especiales, orientada esencialmente a sustituir todo el sistema de los servicios de inteligencia estadounidenses.

En el Departamento de Estado, el neoconservador John R. Bolton fue nombrado subsecretario, según los mentideros de Washington, para neutralizar al secretario de Estado, el general Colin Powell, y para silenciar el organismo de valoraciones del departamento, la Oficina de Inteligencia e Investigación.

Bolton nombró como principal asesor a otro neoconservador, David Wurmser, que había sido durante un tiempo asesor del primer ministro israelí Netanyahu. La esposa de Wurmser, Meyrav, que es ciudadana israelí, fue cofundadora (junto con el coronel Yigal Carmon, antiguo miembro de los servicios de inteligencia israelíes) del Instituto de Investigación Mediática de Oriente Medio (Memri), que ha actuado en Estados Unidos como conducto propagandístico de la derecha israelí.

Mientras tanto, en la Casa Blanca, Elliot Abrams fue puesto al frente de Oriente Medio en el Consejo de Seguridad Nacional. Más conocido por su papel en el asunto Irán-contra, una de las campañas más vergonzosas de la historia estadounidense reciente, Abrams fue acusado en 1991 de dos cargos de ocultación de información al Congreso; se declaró culpable, resultó condenado y luego indultado por el primer presidente Bush. Abrams también ha actuado de vínculo entre los neoconservadores y los fundamentalistas cristianos del sur, que apoyan su política hacia Israel.

En el sistema político estadounidense, las "alturas del poder" también existen fuera del Gobierno en los negocios, la comunidad universitaria y los "laboratorios de ideas" ideológicamente receptivos.

Uno de los más importantes de estos a veces funcionarios y a veces publicistas ha sido James Woolsey, antiguo director de la CIA.

Otros, como William Kristol, director de la influyente revista neoconservadora "The Weekly Standard", son activos partidarios en el mundo de la prensa.

La ideología y las fuentes de inspiración neocon

Los neoconservadores alcanzaron el poder con tanta rapidez, casi de la noche a la mañana, tras los atentados del 11 de septiembre del 2001, que eran prácticamente desconocidos.

Los datos muestran cuatro fuentes de inspiración. En primer lugar, muchos estuvieron influenciados en su juventud por el movimiento trotskista. Al crecer, saltaron al otro lado del espectro político desde la izquierda radical hasta la derecha radical. En el salto, no abandonaron el compromiso con uno de los principios rectores de León Trotsky, a saber, que la política mundial debía moldearse y controlarse mediante la "revolución permanente". Los neoconservadores estadounidenses adaptaron la revolución permanente de Trotsky a su ideología radicalmente derechista bajo la forma de "guerra permanente".

La segunda influencia de los neoconservadores procedió de la obra de un profesor de ciencias políticas poco conocido de la Universidad de Chicago, donde estudiaron Wolfowitz y Jalilzad. Leo Strauss, un exiliado alemán, entusiasmó (y halagó) a sus protegidos con la creencia de que había descubierto en la filosofía griega significados secretos que sólo podía comprender una pequeña elite: ellos (2). También justificó "el derecho natural del más fuerte", utilizado más tarde por los neoconservadores para justificar el derecho de Estados Unidos a reprimir a cualquier Estado que pudiera constituir un desafío. Esto es, la guerra preventiva. Esta conclusión fue avanzada por Albert Wohlstetter, estratega neoconservador de la guerra fría de la Universidad de Chicago y la Rand Corporation. A Wohlstetter, resuelto partidario de la amenaza de la fuerza, se le atribuye haber acuñado la escalofriante expresión "el delicado equilibrio del terror" para referirse a su tipo de política exterior.

Además del compromiso con la guerra permanente y la creencia de constituir una pequeña elite esotérica que dirigía una política de fuerza unilateral, los neoconservadores están motivados por una afinidad con Israel que raya en el patriotismo. Y no sólo con Israel o con el movimiento sionista en general, sino que se identifican con la extrema derecha del movimiento sionista. En ello, su fuente de inspiración ha sido el dirigente sionista radical Zeev (Vladimir) Jabotinski, quien en la década de 1930 defendió el empleo de un "sionismo muscular" para conquistar a cualquier precio todo Eretz Israel. Retomado por el partido Likud, el movimiento israelí de extrema derecha que creció de las organizaciones terroristas Irgun y Stern, el sionismo muscular se encuentra hoy personificado por Ariel Sharon. Es con él y sus ideas con lo que se identifican los neoconservadores estadounidenses.

Los principales grupos y redes neocon

El mayor grupo es el Instituto Empresarial Americano (AEI) de Washington. El Instituto para Políticas de Oriente Próximo de Washington (Winep) es algo más pequeño. importante lobby proisraelí Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí (Aipac). El Instituto Judío para Asuntos de la Seguridad Nacional (Jinsa). Prácticamente fusionado con otro grupo, el Centro para la Política de Seguridad (CSP). El Instituto Hudson fue fundado en 1961 por Herman Kahn, que era por entonces un destacado partidario de la guerra nuclear contra la Unión Soviética. El Foro de Oriente Medio, el grupo más pequeño, es también el más estridente. Campus Watch. Instituto de Investigación Mediática de Oriente Medio (Memri). El Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense (PNAC).

Gracias al apoyo de esta diversidad de organizaciones y con estrechos lazos ideológicos, por vínculos de amistad e incluso matrimoniales, los neoconservadores han hecho uso de las oportunidades proporcionadas por los atentados del 11-S para conseguir lo que el antiguo subsecretario de Estado David Newsom ha etiquetado como un "un golpe de Estado en gran medida pacífico". se ha "creado una atmósfera de intimidación sobre la base del patriotismo con el objetivo de acallar las críticas y las opiniones contrarias".

Bajo la protección del vicepresidente Dick Cheney y el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, los neoconservadores constituyen hoy una poderosa red que se extiende por la Administración estadounidense y está apoyada por una aún más compleja red de "laboratorios de ideas" de Washington y aledaños. Con su comportamiento que los asemeja a un gobierno dentro del gobierno.

¿Qué pretenden conseguir los neoconservadores?

Ellos mismos han respondido en parte a esta pregunta no sólo con las acciones propugnadas recientemente en el Gobierno de Bush, sino también en la secuencia de artículos sobre política escritos a lo largo de los últimos quince años. Reunidos por Joseph Cirincione para la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, dichos artículos describen con todo lujo de detalles el plan para la guerra contra Iraq y planes para emprender guerras futuras.

Los principales documentos son los siguientes: (1)

1) En 1992, furioso por la decisión del primer presidente Bush de detener la primera guerra del Golfo, Paul Wolfowitz, entonces subsecretario de Defensa para Políticas, supervisó la redacción del documento "Guía para la política de defensa". Los objetivos que se marcaban eran garantizar el acceso al petróleo del golfo Pérsico, impedir la proliferación de armas de destrucción masiva y combatir las amenazas del terrorismo. El documento abogaba por ataques preventivos contra rivales reales o posibles -es decir, cualquier país que pudiera desafiar la supremacía estadounidense- y por la actuación de Estados Unidos en solitario si "no podía orquestarse una acción colectiva".

La extremada política propugnada por el documento escandalizó tanto a los colegas de Wolfowitz que alguien lo filtró a "The New York Times". Presa de la incomodidad, el Gobierno se echó para atrás. Sin embargo, se trató sólo de una retirada temporal. Hoy, las ideas básicas se han incorporado a la estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos hecha pública en septiembre del 2002.

2) En su libro "Saddam Hussein's unfinished war against America", la neoconservadora Laurie Mylroie popularizó la acusación neoconservadora de que Iraq perpetró el atentado contra el World Trade Center en 1993. Richard Perle apoyó la acusación y dijo del libro que era "espléndido y del todo convincente". Aunque no hay prueba alguna que sustente dicha acusación, fue el principio de una campaña concertada para llevar a cabo un ataque contra Iraq.

3) En 1996, Richard Perle, Douglas Feith y David Wurmser escribieron conjuntamente un documento para el recién elegido Gobierno del Likud en Israel abogando por una "ruptura radical" respecto a las políticas de negociación con los palestinos y de evacuación de los territorios ocupados. Instaron a que Israel atacara preventivamente más allá de sus fronteras con el fin de debilitar el Gobierno de Siria y derrocar a Saddam Hussein.

4) En 1998, 18 neoconservadores, incluidos Elliot Abrams, Richard Armitage, John Bolton, Paula Dobriansky, Zalmay Jalilzad, Richard Perle y Paul Wolfowitz -muchos de los cuales se convertieron luego en funcionarios clave del Gobierno del segundo Bush-, a los que se sumó también Donald Rumsfeld, escribieron al presidente Clinton apremiándolo a provocar la caída de Saddam.

5) En el año 2000, el proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense, organizado por William Kristol y Robert Kagan, realizó beligerantes recomendaciones que también han sido incorporadas a la estrategia de seguridad nacional.

6) Inmediatamente después de los atentados del 11-S, Paul Wolfowitz y otros funcionarios neoconservadores instaron al presidente Bush a que atacara Iraq y lo ayudaron a encargar al Estado Mayor de las fuerzas armadas la planificación de esa campaña.

El 3 de abril del 2002, los neoconservadores que todavía no estaban en el Gobierno escribieron al presidente Bush diciendo: "Usted ha declarado la guerra al terrorismo internacional, señor presidente. Israel está luchando en la misma guerra... La victoria de Israel es una parte importante de nuestra victoria". Lo exhortaban a un apoyo incondicional de la represión de los palestinos por parte de Ariel Sharon y a un ataque inmediato contra Iraq.

Control social del enemigo: el antisemitismo

Si bien los asuntos exteriores eran el centro principal de sus actividades, el plan de los neoconservadores tenía también un componente nacional. Su propósito inicial ha sido silenciar a los críticos acusándolos de falta de patriotismo. Sin embargo, está surgiendo un conjunto de objetivos más complejo. En la campaña nacional, el papel principal ha sido interpretado por el director del Foro de Oriente Medio, Daniel Pipes, quien antes de ser nombrado por el presidente Bush para el Instituto de la Paz de Estados Unidos creó una iniciativa llamada Campus Watch (Observatorio Universitario). Mediante una intensa campaña realizada sobre todo por internet, Campus Watch alentó a profesores y estudiantes universitarios a que informaran sobre las afirmaciones, enseñanzas y acciones políticas de los 1.400 profesores y los varios miles de estudiantes del ámbito de los estudios sobre Oriente Medio en las universidades estadounidenses de modo que fuera posible elaborar informes sobre ellos(2).

Tras ser señalada como blanco de los ataques de Campus Watch, Glenda Gilmore, catedrática de Historia en la Universidad de Yale, dijo: "Conozco porque he sido tachada de traidora. Escribí un artículo para 'The Yale Daily News' y recibí amenazas de violación y muerte. El proyecto de ley, que aún no ha sido aprobado por el Senado, crearía una junta de gobierno para vigilar la enseñanza en los centros académicos receptores de financiación federal. El senador Santorum ha redactado un proyecto de ley con un nombre que sólo podría haber imaginado George Orwell, "Diversidad ideológica", y que recortará la financiación federal a miles de facultades y universidades que permitan a profesores, estudiantes y organizaciones estudiantiles criticar las políticas israelíes (5). El colega republicano de Santorum por Kansas, el senador Brownback, desea ir aún más lejos: es partidario de lo que supondría una fuerza de policía ideológica, una comisión federal encargada de investigar lo que denomina holgadamente "antisemitismo". El senador Santorum ha redactado un proyecto de ley con un nombre que sólo podría haber imaginado George Orwell, "Diversidad ideológica", y que recortará la financiación federal a miles de facultades y universidades que permitan a profesores, estudiantes y organizaciones estudiantiles criticar las políticas israelíes (5). El colega republicano de Santorum por Kansas, el senador Brownback, desea ir aún más lejos: es partidario de lo que supondría una fuerza de policía ideológica, una comisión federal encargada de investigar lo que denomina holgadamente "antisemitismo". El colega republicano de Santorum por Kansas, el senador Brownback, desea ir aún más lejos: es partidario de lo que supondría una fuerza de policía ideológica, una comisión federal encargada de investigar lo que denomina holgadamente "antisemitismo". sería absurdo acusar de antisemitismo a los muchos israelíes que critican con fuerza el Gobierno de Ariel Sharon. Ahora bien, en la política estadounidense, la acusación de antisemitismo es grave y difícil de refutar.

Paradójicamente, el antisemitismo sí que ha sido un rasgo del neoconservadurismo. Tan hostil es Pipes ante los árabes (que, por supuesto, son también semitas) que es famosa su condena de "la masiva inmigración de pueblos de piel oscura, que cocinan comidas extrañas y que no mantienen precisamente unos niveles de higiene germanos (6)". Todos los fundamentalistas musulmanes, añadió, "deben ser considerados asesinos potenciales".

El nuevo mundo libre neocon

En Iraq, la política neoconservadora se ha llevado en gran medida a la práctica. ¿En qué otros lugares buscarán los neoconservadores aplicar el poderío estadounidense? Ya han señalado dos objetivos: Siria e Irán.

Fue Leeden el autor de una directriz política descarnada pero fundamental: "Cada diez años más o menos, Estados Unidos tiene que elegir algún país de mierda y empujarlo contra la pared, sólo para enseñarle al resto del mundo que vamos en serio".

Siria es el "país de mierda" que más les gusta odiar a los neoconservadores. Para ellos es importante porque el Gobierno israelí teme ser incapaz de imponer sus condiciones a los palestinos mientras Siria siga siendo una importante potencia árabe. En consecuencia, tal como lo ven Sharon y sus colegas, ahora que Iraq está dominado, el siguiente de la lista debería ser Siria. Es la política propugnada por Richard Perle, Douglas Feith y David Wurmser en su documento de la "ruptura radical" preparado para el Gobierno del Likud. Y en este contexto deben valorarse los últimos ataques aéreos contra objetivos en Siria. Evidentemente, su propósito era advertir al Gobierno sirio de que no apoyara el movimiento de la resistencia palestina.

¿E Irán? Como ha escrito Marc Perelman: "Una coalición en ciernes de halcones conservadores, organizaciones judías y monárquicos iraníes presiona a la Casa Blanca para que redoble los esfuerzos cara a conseguir un cambio de régimen en Irán... La naciente coalición recuerda los preparativos para la invasión de Iraq" (3). En el lugar ocupado por Ahmed Chalabi como candidato de los neoconservadores para gobernar Iraq, el favorito para tomar el poder en Irán es Reza Palhevi, hijo del último sha. El joven pretendiente, por su parte, ha establecido "discretos contactos con altos funcionarios israelíes... el primer ministro Sharon y el antiguo primer ministro Beniamin Netanyahu".

Como en la campaña iraquí, la publicidad de la nueva aventura es llevada a cabo por "The Weekly Standard", la revista neoconservadora de William Kristol. Más importante es que Michael Rubin, el especialista del Winep sobre formas de derribar regímenes, se ha unido a la Oficina de Planes Especiales de Abram Shulsky para garantizar que los informes de los servicios de inteligencia corroboran la política neoconservadora. En segundo plano también se ha mostrado activo Michael Ledeen, quien ha afirmado que el actual régimen iraní está a punto de derrumbarse. Sólo necesita un empujón. Deberíamos dárselo, según afirmó en una conferencia pronunciada en el Jinsa el 30 de abril del 2003: "Se acaba el tiempo para la diplomacia; es tiempo de un Irán libre, una Siria libre y un Líbano libre".

La lista de países seleccionados no se acaba en Irán. Los planificadores militares han mencionado también Pakistán, Libia, Somalia y Sudán. Se ha soltado incluso un globo sonda para ver la reacción de una iniciativa contra Arabia Saudí. Antes de abandonar la presidencia de la Junta de Política de Defensa, Richard Perle convocó una reunión informativa a cargo de un partidario de atacar Arabia Saudí. Laurent Murawiec describió Arabia Saudí como "la raíz del mal, el primer móvil, el oponente más peligroso" de Estados Unidos en Oriente Medio. Sin amilanarse, la revista neoconservadora "The Weekly Standard" publicó casi al mismo tiempo que la reunión un artículo titulado "El próximo enfrentamiento saudí", y ese mensaje fue retomado por la revista del Comité Judío Estadounidense, "Commentary", con un artículo aún más explícito titulado "Nuestros enemigos, los saudíes". De todos modos, en parte quizá porque la familia Bush e importantes apoyos empresariales del Gobierno Bush tienen ahí una gran implicación, Arabia Saudí parece haber sido abandonada como objetivo. Sin embargo, quedan muchos objetivos potenciales.

Mientras tanto, las tropas estadounidenses ya están implicadas en una prolongada guerra de guerrillas en Filipinas; es posible que participen de modo más intenso en operaciones en Colombia; además, hoy mantienen bases en al menos 14 países africanos y varias decenas más en Asia central y del sur, el Pacífico y América Latina. Éstos son los hechos, pero las fantasías siguen ahí: se dice que las más desenfrenadas incluyen incluso la China continental.

Los límites de la política imperial

Como han puesto de manifiesto las encuestas de opinión, la actual política estadounidense es muy impopular en casi todas partes (5).

Puede que incluso sea "insoportable" también financieramente según muchos economistas, incluido el respetado banquero de inversión Felix Rohatyn (6). Como han señalado los historiadores, lo que en última instancia acabó con Roma y otros imperios no fue la derrota militar, sino el derrumbe financiero.

Bush: entre la moderación y la revolución neocon

En un discurso pronunciado en el Instituto Empresarial Americano, llamó a los neoconservadores "algunos de los mejores cerebros de nuestro país". No obstante, Bush podría cambiar de opinión. A medida que vea el grado de hostilidad engendrado por sus políticas, que aumente la cifra de bajas en Afganistán e Iraq y que se acerquen las elecciones presidenciales, quizá acabe considerando a los neoconservadores como un lastre político. En última instancia, la opinión pública estadounidense y el señor Bush deben darse cuenta de que, como editorializó la revista neoconservadora "The Economist", los neoconservadores no son conservadores (7). Son radicales. Sus planes equivalen a una cruzada mundial. Con todas sus connotaciones históricas antimusulmanas, ésa es precisamente la palabra más premeditada para perpetuar el movimiento por la senda deseada por los neoconservadores, una guerra permanente e interminable.

Resumen basado en una serie de artículos publicados en el diario catalán La Vanguardia por WILLIAM R. POLK, nombrado por John F. Kennedy miembro del consejo de planificación política del Departamento de Estado entre 1961 y 1965. Director de la Fundación W. P. Carey



Más info:

http://www.aei.org

http://www.washingtoninstitute.org

http://www.aipac.org

http://www.jinsa.org

http://www.centerforsecuritypolicy.org

http://www.campus-watch.org

http://www.meforum.org

http://www.newamericancentury.org

http://www.memri.org

http://www.danielpipes.org

http://www.wpcarey.com