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Internacional

Elecciones en Estados Unidos

El demócrata es respaldado por los dirigentes, pero no por todos los agremiados
Con 16 millones de afiliados, AFL-CIO es clave para posible triunfo de Kerry

La central despliega a decenas de miles de trabajadores promotores del voto contra Bush

Jim Cason y David Brooks
La Jornada

La poderosa central obrera AFL-CIO y

sus sindicatos nacionales afiliados han desplegado este mes a decenas de miles de trabajadores en los estados claves desde el punto de vista electoral, con el propósito de atraer votos para el candidato demócrata presidencial, John Kerry, en la recta final hacia los comicios del 2 de noviembre.
En una competencia tan cerrada como ésta, en la cual por lo menos seis estados claves podrían ser ganados o perdidos por menos de 60 mil votos, los 16 millones de agremiados en este país jugarán un papel fundamental. Los sindicatos realizan un esfuerzo sin precedente este año, con voluntarios que van casa por casa para instar a los ciudadanos a ir a las casillas, y contribuyendo con más de 200 millones de dólares en esfuerzos electorales.

A escala nacional, el liderazgo del AFL-CIO señala que 26 por ciento de los participantes en la elección presidencial anterior viven en hogares de trabajadores sindicalizados. Si esos agremiados y sus familias votaran en bloque en favor de un candidato, representarían 50 por ciento de los sufragios necesarios para que ese aspirante gane con 51 por ciento del electorado, una influencia más significativa que la de cualquier otra agrupación sola en este país.
Pero el secreto que ningún dirigente sindical hace público es que a pesar de que todos los principales sindicatos nacionales del país han endosado la candidatura de Kerry, casi un tercio de sus agremiados no obedecerá la recomendación de su liderazgo y votarán por el presidente republicano, George W. Bush.
Los sindicatos en este país siempre han jugado un papel clave en las elecciones nacionales, mediante la organización de esfuerzos de comunicación masiva con votantes, visitas a personas en sus lugares de trabajo y hasta ofreciendo transporte para llevar a votantes a las casillas el día de los comicios.
Instrumento electoral
Casi sin excepción, los esfuerzos de los sindicatos y su central obrera favorecen a los demócratas. De hecho, el papel del AFL-CIO en el ámbito político-electoral se parece al modelo mexicano, en el cual la CTM funciona de instrumento electoral del PRI.
Pero no ha sido igual de efectivo. El impacto del sufragio sindical ha sido diluido, ya que un segmento significativo no vota según lo deseado por su liderazgo nacional.
Resultados de encuestas entregados a La Jornada por la empresa encuestadora Greenberg-Quinlan sugieren que si la elección se hubiera celebrado en septiembre, 58 por ciento de los hogares de sindicalizados hubiera votado por Kerry y 36 por ciento por Bush. Esto es más o menos el mismo margen por el cual sindicalistas sufragaron por el demócrata Al Gore contra Bush en la elección de 2000.
"Somos una institución democrática", explicó Sarah Massey, vocera del AFL-CIO, cuando se le preguntó sobre estas estadísticas. El liderazgo de la central obrera, explicó, cree que "Bush no es amigo de los sindicatos".
En particular, señaló la pérdida de puestos en el sector manufacturero, la reducción de programas para proteger la salud de trabajadores y la amenaza de privatizar la mitad de las plazas gubernamentales, que en la actualidad son casi exclusivas de trabajadores sindicalizados.
Massey, junto con otros observadores, señalan que aún si sólo dos tercios de los 16 millones de sindicalizados votan por Kerry, eso es ya un factor enorme, e insisten en que el movimiento gremial realiza un enorme esfuerzo de promoción del voto, y consideran que más sindicalistas y sus familias acabarán votando por Kerry que lo registrado por las encuestas de septiembre.
Pero La Jornada se ha enterado de encuestas internas no públicas realizadas por el AFL-CIO, las cuales confirman que hasta 36 por ciento de los agremiados votarán por Bush, contra 57 por Kerry.
Larry Sabato, profesor de la Universidad de Virginia y especialista en la dinámica electoral estadunidense, afirma que parte de la explicación por la cual trabajadores sindicalizados están dispuestos de votar contra lo que se supondría los favorece es la influencia de temas culturales y sociales.
En entrevista, señaló que Bush ha sido campeón de los que se oponen a los controles sobre la compra y tenencia de armas; al mismo tiempo, sus posiciones contra el aborto y los derechos de los homosexuales y en favor de la pena de muerte tienen resonancia con un amplio segmento de los sindicalizados.
En otras palabras, ¿los agremiados votarían contra su propio interés económico en lo referente a más empleo, mejores servicios de salud y mayores protecciones para los sindicatos?, se pregunta a Sabato. "Así es", responde. "Muchas personas no sólo son miembros de un sindicato, sino también lo son de la Asociación Nacional del Rifle, de la Iglesia católica u otros grupos que participan en el debate político aquí y podrían llevarlos a otra conclusión" que la recomendada por sus lideres sindicales.
Los problemas que enfrentan los sindicatos son ilustrados dentro de la sede nacional del AFL-CIO, en Washington. En entrevistas recientes con dirigentes de alto nivel de la central obrera se expresó una firme y clara oposición a la guerra en Irak y críticas de Kerry por prometer que continuará esa ocupación.
Sin embargo, la central obrera ha rehusado tomar una posición pública contra la guerra. De hecho, su sitio de Internet oficial no ofrece nada sobre el debate en torno a la guerra y menos sobre actividades de oposición a la misma; se limita a ofrecer un servicio para enviar mensajes a las tropas y sus familias (la gran mayoría de las cuales, por supuesto, son de la clase trabajadora).
El liderazgo actual de la federación es el más liberal en décadas, pero a la vez los dirigentes son muy cautelosos en comunicar eso a sus bases si el tema se trata de la guerra, entre otros temas.
Aunque las relaciones entre la central obrera y la Casa Blanca está en uno de sus peores momentos -tanto, que el presidente del AFL-CIO no ha recibido una sola invitación a la Casa Blanca para un evento oficial desde que la habita Bush-, los dirigentes aparentemente han fracasado en convencer a un tercio de sus filas de que apoyar a este mandatario es un error para todo sindicalizado.
"Uno puede ver esto como un fracaso de los sindicatos", expresa Roger Hickey, codirector de la organización liberal independiente (y pro sindical) Campaign for Americas' Future, "pero también se puede observar como un fracaso del Partido Demócrata y su candidato".
En entrevista, Hickey argumentó que el Partido Demócrata ha fracasado en enfocar su campaña en temas económicos; de hecho, en los anteriores comicios nacionales rehusó ofrecer una posición firme sobre las propuestas de política económica de Bush, entonces candidato republicano.
Como resultado, Hickey y otros creen que muchos asalariados no entienden bien lo que está en juego en esta elección y cómo los afecta directamente.

"Hay razones por las cuales un trabajador estadunidense promedio podría estar confundido sobre cuál es la posición del Partido Demócrata en torno a temas como comercio, empleo y la economía. El Partido Demócrata parece estar hablando tanto de la reducción de déficit que sobre empleos", explicó.
En sus propias encuestas, la organización de Hickey ha encontrado la existencia de profunda ira sobre la corrupción empresarial, que se empezó a revelar a partir del caso Enron y un mayor grado de desconfianza en líderes políticos que están promoviendo prácticas que resultan en el traslado de empleos al extranjero. Pero el Partido Demócrata, subraya Hickey, no ha respondido o canalizado esa furia popular.
Los sindicatos creen que con su enorme esfuerzo este mes lograrán sacar a Bush de la Casa Blanca. De hecho, su nivel de movilización política no tiene precedente: trabajadores de Nueva York que hablan español viajan a Florida para instar la participación de los votantes latinos; estibadores de California se trasladan a Nevada para hacer lo mismo, y conductores de los teamsters en Chicago acuden a los estados del centro para promover el apoyo para Kerry.
"He estado con los teamsters por 20 años y esto es por mucho la operación más increíble que he presenciado", dijo Chuck Harple, director político de ese sindicato, a Los Angeles Times.
La Jornada ha recibido el mismo mensaje de sindicalistas en Reno, Nevada, el estado de Washington y Pennsylvania, entre otros.
Estos esfuerzos por movilizar el sufragio en los estados donde la competencia está cerrada podrían ser decisivos.
Pero muchos entre las filas sindicales en estados claves, entre ellos Pennsylvania, Ohio y Nevada, también están preocupados con las posiciones de Kerry sobre temas sociales, como armas y aborto. "Lo de las armas nos está dañando aquí en Nevada", comentó un trabajador siderúrgico jubilado a La Jornada.
"Quieren votar por el tipo endosado por el sindicato, pero después piensan que ese les va a quitar sus armas". Agregó: "al final, esto no los llevará a votar por Bush, pero podría resultar en que se queden en casa el día de la elección".