VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Internacional

Los muchachos de Lubbock

Alejandro Nadal
La Jornada


La histeria relacionada con posibles atentados terroristas contra blancos en Estados Unidos obliga a reflexionar sobre la doctrina de seguridad nacional de la administración Bush. Y se puede empezar por analizar Estrategia de seguridad nacional (ESN), documento presentado al Congreso estadounidense en septiembre de 2002.

Meses antes, George W. Bush ordenó a su equipo de asesores escribirlo a la luz de los atentados del 11 de septiembre, la guerra en Afganistán y la decisión de invadir Irak. El texto sería el plan de acción que marcaría el derrotero estratégico de Estados Unidos para los próximos diez años. El equipo que redactó ESN estuvo dirigido por Condoleezza Rice, Richard Perle y Paul Wolfowitz. Se dice también que el mismo presidente metió mano para la edición final. Y sí que se nota.

David Sanger, de The New York Times, relata que en algún momento Bush dio instrucciones a su equipo de que escribiera de manera sencilla, de tal forma que "hasta los muchachos de Lubbock lo puedan leer". Lubbock es una pequeña ciudad del oeste de Texas, con una población de 200.000 habitantes. Quizá Bush no se atrevió a pedir a sus asesores que escribieran algo sencillo que el mismo presidente pudiera entender.

Lo que más ha llamado la atención de ESN ha sido la justificación de los ataques preventivos que el presidente de Estados Unidos podría ordenar contra cualquier país que parezca amenaza. También se critica su referencia a la necesidad de mantener una supremacía militar a largo plazo y la alusión a las acciones unilaterales (como la invasión ilegal de Irak).

Pero hay un capítulo central en ESN que ha pasado desapercibido. Lleva por título "Encender una nueva era de crecimiento económico global", e informa que la base de la seguridad de Estados Unidos está en el crecimiento y la prosperidad global. ¿Cómo lograr esos objetivos? Para los asesores presidenciales es muy sencillo: hay que aplicar las políticas económicas del llamado Consenso de Washington. ¡Qué originales! Poco importa el desgaste de esas fórmulas y que hasta los funcionarios del FMI consideren que el control de capitales sea una opción adecuada para países subdesarrollados. Tampoco importa que desde 1973, cuando arrancó la desregulación y la apertura financiera a escala mundial, las tasas de crecimiento de todos los países (ricos y pobres, del norte y del sur) sean inferiores a las que prevalecieron entre 1945 y 1973.

Todo eso es irrelevante para los asesores presidenciales. Prefieren anunciar que Estados Unidos trabajará con el FMI promoviendo la estrategia de condicionalidad en sus operaciones. Ignoran que es precisamente la condicionalidad la que ha colocado a muchas economías en la senda, no del crecimiento, sino de la depresión y la crisis. Los ejemplos abundan, desde México a Argentina, hasta Indonesia y Tailandia.

El ESN no menciona el déficit fiscal estadounidense ni dice que en su cuenta corriente alcanza dimensiones colosales. Para financiarlo, Estados Unidos succiona una proporción gigantesca del ahorro mundial. Hasta ahora ha podido funcionar de esa manera porque emite la moneda que es reserva de valor a nivel mundial. Pero la aparición del euro inaugura una competencia feroz en este terreno, mientras el dólar ha tenido que depreciarse. Eso podría provocar la salida de capitales en busca de activos que tengan mayor estabilidad, llevando a una fuerte crisis en la economía estadounidense con repercusiones en el mundo entero.

A final de cuentas, la mayor amenaza para la seguridad de Estados Unidos no proviene de lo que llaman estados canalla ni de redes de terroristas reales o imaginarias, sino de su obsesión por mantener un estilo de vida que considera el mejor, pero que le proporciona menor independencia, socava su seguridad y provoca los daños más terribles al medio ambiente. Todo eso lo ignoran los asesores del señor Bush, así como el gobierno mexicano que servilmente apoya esa obsesión.

El último párrafo del documento dice que a fin de cuentas la seguridad de Estados Unidos depende del dinamismo de su economía, de las habilidades de su población y de la fortaleza de sus instituciones. Es cierto, pero en lugar de escribir para los muchachos de Lubbock, deberían haberlos escuchado.

En los últimos años, el condado de Lubbock pasó a la categoría de condados de menor ingreso per cápita, al mismo tiempo que la disparidad entre salarios aumentaba el 33% en el estado de Texas. El nivel de desocupación es relativamente bajo, pero entre las oportunidades de empleo para los "muchachos de Lubbock" destacan los empleos mal remunerados en los establecimientos de comida rápida y otros de baja productividad. Quizá no les importe, pues ahora tienen la opción de ir a buscar becas para proseguir su educación sirviendo al ejército invasor en Irak.