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Europa

28 de abril del 2004

La pérfida Albión
Blair o la decadencia del laborismo

Lisandro Otero
Rebelión

Tony Blair es un caso lamentable en la política europea. Fue el gobernante que sustituyó a la dama de hierro, Margaret Thatcher, la indoblegable arpía que debilitó a los sindicatos, desató la guerra de las Malvinas contra los gorilas argentinos y privatizó una parte considerable del patrimonio de la nación británica. Todos esperaban que Blair haría un gobierno de izquierda, un gobierno de cara a los anhelos populares, un gobierno preocupado por el beneficio social de las grandes mayorías. Sin embargo, ha sido uno de los más reaccionarios, militaristas imperiales con afanes neocolonialistas que ha conocido Gran Bretaña. Su sumisión ante los Estados Unidos ha sido lastimosa y lo ha degradado haciéndole perder el prestigio que tenía cuando alcanzó el poder.

Blair ha sido el hombre que liquidó el viejo laborismo. El laborismo de nuevo estilo abolió las aproximaciones al socialismo radical, que nunca fueron extremistas, y se acercó más a la social democracia. El movimiento fabiano, animado por Bernard Shaw y H.G. Wells, no estaba vinculado al pensamiento marxista. Con un radicalismo decimonónico definía al socialismo como una Arcadia de justicia y felicidad donde sindicatos y cooperativas operarían el milagro del paraíso en la tierra. Un mundo higiénico con vacaciones para todos y salarios bien administrados sería la antesala de la sociedad perfecta. Pero la vida les demostró que las cosas no eran tan fáciles.

El Partido Laborista nació de la necesidad de algunos sindicatos de tener representación en el Parlamento pero el laborismo de Blair pertenece a tecnócratas y empresarios y no tiene nada que ver con la clase obrera. Latente se mantiene el problema de una vieja monarquía debilitada por su alejamiento del pueblo, endurecida por el esnobismo aristocratizante y desprestigiada por la escandalosa vida de sus príncipes. Se trata de determinar si hay que liquidar esa carcomida institución por un republicanismo de nuevo cuño o si debe modernizarse la corona.

Gran Bretaña siempre se ha considerado una potencia marítima e imperial que ha vivido del comercio, la libertad de los mares y la explotación de sus colonias. Durante siglos la diplomacia británica luchó por mantener un equilibrio de fuerzas en el continente europeo y cada vez que se desataba un poder hegemónico recurría a las armas para rebajar esa preeminencia y retornar a una compensada estabilidad. Así sucedió con Francia y Alemania en diferentes ocasiones. Ahora esa vieja pugna ha cedido ante el llamado "atlantismo": las relaciones especiales con Estados Unidos permitieron a los británicos hacer de esa nación americana una entidad europea mediante el pacto militar de la OTAN.

El mal de las vacas locas y la epidemia de fiebre aftosa han sido letales para la industria agropecuaria británica. El desplome del otrora ejemplar sistema nacional de salud ha provocado que cientos de miles de enfermos aguarden desesperadamente una asistencia que nunca les llega. Blair ha enfrentado otros desafíos con la descentralización que ha permitido al país de Gales y a Escocia disponer de sus propias asambleas legislativas, así como la denegación de los derechos hereditarios de los Lores. Son pequeñas transformaciones en un país que ha vivido apegado a sus tradiciones y está necesitado de grandes cambios.

Blair también ha jugado a la politología cuando junto a Gerhard Schröeder firmó un documento llamado la "Tercera Vía" que por una parte apoyaba la justicia social pero mantenía su adhesión a los principios del libre mercado. Según ellos ya no existe un primero, segundo y tercer mundo. Al terminar el socialismo estilo soviético y el campo socialista, así como los imperios coloniales: africano y asiático, se ha producido una mayor nivelación. El documento de Blair-Schröeder aseguraba que el "Estado no debiera remar sino dirigir". Ya no pagaría los gastos de la actividad social sino recomendaría lo que debe hacerse. El Estado fuerte tiende a desaparecer ante la empresa privada, que va asumiéndolo todo, hasta los cementerios y las cárceles.

Tony Blair es un claro ejemplo de un apóstata y renegado que ha servido, con la guerra de Irak, las ambiciones energéticas de las corporaciones petroleras. El laborismo británico está necesitado de un renacimiento que lo extraiga del descrédito, la sumisión y la deshonra política.

gotli2002@yahoo.com