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Europa

España y las patas de la mentira

Jaime Mühlrad
(Especial para Koeyu latinoamericano)

Decía mi madre que los excesos son malos. Alguna razón tenía a juzgar por la derrota que sufrió hace dos días Aznar en las elecciones. Tal parece que se excedió en la dosis de mentira que podía llegar a soportar la sociedad española. Una buena parte de la población votó por el cambio. Las primeras declaraciones del ganador siembran algunas dudas. El tiempo dirá si los cambios serán de verdad o simple maquillaje.

Alargando las patas
La sabiduría popular dice que la mentira tiene patas cortas. Pero en tiempos de tecnología avanzada no sólo se pueden manipular genes y realizar trasplantes de órganos, también se le pueden alargar transitoriamente las patas a la mentira. La tecnología, la ciencia y el conocimiento en general no son buenos ni malos en sí mismo. En un mundo mercantilizado es una mercancía más y como tal disponible, pero de hecho sólo a disposición de quienes acumulan riqueza. El agravante en este caso es que se trata de mucho más que la mera acumulación y el consumo de lujo, se trata de su utilización en beneficio exclusivo del poder para, entre otras cosas, manipular lo que se ha dado en llamar la opinión pública. Todos formamos parte de ella, pero quienes dirigen la batuta del mercado deciden e imponen, -a veces por demasiado tiempo- las ³verdades reveladas² que derraman en cantidad y con insistencia inusitada sobre los pueblos. Así es dado leer a diario encuestas de opinión de todo tenor y calibre que son utilizadas para legitimar decisiones políticas que no reflejan las opiniones de las mayorías y mucho menos defienden sus intereses. Los medios de comunicación hace rato que dejaron de ser tribunas de doctrina o rectores de preceptos morales. Lejos de eso se han convertido en los instrumentos más eficaces para que la gente de a pie, sin acceso a la información veraz, repita como propio el discurso de los amos. Algunos mercenarios utilizan la retórica para darle vida a lo que el poder necesita instalar en la sociedad. Dicho de otro modo, sólo existe y tiene la fuerza de verdad aquello que los medios proclaman y exhiben obsenamente.
No obstante, algunos hechos por su gravedad y dramatismo terminan imponiéndose. Tal es el caso del manejo y ocultamiento de la verdad en torno del atentado que ha cobrado demasiadas vidas de pueblo en los sucesos que conmovieron a España y al mundo en estos días.

La soberbia del poder
¿Cuál ha sido el error de Aznar? Esta pregunta puede parecer destemplada en estos días donde se mezclan el dolor y el llanto por los muertos, con la alegría de los millones que celebran haberse librado del gobierno autoritario del Opus Dei. Es cierto que Aznar se enamoró del poder de modo exagerado y pretendió que por contar con la ayuda divina podría seguir imponiendo su estilo de manejar los negocios con prepotencia discresional. También es cierto que durante su larga gestión consiguió emborrachar a la mayoría de la población española con consumo y aires recuperados de grandeza imperial.
Producido el atentado el César ibérico no dudó en tratar de utilizar al máximo la situación de shock para aumentar la ventaja que, según las encuestas, le aseguraban la continuidad del virreinato, esa avanzada de Bush en Europa. Siguió el esquema acostumbrado que otrora le diera tantos triunfos. Llamó personalmente a los directores de los medios para inducirlos y presionarlos a la hora de acusar a ETA como autores del atentado. Y no concluyó allí: Consiguió que el Consejo de Seguridad de las desacreditadas y serviles Naciones Unidas se manifestara rápidamente en sintonía. Era cuestión de aguantar sólo unos días y alzarse con la victoria tal como estaba previsto. Ese fue su error fatal: Suponer que lo lograría y que la verdad desnuda, que para esas horas ya había mostrado suficientes evidencias, no aparecería en la superficie.

La opinión de los sabios
Ninguno de los líderes políticos de los dos partidos mayoritarios tuvo la grandeza de promover la suspensión de los comicios hasta tanto no avanzara la investigación de los hechos. De ambos lados especularon con sacar ventaja del rojo río revuelto. Pudo más el interés mezquino que el dolor y la impotencia de la gente sencilla.
A pocas horas del atentado, el viernes 12 de marzo, Fidel Castro en entrevista concedida a Chilevisión apuntaba sabiamente esta idea, con la certeza que ese y sólo ese sería el mejor camino para acercarle la verdad a los españoles y a todo el mundo. A esta altura de la historia negar la lucidez, la experiencia, tanto como el humanismo que impregnan el discurso y la propia vida de Fidel es otro acto de torpeza y mezquindad de los que se sientan en los tronos y suponen que allí estarán por la eternidad. Los tiempos en que las palabras de los sabios eran escuchadas quedaron sepultados, hoy rige el discurso único y la prepotencia imperial.

El día después
El día de las elecciones no era difícil presumir que, si esos millones de jóvenes desencantados con la política y los políticos que habían decidido no acudir a las urnas, cambiaban de actitud, aunque más no sea como una manera de canalizar su impotencia, lo harían castigando al gobierno por mentiroso.
La campaña oficial se desplegó bajo la consigna ³vamos por más². Sencilla pero vendedora en el más estricto sentido. Más consumo, más endeudamiento, más espejitos de colores y fantasías y también más corrupción y represión. Los socialistas no brillaban demasiado, sin prometer cambios de fondo de hecho restringían su propuesta a votar en contra, pero tenían tal vez la oferta que por imperio de las circunstancias los convertiría en triunfadores, la de retirar las tropas españolas de Irak. Para los jóvenes que aún no tenían pisos, ni créditos, ni autos era la oportunidad para expresar con mayor libertad su rechazo a tanta mentira y prepotencia. Así lo hicieron y lo demás ya es historia.
No obstante, el flamante futuro jefe de gobierno español puede significar un cambio de rumbo en algunos temas de peso en el ajedrez mundial. Dos temas aparecen como centrales: El anunciado retiro de las tropas de Irak y el reposicionamiento de España de cara a la Unión Europea. Sin duda recibirá premios y castigos por tales decisiones. Del lado de USA habrá presiones y chantajes, tanto como de los grandes empresarios locales, los europeos en cambio lo recibirán con los brazos abiertos. Por las dudas Zapatero salió a declarar que ³no intervendrá en el mundo económico². Para cualquier análisis tal afirmación resulta clara, no habrá cambios sustanciales en política económica. Los destinatarios sin duda lo registraron y tomarán todos los recaudos para que así sea. Sería bueno que esos dichos también sean registrados por los países de América Latina. Para todos los efectos prácticos España es y seguirá formando parte del club de los países ricos y desarrollados y actuará en consecuencia. No está de más señalar que la gran euforia económica española de los últimos años se sostiene, por un lado, con los 1.600 millones de Euros anuales en subsidios que hasta el año 2006 recibe de la Unión Europea. Por el otro, la burbuja de los negocios inmobiliarios que por haber alcanzado niveles exagerados puede desinflarse y generar situaciones de difícil pronóstico.

Terrorismo y seguridad
Si bien es cierto que desde la caida de las torres gemelas el gobierno de Bush logró que la teoría de los buenos y los malos y la consecuente lucha contra el terrorismo se instalara en todo el mundo, para Europa la cuestión tuvo hasta el presente -salvo en Inglaterra por su condición de socio y aliado de USA- una mirada distinta.
El tema de la seguridad es sin duda prioritario, en particular en relación tanto al próximo ingreso de nuevos miembros a la Unión Europea como a la política migratoria en general. No obstante, fuera de las declaraciones circunstanciales no se reflejó, hasta los atentados de Madrid, en medidas visibles que implicaran restricciones mayores ni paranoia generalizada. Los europeos, por un lado por la cercanía y por otro, por razones de intereses económicos privilegian las buenas relaciones con los países de Medio Oriente y árabes en general. Petróleo seguro y a precios estables, tanto como la convivencia desde larga data, en especial en Alemania, Austria y Francia, con grandes comunidades musulmanas, son elementos significativos.
Los atentados madrileños han cambiado el panorama y el tema ha cobrado razonable relevancia. Aún así, los discursos no son unánimes. En la reunión especial convocada ayer lunes para discutir el tema era razonable que Italia, -también involucrada con tropas en Irak- se mostrara más preocupada que Alemania que, a través de su ministro de relaciones exteriores advirtió sobre la necesidad de mantener el equilibrio entre la seguridad y la libertad, diferenciándose prudentemente de Bush y sus amigos. Mientras tanto, el electo jefe de gobierno español hizo un llamado al perdedor PP para aunar fuerzas y alcanzar acuerdos en la lucha contra el terrorismo. Para los austriacos, Madrid queda muy lejos. El jefe del Partido socialista austríaco dedicó sus esfuerzos a defender la decisión de hacer una alianza con Haider en la provincia de Carintia, en tanto en la provincia de Salzburgo, donde tienen mayoría, convocaron a sus eternos rivales del Partido popular cristiano a asociarse en una gran coalición. Por supuesto que no se privó de manifestarse feliz por el triunfo de sus amigos, los socialistas españoles. Pero esa es otra historia.

El aprendizaje necesario
Mucha gente en España votó por el cambio, sin saber a ciencia cierta qué cambios son esperables. El tiempo dirá si sólo se trata de un cambio de maquillaje y el mantenimiento del statu quo.
No se trata de chantajear ni aceptar chantajes. Mucho menos de dar por bueno cualquier camino para rechazar al imperialismo. Pero sería saludable que algunos políticos europeos y de todo el mundo tomaran nota que con patas más cortas o más largas la mentira será descubierta y la verdad en su estado más puro siempre terminará por imponerse.
Sería bueno que se preguntaran en medio de sus tribulaciones de cómo lidiar con el terrorismo en qué medida han colaborado para hacer de este mundo un lugar cada vez menos seguro. De paso sería bueno que derramaran algunas lágrimas por los millones de iraquíes, afganos, palestinos, haitianos y demás pueblos que ellos contribuyen a asesinar.
Sería bueno que entiendan el mensaje de los millones de jóvenes españoles que decidieron salir a gritar a su manera que no están dispuestos a seguir siendo carne de cañón de los prepotentes gerentes de turno. Finalmente sería muy bueno que esos millones de jóvenes españoles se juntaran con muchos millones más en Europa y en todo el mundo para trabajar día a día duramente por un mundo mejor, más solidario y humanista para todos.

Viena, 16 de marzo de 2004