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Europa

17 de marzo del 2004

La segunda muerte de Franco

Gabriel Mazzarovich
Rebelión

"Es la otra España, la que huele a caña, tabaco y brea"

Esta mañana salí a la calle y Manuel, el peluquero, me recibió con un saludo que me erizó la piel.

Adusto, como siempre, y con el lacito negro que lleva desde el 11 de marzo en la solapa de su rústica camisa, me dijo con los ojos brillantes: "No pasarán".

Manuel, es andaluz y vino a Uruguay hace más de 50 años, escapándole al franquismo y a la guerra.

Es un tipo laburador, humilde, de ese tipo humano que Joan Manuel Serrat definió tan bien: "buena gente que camina y va labrando la tierra".

Cuando la barbarie terrorista hizo explotar Madrid, fuimos varios los que le expresamos nuestra solidaridad, como él invariablemente lo ha hecho con nuestros pesares. Esta mañana le di un abrazo y lo único que hizo fue emitir una respiración nasal, fuerte y nítida. "El Gallego", como invariablemente le decimos todos, con esa tan poco original generalización, que él soporta con estoicismo porque la sabe cariñosa, estaba conmovido.

Siente el triunfo como propio, como sintió como propio el dolor y la muerte el 11 de marzo. Hay millones de españolas y españoles que hoy, en medio del dolor, enarbolan con orgullo su dignidad. Igual que Manuel.

No es para menos. En España, su España, la gente le dio un golpe inmenso al desprecio, la mentira y la soberbia.

La derrota de José María Aznar y su franquista Partido Popular, no es un dato menor.

Han sido fundamentales en la decisión de cientos de miles de españoles la mentira burda y el manejo inescrupuloso que Aznar hizo del atentado del 11 de marzo.

Todavía no se habían extraído los cuerpos de los hierros retorcidos y toda la cúpula del PP, con la complicidad de los medios de comunicación, salieron a responsabilizar a ETA.

Lo que en un primer momento pudo ser una reacción equivocada, se transformó en los dos días siguientes en llana mentira e intento de utilizar el dolor y la indignación de un pueblo en beneficio propio y caudal electoral.

Cuando todo el mundo hablaba de la reivindicación de Al Quaeda, Aznar y los franquistas seguían con sus cálculos electorales y Televisión Española parecía CNN en la invasión a Irak.

El mensaje de los españoles es claro, no se puede gobernar de espaldas a lo que la mayoría de la gente opina y la gente es capaz de organizarse y expresarse por temas que van más allá de los índices macroeconómicos, el último modelo de auto y el último calzón con esmeraldas que usa la esposa de David Beckamp.

El pueblo español, transido de dolor y de indignación, apeló a sus reservas morales y políticas y desde el fondo de la historia respondió con un pronunciamiento cívico y democrático de enorme significación.

Reaccionó con enormes reservas ciudadanas, del horror y la rabia por 199 muertes y casi dos mil heridos, en esa barbarie asesina de la estación de trenes de Madrid. Entendió claramente y por eso el grito indignado ante las sedes del PP en toda España el sábado: "Vuestra guerra, nuestros muertos".

Aznar, al que algunos analistas le hacen el favor de calificarlo como conservador, cuando en realidad hay que decir sin eufemismos que es un fascista retrógrado, se creyó su propio cuento y así le fue.

Reprodujo el esquema de su mentor, George W. Bush, un gobierno a favor de los ricos, un discurso que criminalize lo diferente, que reprima a los inmigrantes, que promueva el desinterés por la política y lo colectivo y una manipulación inescrupulosa de la opinión pública a través de los medios de comunicación.

Le salió mal, entre otras cosas porque subestimó a su propio pueblo, España no es EEUU. "A dios gracias", dice Manuel, con razón.

El mundo

La derrota de Aznar tendrá profundas repercusiones en el tablero político mundial. Para empezar golpea el corazón de la tríada que formó Bush con Toni Blair y el propio heredero de Franco. José Luis Zapatero, virtual nuevo presidente hispano, ha dicho que antes de junio los soldados españoles que están en Irak volverán a casa.

El triunfo del PSOE en España es un viento fresco en medio del avance de la derecha en Europa, expresada en Grecia y Austria, por citar solo dos de las últimas manifestaciones.

Si para el mundo es importante, para América Latina lo es aún más.

España ha sido un punto de referencia obligado en la relación de América Latina con Europa.

Con los dos gobiernos de Aznar, España se transformó en la punta de lanza de la provocación, la injerencia y el mercantilismo.

Aznar organizó y financió el golpe de Estado contra Hugo Chávez y la desestabilización de la democracia en Venezuela; promovió las provocaciones y el mayor aislamiento a Cuba; presionó a Néstor Kirchner y actuó como un lobysta de las empresas españolas, copiando, también en eso, el tradicional papel de los presidentes de EEUU y además operó para mantener en el poder al corrupto de Sánchez de Losada en Bolivia. Es decir, también en América Latina tuvo una coincidencia absoluta con la política de Bush, si exceptuamos las contradicciones en la defensa d e los negocios de las respectivas transnacionales, que finalmente se arreglaban entre ellos, en esa concepción de reparto del mundo que comparten.

Con un gobierno del PSOE es dable esperar un papel diferente de España, sin grandes ilusiones, pero una relación más sana y transparente. Sobre todo con las figuras emergentes de América Latina, como Kirchner, Lula, Chávez y hasta Tabaré Vázquez, en su potencialidad.

De paso, deja nuevamente desairados a los presidentes latinoamericanos, que cegados por su obsecuencia, siguieron apostando al servilismo para obtener migajas. El caso más paradigmático es el de los presidentes centroamericanos, que hace pocos días se reunieron por todo lo alto con la cúpula del PP y en especial del salvadoreño que ratificó la presencia de militares de su país en Irak y del guatemalteco que ofreció mandarlos.

También quedaron en evidencia los que reprodujeron en su país el esquema de Aznar. Culparon a la ETA y trataron de utilizar el dolor por los muertos en Madrid contra la izquierda y en beneficio electoral. En primer lugar el ex presidente Julio María Sanguinetti que emplazó al Frente Amplio y a todos "los que apoyan el terrorismo de ETA". ¿Y ahora?. ¿Qué ocurre si la gente se fija más en los que no condenan el terrorismo de Bush, Aznar y Blair?.

Un párrafo aparte merece Jorge Batlle, que continúa acrecentando su proverbial olfato para ponerse cerca de los perdedores de cuanta elección cercana haya en el mundo. Auguró los triunfos de Carlos Saúl Menem en Argentina y de José Serra en Brasil; apoyó a Sánchez de Losada un día antes de que huyera a Miami y hace pocos meses se reunió con el hoy derrotado Mariano Rajoy, al que saludó como futuro presidente de España. Ya circula en Internet, una cadena de correos electrónicos promoviendo una colecta para financiar un viaje de Batlle por EEUU, para que se encuentre con Bush.

Manuel, el peluquero, me lo había dicho unos días atrás cuando yo, como la mayoría, le auguraba un triunfo del PP: "Mira, hay una esperanza, a Rajoy lo saludó Batlle".

El humor suele ser un poderoso instrumento de los pueblos para expresar sus ideas.

La derrota de Aznar, es también una derrota de los presidentes latinoamericanos que de espaldas a sus pueblos, siguen apostando a ser el patio trasero de EEUU y que practican el servilismo como única forma de relacionarse con los países ricos.

En un plano más general la derrota de Aznar, es una victoria para la paz, para la estabilidad mundial, para la democracia y para el diálogo civilizado con América Latina y el Tercer Mundo.

Contra la barbarie

Rodríguez Zapatero no la tendrá fácil. La votación que lo colocó como presidente de España no es un cheque en blanco. Mucho le ha costado a su partido superar el desprestigio de la corrupción del último período de Felipe González. Es un aspecto, la honestidad en la gestión pública, donde el proyecto alternativo que dice encarnar debe demostrar que aprendió la elección. Pero no es el único.

Un motivo clave del derrumbe del PSOE fue el uso del terrorismo de Estado, con los GAL, para combatir el terrorismo de ETA.

Por eso importa tanto el pronunciamiento de Rodríguez Zapatero, cuando comprometió el combate a "todas las formas del terrorismo" pero "respetando la Constitución".

España ha recuperado la esperanza de construir un consenso interno para terminar con el terrorismo.

Esa responsabilidad no cae solamente en el PSOE que ya ha dicho que relanzará el diálogo con los nacionalismos para encontrar caminos de consenso.

También lo tiene ETA, que debe entender de una buena vez que no hay terrorismo bueno y malo; que nada justifica el asesinato de inocentes o la matanza, como método de resolver problemas políticos.

La sociedad española ha dejado claro que no quiere más violencia y está dispuesta a enfrentarla, a condenarla y a terminar con ella y con quienes la promuevan.

La barbarie franquista de Aznar y la decisión ciudadana de los españoles le han dado una nueva oportunidad al PSOE que sabe, además, tiene un pueblo movilizado y vigilante.

Siendo esto cierto e importante, no es sin embargo, lo más relevante.

Lo principal sigue siendo la derrota de Aznar.

Es una nueva demostración que la política asumida como subsidiaria de los negocios; el gobernar a favor de los empresarios más ricos y promover un modelo de opulencia para pocos y exclusión para muchos; no rinde frutos.

Aznar no dudó en embarcar a España en la aventura guerrerista de Bush, seducido él y los grandes barones de la economía española, que son los que lo encumbraron en el poder, por los beneficios del reparto del petróleo iraquí.

La famosa guerra contra el mal de Bush, presentada como una cruzada para dar más seguridad al mundo, ha generado lo único que podía generar, más violencia, más barbarie, más muerte.

Los pueblos del mundo entero se pronunciaron por millones por la paz y a los gobernantes que no los escucharon los empezaron a cambiar.

Lo mismo ha ocurrido con los medios de comunicación que han mostrado públicamente donde queda el periodismo "serio y objetivo" cuando el poder los llama al orden.

Así como nadie en el mundo, salvo en EEUU, le cree una palabra a CNN, será muy difícil creerle a Televisión Española y a los grandes medios de masas de España.

También los medios de comunicación tendrán que sacar sus conclusiones, mentir ya no sale gratis, operar para los poderosos tiene como contrapartida la ira de los que sufren ese poder.

La derrota de Aznar permite estos y otros muchos ángulos de análisis, todos ellos en el territorio de la razón.

Pero por ahora vale la pena que predomine el sentimiento y entonces, cabe la alegría por una patria y un pueblo que supo engendrar a Miguel Hérnandez, Federico García Lorca, León Felipe y Rafael Alberti.

Por eso tuvo razón "El Gallego" Manuel cuando hoy de mañana sacó de las vísceras el grito de La Pasionaria y con esa sabiduría popular, resumió todo en una frase.

Enhorabuena, Manuel: "No pasaran". Salud.

* Gabriel Mazzarovich es periodista uruguayo.