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Europa

TRAS EL ATENTADO Y LAS MENTIRAS DEL GOBIERNO ESPAÑOL QUE SE VAYAN TODOS

por Carlos Aznárez

La mentira infame de Aznar y su séquito de fascistas no podía durar toda la vida.
Mintieron cuando embarcaron al pueblo español en una cruzada guerrerista contra el pueblo iraquí. Mintieron junto con el gobierno norteamericano cuando justificaron esa ocupación sanguinaria con el cuento de las armas químicas.
Mintieron cuando aprovecharon la alianza con EEUU para fortificar la venta de armas al gobierno reaccionario de Uribe Vélez en Colombia y colaborar de esta forma con la peregrina idea de terminar con la guerrilla colombiana.
Mintieron cuando intentaron desmentir a Amnistia Internacional y otras organizaciones de derechos humanos que habían abierto expedientes sobre cómo y cuanto se tortura en las comisarías y cuarteles de la Guardia Civil a los detenidos vascos o a aquellos que en cualquier parte de la geografía española osan discrepar de la férrea política del discurso único.
Mintieron cuando justificaron las maniobras de sus trasnacionales que le robaron el dinero a los ahorristas argentinos y volvieron a mentir cuando justificaron a las mismas en su política de chantaje para cobrar una deuda externa que el pueblo argentino no adquirió.
Mintió Aznar y su gabinete de Exteriores cuando dijeron públicamente que no tenían nada que ver con el golpe fascista contra Venezuela Bolivariana en abril del 2002, después de haber respaldado a los golpistas y reconocido al gobierno efímero de Pedro Carmona.
Mienten todos días del año inventando demonios donde sólo existen pueblos que reclaman el derecho de la autodeterminación.
Mienten por costumbre al identificar a catalanes y vascos con el terrorismo sólo por el hecho de hablar su propia lengua o desarrollar políticas que contrastan con las órdenes dictatoriales que llegan desde Madrid.
Mintió Aznar y su mafia que hoy ocupa el sillón de la Moncloa, al acusar al dirigente catalán Carod Rovira de cómplice del terrorismo sólo por intentar encontrar caminos de negociación con la organización armada ETA.
Mintió Aznar cuando ilegalizó a partidos y organizaciones vascas que reclamaban pacíficamente el derecho a expresar sus opiniones políticas.
Mienten descaradamente cuando ocultan que 700 presos políticos vascos son tratados como animales salvajes: desterrados de sus tierra natal, gaseados en las celdas, golpeados, y abandonados de toda protección humanitaria al estilo del campo de exterminio construido por los yanquis en Guantánamo.
Miente Aznar, miente Rajoy y miente el PP en pleno, cuando en el mismo momento en que sucedía el horrible atentado del dia 11 acusaron a ETA, a sabiendas de que no eran los ejecutores de la masacre, y lo hicieron ­ya lo sabe el mundo entero- con el único objetivo de ganar por mayoría absoluta la contienda electoral.
Miente desfachatadamente Angel Acebes, portavoz del discurso único español, cuando sabiendo lo que todos sabían en cada rincón del mundo, se llenaba la boca de la palabra "transparencia" y seguía difundiendo junto con Rajoy y los embajadores españoles allí donde les tocaba hablar, que la única pista viable y creíble era la de ETA.
Volvió a mentir Acebes en la medianoche del sábado, cuando asediado por las pruebas, el comunicado y el video de Al Qaeda y seguramente también por los gritos de "mentirosos" y "asesinos" que llegaban desde la Puerta del Sol y otros puntos de el Estado Español donde miles de personas reclamaban otro tipo de "transparencia", sólo atinó a decir, con cara de "yo no fui", un pequeño discurso que finalmente significaba que sus mentiras anteriores quedaban invalidadas Pero lo peor de todo es que junto a Aznar, mintieron, desde siempre, los socialistas al subirse, por oportunismo, al tren de "la unidad de los demócratas" y acompañar la política demencial del gobierno PP. Mintió Llamazares (de Izquierda Unida) que no paró de destilar su odio antivasco durante toda la jornada del jueves y el viernes. Mintieron ­como siempre- los medios de comunicación acompañando el discurso oficial beligerante, racista, despótico y despreciativo de todo lo que no condice con la idea de la España, una, grande y franquista, como quería el Generalísimo de ayer y el chaplinesco emperador de hoy.
Frente a esta colección despreciable de mentirosos, qué mejor que el repudio generalizado que empieza a surgir del sonar ruidoso de las cacerolas, las manifestaciones y la bronca de la gente en Madrid, Barcelona y el resto de la península. Qué mejor que recordar lo que las masas de indignados manifestantes argentinos gritaban el 19 y 20 de diciembre del 2001 frente a la prepotencia de otro pequeño dictador al que se derrocó a punta de valentía popular. "Que se vayan todos, que no quede ni uno solo". Por el bien de los pueblos, en homenaje a quienes pagaron con su vida en Bagdad y Madrid la prepotencia de Aznar, Bush, Blair y su cohorte de asesinos de pueblos. Que se vayan todos, que a los pueblos no se les puede mentir indefinidamente.