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Europa

25 de febrero del 2004

Golpe de Estado y transición en España
En recuerdo del 23 de Febrero de 1981, fecha del golpe de Estado

Marcos Roitman Rosenmann
La Jornada

Desde hace veinticinco años, fecha de promulgación de la Constitución, se ha producido un consenso en adjetivar el advenimiento de la monarquía parlamentaria como democrática. También se asiste a la creación de un mito: el orden político heredado del franquismo se destruye en un corto espacio de tiempo(1975-1978). Durante este período se producen cuatro acontecimientos: la coronación de Juan Carlos I como rey de España, la ley de reforma política 1976, la firma de los pactos de la Moncloa, octubre de 1977, y el refrendo constitucional, diciembre de 1978. De esta manera, en menos de tres años se habría producido el advenimiento de la democracia. El franquismo, un orden social tiránico, vigente durante cuarenta años, sucumbe dando lugar a cambios políticos bien recibidos por la sociedad y considerados necesarios por la mayoría de los actores políticos presentes en la España de los años setenta del siglo XX. Una de las primeras encuestas que avala este mito realizada en mayo de 1976, señaló que un 78% de los encuestados daban su apoyo al nacimiento de un régimen democrático.

Para que este milagro de la transición se produjese se cambian discursos y modifican adscripciones y comportamientos políticos. Demócratas y anti- demócratas se redefinen. De la noche a la mañana, quienes participan del franquismo en tareas de gobierno o son sus cómplices pasan a llamarse reformadores. El espectro político de la extrema derecha se adjudica a los fascistas, a Falange española y a fuerza nueva, partido acaudillado por Blas Piñar. Esta mutación lava las manos a muchas familias, blanquea apellidos y exime de responsabilidades a buena parte del cuadro administrativo del franquismo. La reforma política cobra impulso al desprenderse la última generación del régimen del lastre con el tirano. Una veintena de partidos se disputan el espacio político de ser una derecha moderada, centrista, reformadora o progresista. Desembarazados del franquismo pueden iniciar su andadura de fascista a demócrata sin grandes obstáculos. Ello explica el peregrinaje de los franquistas de Alianza Popular iniciado allá por 1977 al Partido Popular, formación actual heredera de sus tradiciones e ideología. La marcha ha sido ardua y conto con la complicidad de quienes se arrogan el liderato de la transición, Felipe González, Santiago Carrillo o la derecha nacionalista vasca y catalana. Todos arropan sin condiciones la metamorfosis de franquistas en demócratas.

Adolfo Suárez será el elegido. Siendo un hombre del régimen, no tiene demasiados vínculos con el franquismo ideológico, y si mantiene una fuerte unión con los nuevos empresarios y el capital financiero nacional fruto de la modernización tardía iniciada en los años sesenta. Su distancia con Arias Navarro y Fraga Iribarne, los representantes mas emblemáticos en los últimos años de la tiranía y del primer gobierno de la monarquía, es un buen inicio para un converso a la democracia. Suárez interpreta a la perfección los deseos del consejo del reino. Acostumbrado a lidiar con la vieja guardia del franquismo, como secretario general del movimiento, funda su proyecto renovador en el intento de agrupar en un macro-partido las diferentes tradiciones liberales progresistas y conservadoras moderadas ilustradas o no de la derecha. Fueron catorce los partidos que dan vida a Unión de Centro Democrático. Todos sus fundadores ministros o altos cargos del franquismo ocultan su procedencia bajo siglas tales como Federación de partidos democráticos, Partido social-demócrata, Partido Popular demócrata cristiano, Partido popular, Independientes o social liberales. Nombres como Pio Cabanillas, Fernández Ordóñez, Álvarez de Miranda, Camuñas, Garrigues Walker están entre sus patrocinadores. Todo esta atado y bien atado. Sin embargo, este proyecto "modernizador" quedará inconcluso. Las buenas maneras de Suárez chocan con una oposición retrógrada dentro de su partido y fuera de él. Internamente , los grupos ligados al opus dei, acción católica o demo-cristianos. En el exterior, Fraga y un franquismo nada residual, por mas que se declame su declive. La presión para frenar la reforma política provoca la dimisión de Suárez en febrero de 1981. Con ello se articula el proceso de involución política en España, cuyo logro mas significativo es la refundación de la derecha anti-democrática y la recuperación de su liderato por Manuel Fraga Iribarne y sus delfines, Aznar en Castilla y León o Rajoy en Galicia.

El "intento" de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 puede considerarse a la luz de los acontecimientos posteriores todo un éxito. El nombramiento de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente de gobierno, hombre gris proveniente de Acción Católica y del franquismo da al traste con la idea de crear una derecha moderna e ilustrada. Los beneficiarios directos del golpe son Fraga Iribarne y su grupo. La falta de liderazgo en Unión de Centro democrático facilita su posterior descomposición. Para los escépticos sirva de evidencia que muchos de los militares implicados en la trama golpista forman parte del actual Estado Mayor de la fuerzas armadas. Los casos mas relevantes hablan del Teniente general Joaquín Tamarit Navas o el novel general Blas Piñar Gutiérrez, acusado y condenado por participar de la rebelión, hijo del líder de la extrema derecha con el mismo nombre. Asimismo otros implicados han continuado sus carreras militares con bastante éxito.

Durante el breve gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo, a quien pocos recuerdan, se firma el protocolo de incorporación a la OTAN, se paraliza el desarrollo autonómico, se frena la reforma fiscal, se sientan las bases de un nuevo concordato con la santa Sede, se impide la reinserción de los militares demócratas sancionados durante el franquismo, se da marcha atrás a la reforma universitaria y los cambios educativos y como guinda se permite mantener el retrato de Franco en los cuarteles militares. En todos los órdenes institucionales se produce un retroceso. En estas circunstancias, la nueva derecha, mucho mas agresiva y eufórica por los acontecimientos, inmersa en la ideología anticomunista de guerra fría, se rearma. El ascenso de Fraga es incuestionable. Tras un periodo amargo sus objetivos se han cumplido. El primer nombramiento de Hernández Mancha para sucederle en la presidencia del partido es un estrepitoso fracaso. El recurso a los valores tradicionales: Dios, familia y anti-comunismo, a pesar del fin de la guerra fría, dan cohesión al proyecto. Ahora, sin embargo hay que dotarlo de un discurso triunfalista tras la caída del comunismo. Quien mejor encarna esta doctrina en las nuevas generaciones del partido popular será José María Aznar, otro ser oscuro, dócil discípulo de Fraga. Su corta edad, favorece el mito de una derecha que luchó por la democracia y que además era anti- franquista. Afirmaciones mas que cuestionables cuando no directamente falsas. Sin embargo, dotado de legitimidad constitucional, Aznar y sus gobiernos no han hecho mas que proseguir el proceso de involución política, que caracteriza la modernización económica y social que vive España y que ha contado con la anuencia de los gobiernos del PSOE a la hora de defender estos veinticinco años de mito democrático.