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Europa


22 de febrero del 2004

Colaboración de Cádiz Rebelde a la Campaña para que Alejandro Sanz deje de cantar y también de rebuznar
Que no es lo mismo pero es igual

Wu Ming 6
Cádiz Rebelde

Quizá para encender en la audiencia algunas briznas de ese imaginario del pobre –del asalariado- que alcanza el éxito desde el barrio aparentemente sin venderse demasiado, Alejandro Sanz relataba en algún programa de televisión que de pequeño frecuentó los –por entonces catalogados de tribus urbanas- círculos heavy metal. También añadió que se escapó de casa y que frecuentó los despachos del director. Su pasado de Moratalaz fue duro pero se esfumó pronto, mucho antes de que se radicalizara en acordes y distorsiones, formara un grupo reivindicativo e incluso antes de que le obligaran a suspender conciertos o le abuchearan en alguna gala de premios. Prefirió ser producto de discográfica para púberes al borde de un colapso hormonal. Le llegó el éxito tras años de un monzón de bragas y sostenes, de muñecas doloridas de firmar papelitos, de ser forro de carpetas y de galas gritonas que podrían ensordecer a cualquier Beethoven. Un single machacón, una canción tarareable y su explosión comercial. Se codeó con potentados musicales. Fue lanzado como artista internacional a golpes de billboards: omnipresencia en los medios, adulaciones y enormes cantidades de sobornos que algunos llaman tirón mediático. Siete grammys y millones de discos vendidos: negocio seguro.

Ahora presenta nuevo disco. La estrategia promocional de su discográfica (Warner, America OnLine, CNN, Time ) ha preparado declaraciones abiertamente políticas. Cuando la deontología del músico triunfante o triunfito de este país ha sido siempre aquella de ovejas que defienden al pastor (ya sea en contra de las mantas, la piratería, el intercambio de mp3, etc), Sanz se moja en las sucias aguas de Miami y dice que "Están ocurriendo muchas cosas y hay que tomar partido. No es momento para estarse callado".

Comienza con un "Fidel Castro ha traicionado muchos ideales revolucionarios" a propósito de una de las canciones del disco. Una imputación generacional de traición que apunta que Sanz alguna vez, en sus oscuros rincones seguramente ajenos a la Doctrina de la AOL Time Warner, también los ¿tiene? o los ¿tuvo? (no reíros muy alto) para justificarse el titular y arremeter con una sentencia moralizante sobre Cuba y Fidel Castro. Sus fuentes, según él mismo, son un criado balsero y la inefable y despechada Zoé Valdés. Parece improbable que alguna vez a Sanz se le haya pasado por la cabeza realizar presentaciones mundiales de sus discos como la que celebraron los Manic Street Preachers (con un sentido más simbólico ante los medios que efectivo comercialmente) o realizar una gira gratuita por Cuba. Labana o la ciudad donde los sueños aprenden a nadar, sonará en muchos discman de los anticastristas más recalcitrantes como un mantra delicado y agradará a los dirigentes y beneficiarios del fascismo democrático que están deseando invertir en libertad en la isla. La de arena, como un fleco suelto, un esquizoide enlace o característico guiño al imaginario de su personaje popular, fue eso de que el embargo a la isla era una aberración. Que todo cambie para que sigamos vendiendo discos igual.

La compañía ha editado su disco con un sistema anti-copia amparada por el cánon que grava los cd regrabables con un 30%. Sanz, ahora sí siguiendo el dogma empresarial, arremete contra la piratería: "Quien compra discos pirata comete un delito y apoya el crimen" categoriza. La ofensiva del copyright nunca descansa: nos llama delincuentes cada día amparándose en leyes y policías por el mero hecho de disponer de tecnologías como los ordenadores, los scanner, los masterizadores, las grabadoras y además por utilizarlos... de manera "equivocada". ¿Por qué no contrarrestar el comentario con un "quien compra discos de la AOL TIME WARNER contribuye a que Colin Powell, Steve Case y demás sátrapas de los mega-medios aumente sus rentas y sus aportaciones a lo injusto"? De todos modos, y a pesar de denuncia de la Asociación de Internautas, gracias a algún esfuerzo colectivo de piratas ha sido crakeado y ya se apelotona en ese puzzle de carátulas que son las mantas. Podrá ser copiado por todos los que quieran y ser pasto de los peer to peer.

Sanz incide en su discurso concienciado con el desastre del Prestige: "Cuéntaselo, cuéntaselo.../cuéntaselo a esa gallega y dile/dile que valió la pena y dile/di.../qué fue del castillo de arena / por qué lo asfaltaste". Parece ser que Garzón lo invitó a uno de esos saraos que organiza, con ese halo paternalista y de difuso mensaje moral como el partido de contra las Drogas, y Sanz declinó la invitación por un quítame de ahí unos beneficios benéficos. Optó por la acción donadora con la consabida forma que dice "los derechos se destinarán a una institución de conservación gallega". Desconocemos el dato si es una institución conservera o conservadora.

Calada la trinchera militar, las chapas de identificación y los pantalones cargo, regala otra perla de desfachatez: "el título de mi disco plantea volver a la individualidad para contrarrestar el pensamiento único que impera en el mundo". Y culmina con una referencia a la ocupación de Irak. Al preguntársele sobre el eufemismo "conflicto-en-Irak" (extraído del libro de estilo del periodista de los grandes medios) dijo que él personalmente está en contra de todas las guerras, "porque no creo en el concepto de la guerra". Algunos no creen en el concepto de hambre, ni en sus enmarañadas categorías metafísicas, pero la sufren sin realizar ningún ejercicio de filosofía barata digna de un Claussewitz con discos de oro, narices de platino a su alrededor y todo el plomo posible para aislarnos a los demás de su hedor a mito accesible y chico-bueno-que-alguna-vez-fue-malo y que ahora va de rebelde chic.

La prensa asegura que es un disco comprometido. Algunos piensan que la estrategia es similar a esas de las grandes empresas con sus contradictorias y maquilladas campañas "sociales". La "opinión pública" debe conocer las inquietudes y compromisos sociales (aparte de esos como el tennis, yates, moda, etc) del producto artístico que arremete contra el gallinero del corazón cuando acude a benéficos desfiles de moda o pone cara de interesante en las páginas de la reaccionaria biblia del cuché que es el Hola.

Sanz, músico en nómina de una compañía capaz de apoyar regímenes opresivos, financiar a corruptos y torturar con tal de abrir mercados para sus productos, se convierte en mercancía que adopta ser un pequeño símbolo de rebeldía y trascendencia. No es otro que el discurso del consumo como aquel que la libertad es conducir con un mono con una ballesta. Sanz ansía que las antenitas de la multitud politizada con enormes demostraciones de concienciación (guerra/ prestige) empiecen a chispear cuando él cante que está con nosotros, con la multitud, pero sólo con la que compre su disco.

Su posición en el mercado de la música invalida todo el discurso a no ser que actúe en consecuencia y aproveche la coyuntura que dispone. Es decir, utilice su fama y su poder de manera no esperada por sus jefes. Desde aquí le invitamos a que convierta en hechos las palabras de su promoción, que se convierta en adalid de causas, que permita el copyleft en sus discos, que financie con sus ingresos a colectivos contra las monstruosas discográficas, que apoye económicamente a Nunca Mais, que le ladre a sus jefes, que suelte lana para proyectos sociales, que se niegue a recibir ningún grammy cuando no se den visados a los artistas cubanos, que cambie el sistema operativo del ordenador de su estudio e instale GNU, que sea investigado por la CIA y el FBI y se abra un expediente por sus actividades antiglobalización y sus opiniones antibelicistas. Y si no que se calle y no confunda.

http://www.cadizrebelde.com/