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Europa

15 de febrero del 2004

Los cruzados y los soldados de Allah

Hossam el-Hamalawy
electronicIraq.net
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

"Bienvenido al pub más antiguo de Inglaterra", dice el letrero sobre la blanca taberna situada bajo Castle Rock en Nottingham, escena de los legendarios cuentos de Robin Hood. El pub, Ye Olde Trip To Jerusalem, es famoso por otro motivo. Con la fecha 1189 DC - el año en el que Ricardo "Corazón de León" ascendió al trono de Inglaterra - pintada en los muros, se cree que el pub fue el sitio frecuentado por los caballeros y los hombres en armas antes de que partieran a combatir "a los sarracenos que ocuparon la Santa Tierra Cristiana", como alardea el sitio en la red de la taberna.

Sin embargo, un poco más tarde dentro del pub, se nota que ese legado histórico tiene apenas repercusiones en la actualidad.

"No veo cruzados por ninguna parte. Todo lo que hay son unos pocos borrachos", dijo Sonia, estudiante de medicina de 22 años, medio británica, medio francesa, que compartía una merienda con amigos. El personal del pub estaba ocupado sirviendo a viajantes, gente del lugar y estudiantes.

Cuando le preguntaron si pensaba que la guerra contra el terror de George Bush era una nueva Cruzada, se encogió de hombros. "Es sólo por el petróleo", dijo. "El terrorismo islámico se ha convertido en un eslogan sólo porque atacaron a EE.UU. Ha habido anteriormente ataques en otros países, lanzados por no-musulmanes como la ETA vasca y el IRA. Entonces nunca hablaron de guerra contra el terror".

Su amigo iranio-británico Sam, de 24 años, asintió. Los dos reconocieron que existe una reacción contra los musulmanes en general. "Algunos musulmanes que conozco (en Gran Bretaña) tratan ahora de ocultar su identidad o nacionalidad", dijo Sam. "Tienen miedo. Sienten que están bajo ataque".

Puede ser que el legado de las Cruzadas no siga vivo dentro de los antiguos muros del pub, sin embargo, millones en el mundo islámico, así como en Occidente, ven crecientemente la actual guerra contra el terror de EE.UU. en esos descarnados términos religioso-históricos.

Kilómetros más al sur, en una pequeña casa comunal en Warwick en el oeste de Londres, docenas de fieles árabes escuchaban atentamente el sermón del viernes de su carismático clérigo Hani el-Sebaai: "Porque perdimos nuestra solidaridad, todos nos pisotean", gritó. "Miren a esos vaqueros criminales, envidiosos, patéticos, que residen en la "Casa Negra" y en el Departamento de Defensa (de EE.UU.), el departamento de tiranía - ¿qué dicen? No toman en serio a los musulmanes... Perdimos a nuestros hijos. Perdimos nuestra sociedad. Perdimos nuestra religión... El enemigo de Dios está entre nosotros, apoderándose de nuestras tierras, violando todo lo que nos es sagrado, y mantenemos silencio. Oremos a Dios, en apoyo a nuestros hermanos oprimidos en Afganistán, Irak, Chechenia, Palestina, y por los musulmanes en todas partes".

En su casa en Hammersmith, un vecindario multiétnico en el oeste de Londres, Sebaai afirmó que tras la campaña de Bush se encuentra la religión, y se refirió a los cristianos derechistas que tienen posiciones dirigentes en su administración.

"¿Es coincidencia que (el Ministro de Justicia de EE.UU.) John Ashcroft esté distribuyendo Biblias y libros de oración en el Departamento de Justicia? dijo. "George Bush en persona dijo que es una 'Cruzada'. No fue un lapso. El hombre no es tan estúpido como piensa la gente. Lo dice en serio, y lo motiva su fe."

La administración Bush "moviliza a los soldados estadounidenses utilizando la religión y al mismo tiempo quiere negar a otros el derecho de utilizar la movilización religiosa", agregó consternado Sebaai.

Observadores en El Cairo han destacado el comienzo de la segunda Intifada palestina, los ataques del 11 de septiembre y la arremetida dirigida por EE.UU. contra Afganistán e Irak, como disparadores para una continua radicalización en todo el mundo musulmán. El debate sobre el choque de civilizaciones no se limita ya a los salones tras puertas cerradas de los gabinetes estratégicos occidentales y a las cintas de audio inflamatorias de islamistas frustrados por su aislamiento. El debate es llevado a las calles, gracias a la "guerra contra el terror".

"El 11 de septiembre fue la Guerra de Suez del islamismo", dijo Diaa Rashwan, analista en el Centro Al-Ahram de Estudios Políticos y Estratégicos, un gabinete estratégico en El Cairo. "El desafío de Nasser a Occidente en 1956 fue el primer grito del panarabismo. Los ataques del 11 de septiembre y la guerra contra el terror sirvieron el mismo propósito en el caso del panislamismo. Unieron a los musulmanes en todo el mundo con la sensación de que "Occidente nos ataca a todos, y tenemos que hacer algo".

Esto impulsa, razona Rashwan, a nuevos actores a entrar en escena en la política armada: yihadíes por cuenta propia. Y nunca ha sido tan fácil como ahora que la cólera se una a la ideología, como gusta decir Abdallah Schleifer, un experto en medios de El Cairo.

"El discurso asociado con al Qaeda es muy contemporáneo. Es accesible, popular, y no requiere gran erudición o formación para que sea comprendido", señala el reportero jefe de The Observer, Jason Burke, en su reciente libro sobre al Qaeda. "Evoca eventos y personalidades, muchas del siglo VII, sabiendo que serán comprendidos por el público al que se dirige, en gran parte analfabeto. El simbolismo es poderoso pero fácil de captar. Ofrece una satisfacción instantánea y un empoderamiento instantáneo. Cualquier grupo o individuo puede encontrar en él elementos útiles... Sus símbolos incluso se han difundido fuera del contexto islamista. Los Hells Angels tailandeses llevan retratos de bin Laden en sus motocicletas y cascos. Bin Laden se ha convertido en un símbolo contra-cultural, representativo de un discurso de disenso.

"Antes de la televisión satelital, de los teléfonos y el Internet, bin Laden podría haber sido sólo un Mahdi mesiánico para unos pocos miles de miembros de una tribu. Pero la tecnología moderna de la comunicación ha permitido que radicales exiliados transmitan sus puntos de vista a poblaciones objetivo sin interferencias o represalias estatales."

Temprano por la mañana del día de Navidad, unas dos docenas de hombres y mujeres se reunieron ante un campo militar en las afueras de Medinet Nasr, un suburbio oriental de El Cairo. Después de esperar dos horas, un camión carcelario azul lleno de detenidos musulmanes aceleró hacia el campo, seguido por una furgoneta con soldados armados de Operaciones Especiales. Las familias corrieron detrás del camión hasta que llegó a la puerta, agitando histéricamente sus manos y gritando los nombres de sus parientes.

Los 43 detenidos están a la espera de un juicio en una corte marcial después de ser detenidos hace 15 meses en Alejandría, Beheira, y Mahalla. El gobierno los acusa de formar un grupo clandestino, bautizado Jund Allah (Soldados de Dios), y de planear ataques contra objetivos occidentales en Egipto.

La policía anunció que había descubierto dos fábricas de bombas artesanales. Los sospechosos planeaban, según funcionarios de la seguridad del estado, utilizar palomas cargadas con explosivos, para hacerlas volar directamente a sus objetivos. Los sospechosos son acusados asimismo de planificar el secuestro de un autobús, cargarlo de explosivos, y luego atacar la embajada de EE.UU. un día viernes, a la hora del llamado a las oraciones del viernes, para evitar que haya víctimas entre civiles egipcios y así limitar la carnicería al edificio vacío y a sus guardias estadounidenses.

Las autoridades tuvieron cuidado de señalar que el grupo no tenía un vínculo "organizativo" directo con al Qaeda, pero encontraron declaraciones en vídeo de Osama bin Laden, así como literatura de su mano derecha, Ayman el-Zawahari, en algunas de las casas de los sospechosos - que constituían el "programa de acción" del grupo.

Según los abogados de la defensa y fuentes islamistas en Londres y El Cairo, los detenidos, en su mayoría de entre 20 y 30 años, no tienen antecedentes políticos.

"Todos hablan de la Intifada", dijo el abogado de la defensa, Youssef Saqr, en su casa a sólo unos kilómetros del tribunal militar. Los sospechosos "son simplemente un grupo de personas que se sentaron, lo pensaron, y quisieron viajar para realizar la yihád en Palestina. Al no poder hacerlo, decidieron atacar las embajadas de EE.UU. e Israel en El Cairo."

El periódico de propiedad estatal Al Ahram afirmó el 5 de enero de 2003 que los acusados habían jurado venganza por las atrocidades israelíes en Yenín durante abril de 2002.

El arresto de los sospechosos de Jund Allah fue seguido por una serie de enérgicas medidas de seguridad contra otros nuevos grupos de amateurs. En septiembre pasado, el ministro egipcio del interior anunció el arresto de 25 presuntos militantes, incluyendo a seis estudiantes extranjeros de Al-Azhar: tres bengalíes, un turco, un malasio y un tunecino. Se les acusó de establecer un grupo clandestino, llamado el "grupo del Yihád de apoyo a los musulmanes en el interior y el exterior". El ministro declaró al semanario Al-Mussawar en septiembre pasado que el grupo "seguía la línea de al Qaeda, pero no está afiliado orgánicamente". Agregó que los sospechosos no planeaban ataques en Egipto, pero que querían unirse al Yihád en Irak y Palestina contra fuerzas de la Coalición y de Israel respectivamente. "Los miembros del grupo confesaron que compartían la idea yihadí (considerándola como un camino) para proteger a las minorías musulmanes oprimidas en algunos países asiáticos, y porque estaban enfurecidos por las prácticas de EE.UU. e Israel en la región árabe", agregó el ministro.

"Aparecerán más grupos (amateurs) similares, debido a la cólera contra las políticas de EE.UU. en el Medio Oriente", comentó el abogado islamista Montasser al-Zayat, en su oficina en el centro de El Cairo. El daño a esperar puede variar desde de un par de piedras lanzadas contra un negocio de McDonald a "operativos desastrosos", advirtió.

10 de febrero de 2004
* Hossam el-Hamalawy es un periodista por cuenta propia en El Cairo.
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