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Europa

Entrevista a Carlos Taibo, profesor de Ciencia Política y director de estudios rusos:

"En Ucrania asistimos a una pugna entre élites similares"

Dabid Lazkanoiturburu
Gara

Experto de la realidad política del espacio postsoviético, los sucesos en Ucrania traen al recuerdo de Taibo el levantamiento hace un año en Georgia

­La «Revolución de los Rosas» derrocó a Sheverdnadze.
Georgia no deja de ser un pequeño país del Cáucaso, pero lo de Ucrania es más grave. En cualquier caso, ilustra los problemas de las democracias de bajísima intensidad de esta parte del continente europeo, en las que las reglas de juego más elementales son violadas en un grado que no falta entre nosotros, pero que allí alcanza esas proporciones.
­La OSCE no ha tardado en denunciar el fraude.
Es muy raro. Ultimamente nos tiene acostumbrados a lo contrario, a ser extremadamente generosa con fórmulas electorales probablemente marcadas por el vicio, y pienso en Afganistán hace un mes. Pero al margen de que las irregularidades han sido graves, yo recelo mucho de las etiquetas de clasificación de los candidatos tal y como se nos proponen. Recuerdan mucho a las que se utilizaron en la propia Ucrania en los noventa. Que Kuchma era occidentalizante enfrentado al candidato de Moscú que era Kravchuk, y al final Kuchma ha tenido relaciones bastante cordiales con Rusia.
­¿Cómo interpreta entonces la contundencia de la UE?
De dos maneras. Por un lado, disponen de información privilegiada y rotunda sobre el fraude. La segunda es que creen visiblemente que Yuschenko es su candidato y que se va a mostrar mucho más proclive a defender los intereses de las potencias occidentales. Es una lectura muy supersticiosa de los acontecimientos, que en cierto sentido obedece a cierta necesidad de los medios de utilizar códigos de descripción comprensibles y pedagógicos que esconden proyectos de fondo tal vez mucho mas similares de lo que parece.
­¿Estamos entonces ante una lucha entre élites?
Si uno examina los curriculums de ambos descubre que son demasiado parecidos. Representan probablemente segmentos del capitalismo mafioso enfrentados entre sí en una dimensión o en otra. No tengo ningún motivo para defender a Yanukovich, un personaje nefasto, pero esta idealización de la figura de Yuschenko me parece un tanto patética, tanto más cuanto que sospecho que si, por las razones que sean se convierte en presidente acabará por desplegar políticas muy similares a las de Yanukovich.
­Yuschenko, la OSCE y la UE denuncian fraude en el cómputo de los votos.
La OSCE pone mucho acento en la limpieza del cómputo o del ejercicio del voto y rara vez en la fuente principal de problemas, las campañas electorales y las restricciones sobre unos u otros candidatos en virtud de los intereses de partidos más o menos poderosos. Y pretender que Yuschenko no tiene nada que ver con este tipo de prácticas cuando ha sido primer ministro entre 1991 y 2001 es sugerir que es un extraterrestre que no tiene nada que ver con esta democracia de baja intensidad.
­¿Cómo valora la posición de Rusia en la crisis?
El franco apoyo de Putin a Yanukovich es comprensible pero un tanto delicado. La relación bilateral es vital para Rusia. De todos modos, no creo que vaya a tener ningún problema para reenderezar una eventual actitud opositora de Yuschenko. Tiene por desgracia dos procedimientos para atar a Ucrania. El primero son las materias primas energéticas. Ucrania no las produce prácticamente y depende literalmente del petroleo y gas natural que llega de Rusia.
La segunda es la presión que ejercen las minorías rusas, mayoritarias en la parte más oriental de la república y en la propia Crimea, y que a buen seguro obligan a los dirigentes ucranianos a moverse con pies de plomo. En esas condiciones Rusia tiene la sartén por el mango y lo que es lamentable es que el único horizonte alternativo sea la OTAN Y la UE. Que no exista ningún proyecto diferente que plantee una perspectiva de soberanía y de contestación tanto de la lógica imperial rusa como de la interesada expansión occidental.
­La UE denuncia el fraude en Ucrania y calla ante el genocidido en Chechenia
Así es la política exterior de la UE. Y eso que no hay ningún lugar en el planeta que en los diez últimos años haya experimentado semejante grado de destrucción. Es lo mismo que pasa con Palestina. Muchas declaraciones retóricas que al final no se traducen ni siquiera en la cancelación del sinfín de privilegios comerciales con los que la UE obsequia a Israel.