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Europa

España:Nuevo talante,viejos recursos

J.M. Álvarez
Cadiz Rebelde

Pasó otro 12 de Octubre y vimos más de lo mismo: Ejército, Guardia Civil, el Borbón -cuya regia sensibilidad le lleva a efectuar sádicas carnicerías de osos en Rumanía- y una horda de cortesanos y parásitos que tanto gustan de copa gratis. Desde luego, aciertan plenamente en sus alardes exhibicionistas sobrados de tanques, cazabombarderos y un extenso material utilizado para eliminar seres humanos. Es evidente que cada cual enseña aquello por lo que siente debilidad.

Como ahora tenemos a Zapatero, no desfiló la bandera de Estados Unidos (pero ahí siguen las bases de Rota y Morón), que fue sustituida por la de Francia. Entiendo que debe resultar molesto para algunos recordarles que ambas banderas representan la "democracia"occidental y lo que eso significa, pero es obvio que, tanto una como otra, han rivalizado y rivalizan en guerras coloniales, torturas y siniestras estrategias para saquear los recursos de otros pueblos. La demagogia es un recurso necesario para todos los gobiernos del Régimen.

El Gobierno español del "cambio" también invitó en La Habana al grupito de disidentes formado por alcohólicos, oportunistas y charlatanes que se definen demócratas pero que no tienen escrúpulos en figurar como asalariados de un Imperio que aplasta con bota de hierro los cimientos mismos de la democracia y comete crímenes contra la Humanidad. Consciente de ello, Zapatero le hizo un guiño al sector de la sociedad española que simpatiza con la Revolución cubana mostrándose conciliador en la provocación tramada por el PP y protagonizada por el diputado Jorge Moragas, un golfo que, al impedírsele la entrada en Cuba, tuvo la poca vergüenza de invocar el Derecho Internacional, el mismo que su fhürercito ignoró repetidas veces cuando nos metió en la ilegítima agresión a Iraq. El nuevo presidente español finalizó su demagógica actuación asistiendo a un encuentro de líderes"progresistas "celebrado en Budapest, donde la estrella que más brilló fue la de Tony Blair, un criminal de guerra.

El nuevo talante, que dejó en libertad a un terrorista como Galindo, ha resultado ser tan viejo como ese mensaje parido en la Transición por el que intentan convencernos de que todos somos españoles y debemos fundirnos en un abrazo fraternal. Para demostrar la veracidad de semejante fantasía, a José Bono se le ocurrió el disparate de reunir a un veterano republicano que luchó contra el fascismo y a un viejo fascista de la División Azul. El falangista José Bono continúa empeñado en que nos estrechemos la mano porque ya pasaron los tiempos de víctimas y verdugos. Aunque nadie esté libre de decir estupideces, lo malo es hacerlo, además, con énfasis.

Esas dos Españas continúan vigentes para los que sentimos un profundo respeto por las víctimas del genocidio llevado a cabo durante y después de la Guerra Civil. La denominada transición democrática fue una Ley de punto final a la española, impuesta por la oligarquía, que contó con la colaboración y complicidad de los partidos de "izquierda"; una ley que no puede ser abolida porque golpearía la línea de flotación del Régimen. Gaspar Llamazares, el de la doble personalidad, pontifica que existe la reconciliación gracias a la generosidad de los vencidos, pero confunde, ignoro si intencionadamente, la generosidad con el silencio obligado de las víctimas por imperativo de los verdugos y de sus sucesores.

No existe reconciliación. Para lograrla y borrar el pasado resulta necesaria una justicia para todos que exija responsabilidades y compensaciones a las víctimas o a sus familiares, pero, por el momento, no hay noticias de que la plutocracia pretenda suicidarse. En el siglo XXI, seguimos con los mismos problemas: la represión continúa, los nacionalismos son atacados y condenados, todo el que disienta del pensamiento uniformado es sospechoso o colaborador de terroristas, a los molestos no se les concede ninguna oportunidad y son excluidos de la sociedad "normal"; para otros, entrar y salir de la Audiencia Nacional o de las cárceles de exterminio es algo habitual.

La ausencia en los actos de casi todos los representantes de los nacionalismos históricos confirma esta apreciación. Incluso el viejo republicano que invitaron para demostrar que el tiempo todo lo cura, no picó el anzuelo y exteriorizó su malestar porque nadie le había avisado que le iban a situar junto a un nazi. Es evidente que demagogias y viejas mentiras no pueden competir con una triste realidad que persistirá hasta que se restituya la democracia popular.

J.M.Álvarez

Colectivo Cadizrebelde