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Europa

29 de enero del 2004

Francia: Organizar la resistencia

Olivier Besancenot
Rouge. Traducción de Mito, para Panorama Internacional


"Aligerar los procedimientos inútiles y las cargas excesivas de las empresas": ¡así descubrió Chirac la receta milagrosa para el empleo! Entonces quiso compartir inmediatamente este milagro con el elector escondido que hay en cada uno de los franceses a quienes dedica sus mejores deseos para 2004. Y anuncia de paso que "una gran ley de movilización por el empleo" será en poco tiempo sometida al Parlamento.

Lo que con esto se anuncia no es ni más ni menos que la continuación y la aceleración de las medidas ya puestas en práctica por los gobiernos que se vienen sucediendo desde hace una veintena de años. Y esto, con los resultados que se conocen: permanencia del desempleo de masas, destrucción de los empleos industriales, desarrollo sin precedente de la precariedad, ataques contra la protección social y los derechos de los desempleados. Hay que tener por otra parte una gran dosis de cinismo para anunciar una movilización por el empleo el día mismo en que toman efecto las medidas que van rápidamente a condenar a la miseria a varios cientos de miles de desempleados, brutalmente privados de sus derechos y de sus indemnizaciones.

La intervención de Chirac señala por supuesto la consideración de un hecho constatado por todos los sondeos de opinión: el miedo al desempleo vuelve a ser la preocupación primera. Pero ésta indica sobre todo que el gobierno cuenta con perseverar en la política que es suya desde su regreso al gobierno: destrucción de las conquistas sociales y desmantelamiento de los sistemas de protección social. Después de las jubilaciones, Chirac, Raffarin y Fillon, van a dirigirse ahora a las Leyes Laborales y a la Seguridad Social. Y, como en el caso de las jubilaciones, la "concertación" con los sindicatos no está allí más que para mantener las apariencias, ganar tiempo y desactivar la resistencia de los asalariados. Sin embargo, el objetivo es siempre el mismo: individualizar y privatizar al máximo lo que, otras veces, refería, incluso de manera imperfecta, a las reglas colectivas y la solidaridad. ¿Cómo no asombrarse entonces de que el Medef ya no duda más en desplegar sin vergüenza sus apetitos? Poner la Seguridad Social en competencia con las mutuales y las aseguradoras privadas, organizar el no-reembolso de los medicamentos, agravar la austeridad presupuestaria del hospital público, ¡he aquí su programa! Y algunos van aún más lejos, anunciando la etapa siguiente: hacer cotizar en función de la edad, en coherencia perfecta con la lógica "actuarial", principio de base de las aseguradoras privadas. Es la misma lógica que se esconde detrás del "gran debate" sobre la escuela: bajo el camuflaje de la descentralización y de la adaptación del sistema de formación, se trata de someter a la educación a las reglas de la competencia y de la rentabilidad. Sacrificar el derecho al trabajo, el derecho a la salud y el derecho a la educación en el altar del máximo beneficio para los accionistas, he aquí su credo.

Tal situación implica que hay que construir sin retrasos cuadros de resistencia y de movilización unitarios, reuniendo sin exclusividades, sindicatos, asociaciones y partidos que se reivindican del mundo del trabajo. Este es el sentido de las proposiciones unitarias para la defensa del empleo, hechas por la LCR, durante el último otoño. Hasta hoy, la izquierda institucional permaneció ausente, prefiriendo alimentar una polémica inepta contra la extrema izquierda, en un trasfondo de pequeños cálculos electorales.

Por supuesto, el primer semestre de 2004 estará marcado por fechas electorales importantes, en principio regionales, luego europeas. Para poder dar una respuesta a la altura de los desafíos, la LCR y Lucha Obrera se hicieron cargo de sus responsabilidades: listas comunes, compuestas de militantes comprometidos en las luchas y las movilizaciones sociales, permitirán a los electores que desean sancionar, con el máximo de eficacia, al Medef, la derecha y al gobierno, sin por lo tanto acordar la menor confianza a los social-liberales y a sus aliados. Nosotros defenderemos otras soluciones, radicales y anti-capitalistas: la prohibición de los despidos, la defensa y extensión de los servicios públicos, otro reparto de la riqueza, la satisfacción de las necesidades contra los beneficios.

¡Pero nosotros no separamos las campañas electorales de las movilizaciones sociales! La urgencia requiere construir sin esperar la respuesta del mundo del trabajo. Eso implica deducir las lecciones de los fracasos de los recientes conflictos, comenzando por el de la jubilación durante la última primavera, definir los ejes de una verdadera política reivindicativa y construir una estrategia de lucha conjunta apoyada en asambleas generales soberanas y coordinadoras interprofesionales. Esto implica también debatir y reunir a aquellos y aquellas que quieren construir una fuerza política nueva, una izquierda de izquierda que sea efectivamente una verdadera alternativa. Esto pasa, ciertamente, por las urnas. Pero pasa sobre todo por una actividad militante cotidiana. En las empresas y en la calle. ¡Es así como nosotros nos deseamos el año 2004!
Olivier Besancenot
Dirigente de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) sección francesa de la IV Internacional.