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Argentina: La lucha contin�a


CONCENTRACION DE MEDIOS INFORMATIVOS EN AMERICA LATINA

Televisa, Globo, Cisneros y Clar�n: la 'banda de las cuatro'

Carlos Iglesias
WORLD DATA SERVICE

El papel pol�tico de la prensa en Venezuela contra el gobierno del presidente Hugo Ch�vez descansa en la historia de los medios en Am�rica Latina. Los medios difusivos latinoamericanos en los �ltimos 50 a�os se distinguen por su concentraci�n y el papel pol�tico creciente de un peque�o grupo de propietarios.

Un estudio publicado en la p�gina web PERIODISTADIGITAL insiste en el rol comercial patriarcal de la televisi�n, con cambios en la era de la globalizaci�n mercantil. Tales tendencias en los mercados de la informaci�n conducen a alianzas de los grupos regionales con los principales del planeta en el sector de los medios difusivos.

Am�rica Latina cuenta con cuatro grupos fundamentales. Esa 'banda de los cuatro' est� integrada por Televisa, de M�xico; Globo, de Brasil; Cisneros, de Venezuela; y Clar�n, de Argentina.

Todos ellos est�n articulados con capitales internacionales, desde su surgimiento asociado a las figuras patriarcales de Emilio Azc�rraga (Televisa), Roberto Marinho (Globo) y Diego Cisneros (Cisneros). La concentraci�n de los medios latinoamericanos no es nueva. Desde el nacimiento de la radio, la l�gica comercial hizo que, en corto tiempo, las estaciones y cadenas estuvieran en pocas manos.

En 1945, la creaci�n de la Asociaci�n Interamericana de Radiodifusi�n, revel� la influencia de Washington, al promover un modelo comercial similar al estadounidense. La TV no escap� a esta tendencia en los 1950s y 1960s, debido a que las principales cadenas de Estados Unidos hicieron fuertes inversiones en todos los pa�ses del �rea.

El nuevo medio apareci� en 1950 en M�xico y Brasil, y en 1953 en Venezuela y Argentina, en todos los casos con una dependencia tecnol�gica a Estados Unidos desde los 1960s. La programaci�n del sistema de TV se fundaba en empresas privadas en fiera competencia por el p�blico y enorme influencia de las cadenas estadounidenses ABC, NBC y CBS.

Exist�an algunos canales p�blicos, pero sin capacidad de competencia con los privados y s�lo destinados a servir los intereses propagand�sticos de los gobiernos de turno.

En M�xico, la familia Azc�rraga, vinculada a cadenas estadounidenses, control� los tres canales disponibles en asociaci�n con el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI). Televisa pudo, con esas premisas, establecer emisoras en todo el pa�s, con modernas tecnolog�as como video y sat�lite, y extenderse al mercado hispano de Estados Unidos mediante Univisi�n, desde 1976.

Resulta curioso que Televisa fue obligada por las autoridades estadounidenses a reducir su presencia en Univisi�n, porque la consideraron extranjera. Tal pol�tica de la Comisi�n Federal de Comunicaciones coincide con la actitud estadounidense de no comulgar en lo dom�stico con el neoliberalismo y apertura que exige a Am�rica Latina.

A mediados de los 1960s, la familia Marinho, propietaria del diario O Globo, se insert� en la televisi�n, surgida por iniciativa privada en Sao Paulo y R�o de Janeiro. Marinho ten�a fuertes lazos con el consorcio Time-Life y la instauraci�n de dictaduras militares y sus prohibiciones de 1964 no interfirieron ya que daban respaldo a la modernizaci�n conservadora oficial. Globo desplaz� a sus competidores (entre ellos Rede Tup) y se aprovech� de la red de la Empresa Brasile�a de Telecomunicaciones (EMBRATEL).

Una programaci�n emblem�tica fue la telenovela, que le permiti� introducirse en el mercado internacional y aprovechar su integraci�n horizontal y vertical. La integraci�n vertical implica controlar un determinado mercado y la horizontal supone que el grupo diversifique sus actividades en diversos mercados.

El grupo Cisneros entr� al ruedo en los 1960s, pero no ven�a de la radiodifusi�n, sino de una amplia gama de empresas, sobre todo, el embotellamiento de Pepsi-Cola. En 1996, en prueba de su lealtad s�lo a las ganancias, reconvirti� la embotelladora para producir la Coca-Cola, el archirrival, y de paso, confirm� que la elecci�n de los consumidores es un mito.

El grupo vendi� parte de las acciones de Venevisi�n a ABC y Paramount, aunque estaba prohibido por los reglamentos, gracias a conexiones con la maquinaria pol�tica venezolana. El cuarto integrante, Clar�n, lleg� a la radiodifusi�n argentina en los 1980s, cuando las dictaduras militares prohibieron la participaci�n de capital extranjero y fomentaron la competencia en la televisi�n.

Aunque la participaci�n de capital extranjero fue m�s bien una medida para colocar en las vitrinas, la competencia si fue ruda y dio lugar a los primeros grupos medi�ticos nacionales.

Clar�n reafirm� su hegemon�a en Am�rica Latina con la mayor tirada de los peri�dicos de habla hispana y asumi� la expansi�n hasta transformarse en uno de los principales grupos medi�ticos de la regi�n.

Ante el incremento de las presiones populares, la proliferaci�n de dictaduras militares sent� las bases para adoptar las tendencias capitalistas internacionales.

En esa �poca, los medios estadounidenses cambiaron de pol�tica y retiraron sus inversiones directas para apoyarse m�s en la venta de programas. A partir de los 1980s, se favoreci� la tendencia representada por la Sociedad Interamericana de Prensa, (SIP), entidad de los due�os, en consonancia con las l�neas sociales y econ�micas prevalecientes.

El modelo de TV latinoamericana, comercial y muy concentrado, servir� para desarrollar proyectos vinculados al nuevo lugar de la comunicaci�n en la econom�a mundial. Esta etapa coincidi� con el fundamentalismo conservador, la desarticulaci�n del Estado de Bienestar en pa�ses desarrollados, y una revoluci�n cient�fico-t�cnica que sustent� la sociedad de informaci�n.

En s�ntesis, desde los 1960s, Am�rica Latina est� inmersa en el surgimiento de un sistema global comercial de medios difusivos, con un papel subordinado a los consorcios estadounidenses. Ese proceso se distingue por el deterioro de las empresas p�blicas, las estrategias globalizadoras de mercado y la expansi�n de la publicidad como mecanismo de financiamiento.

Tambi�n juega un papel destacado en este proceso el salto tecnol�gico que ocurre debido a la convergencia de soportes y mecanismos de distribuci�n.

Los grupos latinoamericanos se ajustaron a las nuevas tendencias y disminuyeron los plazos de difusi�n de informaci�n y nuevos programas, pero esa din�mica ha acentuado la desigualdad en la distribuci�n de la riqueza.

Desde los 1980s, los medios difusivos latinoamericanos entraron en una nueva etapa, con el crecimiento del papel del mercado publicitario. Ese mercado es la principal fuente de ingresos medi�ticos con su v�nculo estrecho al consumismo determinante de la estrategia de producci�n desde esa d�cada. El financiamiento mediante la publicidad conforma el sector de la informaci�n y la comunicaci�n y responde a la inserci�n en la mec�nica de un mercado muy concentrado. En estos a�os, los medios latinoamericanos se ordenan a partir de estrategias de asociaci�n, fusi�n, integraci�n o absorci�n en tres niveles, a semejanza de los estadounidenses.

Es una cadena voraz, con las empresas dominantes de escala nacional involucradas en hacer desaparecer a las regionales y �stas a las locales y un ajuste a una l�gica de mercado globalizado.

En el mundo, los medios se distribuyen en tres niveles: el global, con apenas una decena de grupos transnacionales que operan a partir del mercado estadounidense y sin respetar fronteras. El regional, agrupa a unos 50 grandes grupos que tienen estrechas relaciones con los 10 de mayor volumen y traducen sus estrategias en las respectivas �reas de acci�n.

El sub-regional se integra por l�deres de mercados dom�sticos nacionales y lo componen unas 90 corporaciones, en las que agrupa la 'banda de los cuatro' (Televisa, Globo, Cisneros y Clar�n)

Pero, entre los tres niveles existen m�ltiples vasos comunicantes y los grupos se conducen seg�n los cambios de l�gica, que identifican a la industria, con diversificaci�n, convergencia y menos dependencia a tradiciones locales. A veces el esquema no se cumple. En Venezuela los grandes consorcios de TV o 'cuatro jinetes del Apocalipsis', seg�n expresi�n del presidente venezolano, Hugo Ch�vez, se concentran en derrocar al gobierno, lo que no sirve a los intereses de ambos grupos.

Ahora, la sociedad civil queda fuera del mercado no por razones geogr�ficas, sino de capacidad de pago en una regi�n que el Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD) considera muy excluyente. Tales cifras indican que en 1988, por cada 100 habitantes, Estados Unidos ten�a 77,2 tel�fonos; 84,7 televisores; 45,9 computadoras y 11,2 usuarios de Internet. Ese mismo a�o, Canad� ten�a 63,4; 71,5; 33 y 3,6, respectivamente; en tanto el mundo exhib�a 14,2 tel�fonos; 25,3 televisores; no hab�a estad�sticas de computadoras y los clientes de Internet eran apenas 0,7. Am�rica Latina, por su parte, ten�a como promedio de 12,75 tel�fonos; 20,4 televisores, 6,25 computadoras (en 11 pa�ses con datos disponibles) y 0,29 clientes de Internet.

En Argentina, por ejemplo, los precios de los servicios se conforman en detrimento de los clientes, sobre todo en la TV por cable, donde la concentraci�n ha dejado en la pr�ctica dos suministradores.

Los grandes operadores, Multicanal, de Clar�n y CableVisi�n, de Hicks, Muse, Tate and Furst, disputan all�, la supremac�a despu�s de dos d�cadas, con tarifas de 38 d�lares mensuales. En aquellas �reas donde aparece alg�n otro competidor, ambas reducen los precios hasta niveles de dumping y asfixian al rival, lo absorben y entonces llevan las tarifas otra vez a 38 d�lares.

As�, los dos interact�an y se benefician de que el estado no obliga a hacer inversiones, con lo que los costos de operaci�n resultan muy bajos en un negocio sin riesgos. El cliente tiene escas�sima voz en estos mercados tan concentrados, en contradicci�n con la pluralidad de voces y puntos de vista que se supone caracterizan al libre mercado y la democracia occidental.

Adem�s, el estado cada vez deja m�s desiertas sus obligaciones reguladoras, y desata la desregulaci�n, privatizaci�n y desnacionalizaci�n de las econom�as a favor del mercado.

En estos momentos, la 'banda de los cuatro' (Televisa, Globo, Clar�n y Cisneros) han evolucionado de acuerdo con los tiempos que corren en Am�rica Latina para los medios.

Televisa es la mayor compa��a medi�tica de habla hispana, con 50 mil horas anuales y m�s de 300 estaciones. Predomina en Univisi�n, principal cadena hispana en Estados Unidos, y Cablevisi�n, operador mexicano con medio mill�n de abonados. Globo es el principal proveedor de contenidos en Brasil, con 4,4 mil horas anuales que permiten cierta exportaci�n, y abarca a Globocabo (TV por cable con un mill�n de abonados), el diario O Globo y parte de SkyLA, un operador de TV satelital.

Cisneros, uno de los 'cuatro jinetes del Apocalipsis' de Venezuela, es un holding diversificado, con ingresos por m�s de 4,000 millones de d�lares anuales. En estos momentos, controla televisoras latinoamericanas como Chilevisi�n, Caracol y Caribbean Communications, adem�s de Venevisi�n, y es accionista principal de Univisi�n y Galavisi�n.

Tambi�n socio importante de DirecTV Latin America y de AOL Latin America y propietario de El Sitio, uno de los portales m�s visitados en espa�ol. Este 'jinete' hasta mediados de 2003 azuz� la violencia callejera, la desestabilizaci�n y el terrorismo, l�nea ineficaz que, aunque presente, cede terreno a otra m�s indirecta y a largo plazo. La idea es auspiciar la anomia y el irrespeto a todas las normas familiares, de convivencia social o pol�tica y una percepci�n distorsionada de la realidad. Anomia, seg�n Emile Durkheim, es cuando un individuo o grupo desconoce las normas y comete infracciones y delitos, sin importar el costo de esas acciones para el colectivo social.

Con ese concepto inversamente proporcional a seguridad y muy estimulado con diversos programas, los medios intentan subvertir el orden y promover el delito, seg�n fuentes oficiales venezolanas. Con ese punto de partida ignoran las causas estructurales de la desigualdad y las injusticias, en el seno de la sociedad capitalista neoliberal, para abonar el terreno en su favor en las elecciones de 2006.

Sin embargo, los canales de TV comercial han perdido audiencia, fen�meno que obliga a los due�os a seleccionar sus programas y a tratar de inculcar que 'cualquier tiempo pasado fue mejor'.

La TV comercial venezolana regresa a programas de d�cadas atr�s, con el prop�sito evidente de recuperar confianza de la audiencia, frustrada por las campa�as terroristas previas. Sin embargo, fuentes del gobierno alertan que los a�os no han pasado en vano y que mientras entonces tales programas eran para seducir a potenciales clientes, ahora conspiran contra la estabilidad del estado.

Clar�n edita el peri�dico de ese nombre en Argentina. En los 1980s compr� Radio Mitre, pese a prohibiciones vigentes, el Canal 13 y, en 1992, Multicanal, mayor operador por cable latinoamericano, con 1,5 mill�n de abonados.

Los cuatro grandes grupos medi�ticos regionales cubren todos los rubros del sector y adem�s de ser socios y competidores entre s�, tienen relaciones con los integrantes de los otros dos niveles. Empresas de cada uno de esos cuatro grupos pueden encontrarse en la televisi�n normal, por cable, por sat�lite y digital, el v�deo, la radio y los discos. La gama de negocios tambi�n los incluye en diarios, revistas, agencias noticiosas, productoras de cine, promoci�n, distribuci�n de programas televisivos, asociaci�n con televisoras de EEUU, publicidad e impresi�n. Todas las miradas se dirigen en la actualidad a la televisi�n por sat�lite, uno de los servicios menos explotados, con apenas 14% de los hogares de la regi�n y lazos con capitales transnacionales.

Sin embargo, ese rubro requerir� grandes inversiones y los experimentos en marcha tienen bajas ofertas de producciones nacionales o con �nfasis regional, sobre todo en la Televisi�n Directa al Hogar y sus 200 canales. Los grupos regionales pudieran tener un antagonista importante en el mercado desde los polos de producci�n y distribuci�n de Miami y Espa�a, representada en primer t�rmino por Telef�nica.

La 'banda de los cuatro' se ha beneficiado de que las grandes cadenas estadounidenses cambiaron influencia f�sica por otra m�s indirecta, pero firme, que se sustenta en la venta de programas y tecnolog�as. De esta forma, las divergencias y estrategias opuestas del pasado se integran ahora vertical y horizontalmente, con un amplio grado de dependencia colonial al sistema de globalizaci�n neoliberal.

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