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Argentina: La lucha continúa


 

Los magnates extranjeros adquieren millones de hectáreas en complicidad con fundaciones ecologistas

Douglas Tompkins y su reinado patagónico (Parte 2)

Marcelo García*
La Fogata

* Periodista de la ciudad de Comodoro Rivadavia en la Patagonia Argentina, investigador del Centro Regional de Estudios Económicos de la Patagonia Central (CREEPaCe) e integrante del programa radial "El cielo por asalto". Mail: subrodo25@hotmail.com.
Uno de los casos más paradigmáticos, en lo que a compra de territorios para una supuesta preservación ecológica se refiere, lo protagoniza el magnate estadounidense Douglas Tompkins. Este personaje dedicado a la "ecología profunda" se ha convertido en poco tiempo en el dueño absoluto de una porción importante de la Patagonia argentina y también de la chilena. Asimismo Tompkins ha delimitado su terruño en el los esteros del Iberá (provincia de Corrientes) y puso su tranquera en el Delta (límite fluvial entre las provincias de Entre Ríos y Buenos Aires). En menos de una década se hizo propietario de casi un millón y medio hectáreas de tierras suramericanas y planea continuar su cruzada hasta obtener la friolera de 10 millones de hectáreas de esta región austral.
Douglas Tompkins y su esposa Kristine McDivitt comenzaron a amasar su fortuna con la venta de ropa y de artículos deportivos. Él fue mentor de las marcas Esprit y North Face y ella creó la llamada línea Patagonia con el canadiense Yvon Chouinard. Tanto uno como el otro vendieron sus acciones e hicieron una fortuna valuada en 150 millones de dólares.
Tompkins inició su alocada carrera ecologista a principios de los ’90 con la puesta en marcha de dos de las múltiples fundaciones ecologistas a las que posteriormente daría vida junto a su esposa y al grupo de los denominados eco barones. En los primeros años de la década del 1990 Tompkins creo Foundation for Deep Ecology (1990) y Conservation Land Trust (1992), pocos años después pondría en marcha la Word Land Trust y la Patagonia Land Trust, todas piezas de un mismo rompecabezas.
Sus primeros pasos por las estepas patagónicas los dio en 1991 cuando adquirió terruños de la Décima región chilena. En la patria de Salvador Allende no le fue fácil apoderarse de grandes extensiones, aunque a fuerza de tenacidad y dólares llegó a dominar casi 400.000 hectáreas en la Décima y la Undécima región. Así fue como virtualmente cortó en dos al territorio chileno lo que ocasionó en mas de una oportunidad una serie de conflictos con los pobladores, las comunidades aborígenes y hasta con el gobierno nacional.
A finales de la década de los ’90 Tompkins decidió cruzar la Cordillera de los Andes y desembarcó en la provincia Argentina de Santa Cruz. En poco tiempo el ecologista se apropio de cuatro estancias de grandes magnitudes. Kris McDivitt declaró al diario británico The Guardian que "la desconfianza y la paranoia sobre la conservación de la tierra es mucho menor en la Argentina".
Las zonas adquiridas en el sur argentino son: la estancia Monte León que está ubicada a unos 200 kilómetros al norte de Río Gallegos, sobre la Ruta 3 y al sur de la localidad de Piedra Buena, y comprende 69.750 hectáreas sobre 40 kilómetros de costa. La estancia Dor-Aike que es adyacente a Monte León, sobre su lado noroeste, contando con una magnitud de 37.125 hectáreas y 21 kilómetros del río Santa Cruz. Las 24.300 hectáreas de la estancia Sol de Mayo que bordean la frontera chilena y está situada al sur de Los Antiguos, justo entre los grandes lagos llamados Buenos Aires y Pueyrredón. También se convirtió en propietario de la estancia El Rincón, vecina al Parque Nacional Perito Moreno y con una extensión de 14.170 hectáreas.
Una vez adquiridas las tierras santacruceñas por Patagonia Land Trust la metodología adoptada por Tompkins fue entregar provisoriamente el territorio al Estado argentino imponiéndole la figura del fideicomiso y una serie de condiciones de difícil cumplimiento, las que de no efectivizarse le permitirían al magnate estadounidense asegurarse el retorno de las áreas a su propiedad o las fundaciones ecologistas nacionales que lo acompañan en las maniobras.
La diputada santacruceña Judith Forstmann, en diálogo con el programa radial "El cielo por asalto" explicó: "se busca que una persona jurídica extranjera compre inmensas y bellísimas tierras, dándole la tenencia precaria a la Fundación Vida Silvestre y el destino final sería la Administración de Parques Nacionales para generar el primer Parque Nacional Marino. Al usar la figura de fideicomiso evita cumplir con una serie de requisitos para que la Superintendencia Nacional de Fronteras le de la conformidad previa".
Luego reveló el ardid aduciendo que "el fideicomiso establece que si en tres años no se genera el parque marino o se estima que la Administración de Parques Nacionales no hizo sus mejores esfuerzos para que se pueda concretar -es decir que tenga más superficie de agua que de tierra- las tierras de las estancias Monte León y Dor Aike volverían a propiedad de Patagonia Land Trust para generar un parque privado u otro".
Para Forstmann esta situación se incluye en una compaña supranacional, donde las fundaciones de Tompkins son parte de 2.200 organizaciones de ese tipo que existen en los Estados Unidos y que "evidentemente les interesa comprar tierras vírgenes, no contaminadas, con amplias reservas de agua dulce para su propio beneficio posterior".
Una de las últimas incursiones de Tompkins en la Patagonia argentina fue en la provincia del Chubut donde, con la compañía de la Fundación Patagonia Natural, compró –por un valor de 2,8 millones de dólares- la estancia La Esperanza que posee una dimensión de 7.000 hectáreas. Dichas tierras se encuentran ubicadas dentro de la Península de Valdés, área que fue declarada patrimonio natural de la humanidad por la UNESCO previamente al negocio inmobiliario.
El presidente de Patagonia Natural, Guillermo Harris, dijo al diario Jornada ser "amigo personal" y "asesor" de Tompkins lo que terminó de confirmar la convivencia de las fundaciones ecológicas argentinas con el magnate estadounidense.

En los ríos y esteros mesopotámicos

Las ambiciones de Douglas Tompkins no se saciaron con una parte de la Patagonia y sus tentáculos llegaron hasta otra región de vital importancia en el mapa geoestratégico de los recursos naturales. Un sector del denominado acuífero Guaraní, ubicado en la Triple Frontera (Argentina, Paraguay y Brasil) y con la concentración de una de las mayores reservas subterráneas de agua dulce de Latinoamérica, fue comprado por el ecologista.
Tompkins compró territorios en las provincias de Corrientes y de Misiones. En las tierras correntinas donde nació el libertador José de San Martín, el multimillonario ecologista realizó dos compras claves para apropiarse de 225.000 hectáreas de los humedales que conforman los esteros del Iberá.
La primera operación inmobiliaria se produjo al comprarle a la familia terrateniente Blaquier unas 120.000 hectáreas de los esteros y la segunda la concretó a finales del 2002 y se trató de otra adquisición aunque en esa oportunidad el vendedor fue el grupo empresario Pecom Energía.
La rama energética del conglomerado empresario que comanda Gregorio Pérez Companc le vendió a Tompkins 105.000 hectáreas en Corrientes y otras 4.000 hectáreas en la provincia de Buenos Aires en la zona del Delta del río Paraná, en las cuales la forestación alcanza a 20.000 y 2.500 hectáreas respectivamente. La venta –que contó con la intervención de la Fundación ecologista ECOS- involucró la suma de 13,5 millones de dólares y las tierras pasaron a manos de DRT Investments LLC y Vacas LLC, compañías que dependen directamente de Tompkins.
El diario La Nación describió la finalidad de las adquisiciones diciendo: "inicialmente Tompkins se transformaría en productor forestal y competiría en el mercado, pues, según dijo un allegado del empresario, le interesa el ‘manejo responsable’ de los montes implantados. Sin embargo, poco antes de que se firmara el acuerdo de venta, Tompkins confió a un grupo de amigos que su interés por las tierras de Pecom Energía sería conservacionista y no comercial. ‘No soy empresario forestal y no quiero serlo’, había afirmado tiempo atrás ante un nutrido grupo de funcionarios y amigos en Corrientes. Según esta versión, la adquisición tiene sentido en el marco de una serie de inversiones que, a largo plazo -anticipa Tompkins-, serían donadas a la provincia de Corrientes o al Estado nacional para convertirlas en áreas protegidas. El objetivo de Tompkins sería preservar las especies animales y vegetales de esa región, que, según refirió a un allegado, estarían en riesgo por el avance de las especies forestales exóticas. Una forma de frenar la incursión de los proyectos de las industrias forestales, le advirtió Tompkins en tono personal, sería comprar esas áreas".
Los Esteros del Iberá, ubicados en el centro y nordeste de Corrientes, son un sistema de humedales que incluyen 62 lagunas y varias islas flotantes. Con una extensión de 13 mil kilómetros cuadrados conforman "la mayor reserva de agua dulce del país", según explicó al diario Página 12 el subdirector de Parques y Reservas provincial, Vicente Fraga.
Lo curioso de la situación es que pocos después de la compra realizada por Tompkins se dio a conocer la elaboración de un plan de manejo y conservación de la biodiversidad de la reserva del Iberá, el que busca que dicha zona sea declarada por la UNESCO patrimonio natural de la humanidad. En la preparación de ese plan de preservación participarán la Fundación ECOS y la Fundación Vida Silvestre, dos organizaciones vinculadas al empresario estadounidense.
En su listado de propiedades incluyó las coloradas tierras misioneras El Piñalito, que posee una superficie de 3.764 hectáreas.