VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Argentina: La lucha contin�a

La incorporaci�n del ma�z Transg�nico RR profundizar� el modelo neocolonial de exportaci�n de commodities y contaminar� de manera irreversible el ecosistema nacional, arrastrando a la Argentina a la cat�sfrofe ambiental y social.**


Alberto Jorge Lapolla*


Lo peor puede ser aun m�s malo

�La Argentina enfrenta graves problemas agron�micos para los cuales no tiene ni los recursos ni los expertos para resolverlos. El pa�s ha adoptado la tecnolog�a de los OGM m�s r�pidamente y m�s radicalmente que ning�n otro pa�s en el mundo. No tom� las debidas precauciones de manejo de la resistencia y de protecci�n de la fertilidad de sus suelos. Basada en el extendido uso de la tecnolog�a RR no creo que su agricultura sea sustentable por m�s que un par de a�os.� Charles Benbrook (1)

La autorizaci�n por la Secretar�a de Agricultura de la naci�n para la libre producci�n, del ma�zRR -ma�z transg�nico resistente al herbicida Glifosato, patentado por Monsanto- profundiza la l�nea econ�mica gubernamental, de insistir en el modelo de desarrollo llevado adelante desde 1976, consolidado hasta el hartazgo por la etapa abierta en 1989 con el gobierno del Infame Traidor a la Patria escondido en Chile.
De manera artera y por sorpresa -ya que se hablaba de consultar al conjunto de la comunidad agron�mica y ecol�gica- el Secretario Campos tom� una medida de grav�simas consecuencias futuras para la naci�n, reconfortando a la multinacional Monsanto por las �p�rdidas� que en la Argentina le acarreara el uso de la �bolsa blanca� de sojaRR -es decir semilla producida por los mismos productores o intercambiada entre ellos sin pagar regal�as a Monsanto por su �invento�. Tambi�n indemniza a la multinacional por haber permitido el ingreso de Glifosato chino a mitad de valor del producido por los norteamericanos. De esta forma el futuro de los productores quedar� mucho m�s atado a Monsanto y dem�s multinacionales de la biotecnolog�a, que ser�n los propietarios del germoplasma que comience a habitar el suelo argentino, ya que el ma�z es una especie de polinizaci�n abierta. A medida que el ma�zRR se propague, -para tratar de hacer realidad el sue�o del pool sojero de llegar a las 100 millones de Tn de granos- los chacareros -los pocos que quedan- deber�n comprar anualmente su semilla, ya que por tratarse de una especie de polinizaci�n cruzada el ma�z cosechado perder� la propiedad de resistencia RR. De tal forma se entrega al grueso de los productores al saqueo de las multinacionales.
Los efectos sobre el ecosistema ser�n enormes y la Argentina seguramente encabezar� -as� como lo hizo con las pol�ticas neoliberales de privatizaciones, destrucci�n del Estado, desindustrializaci�n y recolonizaci�n nacional impulsadas por el FMI y el BM, que nos llevaron a la cat�strofe del 2001 y de la cual aun no pudimos salir- el grupo de pa�ses m�s devastados por las acciones irracionales y destructivas sobre el ambiente y el hombre producidas por las multinacionales. Si la propagaci�n del monocultivo de sojaRR ya ha depredado a gran cantidad de variedades y poblaciones de ma�ces nacionales seleccionados por d�cadas de trabajo de nuestros t�cnicos y chacareros, por el simple hecho de dejar de sembrarlos, o por ser reemplazados por h�bridos de menor valor adaptativo, aun cuando posean mayor techo de producci�n -en cuanto a respuesta a fertilizantes y a herbicidas, es decir que obligan al productor a mayor dependencia de las empresas, aumentando la p�rdida de soberan�a alimentaria nacional e individual- de ahora en m�s la contaminaci�n transg�nica de una especie de polinizaci�n abierta y cruzada como el ma�z ser� irreversible y sus graves efectos los pagar�n tambi�n las futuras generaciones de argentinos y de latinoamericanos a quienes contaminaremos con �nuestro� ma�z RR, como ya lo hemos hecho con la sojaRR. Seguramente la aparici�n de supermalezas resistentes, de nuevas alergias, enfermedades autoinmunes o c�nceres deber�n ser cargados a los costos �externos� de la sojizaci�n-maizaci�n, de la misma manera que el hambre, la miseria y los cien argentinos muertos por esas razones por d�a desde 1990, no son m�s que parte de la �tasa de sufrimiento que los economistas del FMI eval�an para los �cambios estructurales�.

Est�bamos mal....
�Debido a inesperados problemas con malezas resistentes al herbicida, Benbrook, tambi�n encontr� que ellos estaban aplicando glifosato en forma m�s frecuente que sus colegas de los EE.UU., 2.3, versus 1.3 aplicaciones por a�o. Se�alando que la historia ense�a que una excesiva insistencia en una �nica estrategia de control de malezas o de insectos fracasar� en el largo plazo, en el aspecto de las respuestas ecol�gica y gen�tica, advirtiendo a los chacareros argentinos a disminuir la superficie sembrada con -soja- RR en el orden de mas de la mitad para reducir el uso de glifosato. Si ellos no lo hicieran advierte, que correr�an el riesgo de enfrentar serios problemas. Entre sus predicciones figuran el cambio de la composici�n de las especies de malezas, la emergencia de s�permalezas resistentes y cambios en la microbiolog�a del suelo.� (2)

A las ya graves consecuencias producidas por la expansi�n incontrolada de la sojaRR con su sistema Siembra Directa -es decir de no labranza del suelo- barbecho qu�mico, aplicaci�n de dosis crecientes de herbicida y semilla transg�nica de origen multinacional, se sumar� ahora la expansi�n de dicho sistema de caracter�sticas depredatorias sobre el ecosistema y la sociedad, a otras extensiones rurales -particularmente de �reas marginales y m�s fr�giles- expandiendo los problemas principales que este paquete tecnol�gico produce: el cese del empleo rural, la concentraci�n de la tierra, la expulsi�n de peque�os y medianos productores, produciendo una agricultura sin agricultores y sin trabajadores ocupados. Expandiendo el contradictorio sistema de crear �inmensa� riqueza -al menos desde la miop�a de la mirada productivista y agroexportadora- para unos pocos -cada vez m�s pocos- y una inmensa pobreza para la mayor�a. Gracias a la expansi�n del paquete tecnol�gico de la sojizacion hoy es sorprendente ver desocupados entre los obreros rurales que habitan los poblados mas peque�os del pa�s. A la terrible desocupaci�n que produjo la desindustrializaci�n forzada del pa�s, a partir de 1976, sumada a la destrucci�n del Estado y la entrega de las empresas nacionales -solo FF.CC., e YPF dejaron sin empleo 120.000 trabajadores, es decir casi medio mill�n de personas considerando una familia tipo- que ya ha producido dos generaciones sin empleo en el conurbano bonaerense y en el Gran Rosario, se le suma ahora la masiva desocupaci�n que produce la sojizaci�n.
Una reciente investigaci�n de la UNLP se�ala que el paquete tecnol�gico completo de Siembra Directa, deja sin empleo 4 de cada 5 puestos de trabajo existentes, ya que su tiempo operativo es 40 minutos/hombre/ha, contra las 3 Hs/hombre/Ha que ocupaba el sistema tradicional(3). La extensi�n de este sistema al ma�zRR profundizar� inevitablemente la ca�da del empleo rural aumentando la miseria, la pobreza y la marginalidad.
Pero la expulsi�n de mano de obra agraria tambi�n se basa en que este sistema concentra la propiedad y la extensi�n de superficie a trabajar. En el mismo informe se se�ala que bajo el r�gimen de sojizaci�n el INTA Marcos Ju�rez -uno de los mayores impulsores de la SD- se�ala que no son viables las producciones rurales inferiores a las 190 has(3) Lo cual ha producido la expulsi�n de alrededor de 150.000 productores en la �ltima d�cada, llevando la extensi�n media de la regi�n pampeana de 252 has de promedio en la d�cada del ochenta (el promedio nacional era de 421 has) a 538 has en la actualidad, permitiendo que el 49.6% de la tierra de todo el pa�s se haya concentrado en s�lo 6900 propietarios. En Pergamino, Mart�nez y Dourignac(3) demostraron a partir de las cifras de los CNA de 1988 y de 1999 que a partir de la expansi�n de la sojizaci�n s�lo cesa la expulsi�n de productores -es decir la p�rdida por inviabilidad econ�mica de sus tierras o el cese de sus arriendos- por encima de las 500 has. Es decir a mayor expansi�n de la sojizaci�n-maizaci�n habr� mayor cantidad de desocupados y expulsados del campo que se sumar�n a los de la ciudad en su reclamo de trabajo para un sistema que se sigue basando en la expulsi�n y la destrucci�n de mano de obra, como idea de progreso.

Desierto verde...
En este momento, es sumamente importante para la Argentina realizar un cambio en el sistema de producci�n, del monocultivo al sistema de rotaci�n, donde se combinan distintos cultivos con el agregado de abonos org�nicos, maximizar la actividad de los microorganismos, y restaurar la diversidad de la comunidades microbianas del suelo. (..) El monocultivo provoca el aumento y la expansi�n de los pat�genos en el suelo.(..) El uso abusivo de agroqu�micos incluso acelera el proceso. Aparte, las investigaciones llevadas a cabo recientemente demuestran que en muchas zonas de la Argentina se observan signos de deterioro a causa del uso excesivo de pesticidas, fungicidas y fertilizantes, e indican que se tiende a una situaci�n preocupante en un futuro cercano.(..) Este sistema de cultivo es muy efectivo a la hora de evitar la erosi�n del suelo, pero no es un buen m�todo cuando se trata de la protecci�n de las plantas. La siembra directa, en caso de soja, provoca el resurgimiento de las enfermedades, ya que deja las ra�ces y los tallos infectados con hongos pat�genos dentro del suelo hasta el a�o siguiente, por lo que los productores deben acudir a una mayor cantidad de pesticidas y fungicidas para combatirlos. Si se persiste con este sistema de cultivo, no s�lo se encontrar� con la constante amenaza de las enfermedades del suelo, sino que tambi�n existir� la posibilidad de enfrentar su deterioro de las tierras y la destrucci�n del medio ambiente. Kiroku Kobayashi.(5)

La otra parte de la ecuaci�n que acompa�a la �segunda revoluci�n de las pampas�(4) tiene directa relaci�n con lo ambiental. Por un lado por el efecto de desertificaci�n biol�gica que el sistema SD produce: muerte de lo vivo en el suelo, disminuci�n y cese de los procesos de aireaci�n y oxigenaci�n del mismo, disminuci�n de la nitrificaci�n y la humificaci�n, fuerte alteraci�n de la microflora y microfauna, desaparici�n de liebres, lombrices, p�jaros, aparici�n de nuevas plagas como caracoles y babosas(6), y as� de seguido. Llegando por resultado a un suelo est�ril, sustrato f�sico de tratamientos qu�micos -fertilizantes, herbicidas, funguicidas, insecticidas, biocidas- con poca o ninguna expresi�n biol�gica, olvidando un precepto fundamental de la ciencia agron�mica que parte de considerar al suelo un ser viviente; biol�gico, no qu�mico. Hoy tambi�n sabemos -siempre lo supieron los pueblos originarios de toda la tierra- que la tierra -Gaia- es en s� misma tambi�n un complejo viviente �nico y que lo que ocurra en un lugar repercutir� en todo el sistema. Sistema del cual el hombre no es m�s que un otro habitante del mismo, por lo cual la Gaia puede prescindir de �l, si resultara muy molesto, buscando otro equilibrio del sistema que anule el factor de distorsi�n, aun cuando ello pudiera implicar por ejemplo el congelamiento como respuesta al calentamiento global, pese a que los �cient�ficos� de Bush y del complejo petrolero traten de �demostrar� que no hay tal calentamiento� o que el mismo no es producto del efecto invernadero.
La SD resuelve un problema, es cierto, cual es el de la erosi�n y eso es bueno, pero nadie en su sano juicio puede pensar que un sistema basado en la interrupci�n de los procesos biol�gicos del suelo y en la anulaci�n de los mecanismos naturales de restauraci�n de la fertilidad, por las labranzas, rotaciones, barbechos, rotaci�n agr�cola ganadera y su reemplazo por un agregado continuo de biocidas -que conociendo las repuestas biol�gicas de resistencia, selecci�n y mutaci�n obligar�n a que sean cada vez en dosis mayores y m�s en�rgicos, con el fracaso como resultado final- pueda ser viable a largo plazo. Como lo mostraron las grav�simas inundaciones de Santa Fe en 2003, mirar s�lo la tasa de ganancia individual -en cuanto a p�rdida de suelo por/Ha se refiere- no implica una ganancia para todo el sistema, es m�s puede implicar una p�rdida catastr�fica, como la registrada en las tierras del Reutemann-sojero. �Cu�l fue el costo de las inundaciones de Santa Fe, para ser agregadas a la ecuaci�n de la Siembra Directa y del pool sojero? Aunque, claro en la Argentina algunas preguntas siguen sin respuesta. �Cu�nto costar� el agregado del ma�zRR al ecosistema nacional?
Dada la alharaca que hacen los defensores del sistema de la sojizaci�n y su estrecha vinculaci�n con los intereses empresarios que llevaron a la desindustrializacion de la Argentina y su retorno al modelo agroexportador neocolonial, es dable pensar que su entusiasmo no tiene tanto que ver con lo agron�mico, sino con lo social, ya que la sojizaci�n permite una agricultura sin agricultores y lo que se oculta, pero es lo que m�s les gusta, permite una agricultura sin trabajadores, por lo menos mientras no haya nadie que los defienda o ataque el n�cleo central del problema de la distribuci�n de la riqueza generada en la Argenttina y el retorno a un modelo de producci�n y distribuci�n que incluya a los 38 millones de argentinos y no s�lo al 20% que se queda con el 54% de la riqueza nacional.
Transgenia y m�s all� la inundaci�n...
Hace cuatro a�os, visit� los campos de cultivo de soja en el noreste de China. Recuerdo haberme horrorizado de las extensas tierras �ridas, donde se ve�a claramente la desertizaci�n, como resultado del deterioro del suelo a causa del monocultivo. Esta situaci�n oblig� a China a tratar el tema a nivel nacional, y desarrollar un programa para frenar la expansi�n de los da�os causados por el monocultivo de la soja. (..)El 95% de los cultivos de soja en la Argentina son modificados gen�ticamente. �C�mo deber�amos tomar esta realidad? La seguridad de los alimentos transg�nicos es un tema que se debate en todo el mundo. Para concluir que estos alimentos son seguros o no para los seres humanos, se deber�an profundizar las investigaciones y justificar profundamente. Tambi�n es cierto que los consumidores de muchos pa�ses no est�n de acuerdo con la modificaci�n gen�tica de los alimentos. Salvo en los EE.UU. y en la Argentina, el resto de los pa�ses no permite el cultivo comercial de las sojas transg�nicas. Cuando el mundo entero muestra la tendencia hacia una mayor seguridad de los alimentos, la Argentina parece ubicada contra la corriente, y opta cada vez m�s por los cultivos transg�nicos. �ste es el momento en que los productores y consumidores argentinos deben pensar seriamente en la seguridad de los alimentos, ya que nadie garantiza que los transg�nicos sean seguros
. Kiroku Kobayashi.(5)

El agregado del ma�zRR, a la superexpandida sojaRR, agravar� todos los riesgos que implican usar la tecnolog�a de los OMG sin conocer sus efectos a largo plazo, sobre el ambiente y el hombre. Riesgos graves seguramente, por lo que la ciencia gen�tica y biol�gica siempre supieron antes que la misma fuera atrapada por los intereses de las multinacionales, produciendo de hecho una privatizaci�n descarada de la ciencia, los recursos cient�ficos y el conocimiento. No s�lo contaminar� transg�nicamente de manera irreversible los ma�ces nativos -el ma�z es originario de Am�rica- como ya lo hizo en M�xico -centro primario de su origen- seg�n denunciara el profesor Giancarlo Delgado Ramos(7), sino que dado el tipo de polinizaci�n abierta y la fuerte alogamia de la especie, su efecto sobre el ecosistema ser� mucho m�s grave que el de la soja. Sobre los riesgos de los OGM el mismo autor report� 27 muertes y 1500 afectados producidos, en los EE.UU., por una sojaRR de Pioneer que debi� ser sacada del mercado. En experiencias con papa GM se comprob� que alteraba el sistema inmunol�gico y retardaba el crecimiento en ratones, y que las toxinas BT (de los OMG con agregado del factor BT) produc�an toxicidad en c�lulas humanas, irritaci�n de piel, infecciones y debilitamiento del sistema inmunol�gico en funci�n de la cantidad consumida, seg�n refer�a un trabajo de Tabayali y Selis.(7)
Dado que toda la ingenier�a gen�tica no es m�s que una t�cnica -y no una nueva ciencia- basada en una simplificaci�n de la teor�a del ADN, cabe advertir que dicha teor�a est� en serios problemas, por lo menos en cuanto a su reducci�n a la idea de �un gen una prote�na�. La aparici�n de enfermedades como la de la �vaca loca� y sus priones, que no implican la existencia de ADN en su transmisi�n y principalmente la conclusi�n del mapeo del genoma humano con sus 30.000 genes, pone en serios aprietos a la teor�a precedente, ya que por lo menos hay tres veces m�s prote�nas y caracteres hereditarios en juego, que los 30.000 que producir�an los genes descubiertos, lo cual hace improbable la real existencia de dicha simplificaci�n. Si se agrega que la diferencia entre el genoma de una mosca y el ser humano es del 50% y que un rat�n posee el 99% de los mismos genes que nuestra especie, es muy dif�cil sustentar que la diferencia se debe s�lo a los genes y que es m�s probable -como siempre supimos los fitomejoradores- que la diferencia radique en otro lado, fuera porque cada gen sea responsable de m�s de un car�cter, como porque existan otros mecanismos regulatorios para la producci�n de prote�nas. Parece que ambos mecanismos son ciertos, como siempre supusimos. Lo cual coloca a la ingenier�a gen�tica y la biotecnolg�a en serios aprietos.(8)(9) Cabr�a preguntarse porqu� esto no se discute. Es otra de las preguntas sin respuesta. Tal vez maliciosamente podr�a pensarse en los miles de millones de d�lares en juego. De cualquier manera, esto permite suponer que en el agregado de un gen extra�o a la especie y a los mecanismos de selecci�n que la originaron, que implica la transgenia, no s�lo agrega el car�cter en cuesti�n -la resistencia a glifosato, por ejemplo- sino otros factores desconocidos, alterando adem�s la estructura del ADN de manera aleatoria, lo cual seguramente tambi�n producir� otras alteraciones de s�ntesis que desconocemos. Siendo as� puede advertirse que toda modificaci�n transg�nica tendr� efectos incalculados sobre el ambiente, la selecci�n natural y la generaci�n de nuevas especies, pero tambi�n las tendr� en forma directa sobre la salud de la especie humana por lo menos en tres direcciones: alergias, enfermedades autoinmunes y c�ncer. Esta es una de las razones por las que las multinacionales biotecnol�gicas se refugian en el Tercer Mundo y escapan al control de los pa�ses centrales. Autorizar el ma�zRR es entonces un hecho de extrema gravedad e irresponsabilidad que profundizar� el grave estado de nuestra sociedad y su car�cter neocolonial.

(1) El Dr., Charles Benbrook es un cosultor en Econom�a Agraria, del Centro de Pol�ticas Cient�ficas y Ambientales del Noroeste. Sandpoint, Idaho. EE.UU. Del art�culo La Argentina amarga cosecha, de Sue Brandford New Scientist. 17-04-04
(2) Del art�culo La Argentina amarga cosecha, de Sue Brandford New Scientist. 17-04-04
(3) G.Botta y D.Selis Diagn�stico sobre el impacto producido por la adopci�n del sistema de Siembra Directa sobre el empleo rural. Recopilaci�n. UNLP. 3-04
(4) Frase con que Clar�n Rural define al sistema SD-Glifosato-SojaRR: sojizaci�n
(5) Kiroku Kobayashi. Agencia de Cooperaci�n Internacional del Jap�n (JICA). Proyecto de Cooperaci�n T�cnica INTA. El control biol�gico de las enfermedades de las plantas, para el desarrollo de una agricultura sustentable. Informe 7-2003
(6)Reporte de Adolfo Boy, 03-04
(7)Giancarlo Delgado Ramos, profesor de la UNAM. Da�os producidos por transg�nicos. Enfoques Alternativos-Dic-03
(8) Barry Commoner. El truco de la Ingenier�a gen�tica no funciona. Seadling 7-03
(9) Grain. Cegados por los Genes. Revista de Biodiversidad. 01-04.
OGM.- Organismos Gen�ticamente Modificados. GM.- Gen�ticamente Modificado
Soja RR.- Soja Roundup Ready. SD: Siembra Directa

* Ingeniero Agr�nomo genetista -ex Docente de la UBA.
**Art�culo publicado por Indymedia Buenos Aires


������