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Argentina: La lucha contin�a

Recuperar nuestros ferrocarriles significa una cuestion nacional (i) hierro y vapor invaden buenos aires

Elena Luz Gonz�lez Baz�n

Debemos comprender que el ferrocarril tiene ventajas por encima de otros medios de transporte. Su historia merece ser contada...

Como el agua, que es la fuente de vida, los ferrocarriles a partir de su irrupci�n en la Buenos Aires del siglo XIX fue un agente generador de vida que despert� momentos de regocijo y tambi�n de negocios encontrados, contrapuestos, que se verifican cuando en lugar de locomotoras a vapor intentaron conducir la formaci�n ferroviaria con tracci�n a sangre.

La aparici�n del tren tendr� un largo recorrido, en ese recorrer la ciudad quedar� surcada por v�as f�rreas.

Hoy, en lugares m�s rec�nditos de nuestro pa�s, el trajinar sobre sus rieles se ha apagado, se silenciaron m�s de 800 pueblos por el abandono de sus habitantes, las campanas de la estaci�n lucen ahogadas o no est�n m�s.

En la ciudad de Buenos Aires el pase, abono y boletos se ha trocado en el boleto o la vida...

La ciudad de Buenos Aires comienza a cambiar su fisonom�a, all� por mediados del siglo XIX, cuando se inaugura el primer tramo ferroviario. El Ferrocarril del Oeste, que cubrir� desde la desaparecida estaci�n El Parque (actual Teatro Col�n) hasta Floresta, pasando por los Corrales de Miserere y por el actual barrio de Flores, en ese momento parte de la campi�a bonaerense.

Pero Buenos Aires ten�a otra apariencia, otro desarrollo, que cambia, radicalmente, con la aparici�n del ferrocarril. Es bueno comenzar analizando, comentando como eran los medios de transporte antes de 1858. Que se transportaba, quienes viajaban y c�mo, cu�nto costaban, ad�nde iban y cuanto tiempo duraban esos viajes.

Por otro lado pensar quienes se opondr�n al tendido de v�as, a la irrupci�n de la mole de hierro, al sonar de sus campanas, los pasos a nivel, el avance de la Ciudad, su mayor poblaci�n, sus cambios de aspecto. Porque estos detalles, que tienen suma importancia, nos har�n comprender la raz�n que, un siglo despu�s, llev� a comenzar el desguace, lento y trabajoso, pertinaz y diab�lico de liquidar a esa mole de hierro que atravesaba y llegaba a todos los rincones de la rep�blica.

Treinta a�os median entre la gran huelga ferroviaria de 1961 y las �ltimas de 1991 y 1992, quedaron en la calle 90.000 ferroviarios. Con la complicidad de la sociedad y los sindicatos que esperaban el derrame neoliberal...

El Ferrocarril no fue s�lo un medio de transporte para pasajeros, fue un tren de carga, y sigue siendo, lo que pasa es que est� en manos de grandes firmas concesionarias. Fue el que uni� pueblos, culturas, tradiciones, llev� el agua, transport� los vientos saludables en el Tren Sanitario, dio vida a los aldeas, caser�os y municipios, luch� contra las plagas junto al Ministerio de Agricultura. Llev� las comunicaciones, el correo y los tel�fonos. En suma, le dio a amplias zonas de nuestra extensa rep�blica, una raz�n de ser, de producir y de vivir... todo eso nos quitaron cuando los ramales se cerraron, las v�as se inundaron de yuyos, las poblaciones vieron emigrar sus pobladores. Esas mismas poblaciones que un siglo atr�s se comenzaron a poblar por la llegada del Ferrocarril. De sus estaciones, su vida y sus locomotoras a todo vapor... Es decir el Ferrocarril integr� el pa�s.

'El agua est� en el antes y durante de la vida. Nuestros cuerpos son agua en una proporci�n de tres a uno. Sin ellas se desvanece el esplendor de las pieles tostadas y no hay sucesi�n posible de las generaciones. Esto parece claro para los ferroviarios orgullosos de ser el enlace de las aguas subterr�neas y las canillas populares. En un primer momento los trenes aguateros funcionan con locomotoras a vapor. Ingenieros ferroviarios, ge�logos, agrimensores, testean los sitios donde es posible instalar tanques y bombas extractoras. El agua, como savia del ferrocarril, es contemplada en el presupuesto global de la empresa, al lado de la inversi�n, y de este modo, a trav�s de los Comit�s de Agua de las diversas l�neas se planifican y se construyen las instalaciones para abastecer de agua a las locomotoras, trenes de pasajeros en todo su recorrido. Y, asimismo, por la ley generadora de la vida, el ferrocarril comienza a brindar agua a poblaciones enteras m�s all� de las colonias ferroviarias'.

La Porte�a, hoy en el Museo de Luj�n, muda y testimonial, nos puede contar sus andanzas... la de otras latitudes y la de estas... que dir� desde su lugar de olvidos... de negocios y negociados...

El 30 de agosto de 1857 al mando de La Porte�a sale el primer contingente ferroviario que no parar� su avance por un siglo. De apenas 24.000 varas o sea algo m�s de 20 kil�metros, en 1947, pasa a tener 46. 815 kil�metros de extensi�n.

Lo que trataremos de desarrollar, en una serie de notas, es la importancia de este medio de transporte, sus ventajas, que son muchas, y porque, y a partir de su desestructuraci�n, nuestro pa�s pierde esa fisonom�a, ese aspecto de un gran pa�s comunicado, seguro y con el medio de transporte m�s infalible, que no produce contaminaci�n, de escasos accidentes, el costo es el m�s bajo, sus inversiones garantizan a�os de durabilidad, es el medio de transporte m�s r�pido. Su desarrollada red ferroviaria fue entronc�ndose con el tranv�a, que al principio fue de tracci�n animal, luego el tendido de v�as que a�n podemos ver en los viejos empedrados de Buenos Aires, y posteriormente con el subterr�neo. Todo v�a, todo implacable en su andar. Todo un gran monumento de hierro que fue v�rtice en el desarrollo de la Capital Federal, de su conexi�n con todas y cada una de las provincias argentinas. De sus poblados y pobladores.

El aspecto de Buenos Aires, la ciudad capital, cambi�, su puerto tuvo la salida de mercader�as desde el interior y luego por barco, fueron sus redes ferroviarias las que lograron el gran desarrollo comercial y uno de cada 20 trabajadores era ferroviario. Una fuente de trabajo, un lugar de gran adelanto t�cnico y con grandes talleres a lo largo y ancho de nuestro pa�s. El primero, humilde, muy sencillo fue el apostado en la actual Plaza Once. Uno de los grandes talleres ferroviarios estaba en Liniers barrio porte�o por excelencia, de tango y mataderos, de historia y de trabajadores.

Todo esto y mucho m�s aport� a nuestra ciudad, a la Capital Federal, a partir de 1880, el desarrollo ferrocarrilero. Tres emblem�ticas estaciones, cubriendo un radio de dos kil�metros y medio alrededor de la Plaza de Mayo: Ferrocarril del Oeste con Plaza Once de Septiembre, Ferrocarril del Sud con su estaci�n cabecera en Plaza Constituci�n y Ferrocarril Central Argentino con su Retiro como cabecera y terminal, que alberga tres estaciones: Mitre, Belgrano y San Mart�n. A�os despu�s y a siete kil�metros del centro se levantar� Federico Lacroze. La Capital Federal quedar� anudada y penetrada por los hierros, las campanas, el trajinar y el rechinar de sus rieles, las voces ferroviarias: '... todos al tren'. Y arriba del tren: 'pase, abonos y boletos'. La vor�gine de miles de hombres y mujeres bajando y subiendo a, y de, sus andenes para venir a trabajar e irse cuando va cayendo la tarde. Banderas de se�ales, pitos y ruidos surcar�n las calles de la ciudad. Pasos a nivel, y estaciones atestadas en pleno verano buscando la salida hacia el interior... todo eso es el tren...

El tren fue el exponente e interlocutor v�lido, silencioso y a horario que alberg� las esperanzas y sue�os de miles de inmigrantes que llegaron a nuestro pa�s, entre la d�cada del �60 del siglo XIX hasta la Gran Guerra en 1914. Esos sue�os, esas necesidades de trabajo, de una vida nueva, de un lugar bajo otros soles, armando familias, encontrando desilusiones y alegr�as lo aloj� el tren. Testigo mudo y bullanguero de aquellos hombres y mujeres que se subieron y bajaron de sus vagones repletos de cansancios y fatigas al regresar y llenos de olores matinales en el comienzo del d�a.

Este tren sigue guardando esas esperanzas, ilusiones y decepciones de aquellos de antes, pero con menos v�as. Con menos vagones. Con menos locomotoras. Con menos horarios. Con menos...

Tambi�n el tren favoreci� las corrientes migratorias internas, el que trajo del interior a la Capital, al gran Buenos Aires, al gran Rosario, a las principales ciudades argentinas masas de trabajadores que, dejando sus espacios rurales, colmaron la era industrial de una nueva mano de obra. El que contribuy� a federalizar y comunicar los pueblos a la Capital y las principales ciudades del pa�s. El tren fue el correo y el comunicador de sentimientos que se hicieron cartas, encomiendas repletas de afectos y cari�os que traslad� sin pensar en los costos que acarreaba. Lo que importaba era la comunicaci�n, esa forma de entenderse entre familias dispersas y afectos permanentes. El tren aport� todo, lo posible y lo imposible. Porque en su caudal inmobiliario, en sus bienes muebles est� el sudor y los sue�os de sus pasajeros. De los habitantes de cada rinc�n olvidado que hoy espera el tren...

Resumiendo el Ferrocarril federaliz� el pa�s...

Un tren que hoy tiene, apenas, 7.000 kil�metros de v�as...

Casi cuarenta mil kil�metros le amputaron, hay que preguntarse porqu�... no es casual que los mismos intereses que se opusieron al tren hacia mediados del siglo XIX: due�os de carretas, galeras y propietarios de caballos, se opusieran un siglo despu�s, ense�oreados en las grandes rutas del pa�s, donde desgastan caminos que pagamos todos. Los que a�n podemos subir al tren y los pobladores de 870 pueblos que no llega el tren... rutas surcadas por miles de camiones que transportan mercader�as que puede transportar el tren, m�s r�pido, econ�mico y seguro.

La empresa nacional Ferrocarriles Argentinos ya no existe... la destruyeron, concesionaron sus riquezas, le robaron sus pertenencias m�s preciadas, le quitaron el patrimonio hist�rico y le endilgaron un desprestigio que le pertenece a quienes hoy usufruct�an de sus mieses...

Hay una historia y esta merece ser contada. Tiene una identidad... la ferroviaria... y hay una memoria la olvidada...

Todos al tren...



 

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