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Argentina: La lucha continúa

¿Defensa de un sagrado orden social?

Uriel Casella
UTPBA

A los columnistas y cronistas que edulcoran hasta el relajo las características que porta una 'marcha ordenada' de 'rostros descubiertos', que provoca la increíble adhesión de los taxistas que abandonan sus automóviles y salen a confraternizar con la 'causa justa' de la masa que les impide circular.
A los movileros que con inédita pedagogía enseñan la correcta confección de protectores contra el viento para las velitas de la 'gente que peticiona decentemente'.
A los del Nueve, a los de la '10'. A todos los promotores de la reducción de la edad de imputabilidad a los menores de 14 años. A todos ellos y a su correspondiente pestilencia periodística, desde La Antorcha las palabras de Karl Kraus a poco de llamarse a silencio, cuando la prensa austríaca celebraba el horror de la Primera Guerra Mundial: '(...) quienes nada tienen que decir ahora, porque de hecho tienen la palabra, continúan hablando. Quien tenga algo que decir, que dé un paso adelante y calle para siempre'.
A la clase media de vuelta por las calles: Cuidado. Otra vez el miedo y la psicosis, como en el ´76, ¿recuerda? 'Tuvo que haber un dolor para que estalláramos todos', manifestó un hombre en la segunda marcha convocada por Blumberg. 'Tuvo que haber un dolor para que estalláramos todos', repitió asintiendo el que sostenía el micrófono. Un dolor, entonces qué otra cosa son los 1.508 muertos por la represión policial que denuncia la CORREPI en su último informe. Qué Sebastián Bordón. Qué Walter Bulacio. Qué Maximiliano Kosteki. Qué Darío Santillán. (Entre tantos).
La pregunta a esas señoras que alegremente se confiesan ante las cámaras vírgenes de marchas, vírgenes de cuadros políticos. Asqueadas de la inseguridad y de la corrupción político-policial que la alienta y posibilita. La pregunta es: ¿Serán revisados esta vez los generadores de la creciente delincuencia? ¿Comenzará por fin el debate acerca de cómo incide en ella la pobreza extrema de unos y la concentración del trabajo, de los bienes materiales y de la educación de otros, por ejemplo? Y por otro lado, quién aplicará la mano dura que han sabido conseguir, ¿la inmaculada policía?
Sin la existencia de un análisis profundo de tipo estructural, y no meramente esquizofrénico-coyuntural, la movilización de la clase media consistirá solamente en un intento desesperado por recuperar la paz dentro de un ordenamiento social que transpira hambre, violencia, muerte. Entonces sí tendrá validez la provocación inicial que no prefigura otra cosa que un sector social altamente fascista, que discrimina por qué muertos vale la pena salir al asfalto.