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Argentina: La lucha continúa

Argentina: Asesinato del jornalero mapuche Gumersindo Vergara en Chubut

Una cruz con el nombre de Gumersindo siempre estará en la comisaría de El Hoyo, donde lo mataron

Elio Brat

"No te preocupés que nadie va a hacer nada por este indio de mierda" le dijo un policía chubutense a otro, en los primeros días del mes de septiembre del año pasado, 2003. Lo que nunca se imaginó es que esa frase fue escuchada por el hermano de Gumersindo Vergara, Atilio, quien se había presentado en la única comisaría que tiene El Hoyo -un pueblo de menos de 5 mil habitantes, ubicado en un paraíso de verde y cordillera, en el noroeste de la provincia de Chubut, en lo que se llama la Comarca Andino Patagónica del Paralelo 42- ya que había corrido la voz en el pueblo que lo habían detenido "por haberlo encontrado robándose un lechón de una chacra (sic)". Fue el mismo hermano de Gumersindo, el único que logró ver los perdigones que tenía en el cuerpo y los machucones de los golpes que había recibido pocas horas antes. Eso y su eterna desconfianza por como se había comportado siempre "la autoridad" (léase la policía, el gobierno, tanto municipal como provincial y a la distancia, muy pero muy lejos, también el nacional) lo que hizo que el mismo Atilio se presentara ante el único abogado que pensó que podía llegar a defender a su hermano y su familia: Cristian Hendrickse.

La mañana misma que Gumersindo no había aparecido en su casa, Margarita Mardones, su compañera, madre de ocho pibes con Gumersindo, fue también corriendo a la comisaría de El Hoyo.

"Quiero saber qué van a hacer con Gumersindo. ¿Dónde está? ¿Cómo está? Qué es lo que van a hacer con él…" le preguntó Margarita al policía que la atendió. Sin darle casi ninguna explicación, solo le pidieron que vuelva a su casa y que traiga los documentos de su esposo, a esa hora ya fallecido.

Cuando regresó, le contaron la versión oficial de la muerte de Gumersindo: que se había ahorcado en el calabozo de la comisaría y que luego un juez iba a entregarle el cuerpo. "¿Qué Gumersindo se mató? Eso no puede ser… El no me va a dejar sola con ocho hijos. Eso es una mentira de ustedes" fue lo que pensó y dijo Margarita, quien nunca dudó, en ningún momento, que su esposo había sido asesinado por esos policías que la estaban atendiendo o por algunos de sus compañeros.

Fueron ellos mismos, la policía de El Hoyo, el pueblo donde nació Gumersindo, los que en febrero del 2003 le habían dado una paliza a dos de sus hijos adolescentes, sin ninguna razón de por medio, sólo "la autoridad".

Pero los Vergara no se quedaron callados. No. Luego que Margarita fue a Epuyén, un pueblo lindero de El Hoyo, a denunciar esa situación, el propio Gumersindo se fue hasta los juzgados de Esquel para presentar una denuncia formal sobre el apaleamiento de sus hijos.

Y eso, al parecer, no fue perdonado por la policía de su pueblo. "Qué se habrá creído este indio de mierda hablando mal de nosotros en todos lados…" seguramente habrán dicho el comisario de el Hoyo de nombre López, también apañado por el mismo intendente, de apellido Cárdenas, que según recuerda la gente también fue policía alguna vez.

Y el día que decidieron darle una "lección", fue ni más ni menos que el anterior al día del aniversario del pueblo. Fue así que en la mañana del 5 de septiembre del 2003, mientras a 200 metros de la comisaría se festejaba y brindaba por el cumpleaños de la ciudad -el gobernador de entonces, José Luis Lizurume, supo luego lo que pasó a poquitos metros de donde estaba él y su comitiva, pero nunca hizo nada- como si nada hubiera ocurrido.

La versión vendida por la policía fue que se ahorcó con una goma. Que decidió suicidarse.

Pero no bastó ver a simple vista que el peso de Gumersindo no podía ser soportado por esa goma que se presentó como prueba suficiente -para colmo gastada y muy deteriorada-, sino que lo más grave es que la versión fue defendida por el fiscal y el juez de Esquel, Falco y Colabelli respectivamente.

Este último, en estos momentos está siendo juzgado por un jury político no por este caso, sino por otras aberraciones jurídicas que produjo en el mismo Chubut. Pero sea cual sea el resultado de este juicio, ya le llegará el momento de responder por las barbaridades que hizo en el caso de Gumersindo Vergara.

A más siete meses del asesinato de este jornalero de 44 años, sigue teniendo vigencia el papel que colgaron en la puerta misma de la comisaría. Allí, con algunas faltas de ortografía pero con mucha mucha dignidad, Margarita y los familiares del peón asesinado en ese pueblo escribieron: "Gumersindo Vergara. Murió en la comisaría de El Hoyo/ Ellos dicen que se ahorcó. Nosotros decimos que lo mataron/ Ellos quieren ocultarlo. Nosotros queremos denunciarlo/ Basta de impunidad".

"No le tengo miedo a nadie. Ni a los policías ni a nadie… Solo quiero que se vayan todos los de la comisaría de El Hoyo" dijo Margarita Mardones en la casa de su abogado Hendrickse. Y que se pudran en la cárcel. No lo dijo Margarita, pero lo decimos nosotros.

Empezando a conocer en todo el país las barbaridades medievales que existen en ese lugar del Sur, como el caso de Gumersindo y el de tantos otros (ver recuadro), es una forma de desenredar esa trama de impunidad tejida desde hace tanto tiempo y por la cual nunca nadie hizo nada.

Ahora, por lo menos, los cientos de lectores que leen esta página en tantos lugares del mundo lo saben.

Y los policías asesinos aún siguen en sus puestos

Este es el relato que el propio abogado de la familia Vergara, Cristian Hendrickse, realizó a pocos días de haberse denunciado la muerte de Gumersindo Vergara en la comisaría de su pueblo, El Hoyo, provincia de Chubut.

"Resido en Paraje El Pedregoso, El Hoyo, provincia de Chubut, República Argentina, dónde trabajo como abogado. El 5 de septiembre fui requerido por la esposa de Gumersindo Vergara, un hombre torturado y asesinado en la comisaría de El Hoyo entre los días 4 y 5 de septiembre de 2003. Asumí la defensa de los derechos de la viuda de Vergara, Margarita Mardones, y su familia proveyéndoles de asistencia legal.

Ese mismo día, por coreo electrónico, envié un comunicado de prensa a medios nacionales y a organismos de defensa de derechos humanos, relatando los graves hechos sucedidos.

El día sábado 6 de septiembre, a mi solicitud, el corresponsal en El Hoyo del diario "El Chubut", de apellido Díaz, obtuvo fotografías de las lesiones y rastros de torturas que presentaba el cadáver de Gumersindo.

El día domingo 7 de septiembre, siendo alrededor de las 21.30 horas, fui interceptado por una patrulla policial detrás de una estación de servicio en la localidad de Lago Puelo, también al noroeste de Chubut.

En esa circunstancia, dos policías me interrogaron respecto de mi nombre, la propiedad de mi vehículo, que hacía en la localidad y si estaba o no solo. Al advertir que no estaba solo y que en otro vehículo cercano había personas de mi conocimiento, los policías se retiraron sin haberme requerido documentación personal alguna ni del vehículo.

Lo sorprendente es que en tres años en Lago Puelo, un pueblo de tan solo cinco mil y donde ejerzo la docencia desde hace dos años, jamás había sido interceptado por personal policial alguno. Cabe señalar que no conozco a los policía que me interceptaron por lo que creo que provinieron de otra localidad.

El lunes 8 de septiembre me dirigí a la ciudad de Esquel, dónde con mi cliente, la viuda de Vergara, radicamos ante el fiscal una denuncia por torturas seguida de muerte contra personas indeterminadas de la comisaría de El Hoyo. La investigación se carátula "MARDONES, Margarita Cristina s/Su Denuncia-El Hoyo", Causa Nº 6639/03, que tramita por ante el fiscal Falco.

Luego, y también ese mismo día y en la ciudad de Esquel, cuando me encontraba con mi mujer, Bernardita Bielsa, dentro del negocio "Librería Macayo", ella advierte que una patrulla policial sin identificación, se estaciona al lado de mi vehículo y sus agentes observaban dentro de mi vehículo dónde se encontraban la viuda y el hermano de Gumersindo, Atilio Vergara.

Al advertir esa situación, mi mujer se acerca a nuestro auto para ver que ocurría, pero al ver los agentes a mi mujer, el patrullero se retiró del lugar. Inmediatamente, un agente policial se destaca frente a la "Librería Macayo" con un handy en la mano e informando cada uno de nuestros movimientos.

Esto último fue advertido por el doctor Gustavo Macayo, abogado de la ciudad de Esquel, quien se quedo al frente de su negocio hasta que el policía se retiró.

La noche del lunes 8 de septiembre, al llegar a El Hoyo, fui citado para concurrir a la Comisaría de El Hoyo para reconocer las fotos que había obtenido el periodista Díaz. Mi mujer me llevó a la comisaría donde yo ingresé y ella fue a buscar un teléfono al pub "Che Rodrigo". Mientras ella se encontraba en ese lugar y yo declarando dentro de la comisaría, un móvil policial pasó delante de dicho negocio.

Concluida mi declaración en la Comisaría, fui a cenar al pub donde se encontraba mi mujer. Al regresar a nuestro hogar nos cruzamos con una camioneta policial y los vecinos nos refirieron que móviles policiales pasaban a todo horario por el frente de nuestra casa.

El martes 9, al regresar de El Bolsón, nos cruzamos con el Oscar Blanco, un ex-policía, esposo y hermano de policías y con quien hasta los hechos manteníamos cierta amistad. Al referirle que nos estaban siguiendo, manifestó que por un tiempo largo la policía nos iba a seguir.

Al día siguiente, en la Fiscalía de Esquel, presento un escrito suscripto por la viuda de Vergara y con mi asistencia legal, ampliando la denuncia imputándole al comisario de El Hoyo, señor . Fabián López, el delito de omisión de evitación de tortura previsto en el Inciso 1º del artículo 144 cuarto del Código Penal.

Al retirarnos de allí, leemos en página 5 de la edición del 10/9/2003 del diario El Oeste, que el superior jerárquico del comisario López, el comisario Castillo de Esquel, pese a que hay una investigación judicial, manifestó que para la policía el caso ya estaba esclarecido y que harían una investigación administrativa interna para el caso de que haya habido alguna "negligencia menor" a partir del ingreso del detenido.

Esta noticia, junto a la de la existencia de un "justiciero" amparado por un integrante del Poder judicial y de la que dio cuenta el periódico "Páginas del Sur" (07.09.2003 página 21), sumado ello a los "encuentros" policiales de los que fui objeto, me decidió a presentar un "Hábeas corpus" preventivo en mi favor, en favor de mi mujer Bernardita Bielsa y en favor de mi cliente Margarita Mardones ante el juzgado de Instrucción de Esquel, iniciándose el caso "HENDRICKSE, Cristian C. E. s/Hábeas Corpus", Causa Nº 782.157-03, en la cual solicité que por intermedio de Cancillería se diera intervención del Cónsul de la República de Sudáfrica en razón de mi doble nacionalidad.

Al regresar en horas de la noche a El Hoyo, una vez que con mi vehículo ingresé al pueblo, el móvil policial 432 se pegó a mi vehículo con las luces altas encendidas. Cuando yo aceleraba, el patrullero aceleraba, y cuando yo disminuía la velocidad el patrullero la disminuía, de modo que quedaba siempre a no más de un metro de nuestro vehículo.

Ello fue así por bastantes cuadras hasta que llegamos al pub "Che Rodrigo", el cual como estaba concurrido y la maniobra fue advertida por los presentes, el patrullero tuvo que retirarse.

En el interior de Che Rodrigo, tomamos conocimiento que la dotación de la comisaría de El Hoyo ya estaba en conocimiento de que había presentado un Hábeas Corpus en Esquel, y que dicha información le habría sido suministrada a los policías por el juez de Paz de El Hoyo.

Es por todas estas circunstancias que con mi mujer, esa misma noche y con lo que teníamos puesto, nos retiramos de la provincia del Chubut y nos refugiamos en distintos lugares de Río Negro.

A la mañana siguiente, mantuve una conversación telefónica con FM Radio Fénix de Esquel, denunciando estos hechos y solicitando que se pongan estas circunstancias en conocimiento del juez de Instrucción de Esquel, ya que no tenía forma de ir a Esquel al procedimiento de Hábeas Corpus ya que no teníamos garantías para trasladarnos dentro de la provincia de Chubut.

El jueves 12, a las seis de la tarde, entramos a Chubut escondidos en vehículos de terceros. Nos montamos a caballos que nos estaban esperando, y con la custodia de los paisanos familiares de Vergara cabalgamos 11 kilómetros hasta la Comisaría, donde les plantamos los caballos y le clavamos una cruz con el nombre de Gumersindo Vergara al frente de la comisaría.

Aún seguimos fuera de la provincia de Chubut. Los comisarios López y Castillo aún siguen en sus cargos."

Cristian C. E. Hendrickse


Caso por caso, para que se sepa

En la zona cordillerana de la provincia de Chubut -más concretamente al noroeste de la provincia- se detiene a personas, se las tortura y muchas veces se las asesina, sin haber casi ninguna difusión de estos aberrantes hechos, los que indudablemente constituyen gravísimos atentados contra la dignidad humana.

Más allá de la también gravísima actitud de desinformación de los medios de la zona -no todos, pero sí en su gran mayoría-, si uno llega al mismo lugar se puede observar el gran temor que existe y convive en la población ya que la sensación generalizada, sin ningún tipo de dudas, es la ausencia de seguridad y justicia.

Para Usted que está leyendo esta situación, debe tener en cuenta que se trata de pobladores en su mayoría mapuches, que son muy discriminados y maltratados, a quienes les son negados derechos elementales de defensa en la "justicia" provincial y nacional. También se nota la falta de información a las familias sobre el estado de los expedientes donde se involucran a sus familiares.

No hay que saber mucho de jurisprudencia para darse cuenta muy rápidamente de groseras irregularidades en los expedientes judiciales y en todo lo que hace a la actuación de la policía de Chubut y los jueces que intervienen en las causas, como el lamentable caso del magistrado de Esquel, doctor Colabelli.

Con todo y pese a todo, en el 2003 se realizaron tres marchas del silencio en Esquel y dos en El Hoyo. Existe también falta de información a las familias sobre el estado de los expedientes.

Esta es una síntesis de los casos que se conocen públicamente y por los que se reclama investigación y justicia:

1) FRANCISCO MELINAO, asesinado en Travelín el 6 de septiembre de 1997.

2) RAÚL NÉSTOR MARILLAN: asesinado en Esquel en 1 de enero de 2001.

3) WALTER ARGENTINO FLORES: asesinado en Esquel el 13 de julio de 2001.

4) HERMENIGILDO RIVERA: desaparecido en Gobernador Costa el 27 de agosto de 2001, y posterior aparición sin vida el 26 de marzo de 2003.

5) MÓNICA HORTENCIA VILLAGRAN y LUCÍA CANDELARIA VILLAGRAN, (madre e hija menor de 7 meses), el 29 de3 abril del 2002 en Corcovado. Desaparecidas.

6) SILVIA HOPKINS, asesinada el 24 de junio de 2002. 7) VICTORIANO MELLADO: asesinado en Esquel el 9 de febrero de 2003.

8) NÉSTOR SAMUEL FLORES: asesinado en Esquel el 3 de agosto de 2003.

9) GUMERSINDO VERGARA: Encontrado sin vida en el calabozo, al día siguiente de su detención., en la comisaría de El Hoyo los primeros días de septiembre del 2003. (se verificaron signos de tortura en su cuerpo, hay fotografías), después de haber denunciado apremios ilegales de los que fueron víctimas dos de sus hijos. La policía informó que fue encontrado ahorcado alegando suicidio.

10) Desalojo compulsivo de familias mapuches, a quienes se destruyó la vivienda, a raíz de una resolución judicial derivada de una presentación efectuada por persona que no acreditó derecho sobre las tierras (Caso Bennetton).

Las familias afectadas son: FERMÍN, CURIÑANCO, CHEUQUETA, RUA NAUELQUIR, en Vuelta del Rio, Leleque y Aldea Epuref, octubre de 2002 y marzo de 2003,

Un comentario especial merece el caso de intimidación de que es objeto el abogado defensor de la familia Vergara, el Doctor CRISTIAN HENDRICKSE, quien sigue teniendo persecución policial y amedrentamiento a través de un medio local, lo que motivó en su momento que debiera mudarse por más de un mes a El Bolsón, en Río Negro.

Desde El Hoyo, Chubut