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Argentina: La lucha continúa

Marcha "por la seguridad"

CORREPI

El jueves 1º de abril, convocada por el padre de Axel Blumberg, joven que fuera muerto en un secuestro extorsivo, se realizó una imponente marcha protagonizada mayoritariamente por sectores medios de la sociedad, durante la que se expresaron reclamos apuntando al "problema de la seguridad ciudadana", internalizado como construcción ideológica hegemónica.
Si bien el eje unificador fue el reclamo de esclarecimiento, juicio y castigo a los responsables por el secuestro y asesinato de Axel Blumberg, lo cierto es que en el análisis de la noticia no puede soslayarse la referencia constante a la "ciudadanía decente", locución que no queda claro si incluye para quienes la usaron, por ejemplo, a los pibes de la Masacre de Budge, a los fusilados por los Escuadrones de la Muerte en la misma zona norte del conurbano donde vivía Axel Blumberg -pero no en los barrios rubios y privados, y, en definitiva, a la enorme mayoría de los más de 1.500 nombres que se pueden consultar en el Archivo de Casos de Personas asesinadas por las fuerzas de seguridad que CORREPI anualmente actualiza.
Aludiéndose a sí mismos como "ciudadanos decentes" marcharon individuos que en su mayoría fomentaron las mieles del neoliberalismo, que adhirieron a la "modernización" del corrupto menemismo e hicieron fortuna con la convertibilidad mientras la mayoría de la población se sumía en la miseria y la marginalidad generando el sustrato material para que se incremente la salida individual y antisocial de muchos excluidos. Entre esos "decentes" se encontraban por ejemplo el Sr. Corcho Rodriguez, de neta filiación menemista, que está involucrado en una causa por estafar televidentes con el cura bufarrón Grassi, el reaccionario Dr. Durrieu o el periodista de Radio Diez Feinmann .
El discurso del Sr. Blumberg trasuntó lo que muchas veces hemos caracterizado desde CORREPI como el reemplazo, como ideología dominante, de la Doctrina de la Seguridad Nacional por la Doctrina de la Seguridad Ciudadana. La marcha tendió a exigir una serie de medidas para agravar las penas, las condiciones carcelarias y la represión, y ya ha tenido eco en los gobiernos nacional y provincial, que promovieron "novedosos" planes antidelito con saturación de policías en los barrios, retenes callejeros, etc.
Queda claro que la condición social de la víctima tiene su rebote social particular en un determinado espacio en la sociedad y una repercusión específica en los medios de comunicación, y en determinados formadores de opinión, que nunca tuvieron ni tendrán víctimas de una clase social más baja, como lo demuestra el espacio dado por los medios al Sr. Blumberg, comparado con el casi nulo concedido a cualquiera de los familiares de los casos de gatillo fácil de víctimas pobres.
El "petitorio" que con la firma de muchos concurrentes a la marcha presentó el Sr. Blumberg a las autoridades políticas reedita, con mayor "corrección política" planteos de mano dura que nada tienen que ver con la tan reclamada solución al "problema de la delincuencia", ya que aumentar las penas o mandar los presos a hacer trabajos forzados no disminuye el índice de criminalidad.
Este discurso de más represión opera sobre el miedo de la clase media, y la manipula, haciendo creer que para no ser asesinada debe legitimar la represión cada vez mayor. Lo que no se dice, es que el estado, a través de los integrantes de sus fuerzas de seguridad, es quien asesina más y con mayor impunidad, y que el sistema penal existente ya es suficientemente duro, como lo demuestran los miles y miles de hacinados en cárceles, comisarías e institutos de menores, en su mayoría procesados sin condena e imputados por delitos que no afectaron la vida ni la integridad física de las personas.
La CORREPI, a la que tantas veces se ha acusado de defender "los derechos humanos de los delincuentes", sostiene que, si bien no polemizamos con familiares de víctimas, sí debemos debatir acerca de las consecuencias políticas y sociales de lo que dicen y hacen.
La convocatoria del jueves fue reaccionaria porque ubica al tema seguridad como el número uno de la agenda popular. Ya no importa la desocupación o la enorme brecha social entre los que nada tienen y los que lo tienen todo. No importa la educación o la salud pública. Lo único que debe resolverse es la llamada "inseguridad".
La calificamos de reaccionaria porque no duda en relacionar a modo de problema-solución al binomio inseguridad-sistema penal. Es reaccionaria porque, ya metido en el sistema penal, plantea cuestiones que no disminuyen la criminalidad pero aumentan el voltaje represivo que siempre se termina descargando sobre los que menos tienen. No es al uxoricida Carrascosa o al cura abusador Grassi que Blumberg pide que se revoque la excarcelación, aunque uno esté procesado por asesinar a la esposa y el otro por violar a menores bajo su cuidado.
Ya se incrementaron muchísimo las penas de varios delitos y se restringieron las libertades reformando procedimientos que no permiten la excarcelación en casi ningún caso, cuando el que está acusado de cometerlos es un pobre. No se previenen los secuestros por ponerle un uniforme a rayas a los presos como quieren Blumberg y Patricia Bullrich, ni por tenerlos engrillados y ponerlos a cavar zanjas al costado de la ruta.
También es hora de diferenciar a aquellos que mata el Estado, lo que constituye además de un delito una violación a los derechos humanos, de aquellos que son ultimados por un particular que comete un crimen y que no tiene ningún vínculo con el Estado, y no tendrá por ende la protección y el encubrimiento que se suma al delito mismo en el primer caso.