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Argentina: La lucha continúa

ANALISIS DE LA GESTION DE NESTOR KIRCHNER

PANORAMA CONTRADICTORIO

Hugo Presman
ARGENPRESS.info*

La ubicación del observador condiciona la visión de lo que percibe. Si nos posicionamos en febrero del 2004 y comparamos con las posibilidades políticas que se abrían en enero del 2003, el cuadro es muy alentador.

El lenguaje ha cambiado, los valores que se defienden son distintos, la forma de negociar es opuesta, el papel que se le asigna al Estado es diferente, la percepción de la importancia excluyente del mercado se relativiza. Cambio rotundo en política de derechos humanos, procedimiento transparente en la designación de jueces de la Suprema Corte de Justicia, descabezamiento de la cúpula de las Fuerzas Armadas y de la Policía Federal, intento de depuración en la Bonaerense, expulsión de algunos símbolos de corrupción en el PAMI. Indiferencia y duros discursos adversos durante varios meses hacia los empresarios 'exitosos', prescindencia hacia los gordos de la CGT, como castigo al involucramiento activo de ambos actores con las políticas de los noventa, fijación de límites a las privatizadas, renegociación con propuestas de quitas fundamentales en las deuda externa. Recuperación del espacio radioeléctrico y el correo. Posición prudente con la protesta social evitando criminalizarla. Crítica continua e incisiva hacia los gurues que pautaron la agenda y la ideología de la década pasada. Reactivación económica surgida a la vera de la protección 'natural' de la macrodevaluación con que se despidió al cadáver de la convertibilidad. Sustitución de importaciones y recuperación de las economías regionales con jolgorio sojero. El rebote de una caída del 20%, se revierte parcialmente y la Argentina crece en el 2003 hasta convertirse en el país que más incrementó el PBI en ese período.
Ante ésta situación, los grupos económicos se disciplinan, se alinean y conspiran simultáneamente. Expresan sus angustias en forma brutal a través de Ambito Financiero. Temen por el 'izquierdismo kirchnerista' y añoran la ficción convertible. Le preocupan los aciertos del gobierno que limita su capacidad de acción y al mismo tiempo mantiene intocables las condiciones excepcionales que gozan los sectores petroleros y pesqueros.
Otros empresarios se convierten en kirchneristas militantes como ayer eran menemistas consecuentes. La llave de acceso a la simpatía presidencial es prometer inversiones.
La izquierda bullanguera ataca al gobierno por la insuficiencia de sus medidas. No hace diferenciaciones y considera que Kirchner no es distinto a Menem. Castells se desbarranca en un viaje sin escalas hacia el ridículo y se solidariza con Nito Artaza, un terrorista verbal que representa los comportamientos más criticables y miserables de la clase media. Derecha brutal e izquierdas bullangueras coinciden en la desconfianza profunda que le despierta el gobierno de Kirchner. Unos protestan por los límites que se le imponen y otros se quejan por la insuficiencia y pequeñez de los mismos. Situación que se ha dado en reiteradas oportunidades en nuestro país y en América Latina, con lamentables consecuencias.
No olvidar de donde venimos
La Argentina ha padecido una destrucción económica equivalente a una guerra de treinta años. Durante casi tres décadas, con muy pequeños intervalos de razonabilidad, se violentaron las leyes más elementales de la economía y la política. Pocas sociedades han sufrido cataclismos de origen humano de la magnitud de la nuestra. Triple A, inflación galopante, guerrilla mesiánica, dictadura criminal, terrorismo de estado, campos de concentración, desaparecidos, endeudamiento explosivo, moneda nacional subvención a las importaciones, destrucción industrial, guerra perdida, democracia vigilada, hiperinflación, privatizaciones irracionales, ficción monetaria, corrupción superlativa, economías regionales devastadas, ramales ferroviarios levantados, transferencia de ingresos obscenas, concentración de la riqueza insultante, destrucción del estado, derogación de las conquistas laborales, pauperización, desocupación, hambre, política exterior de una genuflexión obscena, vaciamiento de los partidos políticos mayoritarios que adhirieron con mayor o menor intensidad a la ideología neoliberal.
La explosión del modelo de la convertibilidad precipitó en un agujero negro a importantes sectores de la clase media e hizo visible real y mediáticamente a los excluidos, ocultados por la algarabía de aquellos que se quedaban con la torta y por los que recibían las migajas.
Esa confluencia de los caídos y de los que se caían, con intereses diferentes pero víctimas al fin de una década larga e intensa de pillaje, dieron origen a una coalición consumada en las calles que puso fin a casi treinta años de ignominia: las jornadas del 19 y 20 de diciembre.
El triunfo de Menem en primera vuelta, el tercer puesto de López Murphy, el hecho que la década del noventa recogiera la aprobación del 41% de los votos, mostraba dos facetas contradictorias: la penetración en importantes sectores de la prédica colonial y la fuerte desintegración social producida por las políticas implementadas, y por otra parte la capacidad de reacción y hartazgo de otros sectores importantes que lo exteriorizaron en las jornadas de diciembre y en el repudio a Menem en el ballotage frustrado.
Defender el pequeño paso sin pretender que es el único posible
Sorpresivamente el gobierno de Néstor Kirchner que apenas había obtenido el 22% de los votos( menos que Arturo Illia en 1963), tributario excluyente del duhaldismo, recogió el mensaje que emitió el pueblo cuando dejó las veredas y tomó las calles. La coalición callejera sufrió importantes deserciones cuando franjas de la clase media recuperaron sus ahorros y volvieron a mirar la historia desde el living, creyendo que participan cuando le sacan músculos al pulgar oprimiendo el control remoto. Néstor Kirchner intenta un cambio importante en el discurso dominante hasta el 27 de abril del 2003, con una consecuencia en los hechos mucho menor. Los hechos políticos positivos no pueden ocultar la plancha económica. Partiendo de la base que el Presidente se propone el desarrollo de un capitalismo nacional, con fuerte presencia del Estado y límites al mercado, no se entiende como no hay el menor indicio de intentar estudiar una reestructuración profunda del Estado que le permita desarrollar sus tareas de actor económico, de contralor y regulación. No hay el menor indicio de políticas industriales activas que vayan más allá de la sustitución de importaciones. Tampoco una política keynesiana de obras públicas. No se ve un intento claro de redistribución de ingresos ni de cambiar de raíz el sistema impositivo. Se mantiene una aduana que es un colador y un Banco Central en manos del CEMA. No hay una política monetaria y crediticia que consolide en el tiempo la reactivación. Basado el superávit comercial en las exportaciones de soja y el petróleo, el horizonte del agotamiento devaluatorio está mucho más cerca que el tiempo que se necesita para reincorporar a los excluidos. Paradojalmente después de una negociación dura con el FMI, se ha comprometido un superávit fiscal sin antecedentes. Por otra parte, el tema de una quita importante de la deuda hoy está incorporado naturalmente al lenguaje y al razonamiento cotidiano. Este tema era tabú hace apenas un año y medio. Era el otro asunto inabordable después de la convertibilidad. Que esto se haya revertido, constituye uno de los méritos del gobierno. Por otro lado no se usa el canal estatal para una amplia campaña de esclarecimiento de lo que significa la deuda externa, su origen y crecimiento. Las consecuencias de la rendición incondicional y los costos de la ruptura.
Todos los avances políticos obtenidos deben tener su correlato en el campo económico.
El kirchnerismo ha logrado hacer pie en el voluble campo de la clase media. Pero mientras no mejore la distribución del ingreso no logrará una inserción consecuente en los sectores de menores ingresos.
El gobierno ha establecido después de muchos años un orden adecuado: ha subordinado la economía a la política.
Contradictoriamente, la sensación que los avances políticos son la variable de ajuste del conservadorismo económico tiende a acentuarse. Si esto es cierto, la economía, el impresionante ejercito de desocupados, y los sectores económicos que esperan la debilidad gubernamental, pasarán su factura en el momento oportuno.
Es una paradoja que se tienda a ponerle justos límites al mercado y luego se espere que las fuerzas que en él se muevan desarrollen los planes que el gobierno no planifica ni instrumenta.
Sólo han transcurrido diez meses de gobierno, iniciado en condiciones de extrema debilidad. Lo que alarma no es solo que no se tomen medidas fundamentales para el fortalecimiento económico, sino que ni siquiera aparecen en la agenda del gobierno para que se pueda empezar a instrumentar dentro de un tiempo prudencial.
Hay medidas correctas pero en versión bonsay. Está muy bien el intento de recuperar ramales y circulación ferroviaria pero el monto de trescientos millones de pesos destinado a ese fin minimiza el intento.
No se regula el cultivo de soja y en materia de petróleo se mantiene y no existe el menor atisbo de discusión la ley sancionada por el menemismo por la cual las empresas pueden dejar el 70% de las exportaciones en el exterior. En medio de esta extrema prudencia económica, parece ilusorio suponer factible la creación de una empresa estatal de hidrocarburos, que restañe el absurdo de ser un país productor de petróleo y carecer de una empresa estatal y encima pagar por el mismo un precio equivalente a ser importador.
El gobierno merece un crédito importante de confianza para que afiance lo positivo que ha hecho, eso precisamente que alarma a los sectores recalcitrantes de la derecha. Pero el seguidismo, el profundo oficialismo de los medios, la posición Zelig de muchos actores políticos y sociales no debe ser una pantalla que oculte lo que no se hace y que necesariamente hay un tiempo para ejecutarlos antes que la realidad pase la factura. A su vez, la insuficiencia y limitaciones no debe ser la torpe argumentación para invalidar lo positivo que se lleva realizado, frecuente en los análisis maximalistas de la izquierda bullanguera.
Puntos oscuros
Hay algunos hechos a esclarecer que pueden limitar significativamente la campaña del gobierno de deslindarse éticamente de la década de los noventa. Parece increíble que sólo haya silencio sobre los fondos de la Provincia de Santa Cruz remitidos al exterior durante la gobernación del actual presidente. La falta de una liquidación clara, el desconocimiento del capital inicial, los intereses devengados y el monto actual, resultan un misterio absurdo. Resulta inexplicable que esos fondos no hayan regresados. Igualmente sospechoso es el silencio del periodismo en todo reportaje realizado a Néstor Kirchner. Si el gobierno se debilita, el tema surgirá inevitablemente en la tradición muy argentina de no cuestionar los puntos oscuros del poder cuando mantiene prestigio.
El segundo punto oscuro es la imposibilidad de ejecutar desde hace casi dos meses, la orden de captura de dos directores, Fernando Alvarez y su hijo, de la empresa Conarpesa, la principal pesquera del sur argentino, acusados de mandar a asesinar a un ex empleado y posterior competidor conocido como 'Cacho Espinoza'. Se sospecha de cierta complicidad del gobierno como reciprocidad a los fondos que la pesquera habría aportado a la campaña electoral de Néstor Kirchner. Por otro lado, el origen de los dineros de la campaña electoral donde habrían contribuido significativamente Repsol, Conarpesa y Constructora Gotti permanece en el terreno de los misterios insondables. De constatarse esta sospecha, podría explicarse la posición condescendiente del gobierno con Repsol.
Por otra parte, llamativamente el presidente le compró una casa importante a Juan Gotti, el principal beneficiario de las licitaciones públicas de Santa Cruz. Siendo el principal contratista ¿Fue una compra o 'una atención'?
Puntos oscuros que se potencian en la actitud silenciosa del gobierno y cómplice de la casi totalidad de los medios.
Una luz sobre el panorama contradictorio
El incipiente acuerdo sobre la negociación de la deuda externa entre Lula y Kirchner conseguido en la decisiva Venezuela donde Hugo Chávez libra una decisiva batalla nacional y latinoamericana, abre un camino promisorio. Lula ha transitado en su primer año de gobierno un camino transitado hasta el hartazgo por el fracaso. El reconocimiento externo, conseguido a través de pagos que según el diario La Nación alcanzaron los cincuenta mil millones de dólares, la adopción a rajatabla de las políticas del fondo han concluido como siempre con una caída del PBI, una recesión acentuada, un aumento de la desocupación y tasas de interés incompatible con un proceso de crecimiento económico. Si la actitud de Lula es un retorno a las fuentes, la negociación con el Fondo adquiere una dimensión absolutamente diferente. Argentina, Brasil y Turquía, han recibido el 70 % de los créditos del Fondo. El problema sería que lo de Lula sea apenas una actitud circunstancial y oportunista. Que quiera seguir siendo el mejor alumno del Fondo. En este aspecto es bueno que Lula y Kirchner recuerden una célebre frase de uno de los actores de la Independencia norteamericana, Benjamín Franklín: ' O caminamos juntos o nos ahorcarán por separado'. La balcanización latinoamericana del siglo XIX se prolonga en la estúpida posición que los deudores negocien individualmente ante acreedores sindicalizados. Ha llegado el momento que la cuerda que nos ahorca en conjunto sea rota uniendo los esfuerzos emancipadores. Como lo intentaron Bolívar, San Martín o Artigas. Aquel fracaso puede ser revertido dos siglos más tarde. Solo es necesario inteligencia, valentía, confianza, seguridad, lealtad y convicción. ¿Será mucho?. Llamativamente el Presidente Kirchner no mencionó este acuerdo en el buen discurso pronunciado en el Congreso el 1 de marzo. En Brasil, Lula no lo ha promocionado. ¿ Será un retroceso circunstancial? ¿ Se esconde la bandera antes de desplegarla? Es preferible alentar la expectativa crítica que algunas veces, actores inesperados, empiezan a escribir la historia en forma correcta sobre renglones torcidos. Es una batalla que para inclinarla a favor de los perdedores históricos necesita que los pueblos dejen nuevamente de caminar por las veredas para ocupar las calles. El panorama es contradictorio, pero como decía Shakespeare: ' La oscuridad más profunda es la que precede el amanecer'.

* Hugo Presman es periodista.