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Argentina: La lucha continúa

Argentina: el papel del trabajo

El sindicalismo está de vuelta

Stella Calloni
La Jornada

El mundo del trabajo en Argentina pasa por una recomposición en el marco de las transformaciones que está viviendo el país tras haber pasado por una de las peores crisis de su historia. Más de 150 empresas, algunas quebradas mediante maniobras fraudulentas, han sido "recuperadas" por los sindicatos y algunas incluso han logrado retornar con éxito al mercado. Es un nuevo capítulo de una historia que se remonta al siglo xix.

El modelo económico aplicado en los últimos años en Argentina ha tenido repercusiones muy graves, sobre todo en la década de 1990. Produjo una desocupación masiva ­la mayor en la historia del país­ y arrasó con las legislaciones laborales conseguidas tras una larga lucha desde mediados del siglo xix. Este hecho no reconoce antecedente similar en la historia nacional.
El analista Raúl De la Torre confirma que, comparativamente, Argentina es el país latinoamericano que registró el mayor retroceso en la situación laboral en esa década, cuando se alcanzó la cifra más alta de desempleo, cuyo pico histórico en 1995 fue de 18.6 por ciento, según las cifras oficiales, y sumado al subempleo llegaba a casi 40 por ciento.
A consecuencia de la sucesiva flexibilización y desregulación de las relaciones laborales, más de 60 por ciento de la población trabaja "en negro o en gris". Las continuas reformas del menemismo y la legislación laboral votada mediante la compra de legisladores a mediados de 2001 resultaron devastadoras. "Se fueron eliminando todas las regulaciones que existían en el mercado de trabajo. Las empresas, sin control, fueron imponiendo condiciones flexibles y otras medidas que luego quedaban naturalmente incorporadas a las nuevas legislaciones."
Según De la Torre: "En este momento algo se está recomponiendo. Revisando los periodos anteriores, cuando no hubo respuesta a la situación laboral; hoy existe un proceso de recomposición. El Ministerio de Trabajo está teniendo un rol activo que no existió antes".
En este marco, las más de 150 empresas quebradas o en paro, muchas mediante maniobras fraudulentas, han sido "recuperadas" con la ocupación de las plantas y reactivación por los trabajadores, en una experiencia inédita en el país, empleando a más de 14 mil trabajadores. Hay algunas, como Zanello, que han logrado reinsertarse en estos días activamente en el mercado, con ayuda del gobierno del presidente Néstor Kirchner.
En los sectores de los movimientos piqueteros (desocupados), algunos de los cuales fueron desviados de sus objetivos precisos ­la lucha por trabajo legítimo­ para convertirse en clientes políticos de sectores de derecha, "punteros políticos" e incluso de grupos de izquierdas radicales minoritarios, están echando andar empresas productivas que han permitido recuperar en muchos casos la disciplina del trabajo y están políticamente ligados a la izquierda o al antiguo peronismo de base. En otros casos estas empresas avanzan hacia formas cooperativas.
Todo esto produce una dinámica muy compleja en el entramado laboral y sindical del país.
A diferencia de otros países de la región, la protesta social se hizo sentir aquí a partir de la mitad del siglo xix, producto de los grandes cambios surgidos con la llegada de emigrantes europeos incorporados al trabajo rural y urbano en condiciones extremadamente duras. Militantes socialistas y anarquistas que habían integrado movimientos de protesta en sus países de origen adquirieron protagonismo rápidamente en la organización de huelgas.
Desde aquellos momentos hasta ahora sucedieron luchas y rebeliones sin descanso.
En el mapa sindical argentino existen ahora dos centrales: la Confederación General del Trabajo (CGT), a la que recientemente se reintegró la "disidente" que actuó desde 1994 en oposición al presidente Carlos Menem como Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA). Por otra parte, la centroizquierdista Central de Trabajadores Argentinos (CTA) que nació como Congreso de los Trabajadores Argentinos al separarse varios sindicatos (estatales, de maestros y otros) de la CGT en 1994-95.
En estos últimos años tuvo alguna presencia la izquierdista Corriente Clasista y Combativa, pero quedó reducida a algunos sindicatos municipales del interior, como el de Jujuy, y mayoritariamente abarca a desocupados.
Desde los años treinta
Así, la principal asociación sindical del país es la CGT, creada en 1930, cuyo salto cualitativo se produjo en 1945 cuando el que fue después tres veces presidente Juan Domingo Perón era secretario de Trabajo y Previsión Social. Entonces, el Estado reconoció a los sindicatos las negociaciones colectivas y los convenios laborales entre otros derechos, lo que produjo el acercamiento eterno con el peronismo, hasta ahora. En sus distintas vertientes los sindicatos se insertaron en la lógica estatal, recibiendo concesiones y presionando eficazmente. Después del golpe militar que derrocó a Perón en 1955, la CGT se mantuvo como organización sindical en el proceso de la llamada Revolución Libertadora. Hubo divisiones: los más oficialistas (aunque no dejaban de ser peronistas) y los que colaboraron directamente con la resistencia al gobierno militar. Entre 1969 y 1974-75 la CGT contuvo a los peronistas más revolucionarios y otros sectores de izquierda e intelectuales en un movimiento que hizo historia.
En los 90 Menem atrajo a su entorno a los dirigentes más burócratas de la CGT, "los gordos", que no actuaron en general para impedir las privatizaciones corruptas y recibieron muchos beneficios personales, como antes se habían ligado a las derechas.
A escala internacional y desde el punto de vista de la mayor credibilidad, la CTA tiene una presencia política muy fuerte y define situaciones en el entramado de las nuevas relaciones laborales, exigiendo cambios y a la vez actuando en varios puntos con el presente gobierno.
Santiago Senén González, investigador de la situación sindical en el país, sostiene que en 1945 la CGT se institucionalizó y luego bajo los gobiernos militares mantuvo su personalidad gremial. "El país vivió 60 años con este sindicalismo fuerte y, aunque se sucedieron divisiones en los distintos periodos históricos, la CGT continuó como núcleo central.
"Esas seis décadas se interrumpen con la llegada de la CTA, que agrupa a jubilados, desocupados, ONG, sindicatos importantes, como la Asociación de Trabajadores del Estado, la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina, judiciales y otros."
Explica que en la complejidad de las organizaciones locales algunos de estos sindicatos de CTA tienen su contraparte en la CGT oficial que agrupa a los más fuertes del país. Por ejemplo, ATE tiene en su mismo sector a la Unión de Personal Civil del estado (UPCN) en la CGT y en educación está la Unión de Docentes Argentinos. Además existe considerable cantidad de sindicatos "autónomos", federaciones y uniones, muchos con gran presencia, como los trabajadores de Aerolíneas Argentinas, que se movilizaron contra la privatización de esa empresa y en los últimos tiempos impidieron el quiebre de la misma, reteniendo a sus trabajadores.
Más de la mitad de los trabajadores asalariados urbanos y rurales no están registrados por sus empleadores; de toda esta masa laboral los trabajadores sindicalizados se estiman en 2 o 3 millones en el mercado formal.
Hay en el país 2 mil 800 sindicatos registrados, algunos muy pequeños. Los mayores, con cientos de miles de afiliados, son reconocidos como representación colectiva legal del conjunto de los trabajadores agrupados por su ámbito de ocupación. Son esos importantes sindicatos los que negocian y firman los convenios colectivos. Actualmente existen unos mil 100 sindicatos con personalidad gremial.
En las grandes empresas y la mayoría de las medianas la presencia sindical se da mediante los "delegados", "cuerpos de delegados" o "comisión interna". Es una enorme fuerza sindical de base estimada entre 20 y 50 mil "delegados".
Retroceso Intitucional
Argentina era considerado uno de los países más avanzados en cuanto a las leyes de trabajo y la protección social, pero las obras sociales sindicales también sufrieron severos golpes del gobierno menemista, como el intento de privatizar la salud. En Argentina los sindicatos proveen a los trabajadores salud, educación, formación profesional, actividad cultural, turismo social, etcétera, aunque todo esto se redujo considerablemente con las reformas económicas.
Las diferencias en la CGT persisten entre los "gordos" de las organizaciones más grandes (comercio y servicios, bancos, seguros, construcción, salud, empleados públicos, etcétera), que adoptaron una estrategia de negociación con el gobierno menemista y el "sindicalismo" abiertamente menemista. Ahora, con el retorno de los disidentes, un ala más activa y de confrontación, en cualquier momento se podría escenificar otra división, dadas las diferencias que subsisten.
"Es muy complejo armar el mapa sindical de Argentina, especialmente después de las privatizaciones que comenzaron con la dictadura militar, proceso que afianzó y llevó a sus límites el menemismo. En un país con tan alta cifra de desocupados y una población donde las condiciones de vida de más de la mitad retrocedieron de tal manera que está ahora bajo la línea de la pobreza, esto originó también un huracán sindical. Hay que considerar que la caída del PIB fue de 15 por ciento en 2002 y ahora 13 por ciento superior a lo registrado en la gran crisis de los años 30. Existe un repunte bajo el gobierno de Kirchner que se reflejó en 2003 en la cifra de desempleo que en octubre alcanzó 14.5 por ciento después que el año anterior estaba en 20 por ciento. Es un proceso lento y muy complejo".
Senén Gonzalez destaca como tercer "grupo sindical" lo que llama los sindicatos de desocupados, que hicieron eclosión a fines de 2003. En realidad se buscó aquí un paliativo que no se trata del subsidio que se daba cuando había trabajo, sino que en este caso se le llamó Plan Jefes y Jefas de Hogar. Son planes de contención frente a la gravedad de la situación social. De hecho algunas agrupaciones están integradas sindicalmente como la Federación de Tierra y Vivienda o movimientos desocupados dentro de la CTA.
La situación sindical de Argentina se revela como la más compleja de la región. Todo esto dificulta los proyectos unificadores regionales en torno del Mercado Común del Sur (Mercosur).
Desde que en 1991 se firmaron los Acuerdos de Asunción para constituir el Mercosur, existió una preocupación para tratar de superar lo que aparecía como un simple acuerdo comercial, de aduanas y otros. Varias centrales sindicales del Cono Sur comenzaron a aportar documentos a las reuniones presidenciales y técnicas sobre la situación laboral y las trágicas consecuencias del modelo económico desatadas en toda la región.
"Hasta ahora ­sostienen De la Torre y González­ se han registrado pocos avances. En cuanto a las relaciones políticas las ha habido con la PIT-CNT, la central de trabajadores única de Uruguay, que ha mantenido una trayectoria muy respetada en la historia de ese país. Tradicionalmente está ligada al centroizquierdista Frente Amplio, la mayor fuerza política de Uruguay con posibilidad de lograr un triunfo en las próximas elecciones. En Uruguay existen además las asociaciones y agrupaciones, como la de Empleados Bancarios y de funcionarios de la Administración Nacional de Usinas y Transmisiones Eléctricas (UTE) entre otros.
Pero también en el Mercosur hay fuertes lazos con la Central Unica dos Trabalhadores de Brasil (CUT) ligada al Partido de los Trabajadores, el mayoritario en la coalición gobernante en ese país. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, líder metalúrgico en el cordón industrial de Sao Paulo, fue fundador y también dirigente histórico de la CUT.
Aunque en Brasil se hablaba de siete centrales sindicales, un amplio grupo de sindicatos independientes, entre los que destaca la CNTI, la más importante es la CUT y en segundo lugar, pero muy lejanamente Forza Brasil y la CGT Confederaçao Geral dos Trabalhadores, más conservadora que tuvo un desprendimiento con la formación en 1991 de Força Sindical precisamente.
En estos momentos se prevé un alza en las movilizaciones sindicales, aunque en Argentina hubo por primera vez una negociación, donde intervinieron las centrales sindicales, empresarios y gobierno para fijar aumentos en el salario mínimo y hay actividad fuerte de la CUT, que acompaña aún al gobierno, pero que hace demandas cada vez más duras ante la política económica oficial. Cualquier cambio en las negociaciones en la región y el comportamiento de las centrales sindicales, en lo que muchos estiman un proceso alternativo de recuperación en algunos países del sur, tendrá su réplica en el resto, porque ya no hay disposición a esperar cambios tan a futuro que nadie pueda siquiera imaginarlos. "Llegó nuestra hora", dicen todos los dirigentes.