VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Argentina: La lucha continúa

Recuperar la historia

Norma Vera
TMO

Norma Vera- Hugo Bellavigna, Villa Devoto y la dictadura.

Si se puede afirmar algo del subprefecto mayor retirado del Servicio Penitenciario Federal, Hugo Bellavigna, hoy párroco de la iglesia Santa Inés, Virgen y Mártir, es que fue un convencido ejecutor de la posición oficial de la Iglesia Católica durante los años de dictadura militar a partir del golpe de Estado de 1976. Belavigna Fue protagonista del plan de los militares de aislarnos, someternos, enloquecernos o matarnos. Era del bando de los Von Wernich, Bonamín, y otros ideológos y ejecutores del genocidio. Somos parte de un pueblo que recupera cada día su historia, y aportamos nuestro testimonio para que se sepa qué hizo cada uno en la época de la Dictadura: . Ésta es una forma de reconstruir la memoria colectiva, de contar la verdadera historia y de ubicar a los responsables en el lugar que se merecen.
Hubo en esos años de genocidio otra postura dentro de la Iglesia: la de quienes asumieron la causa del pueblo: Carlos Mujica, asesinado por las 3 A en 1974, Monseñor Angelelli, asesinado en 1976, los padres Palotinos secuestrados en 1976. así como la de las religiosas francesas Alice Domon y Renee Leonie Duquet, secuestradas junto a Azucena Villaflor de Vicenti, en el año 1977 e iniciadoras de las marchas alrededor de la Pirámide de la Plaza de Mayo con sus pañuelos blancos". También recordamos a las monjas que compartieron nuestra prisión. Los sacerdotes que siguieron pregonando su posición a favor de los sectores necesitados como Monseñor Zaspe, Monseñor Jaime De Nevares, Monseñor Novak y Monseñor Hesayne. Otras víctimas del Terrorismo de Estado- como el sacerdote Adur, detenido en Brasil. O y los que tuvieron que alojarse en ignotos conventos para evitar el secuestro, (los sacerdotes Llorens, Carlos Fugante y tantos, tantos más).
Pero Bellavigna llegó a Villa Devoto como párroco, con la función específica de instrumentar las decisiones del General Suárez Mason y su representante para las cárceles, el coronel Sánchez Toranzo, ejecutores de un fino plan de destrucción política y personal en una cárcel dispuesta para la concentración de más de 1000 presas políticas.
Villa Devoto era el Penal que los militares utilizaron para mostrar a los Organismos Internacionales, mientras en el país se desarrollaba la represión más cruel que conocimos.
Allí Bellavigna intentó "regresar las ovejas negras al redil" proponiéndonos a nosotras, presas políticas, arrepentirnos de cualquier idea de cambio social que pudiéramos sostener y que dejáramos de defender nuestros principios de solidaridad y compañerismo.
Justamente fueron esos principios los que nos permitieron sostenernos vivas tras las rejas, enteras y consecuentes con la militancia que elegimos, resistiendo aún en tan difícil situación.
Belavigna participó de la Comisión Interdiciplinaria, tribunal interno de la cárcel, que definía quiénes éramos "recuperables" y quiénes no. Allí se decidía la ubicación carcelaria futura de cada uno y la entrada en un cónclave militar (reunión) donde se debatía la libertad de las entrevistadas.
Sus informes definían nuestro supuesto grado de arrepentimiento. Su función era presionarnos psicológicamente en una suerte de tortura cotidiana, buscando inculcar en nosotras la idea de que nuestra actitud dentro de la cárcel determinaría o no nuestra libertad. Esto que buscaba, casi siempre en vano, nuestro quiebre y la delación, congeniaba con una dictadura militar donde los derechos del individuo no tenían ningún reconocimiento. Menos aún tendrían derechos las prisioneras políticas. Belavigna no se privó de amenazar a compañeras de origen judío diciéndoles que ser judío era un pecado y que ellas pagarían no saliendo nunca en libertad.
En entrevistas con compañeras que se encontraban enfermas o que habían sufrido la muerte de sus familiares adoptaba una falsa actitud de compasivo, siempre buscando el momento adecuado para tratar de convencernos que la mejor opción para llegar a reunirse un día con su familia era "aceptar el reglamento", firmar el "arrepentimiento", es decir, aislarse de las compañeras, y entrar en una espiral de destrucción personal. También maltrató a los familiares que iban de visita, como un modo indirecto de incidir sobre nosotras.
No dejó nada de lado para cumplir con sus objetivos.
Pero, por otro lado, no discutía francamente frente a las detenidas catequistas, que profesando la fe católica, le cuestionaban su actitud. Por supuesto tampoco recibía a las delegadas de pabellón, en tanto que a las que consideraba "irrecuperables" ni siquiera las miraba.
Belavigna Fue protagonista del plan de los militares de aislarnos, someternos, enloquecernos o matarnos. Era del bando de los Von Wernich, Bonamín, y otros ideológos y ejecutores del genocidio.
Ni Belavigna ni la dictadura pudieron con nosotras, ni con los miles de presos que poblaron las cárceles y los campos de detención.
Somos parte de un pueblo que recupera cada día su historia, y aportamos nuestro testimonio para que se sepa qué hizo cada uno en la época de la Dictadura: . Ésta es una forma de reconstruir la memoria colectiva, de contar la verdadera historia y de ubicar a los responsables en el lugar que se merecen.
Ex Presas Políticas del Penal U2 de Villa Devoto