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Argentina: La lucha continúa

Los "pensadores" del neoliberalismo


Miguel Ángel Ferrari
miguelferrari@arnet.com.ar

Hay momentos en los que el capitalismo reniega de sus orígenes liberales. Esto ocurre cuando, ante una circunstancia determinada que pone en peligro sus ingresos, necesita adaptar la estructura social de producción para superarla, aunque ello implique violentar las ideas de libertad política, económica o social. En síntesis, se podría decir que para el sistema que rige en la mayor parte del mundo, lo ideal es articular la democracia formal con el mercado, pero si ello —por alguna razón— no es posible: se suprime la democracia. El capitalismo es la esencia, la democracia es sólo una de las formas. Este fenómeno se pudo constatar nítidamente durante la implantación del fascismo en Italia y el nazismo en Alemania. En estos países, la naturaleza del modo de producción capitalista no cambió, pero la democracia fue —como todos sabemos— aniquilada.

También sabemos que el empeño por preservar la democracia, para los países centrales, no es el mismo en las metrópolis que en la periferia. Los latinoamericanos podemos dar perfecta cuenta de ello por haber padecido brutales dictaduras, que contaron con el respaldo de los democráticos países del primer mundo.

La más reciente expresión de esta democracia de doble estándar la constituye la invasión a Afganistán y a Irak por parte de los Estados Unidos y su escudero, el Reino Unido de la Gran Bretaña. El derecho internacional fue pisoteado, las Naciones Unidas semiderruidas y el concepto de soberanía nacional de los países subdesarrollados, demolido.

La globalización se ha constituido en una etapa imprescindible para la continuidad del sistema económico imperante. Todo lo que pueda significar un obstáculo para su desarrollo debe ser destruido. Es así como en —esta última década— se despejaron áreas para el libre comercio de las transnacionales, a través de presiones políticas y/o económicas sobre gobiernos inmorales, o directamente se abrieron mercados a sangre y fuego, como en los casos de la ex Yugoslavia, de Afganistán e Irak.

Luego de los atentados del 11 de setiembre, los globalizadores corporizaron en el terrorismo al enemigo necesario, para lanzar los misiles, los tanques y los bulldozers hacia cualquier "rincón oscuro" del mundo, donde todavía no rige la libertad de comercio ente el zorro y las gallinas.

En su afán de globalizar a todo el planeta, el imperio ni siquiera ha reparado en preservar la democracia en su propio país y en los de sus tradicionales amigos.

El Acta Patriótica aprobada luego de los atentados a las torres gemelas y al Pentágono, que un juez neoyorquino declaró inconstitucional, autoriza —entre otras cosas— a los agentes del FBI a solicitar información confidencial sobre sus clientes a los proveedores de Internet y a otras empresas que manejan datos personales. Además, permite a la policía federal acceder a los documentos internos de compañías de seguros, del servicio postal y agencias de viaje sin tener la autorización judicial correspondiente. El FBI puede exigirles así la entrega de datos confidenciales sobre sus clientes sin que los agentes tengan que demostrar tampoco en qué basan su petición. La legislación no prevé vías para que dichas compañías puedan oponerse a la acción policial. También esta draconiana ley posibilita a los organismos de seguridad estadounidenses requerir información a bibliotecas y librerías sobre qué tipo de material ha sido consultado o comprado por determinadas personas, también sin intervención judicial alguna.

El pasado 7 de octubre, oficiales del FBI esgrimiendo una "orden federal" exigieron a la filial británica de la compañía estadounidense Rackspace la entrega de los servidores que contenían los sitios de Indymedia, una red internacional en internet, nacida en el marco de las luchas antiglobalización iniciadas en Seattle, en 1999. Si bien es cierto que Inglaterra se ha convertido prácticamente en el estado número 51 de los Estados Unidos, todavía ese status no tiene existencia formal. Entonces... ¿se puede saber qué tiene que hacer el FBI en Londres blandiendo una "orden federal" para incautar material informático de servidores de internet?

El imperio en su demencia fascistoide empieza a devorarse a sí mismo.

Según la agencia de noticias AFP, Joe Parris, portavoz del FBI admitió que esa institución había confiscado los equipos, pero por pedido de terceros países y en cumplimiento del Tratado de Asistencia Legal Mutua. Esta actitud totalitaria y extraterritorial del gobierno de Washington, dejó a millares de usuarios sin poder visitar sitios de internet de Indymedia en Alemania, Bélgica, Brasil, España, Estados Unidos, Francia, Italia, Gran Bretaña, Portugal, República Checa, Serbia y Uruguay.
En cumplimiento de la profecía orwelliana, el gran hermano acalló a quienes cuestionan su perversa globalización neoliberal.

Otra de las formas de acallar las críticas a las políticas del imperio, tiene como protagonista al subsecretario de Defensa de los Estados Unidos, Paul Wolfowitz. La multinacional Hasbro, con sede en los Estados Unidos, uno de cuyos integrantes más importantes es —precisamente— el subsecretario Wolfowitz; ha demandado, nada menos que por 265 mil euros, ante el Tribunal de París a la editorial belga EPO, por haber publicado el libro de Michel Collon, "Monopoly, la OTAN a la conquista del mundo".

Esta editorial belga, que no pertenece a ninguna corporación, como la mayoría de las grandes editoriales europeas o estadounidenses, se caracteriza por la publicación de trabajos sumamente críticos de la globalización neoliberal y la política guerrerista encabezada por Washington. El mencionado libro de Collon es uno de ellos.

El descarado cinismo de la empresa de Wolfowitz, la lleva a cuestionar a la editorial por el nombre del libro "Monopoly...", no por su contenido... ¡Dios no lo permita, eso no cabe en una mente democrática como la de los republicanos norteamericanos!

Monopoly es el nombre de un juego que produce la multinacional Hasbro, fabricante de juguetes y juegos de ingenio. El argumento consiste en que el título del libro de Collon ha hecho caer las ventas de su lúdico producto. La elección del Tribunal de París, siendo que la empresa es belga, tiene una clara interpretación: la justicia francesa es particularmente severa en el denominado "derecho a la parodia". Esto es, la ridiculización de una obra literaria, artística en general o —como en este caso— una marca comercial.

Esta demanda tuvo éxito y el pasado 9 de julio, la Sala Tercera del tribunal de París le dio la razón a Hasbro-Monopoly y condenó al editor a pagar 250.000 euros. Por supuesto la editorial EPO ha decidido recurrir el fallo, pero de ser mantenido en firme por un tribunal superior, la editorial no podrá hacer frente con su capital al cumplimiento de la sentencia, llevándola a la quiebra.

Como se podrá observar todo lo que induzca a pensar, para el neoliberalismo se constituye en un delito. Los capitalistas de ésta época solo aceptan a los "pensadores" en la acepción española de la Edad Media, la que denominaba con este adjetivo a quienes llevaban el pienso para que coman los animales.


Note: "Con los ojos del sur", columna de opinión emitida el sábado 16 de octubre de 2004, en el programa "Hipótesis", LT8 Radio Rosario, Argentina.