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Argentina: La lucha continúa

La sobrevivencia en la fragmentacion

Hugo Presman
Argenpress.info*

La Argentina es un país que explotó el 19 y 20 de diciembre. Treinta años de retroceso se concentraron en dos días. Estallaron los partidos políticos y su representatividad, consecuencia de haber encarnado las políticas que afectaron a la mayoría de la población. Eso se manifestó a posteriori en forma confusa. Claramente en el repudio a los representantes políticos y en la fractura en tres partes tanto del justicialismo como del radicalismo. Confusamente, porque el 41% de la ciudadanía votó a favor de políticas (Menem-López Murphy) que formaban parte de ese pasado como ejecutor o como inspirador intelectual. Pero puesto en la disyuntiva de dar un paso al abismo en el ballottage, las encuestas revelaron la reprobación hacia el riojano, como exteriorización de que la sociedad no estaba dispuesta a suicidarse. Pero también es cierto que posiblemente Menem hubiera ganado las internas justicialistas si no se lo hubieran impedido algunas trampas que Duhalde interpuso en su camino.

Kirchner recuperó en sus discursos y en algunos hechos tan inesperados como esperanzadores el espíritu de las históricas jornadas. La recuperación de la política y su predominio sobre la economía, blanqueo a la totalidad de los sectores políticos. Obtuvo un apoyo en la opinión pública que superó el 75%.

El historiador Tulio Halperín Donghi ha dicho: 'Frente a Kirchner tengo la misma posición que hubiera tenido Leibnitz: 'Esta es la mejor situación posible…por otra parte Kirchner ha logrado una cosa peligrosísima, que es la coalición en contra de toda la gente desagradable de la Argentina'

Han pasado dieciséis meses contradictorios donde la expectativa se abrazó a la esperanza y en otros bordeó la decepción. Hoy Kirchner conserva un apoyo tácito y fluctuante en una opinión pública veleidosa.

Lo cierto es que la devastación es tan enorme, los canales de representación tan precarios, que el espectro político ha quedado reducido fundamentalmente al justicialismo. El gobierno está sostenido partidariamente por la poderosa estructura bonaerense, de la cual Kirchner mantiene su dependencia temeroso de movilizar a la gente tras objetivos concretos. Cada vez que el gobierno avanzó, entró en conflicto con Duhalde. Cuando retrocedió, renació la calma partidaria.

Es cierto también, que todo proyecto racional en la Argentina choca con una derecha bruta y brutal, representante de sectores económicos cebados en la depredación sin límites, capaz de perpetrar y justificar las peores atrocidades, sostener un fundamentalismo inaplicable e inexistente en ningún lugar del mundo. Simétricamente hay una izquierda infantil y bullanguera que siempre reemplaza la realidad por sus deseos, intentando que la realidad se adapte a sus slogans. El Encuentro de Mujeres en Mendoza fue otra muestra. Militantes del Polo Obrero y el PCR intentaron según, Pagina 12, impregnar las conclusiones con sus consignas, y sostuvieron propuestas tan insólitas en los talleres como de no hablar de temas sexuales hasta que no se resuelva la dependencia con el FMI. El recuerdo de la malversación de las Asambleas Barriales se repite infinitamente tratando infructuosamente de hacer entrar la realidad por los textos sagrados mal digeridos.

la fragmentación

El modelo de los ochenta estuvo encabezado por los sectores vinculados al campo que aprovecharon la renta diferencial de la Pampa Húmeda y la demanda del mercado internacional, asociando a franjas importantes de una clase media naciente insertada en el sector servicios. Cuando el sistema derrapó, fruto de las crisis capitalistas mundiales, se fue forjando el modelo de sustitución de importaciones con el surgimiento de dos nuevos protagonistas: una nueva clase obrera y una incipiente y débil burguesía nacional. El Estado justicialista representó el delicado equilibrio entre estos nuevos protagonistas, financiado con una parcial expropiación de la renta agraria. El 16 de septiembre de 1955 fue el intento de volver a la sociedad anterior a la que emergió en 1945. El frondicismo propuso la conciliación de la burguesía nacional basada en el mercado interno, con la oligarquía a la que le respetó la integridad de la renta agraria e intentó reemplazar la expropiación parcial de la misma que efectuó el peronismo con la promoción de la radicación de capitales extranjeros. El radicalismo de Illia fue un intento tardío de hacer convivir las Argentina del 30 y del 45, con la proscripción de quién representaba a ésta última. La dictadura de Onganía y sucesores, potenciada en la de Videla, intentaron y consiguieron en gran medida demoler los cimientos del modelo de sustitución: destruyeron sectores industriales, disminuyeron significativamente el peso de la clase obrera, achicaron el mercado interno, aplicando métodos criminales. Hubo un pequeño intervalo con la tercera presidencia de Perón, donde se intentó reconstruir las alianzas del 45, en una Argentina diferente, cruzada por complejidades sociales y políticas mucho más profundas. La etapa de Isabel, con el Rodrigazo, adelantó el inicio de la liquidación de la alianza de clases surgida al calor del 17 de Octubre. El retorno al sistema representativo de elecciones periódicas, heredó el monstruo generado en todos estos años que constituye el hilo grueso de la dependencia: la gigantesca, fraudulenta e impagable deuda externa. La resistencia alfonsinista duró cerca de dos años que fue la etapa Grispun. Luego se empezó a gestar el desgaste político y la rendición económica que concluyó en el desbarranque en la hiperinflación. Sobre esa herida fundamental de la memoria colectiva operó Menem y los sectores económicos que lo respaldaron y que fueron históricamente antiperonistas. El riojano vino a cumplir todas las tareas inconclusas del 55, del 66 y del 76. El modelo de devastación se continúo con De la Rúa, a quién la crisis largamente encubada le explotó en las manos. Rodríguez Saá blanqueo el tema de la imposibilidad de pago de la deuda externa. La salida fue brutal y la realizó Duhalde, quien luego concretó un delicado equilibrio que permitió llegar al desemboque electoral que exteriorizó la fragmentación política y social.

Kirchner recogió lo que queda y con enormes limitaciones intenta recobrar una cierta racionalidad de signo nacional.

La fragmentación excluye una visión incluyente

El modelo de economía primaria exportadora tenía como principal beneficiaria a lo que en términos políticos y económicos se conoció como oligarquía. Pero su funcionamiento implicaba la necesidad de incluir a la clase media inserta fundamentalmente en los servicios y algún sector de los trabajadores y artesanos. Implementó el Estado en beneficio de los intereses dominantes.

El modelo de sustitución de importaciones incluía a la burguesía nacional, a las clases medias, a la nueva clase obrera y a la oligarquía con afectación de su renta. Utilizaba el Estado como equilibrador de las desigualdades sociales.

El modelo especulativo de apertura de la economía y capitalización financiera prescinde de buena parte de la industria, de los trabajadores vinculados a ella, propende a la concentración económica, pauperiza a franjas enormes de las clases medias, dinamita toda la infraestructura social, usa al Estado para garantizar la distribución regresiva del ingreso y fomenta la aplicación de sus funciones represivas.

Como consecuencia de la aplicación fundamentalista de este esquema depredador sobran veinte millones de argentinos.

La burguesía nacional vendió sus fábricas o fue a la quiebra. En el primer caso pasó a ser un rentista que triplico sus ahorros en término de moneda nacional. Los trabajadores se encuentran chantajeados por una desocupación desmovilizadora, lejanos a proponer un proyecto global de país. La clases medias adoptan una posición fluctuante conforme a como le va en el mercado. Sus sectores 'progresistas' oscilan entre el posibilismo resignado y el estruendo verbal revolucionario, o como decía Alberdi, 'en la revolución caligráfica'. En general se encuentra inficionada por los lugares comunes de la ideología dominante.

Los sectores concentrados de la economía están cebados por las concesiones obtenidas desde una posición de poder que sólo admite el latrocinio. Los fragmentos nuevos de la vieja oligarquía continúan con su discurso monolítico, inmune a superar mínimamente sus intereses sectoriales

Testimonios de la ceguera

Julio Werthein, presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, donde se concentran las más grandes empresas, ex banquero y propietario agropecuario afirmó en la Revista Debate del 10-09-2004: ¿ Por qué tenemos tierra sin utilizar? Porque la gente no quiere trabajar. En el interior se necesita mano de obra y aquí, en Buenos Aires, la gente reclama que todos los meses le den plata por no trabajar….¿que sentido tiene que se reactive el astillero Domec García para construir submarinos?........Los capitales no vendrán si no se soluciona el tema de la inseguridad en el país, en todos los órdenes, empezando por las calles……..Tenemos que poner un punto final al tema de la deuda externa….Tenemos que llegar a una solución. Y si no se hizo hasta ahora es por la intransigencia del gobierno. No discuto quién tiene razón. Pero con soberbia no podemos seguir adelante……De Gennaro, que es amigo del gobierno, pide un salario mínimo de $ 730. ¿Quién los puede pagar?

Carlos Pedro Blaquier, preside el Ingenio Ledesma, es coleccionista de arte, y se autodefine como escritor y filósofo. Afirma en la Revista de La Nación: 'Mire, el problema de los países en vías de desarrollo es que la mayoría de los que votan son subdesarrollados. Entonces, por lo general, el poder político es el resultado de esos votos'

Gustavo Grobocopatel es el principal productor de soja. Siembra 71.000 hectáreas de las cuales son propietarias de sólo 20.0000 hectáreas, razón por la cual se proclama un 'sin tierra'. Con la claridad que tienen los sectores dirigentes del país para incluir al resto de los sectores sociales sostiene en Noticias del 4-09-2004: 'El problema de las retenciones es que van en contra de la productividad y transfieren recursos del interior a las ciudades, aumenta el centralismo, la marginación y las villas miserias'

El muestrario es infinito. Podrían agregarse declaraciones de Daher, de Castells, de Altamira, y el camino hacia el futuro permanecería cubierto por la oscuridad.

Algunas de las contradicciones infinitas

Se critica con justicia la década del noventa, de la que Kirchner fue participe y cómplice de la privatización de YPF. Cuando se puede recuperar en forma relativamente incruenta un lugar estratégico como el Banco Central se reemplaza a Prats Gay por Martín Redrado, hijo dilecto de los depredadores. Domingo Cavallo, uno de los arquitectos de las últimas tres décadas, no cae bajo el fuego verbal con que se execra el período.

La empresa de energía, una buena idea, pasa por un zarandeo que pudo haberse evitado si no se hubiera propuesto una serie de sospechosos resquicios jurídicos.

El restablecimiento de ramales ferroviarios, otra excelente idea, tropieza con un material ferroviario desmantelado y una inversión exigua para su funcionamiento adecuado a los tiempos. (Cien millones de dólares).

El gobierno expone flancos groseros en materia de transparencia, una de sus banderas diferenciadoras. A medida que se avance en el camino de las elecciones, durante el 2005, los fondos de Santa Cruz y su misterio serán un agujero que se irá acrecentando. Otra perla: Kirchner sostiene la designación de Redrado impugnado por la Oficina anticorrupción que depende del Presidente. Su designación es un error inmenso, fundamentalmente desde la funcionalidad del Banco Central y en segundo lugar desde la transparencia.

Defender la permanencia de Antonio Boggiano en la Corte, habiendo incurrido en las mismas causas de remoción que los otros tres desplazados, constituye un contradictorio mentís sobre haber dejado atrás algunas prácticas de la década denostada.

Todo indica que una coyuntura internacional muy favorable, desde el punto de vista comercial, será desperdiciada. Todo se hace en dosis homeopáticas. No hay una mística ni la fijación de objetivos movilizadores imprescindibles.

Es vital catalizar los esfuerzos a través de una cruzada contra el hambre, la indigencia, la salud y la educación. Colocar la imaginación y los recursos, con intervención estatal, para la creación de fuentes de trabajos. Debatir e impulsar un modelo productivo del país.

Se sostiene que el fortalecimiento del cuadro de las reservas mejora las posibilidades de endurecer las negociaciones con los acreedores. Eso es correcto si se ve el problema sólo desde el estrecho criterio de caja. Destinar cuatro mil millones de dólares de los casi 19 mil millones acumulados a consolidar la reactivación y a reparar heridas sociales, sería un acto de justicia, un mejoramiento de la situación de la economía y un fortalecimiento real del margen de maniobras del gobierno.

El caso patético por su crudeza es el de la negociación de la deuda externa. Se ha planteado con dureza, una quita importante, impensable en cualquier otro representante político con posibilidades ciertas de acceso al poder. Se ha propuesto una rebaja que el establishment consideraba imposible meramente enunciarla. Simultáneamente se paga como nunca antes.

Salir del default significará, en el mejor de los casos, mantener una cifra similar a la existente al momento de la convocatoria de acreedores. A eso se suma el compromiso del sostenimiento a futuro de un superávit incompatible con las posibilidades económicas

Seamos realistas, pero no resignados. La Argentina necesitará décadas para recuperar lo que destruyó en treinta años.

No podemos seguir añorando la Argentina de fines de los sesenta, tributaria en sus aristas más equitativas del mejor momento del Estado de Bienestar que se dio entre 1945 y 1955. Esa Argentina fue destruida y no volverá. Habrá que conformar otra, incluyente, con desarrollo económico y justicia social. Donde no se diga como en el siglo XIX, que 'el mal de la Argentina es la extensión' o en el siglo XX que sobra población en un país cuya superficie supera los dos millones de kilómetros cuadrados.

Se necesitaron treinta años para concretar la demolición, en una estrecha promiscuidad de intereses de adentro y de afuera, en un mundo que cambió fundamentalmente en la década del ochenta y dramáticamente con la caída del Muro de Berlín. Las piedras de ese muro se usaron para levantarlos en el interior de cada una de las sociedades.

Algunos incautos y otros malintencionados, denominan globalización, post modernidad a ingresar al mundo haciéndose cargo de las pérdidas

En momentos de confusión, de no encontrar salidas, de estar asolados por las peores calamidades, han surgido pseudos - intelectuales tributarios de la década del noventa, que disimulan las consecuencias que están en cada metro cuadrado del país, sacando una foto de la algarabía vivida en algunos años, mientras la película completa demuestra que la fiesta era parte necesaria y funcional de la destrucción. Un intelectual debe abrevar en todo lo que se elabora en el mundo, pero debe reprocesarlo desde aquí y en función de los intereses nacionales. Salvo que quiera ser un intelectual del establishment. Si con lenguaje y metodología de izquierda o en su versión light progresista, lo aplauden y le dan cabida los sectores concentrados de la economía y sus voceros periodísticos, es evidente que el Poder los considera amigos y terminarán cooptados. En la mayoría de los casos ya lo están. Que otra cosa puede significar una visión acrítica de la globalización, un repudio feroz del nacionalismo, una foto tramposa de la década infame.

Hay que abrir las puertas hacia las salidas capaces de facilitarnos la reconstrucción: remodelación del estado, distribución del ingreso, planificación económica, estatización de lo que sea necesario y regulación activa, afirmar definitivamente que el Correo seguirá siendo estatal, poner los bancos al servicio de la `producción, cambiar de raíz el sistema impositivo, hacerse cargo nacionalmente de la aduana y del Banco Central, efectivizar realmente una política keynesiana de obras públicas, promover e instrumentar una confederación regional para competir con economía de escala en la globalización, acudir a la movilización y a la democracia directa.

Todo esto es como descubrirle el agujero al mate.

Es imprescindible que la imaginación entre a la Casa Rosada y se convoque a todos los que están dispuestos a dejar de ser testigos de un escenario post bélico

Hay que buscar para problemas graves, soluciones ingeniosas. Un ejemplo. Hoy la mayor parte de los trabajos que se crean son en negro, porque a un beneficiario de los planes Jefes y Jefas de Hogar, que se le ofrece un trabajo precario prefiere cobrar en negro y continuar percibiendo el Plan. La solución es sencilla: continuar cobrando el Plan el que seguirá percibiendo durante dos años siempre y cuando el nuevo trabajo sea en blanco.

Decía Max Weber que 'en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible'. Treinta años de retrocesos, nos han convertidos en tan prudentes que consideramos arriesgado hacer lo imprescindible.

* Hugo Presman es periodista.