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Argentina: La lucha continúa

MANHATTAN INSTITUTE: LIMPIAVIDRIOS SON TERRORISTAS

Juan carlos blumberg y sus asesores neonazis

Emilio Marín
LA ARENA

Por tercera vez en lo que va del año, el empresario textil y apologista de la 'mano dura' Juan Carlos Blumberg visitó Córdoba. Como siempre, fue recibido por las máximas autoridades provinciales y locales. Blumberg vino a firmar un acuerdo entre el gobernador cordobés y el Manhattan Institute de Nueva York, entidad especializada en recetas policiales de 'tolerancia cero'. En este convenio estaría incluido un subsidio oficial a la Fundación Axel. El norteamericano que lo acompañó tuvo expresiones neonazis: 'los limpiavidrios y prostitutas son parte del terrorismo urbano'.

Mano durísima

La policía de la provincia de Córdoba no tiene mucho que envidiarle a la bonaerense, que recibió hace años la cinta azul de la impopularidad por ser la mejor 'maldita policía'.

Es más, la cordobesa tiene en su foja de servicios dos muertes durante la represión a las protestas de diciembre de 2001, cuando sus balas de plomo mataron al niño David Moreno y el joven Sergio Ferreyra. Son numerosos los casos de 'gatillo fácil' policial o donde se sospecha intervinieron elementos de la institución.

Sin embargo, a pesar de tan poco envidiable foja de servicios, hay que reconocer que ayer el jefe policial -comisario Jorge Rodríguez- no sabía cómo escabullirle el bulto a los micrófonos de los periodistas. Y eso que el hombre se desvive por hablar a cámaras y grabadores.

La razón de su dificultad en el habla en la víspera fue que la comitiva de Juan Carlos Blumberg, recién llegada a la ciudad, había hecho a la prensa declaraciones neo nazis y persecutorias. Rodríguez no sabía qué decir: debía diferenciarse de esa prédica pero a la vez no podía criticarla porque la comitiva de la 'mano dura' estaba aquí en base a las coincidencias con José Manuel de la Sota. Al final el comisario dijo algo centrista y se fugó por la tangente.

¿Qué había pasado?. Que el bastonero de la Cruzada había aterrizado en el aeropuerto local acompañado del chileno-norteamericano Carlos Medina, director ejecutivo del Manhattan Institute, quien declaró a los medios locales que 'los chicos limpiavidrios y las prostitutas forman parte del terrorismo urbano'. Esa fue su opinión, emparentada con las doctrinas más recalcitrantes que se cocinan en la Escuela de las Américas de Fort Benning (Georgia) y el Comando Sud del ejército norteamericano con asiento en La Florida. Identificar a un chico limpiavidrios -que está en un semáforo con su balde porque sus padres no tienen dinero y no pueden mandarlo a la escuela- con un miembro de Al Qaeda o la CIA es algo más que criminalizar la pobreza. Es preparar el exterminio de los pobres.

Manhattan Institute

Juan Carlos Blumberg hizo varios viajes a Estados Unidos invitado por el Manhattan Institute for Policy Research y a su regreso se convirtió en su mejor lobbista. No sólo le hace presentaciones políticas en sociedad sino que facilita la firma de convenios con gobiernos de provincias y eventualmente con el de la Nación.

Esa entidad se hizo conocida en la región latinoamericana luego que uno de sus fundadores, William Bratton, fuera comisionado de policía en la Nueva York del alcalde Rudolph Giuliani. Obviamente Giuliani pertenecía a la derecha republicana y propició con mucho ardor la 'tolerancia cero' para con cierta delincuencia menor.

En la década del ´90 esa ciudad vio decaer algunos índices delictivos y entonces aquella doctrina policíaca-penal pasó a ser la buena nueva para los presidentes neoliberales al sur del río Bravo. En 1999 Bratton vino al país invitado por Gustavo Beliz y Domingo Cavallo, que iban a disputar la jefatura de gobierno de la ciudad de Buenos Aires y lo importaron como mercadería de primera. El por entonces ex comisionado de la 'Gran Manzana' cobraba más de diez mil dólares la conferencia para explicar cómo había limpiado Nueva York de pandilleros y dealers (distribuidores minoristas de drogas).

En una de las charlas de cinco años atrás, en Córdoba, Bratton explicó: 'se incrementó el número de policías, hubo nuevas leyes, nuevos sistemas, más prisiones'. También informó que la ciudad cosmopolita que aún contaba con las Torres Gemelas tenía un índice de desempleo inferior al 4 por ciento. Sus oyentes se quedaron con la primera parte de la receta: eran necesarios más policías, armas, patrulleros y penas ultra severas. Lo del desempleo podía esperar, pensaron.

Bratton fue honesto en una cosa: aclaró que su teoría de 'mano dura' sólo había resuelto los delitos menores. Los grandes delitos, económico-financieros, de narcotráfico y las mafias, no habían figurado en su agenda ni podían ser resueltos por su programa. Sus anfitriones hicieron de la necesidad una virtud y pensaron que eso era exactamente lo que necesitaban: 'meta bala' y privación de los derechos humanos a los delincuentes que cursan la 'escuela primaria' del delito. Los delincuentes mayores, 'universitarios y masters', o sea los que fundieron el país, no entraban en ese círculo demonizado. Ellos son parte de la 'gente decente', diría Blumberg en agosto, en las escalinatas del Congreso.

En esta última incursión por tierra cordobesa, Bratton fue suplantado por Carlos Medina, pero las ideas rectoras siguen siendo las mismas. Por algo, además de Blumberg, los mejores contactos del Manhattan Institute son el Foro de Estudios sobre la Administración de Justicia (Fores), que defendió a la dictadura, y estudios jurídicos como el de Mariano Grondona (h). Fores expresa a la ultraderecha que trató de impedir las designaciones en la Corte de los 'garantistas' Eugenio Zaffaroni y Carmen Argibay.

Plin caja

El jefe de la Cruzada por Axel estuvo tres veces en Córdoba. La primera vez fue el 24 de abril, cuando lo recibió De la Sota, los miembros del Tribunal Superior de Justicia y los legisladores, en audiencias por separado. El visitante se llevó la firma del mandatario para el Petitorio de la 'mano dura' y legalizó su campaña político-mediática pese a la desconfianza que aún le tenían en el Poder Ejecutivo Nacional.

La segunda visita ocurrió en la penúltima semana de setiembre, cuando Blumberg presionó al intendente Luis Juez y los legisladores para que votaran la llamada ley de jurados populares. De la Sota, agradecido, le prometió un subsidio oficial para la Fundación.

Y la tercera de la serie comenzó anteayer y siguió ayer, con nuevas reuniones con el gobernador y el intendente. El objetivo político fue ganar un convenio de la provincia de Córdoba con el Manhattan Institute sobre seguridad. Primero se pagaría por un estudio e informe sobre la situación de seguridad de 'La Docta' y luego la entidad haría una propuesta de plan de seguridad basado en la línea de la 'tolerancia cero'. Plin-caja. Ingresos.

Hasta que el americano-chileno incurrió en la barbaridad de equiparar a los chicos limpiavidrios y trabajadoras sexuales con el 'terrorismo urbano', aquella propuesta recogía otro tipo de críticas. Por ejemplo, que pretende importar una doctrina exótica para un país como el nuestro con el 21 por ciento de desocupación (si se cuenta como desempleado al 1,6 millón de desocupados que perciben el plan jefes de hogar). Ahora el cuestionamiento es más político.

Blumberg no puede 'despegarse' de las expresiones neonazis del director ejecutivo del M.I., Medina. Es que a lo largo de sus tres marchas en Buenos Aires (1 de abril, 22 de abril y 26 de agosto), con sus discursos y petitorios entregados a legisladores y autoridades, fue marcando una tendencia claramente derechista.

Esa partidización fue más nítida en su mensaje de la tercera marcha, en agosto, cuando tronó ante su auditorio paquete de La Horqueta de San Isidro: 'acá los derechos humanos son para los delincuentes y no para la gente decente como ustedes'. Luego, sin detenerse, embistió contra todos los organismos de derechos humanos. El público lo ovacionó. Si no pudo aplaudir más fuerte fue porque en una mano llevaba una velita prendida. Era un regalo de la edición de esa semana de Gente, la revista del grupo Vigil que tanto apoyó al 'proceso de reorganización nacional'.

Los brulotes del cruzado contra los derechos humanos son cosa de todos los meses. En su visita de setiembre a Córdoba se entrevistó con el intendente Juez y sus colaboradores, que quedaron muy preocupados por algunas de sus opiniones. Es que el ingeniero les dijo: 'vengo de Estados Unidos y ví la mejor arma para luchar contra los delincuentes; no es un arma sino que dispara energía eléctrica' (La Voz del Interior, 27/9). Un funcionario citado por el matutino, comentó con tristeza: 'con estas ideas, me parece que si el gobierno atiende los reclamos de Blumberg, van a volver las picanas eléctricas como en la época de la última dictadura'.

¿Y para eso se va Blumberg hasta Nueva York?. Le hubiera salido más barato preguntarle a Luis Patti en Escobar o, por medio de su abogado Roberto Durrieu -ex subsecretario de Justicia del dictador Videla- a alguno de los genocidas locales que saben del paso de corriente eléctricas, submarinos secos y otras técnicas. ¿No sabía el ingeniero que la picana eléctrica es un invento argentino como el dulce de leche y el colectivo?.