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Argentina: La lucha continúa

El Acuífero Guaraní, de las mayores reservas de agua dulce en el mundo
Disputa por el oro azul


Elsa M. Bruzzone*

La supuesta actividad de grupos terroristas en la Triple Frontera que une a Argentina, Brasil y Paraguay ha sido el pretexto de Estados Unidos para incrementar su presencia militar en la región y cumplir su verdadero objetivo: apoderarse silenciosamente del Acuífero Guaraní, la reserva de agua más importante del mundo, compartida por las tres naciones. La autora sostiene que si se explota a un ritmo ecológicamente sustentable, el Guaraní podría producir 40 kilómetros cúbicos de agua al año, suficientes para abastecer, por separado, a los 360 millones de personas asentadas en la región del acuífero y satisfacer el consumo de la población estadunidense

En los últimos meses se ha insistido que en la zona de la Triple Frontera (Brasil, Argentina y Paraguay) tienen bases organizaciones como Hamas, Hezbollah y Al Qaeda.
Según datos oficiales, la zona tiene una población de 470 mil habitantes, agrupados del siguiente modo: en Puerto Iguazú (Argentina) 30 mil, en Foz do Iguazú (Brasil) 270 mil y en Ciudad del Este (Paraguay) 170 mil. Si bien en conjunto se trata de una cantidad respetable, en cada caso particular dichas poblaciones constituyen porcentajes reducidos del total de sus respectivos países y casi sin importancia en relación con el total de los tres sumados.
En Ciudad del Este y Foz do Iguazú hay una importante comunidad sirio-libanesa dedicada al comercio. La actividad más importante en Foz do Iguazú y Puerto Iguazú es el turismo; en Ciudad del Este, el contrabando, organizado y controlado por el poder político-militar.
En ese espacio geográfico, de un gran movimiento turístico nacional e internacional, los países interesados han desplegado sus medios de seguridad a fin de evitar que eventuales acciones delictivas puedan amenazar a esa industria vital.
Los medios son abundantes y operan en forma coordinada y con modalidades particulares: fuerzas policiales nacionales y provinciales, de gendarmería y prefectura, filiales de órganos de inteligencia, policías aduaneras, agencias de vigilancia privada para hoteles y otras dependencias turísticas, y guarniciones militares.
¿Por qué entonces la zona adquiere de pronto tanta importancia para Estados Unidos?
La paranoia estadunidense
El recurso estratégico más importante para ellos en la actualidad es el petróleo y sus derivados. Hemos observado que, para asegurar su abastecimiento a precios convenientes, bajo el pretexto del control del terrorismo internacional y del narcotráfico, han logrado establecer el control político y militar de importantes yacimientos, sobre todo en Asia Menor y Latinoamérica, y no han dudado en llevar la guerra más inicua contra Afganistán e Irak.
En América, operó sobre México utilizando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte como instrumento de sometimiento y dependencia; y sobre Venezuela, organizando un fallido golpe de Estado y otras amenazas a fin de no ver perjudicado su control sobre el petróleo.
Pero otros elementos han pasado a tener valor estratégico para un futuro próximo. Ha sido muy significativa en los últimos tiempos la importancia que se ha dado al agua potable, como un recurso escaso para los años venideros y que resultará fundamental para la humanidad. Quien la controle, controlará la economía mundial y la vida del futuro no lejano.
El primer país que percibió el peligro de un nuevo accionar en años pasados fue Brasil. Mediante el Plan Amazonia, importantes intereses estadunidenses amenazaron con establecerse en la región para controlar las reservas de agua. En el norte alentaron el movimiento independentista de los indígenas yanomanis, quienes aspiraban a segregar importantes sectores del territorio brasileño. Más adelante, Estados Unidos lograría establecer una base militar en Alcántara.
Sin embargo, Brasil reaccionó rápidamente para impedir la segregación: estableció una línea de bases militares a lo largo de esa frontera, construyó carreteras en la selva y trasladó su capital al corazón de la Amazonia. Esta estrategia de afirmación de su soberanía fué completada con la creación del Sistema de Vigilancia de la Amazonia (Sivam), el Sistema de Protección de la Amazonia (Sipam) y el anuncio del gobierno actual del cierre de Alcántara.
Pero el Imperio no se rinde fácilmente: cambió de frente e intentó sin éxito afirmarse en Venezuela con un golpe de Estado, y con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico, estableció el llamado Plan Colombia, que en el fondo consiste en tener una presencia militar activa en la región. Asimismo, con la llamada Iniciativa Regional Andina logró establecer una base militar en Manta, Ecuador, que le ha permitido ir cerrando el cerco sobre la Amazonia, controlar militarmente su periferia y estar en condiciones de jugar un papel preponderante en el momento en que se exploten sus recursos naturales.
Todo ello complementado con su plan para imponer en los próximos años el Area de Libre Comercio de las Américas, pseudoalianza económica que sometería totalmente a las débiles economías latinoamericanas ante el poder colosal de sus corporaciones y sin más alternativas que la enajenación de sus recursos.
El control militar
Por ello iniciamos la tarea de determinar el interés militar estadunidense en la Triple Frontera, y la investigación reveló que existe un yacimiento colosal de agua potable, quizás la reserva más importante del mundo: el Acuífero Guaraní.
Llamado también Acuífero Gigante del Mercosur o Sistema Acuífero Mercosur, está situado entre los paralelos 16 y 32 de latitud sur y los meridianos 47 y 56 de longitud oeste. Se extiende por las cuencas de los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay.
De acuerdo con datos disponibles hasta la fecha, su superficie es de un millón 194 mil kilómetros cuadrados, de los cuales 839 mil están en territorio de Brasil, 226 mil en Argentina, 71 mil 700 en Paraguay y 59 mil a Uruguay.
Por el norte toma contacto con el Pantanal, que a su vez se conecta con la Amazonia. Se desconoce todavía el límite oeste del acuífero en Paraguay y en Argentina, aunque se calcula que en este país se prolonga hacia la cuenca del Bermejo. También es desconocido su límite sur en Argentina, pero no se descarta que continúe hasta las regiones pampeana (inundada) y patagónica, pudiendo llegar incluso a conectarse con la zona de los grandes lagos precordilleranos.
Es una de las mayores reservas de agua subterránea del planeta, calculada hoy en 55 mil kilómetros cúbicos. Cada kilómetro cúbico equivale a un billón de litros de agua. La recarga sería de 160 o 250 kilómetros cúbicos cada año, de tal forma que con la explotación de 40 kilómetros cúbicos anuales podría abastecerse a 360 millones de personas, que recibirían una dotación de 300 litros a diario.
En vastas regiones presenta turgencia natural. El espesor más común del acuífero es de 200 metros, aunque a lo largo del río Uruguay llega a 800 y a mil o mil 200 en zonas de Brasil y Argentina. Las aguas encontradas entre 500 y mil metros de profundidad presentan caudales mayores a los 500 mil litros por hora y en algunos casos se acerca a un millón. La temperatura del agua varía con la profundidad.
En la región comprendida por el acuífero se asientan 15 millones de habitantes. El Guaraní constituye la principal fuente de agua potable para el abastecimiento urbano, industrial y agrícola. En Brasil, más de 300 ciudades de entre 3 mil y 500 mil habitantes se abastecen total o parcialmente en él; en Paraguay se tienen registrados unos 200 pozos que abastecen a poblaciones de la región oriental del país, y en Uruguay se cuenta con 135, utilizados para abastecimiento público y baños termales. En Argentina se explotan sólo seis pozos termales de agua dulce en el sector oriental de la provincia de Entre Ríos.
Las áreas de recarga y descarga del Guaraní, y aquellas donde existe una alta concentración de usuarios, se consideran zonas críticas (hots spots): Concordia-Salto (Argentina-Uruguay), Rivera-Santana do Livramento (Uruguay-Brasil) y Ribeirao Preto (Brasil). Pero el área más importante y fundamental de recarga y descarga es el corredor transfronterizo que se ubica entre los territorios de Paraguay, Brasil y Argentina, y este corredor está ubicado, ¡oh sorpresa!, nada más y nada menos que en la zona de la Triple Frontera.
Se tiene conocimiento de otro acuífero en el continente americano. Si bien sus límites reales se desconocen, se extendería de la zona de Yucatán, en México, hasta Panamá. Esto explica la proliferación de bases estadunidenses en la región y la presión que se ejerce sobre los gobiernos locales para que acepten el Plan Puebla Panamá. Ambos instrumentos garantizan a Estados Unidos el control militar y económico de la región, cuyo control político ya posee.
Estados Unidos estructuró un sistema para detectar la magnitud del Acuífero Guaraní, asegurar su uso de manera "sustentable" y evitar todo tipo de contaminación. Para ello puso al frente de la investigación al Banco Mundial, la Organización de Estados Americanos, órganos alemanes y holandeses que controla, y algunos elementos universitarios de los países involucrados.
Destinó un presupuesto de 26 millones 760 mil dólares y sugirió la forma en que participarían las comunidades indígenas y la sociedad civil para asegurar sus fines, que son: determinar la magnitud del reservorio, evitar su contaminación, regular su uso "sustentable" y mantener permanente control hasta que lo considere conveniente.
Nuevo altruismo gringo
Cabe preguntarse: ¿Por qué los gobiernos de la región renunciaron a la autonomía del proyecto? ¿Qué significa "desarrollo sustentable" para los países del Primer Mundo y para quienes no pertenecen a ese selecto grupo? Basta con mirar hacia ellos para darnos cuenta: el Primer Mundo ha dilapidado sus recursos y reservas, y ahora viene por los nuestros. ¿A quién obedecen y responden los organismos internacionales que intervienen en el proyecto? ¿Desde cuándo poseen sentimientos altruistas, solidarios y humanitarios reales?
¿Qué significa preservar? ¿Acaso construir una cadena de spas? ¿El no-uso de las aguas del acuífero? ¿Desde cuándo las poblaciones indígenas han sido consultadas para que opinen sobre proyectos que les afectan, la mayoría de las veces para mal? Y si se las consultó alguna vez, algo de lo que se duda, ¿se las ha escuchado? ¿Cuándo los gobiernos de la región han informado la verdad a sus ciudadanos y los han consultado sobre temas transcendentes que tienen que ver con el mantenimiento de la soberanía e independencia de sus países? ¿Por qué la comunidad académica permanece en silencio sin alertar de los peligros que encierra este proyecto, que no responde a intereses nacionales, sino a los de Estados Unidos?
La inoperancia y actitud de los gobiernos locales, atentos exclusivamente a sus intereses particulares y no a los nacionales, ha favorecido el incesante avance de Estados Unidos y ha puesto en peligro la soberanía de los países del Acuífero Guaraní y de toda la región.
En Argentina se desconoce si existen proyectos de utilización del acuífero. Se sabe que las aguas son de excelente calidad para el consumo humano, industrial, hidrotermal y para el riego, y que la relación costo-beneficio es sumamente favorable si se la compara con la que demanda el tratamiento de aguas de superficie.
Con la construcción de acueductos, tal como lo hicieran en el pasado las civilizaciones de este continente, podría abastecerse de agua pura a pequeñas y grandes ciudades y poblaciones de provincias del noreste, noroeste, Córdoba, capital federal, Buenos Aires para consumo humano y riego.
Y en conexión con la Cuenca del Bermejo, podrían desarrollarse las provincias del noreste y aún las del noroeste. La población de este país tendría acceso al agua potable, un bien escaso para la mayoría, a un costo bajísimo y en cantidades ilimitadas. Y, de confirmarse la conexión del Guaraní con las cuencas patagónicas, se estaría a las puertas –si se tuviera la suerte de contar con dirigentes políticos comprometidos con los intereses de esta nación– de lograr la explotación de recursos que podría financiar todo el desarrollo de este país.
Ante las cifras, no cabe más que la sorpresa, y ahora todo tiende a justificarse: la inusitada presencia de efectivos militares estadunidense en la región; la proliferación de informes –siempre falsos– de acciones de terrorismo internacional desde la Triple Frontera; los infundados cargos contra la comunidad árabe; los continuos ejercicios combinados de las fuerzas militares del Imperio con las regionales con pretextos tan infantiles como el de enseñar a los marinos argentinos a combatir el dengue en Misiones.
Se habla continuamente de la necesidad y la posibilidad de instalar una base militar de Estados Unidos en la provincia de Misiones, a fin de controlar a tan temidos terroristas. Y los preparativos avanzan con el visto bueno del Ministerio de Defensa argentino y el apoyo de algunos sectores militares, que facilitan sus instalaciones para las fases previas. Son estos mismo sectores los que sueñan que la presencia yanqui les permitirá repetir su "epopeya de la guerra contra la subversión", sólo que ahora los enemigos serían los comerciantes sirio-libaneses.
*Secretaria del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida).